Durante la segunda mitad del año 2016, el personaje interpretado en la gran pantalla por Margot Robbie se convirtió en uno de los iconos de la temporada, a pesar de provenir de una de las películas más denostadas de la misma. Algo había ahí. Con su regreso a cines, nos adentramos en la historia de una villana que, con apenas 28 años de legado a sus espaldas, se ha convertido en parte fundamental del mito de Batman.
Todo empezó con una idea bastante simple y, en realidad, con el mismo propósito del que parten todas las grandes ideas de la cultura audiovisual: vender más muñecos. Antes de nada, situémonos. A principios de la década de los noventa, la batmanía originada por el estreno de las películas de Tim Burton estaba en su punto más alto y uno de los productos derivados más cuidados que pudo surgir de todo este fenómeno fue, por supuesto, Batman: La serie animada (1992-1995). Desarrollada por el trío formado por Bruce Timm, Paul Dini y Mitch Brian y pudiendo hacer, por logística básica, uso de un plantel de villanos mucho más amplio que el equivalente en imagen real en salas, la serie se convirtió rápidamente en una de las representaciones más reconocidas de la franquicia.
Uno de los personajes estrella ya era, por supuesto, el Joker (con voz de Mark Hamill). El Joker de Hamill estaba muy alejado todavía del barniz de irónico genio nihilista incomprendido por la sociedad que ahora asociamos tan rápidamente al personaje, siendo más bien… bueno, un bromista, un bufón. Pero aquí al Joker le faltaba algo para ser equivalente a Batman en todos los sentidos, algo que los cómics nunca habían sabido darle: un sidekick. Si Batman llevaba con un Robin pegado en los tebeos desde muy poco después de su propia creación, lo cierto es que el Joker nunca había conseguido tener un acompañante de similar entidad a su lado. La solución pareció aparecer de casualidad y de forma espontánea cuando se estaba buscando otra cosa. En el capítulo ‘El favor del Joker, emitido el 11 de septiembre de 1992, apareció por primera vez el personaje de Harley Quinn, con la voz de Arleen Sorkin. La idea era que solamente apareciese en ese episodio, como parte de un plan del villano principal y ya… Pero claro, eso no fue lo que pasó.
Harley Quinn llega a la viñeta para quedarse
En su primera aparición en televisión no sabíamos mucho más acerca del origen de este nuevo personajillo. Es así como a finales de 1993, apenas un año después de su creación, se publica la novela gráfica -situada todavía únicamente dentro del canon de la propia serie animada– Amor loco. Escrita por los propios Paul Dini y Bruce Timm, y manteniendo el grafismo y estilo que ya se había establecido en la televisión, se nos cuenta aquí la transformación de la doctora Harleen Quinzel en una marioneta eternamente maltratada por el Joker a través de un descenso a la locura que es guiado, ni más ni menos, por un deseo romántico irrefrenable de ser capaz de comprender una psique tan aparentemente compleja como la del payaso.
Una psique falsamente compleja en realidad, como bien sabe Batman en este cómic. Joker no tiene ningún pasado triste, ni ningún motivo ulterior para hacer lo que hace: lo hace solamente porque puede, porque es divertido y porque disfruta controlando a la gente con su poder como lo hace con ella misma. Por su parte, Joker no encuentra en su supuesta media naranja una verdadera compañera, sino una herramienta que le resulta útil y que no duda en usar cuando es necesario. Amor loco es considerado todavía a día de hoy como la historia de origen definitiva de Harley Quinn, y fue finalmente adaptada casi viñeta a viñeta para la televisión en la serie secuela Las nuevas aventuras de Batman (1997-1999).
No será hasta el último año del pasado siglo cuando Harley Quinn diera el salto definitivo, no solamente de la pantalla al cómic sino del confinamiento inicial dentro del canon de la serie animada de los noventa al de la propia continuidad oficial de los tebeos de Batman. Este acontecimiento tendría lugar durante el largo evento Tierra de nadie, en el cual la ciudad de Gotham quedaba totalmente destruida y el resto del mundo decidía darle la espalda a un lugar que ya les había dado suficientes problemas. Desde entonces, el personaje no ha dejado de ser en ningún momento uno de los muchos y frecuentes secundarios que habitan una ciudad ya de por sí atestada de villanos. Pero su evolución y presencia no había hecho nada más que empezar a dar sus primeros coletazos.

