[Celebramos Halloween como hacemos con todo en CANINO: sobredimensionándolo. Estiramos la noche de las brujas todo un mes: cada día, aquí, durante todo noviembre, tendrás una minireseña de una película, comic, videojuego o libro relacionados con el terror y que quizás no conozcas. Si te gusta descubrir cosas, nuestro Halloween dura un mes te va a encantar. Eso sí, ojo: algunas están muertas.]
En el horror medieval está presente una visión monstruosa del mundo, un estado de inactividad a la que, en su ensayo La Nueva Edad Media (1972), Umberto Eco atribuía una categorización de como ha trascendido en nuestro imaginario. Así, el medievo es tiempo para la revisión irónica de aquellas instituciones (familia, Iglesia, banco, universidad) que aún perviven como autoridades sociales, o para el decadentismo. Con la misma facilidad, trasciende la idea de la inminencia de una Revelación (Apokalypsis) o que el estado impasible es consecuencia de una filosofía perenne (philosophia perennis), un estado metafísico del orden natural.
Sin embargo, la decadencia y la revelación van de la mano cuando se produce el crecimiento. La historia de Valerie bien podría ser solo su primer periodo o su despertar sexual, de un modo muy próximo a Dentro del Laberinto. Pero aquí este proceso de madurez conlleva la verdadera revelación: las instituciones que nos rodean pierden autoridad e inocencia y se convierten en versiones corruptas. Jaromil Jireš carga la película con planos preciosistas y música constante y ominosa, lanzando puñetazos estéticos en cada corte de plano y tratando de intoxicarnos con una belleza aparente, una película inmutable. Una fiesta de monstruos que dan la bienvenida a la más joven de su grupo y se sueña como un ejercicio de hipnosis, un apostolado de la sexualidad vampírica, seductora e insaciable.