[Avance] ‘Iron Fist’ – No es de acero ni de manteca este puño karateka

El nuevo vigilante televisivo de Marvel aterrizará en Netflix el 17 de marzo, pero hemos podido echarle un vistazo a los seis primeros episodios de Iron Fist. ¿Estaos ante una producción tan sólida como el puño de su protagonista?

El universo televisivo de Marvel en Netflix tiene un problema. Está protagonizado por un ciego con sentidos aumentados entrenado como un ninja; una detective privada con superpoderes y un trauma por una relación abusiva con un supervillano que controla a la gente mediante feromonas; un llorón de piel inquebrantable; a ellos se añade ahora un joven entrenado en las artes marciales por monjes de una ciudad mística que aparece en nuestro mundo cada quince años. Y sin embargo, se toma en serio a sí misma. Muy en serio.

Esto no sería ningún problema si se maneja bien el tono y, sobre todo, el tiempo de cada capítulo. En los cómics, Punisher se ha enfrentado hasta a Lobezno y tanto en cine (Punisher: War Zone -2008-) como en televisión (segunda temporada de Daredevil -2015-) ha conseguido mezclar, con acierto, la insensatez del ejército de un sólo hombre con la aspereza del “mundo real”, de modo que su psicología torturada y su inventiva para la atrocidad compartan tiempo en pantalla.

Imagen de Iron Fist

Pero hete aquí que el showrunner de Iron Fist es Scott Buck, guionista de algunos grandes episodios de Dexter… y showrunner de las últimas temporadas de esa misma serie. Vamos, que no era un buen augurio, aunque su trabajo sea aquí más sólido.

El protector de K’un L’un

En Iron Fist, Finn Jones interpreta a Danny Rand, que vuelve a la ciudad de Nueva York como un mochilero descalzo. Durante quince años, después de un accidente de aviación que se cobró la vida de sus padres, ha estado viviendo en K’un L’un, una ciudad habitada por monjes guerreros que le convierten en un luchador excepcional. Sus habilidades, no obstante, poco sirven para reincorporarse a su antigua vida como heredero de una multinacional, pues sus antiguos conocidos, que le dan por muerto, le reciben de forma hostil.

¿Quién es Danny Rand? ¿Qué significa que sea Puño de Hierro, una estirpe de protectores de K’un L’un con la habilidad de doblar el acero de un puñetazo? La respuesta, que se intenta dilucidar a lo largo de los capítulos, no quiere ser todo lo loca que debería, dada la mitología del personaje. Es como si tuviera que contenerse, como si temiera perder credibilidad… o como si sus responsables nunca hubieran visto un filme de artes marciales, de esos que inspiraron la creación del personaje en los setenta. Aún peor: los guionistas saben que hay un conflicto entre ambas identidades, pero lo abordan sabiendo que tienen por delante trece capítulos de casi una hora cada uno, con morosidad primero y rapidez o descuido después.

Porque vaya si estamos ante una serie Marvel de Netflix. De entrada, los dos primeros capítulos podrían convertirse en un excepcional piloto, pero llenan minutos contradiciendo la máxima de guión de entrar tarde y salir deprisa. El conflicto, que es la búsqueda de cierta paz mental por parte de Danny Rand, se resuelve con un catártico puñetazo que sabe a poco porque se diluye en los siguientes episodios. Una vez Rand descubre su papel y su poder en el mundo, lucha contra un sistema que considera injusto de la forma más sobada posible (piensa en cualquier película con pez fuera del agua en posición de poder y acertarás) y arrastra a otros a posicionarse, a su lado o en contra.

A la sombra del dragón

Imagen de Iron Fist

Por lo menos, gracias al protagonista, explota el arco más interesante, el de Ward Meachum (Tom Pelphrey), que descubre que nunca dejó de ser un niño obediente de papá y que, si parecía alguien maduro, es sólo porque siempre había tenido el viento de cara. Su patética pugna por controlar lo que tiene, en medio del huracán que supone Rand, le transforma de altivo insufrible a alguien patético, y he ahí lo interesante, aunque sólo sea porque le dibuja el arco de personaje mejor definido.

El resto de personajes incluyen a la hermana de Ward, Joy (Jessica Stroup), quien a través de su vínculo con Rand descubre que la compañía no se rige por el bien común tanto como creía; Colleen Wing (Jessica Henwickn), maestra de artes marciales y aliada, cuyo conflicto entre pagar facturas, su sed de pelea y su adhesión al bushido se cuece a medio gas; Claire Temple (Rosario Dawson), el pegamento de este Universo Televisivo pero que aquí sirve para estar, única y literalmente, en medio; y un par de personajes que es mejor no destriparos pero cuya situación, estrambótica y muy propia del cómic, se presenta aquí de la forma más plana posible.

Imagen de Iron Fist

Y hablando de planicies, tenemos que hablar de las peleas en Iron Fist. Una de las cosas que destacaron de Daredevil fueron las peleas, que incluían un buen trabajo de dirección, edición y coreografía. ¿Te gustaron las pataditas en entornos urbanos decadentes? Pues no te preocupes, porque Iron Fist te trae exactamente lo mismo. En lo positivo, la cámara se aleja más de los contendientes y la edición deja algo más de espacio para la coreografía. En lo negativo, la mayoría de los combates se ven lentos y demasiado ensayados, en entornos ya explotados por la serie del superhéroe ciego.

Pero no todo va a ser tan negativo. Poco a poco, la serie razona que tiene una herencia a la que recurrir y una audiencia a la que satisfacer, y el sexto episodio, el mejor del bloque pese a la errática dirección de RZA, presenta un duelo de Iron Fist contra varios oponentes a cuál más estrambótico. Así que ahora me encuentro en la tesitura de soltarte un cliché que, referido a las series de Marvel en Netflix, habrás escuchado o leído ya: empieza lenta pero mejora y tiene margen para ser mucho más. Ten paciencia.

Imagen de Iron Fist

Daredevil es un vigilante urbano. Jessica Jones es una detective privada en Nueva York. Luke Cage es un guardaespaldas del gueto. ¿Qué demonios es Iron Fist? Habrá que esperar a los otros siete episodios para descubrirlo; recemos a Shou-Lao el Inmortal para que nuestra paciencia se vea recompensada.

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