Harley Quinn era ya por aquel entonces un auténtico fenómeno que resultaba tentador exprimir al máximo, y no tardaría en tener su propia serie regular. Una serie que se fue publicando mientras iba buscando su tono a lo largo de los años 2001 y 2003 y que, sin ser un tremendo bombazo, consiguió aupar más si cabe a este personaje. Así, Harley Quinn fue encontrando su voz. Cada vez separándose más y más de la problemática e inicial relación amorosa con el Joker, Harley empezaría a encontrar aliados en otros grupos como las Musas de Gotham –formado por ella misma junto a las otras dos villanas Hiedra Venenosa y Catwoman– o el Escuadrón Suicida. Esta evolución no eliminó por completo otros problemas intrínsecos al personaje, aunque es mejor que dejemos eso para más adelante.
Para completar este rápido repaso en los cómics, tenemos que mencionar sí o sí el nombre de Amanda Conner. Si Dini y Timm son sus padres, sin duda Conner es la madrina de Harley Quinn. Cogiendo a la villana bajo su manto como parte de la iniciativa de The New 52, la reinvención que hace con ella es la que de verdad la enfoca por el camino que seguirá a lo largo de la pasada década, con un humor desenfadado y tontorrón muy desmarcado del género comiquero estándar de superhéroes. Ya totalmente separada del Joker, con cambio de look e intentando reorganizar su vida, Harley pretende empezar de cero en las calles de Coney Island. Responsable definitiva del tono que ha tenido el personaje y sus aventuras en la página impresa desde 2014 hasta aproximadamente 2018, el universo que Amanda Conner ha ido creando alrededor de ella sienta unas claras bases que han sido utilizadas como mayor referente posible a la hora de desarrollar la recién estrenada Aves de Presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn).

ella escucha en su cabeza. Una creación de Amanda Conner en 2014 que también
ha terminado en la película de Cathy Yan.
Una década marcada por los videojuegos y por Margot Robbie
Con la salida en el año 2009 del videojuego Batman: Arkham Asylum se inicia una de las más conocidas franquicias de los últimos años y, con ello, una nueva página en la historia de Harley Quinn. Si al personaje siempre le había acompañado un aire claramente sexualizador y fetichista, del que ni siquiera se salvaban sus apariciones en la serie animada, el mundo de los videojuegos parece el ideal para dar rienda suelta a todos estos gustos con una voluptuosidad rozando el onanismo. Caracterizada claramente como una enfermera sexy, el personaje de Harley Quinn se convierte en uno de los muchos cuerpos escaparate de mujeres que podemos encontrar deambulando por el psiquiátrico de Arkham. No cabe duda de que el éxito de la saga y lo llamativo de este diseño ayudaron a relanzar el personaje –probablemente también sean responsables de la propia serie de Amanda Conner-, pero al precio de dar varios pasos atrás.

El último paso hasta la consolidación del personaje de Harley Quinn tal y como lo conocemos hoy día tiene que pasar, sí o sí, por la figura de Margot Robbie. Una estrella en ciernes que está adentrándose poco a poco en Hollywood, y que se ha acabado convirtiendo en parte indivisible de la caracterización del personaje. Harley se convirtió en quizás el único elemento –por lo general- celebrado de forma unánima de Escuadrón Suicida (2016), la tercera película dentro del marco del (¿difunto? ¿en coma? ¿universo de Schrödinger?) DC Extended Universe, dirigida por un malogrado David Ayer.
Aunque su relación con el Joker de Jared Leto no dejó de ser criticada por su toxicidad –una toxicidad que dejó de ser directamente criticada por la propia película a ser incluso romantizada gracias a los numerosos reshoots tras considerar la trama como demasiado amarga-, había algo en la actitud y el carisma de la actriz que conseguían levantar el producto original. Una estética estridente y chillona hicieron de la película todo un éxito de taquilla a pesar de la terrible recepción crítica, y metieron de cabeza a, entre otras personas, muchas adolescentes en un universo que hasta ahora no les había hablado tan directamente a ellas y de forma tan masiva. Ese octubre, el disfraz por excelencia de Halloween fue la Harley Quinn de Escuadrón Suicida. Es cuestionable que esto sea labor del filme, o de la dirección y el guion de Ayer, pero el caso es que de una forma u otra ese continuo imán que rodea al personaje de Harley Quinn y que lo ha mantenido vivo durante tantos años había sido trasladado a la gran pantalla.

Un personaje de contradicciones: empoderamiento, fetichismo y queerbaiting
Hemos recorrido lo suficiente su historia para entender todo lo contradictorio que rodea a Harley Quinn desde su propia concepción. No hay una traición clara al personaje a la hora de sexualizarla porque forma parte intrínseca del mismo, siempre se le ha rodeado desde su creación de un elemento sexual que no por catárquico deja de ser cuestionablemente misógino –basta recordar la bochornosa reciente película de animación Batman y Harley Quinn (2017) de la que el propio Bruce Timm era último responsable- pero lo que sí podemos luchar es por una recontextualización del mismo, una reinterpretación a lo que ya es un icono. Sin embargo, los pasos no son especialmente rápidos y vienen rodeados de básicamente todos los problemas de cualquier personaje femenino del universo de superhéroes que se mantiene un mínimo de tiempo saliendo con cierta regularidad en los cómics. Por muchas quejas provenientes de las más rancias cavernas que haya acerca de lo políticamente correcto, lo cierto es que sigue siendo un entorno que huele a cerrado en sus ideas, concepciones y desarrollos a día de hoy.
Un ejemplo de esto es la supuestamente rompedora relación romántica que desde hace años mantiene Harley Quinn con Hiedra Venenosa, otra villana icónica de las páginas de Batman y que interpretó en el cine en 1997 Uma Thurman. A pesar de que la relación entre ambas viene de largo –se podría decir ahora mismo que Hiedra ha ocupado más tiempo en la vida de Harley que Joker en los cómics a pesar de seguir siendo reconocida popularmente como »la novia de» -, ha sido siempre desde una narrativa de queerbaiting editorial que ha hablado en entrevistas mucho más de lo que supone para ambas esa relación de lo que jamás lo ha hecho en las propias historias. Incluso cuando se parecen dar pasos adelante, la editorial parece encontrar la forma de volver a recontextualizar todo para que, al leer cualquier aventura de ellas, cualquiera pueda entenderla como simplemente »muy amigas, ridículamente muy buenas amigas» si quiere, con la eterna promesa de algo más en un futuro. Y con esa cantinela llevamos más de una década.

Parecía que la posible salvación definitiva podía pasar por las salas de cine a fin de cuentas, gracias al reciente estatus de Margot Robbie y su aparente intención de cambiar algo de la representación del personaje. Queda por ver como resulta eso, pero la –en parte– decepcionante taquilla el fin de semana de estreno de Aves de Presa parece indicar que Robbie podría ir perdiendo su control en nuevas producciones. De igual manera, la desaparición de Hiedra Venenosa de una posible idea original para esta película podría indicar que quizás desde arriba en Warner Bros. hubo siempre tranquilidad al respecto ya que nunca tuvo realmente ese poder.
Un personaje con tanto peso y posibilidades narrativas y representativas dentro de la cultura pop actual está en pleno camino de redescubrirse dentro de un nuevo contexto, y solo el tiempo nos acabará diciendo si realmente lo consigue o se limita a capitalizar lo ya andado. En su evolución de sidekick de uno de los villanos más conocidos de la historia a antiheroína por derecho propio con una legión de seguidores a sus espaldas, muchas cosas han podido perderse por el camino pero otras muchas se han ganado. Los escabrosos datos de taquilla para Aves de Presa no parecen augurar nada bueno a la hora de poder abordar nuevos límites, pero si algo podemos sacar en claro de Harley Quinn es que siempre es capaz de mantenerse a flote, pase lo que pase.
