Jim Starlin: mucho más que el padre de Thanos

Más de una vez sucede que, a partir de una película basada en cómic o en un personaje de cómic en concreto, gran parte del público se interesa por conocer los originales en los que se basan. Por eso no es de extrañar que después de las veintidós películas Marvel que llevamos, muchos hayan conocido por fin la figura de Jim Starlin, la carga moral de sus obras y la constante presencia de la muerte en sus historias.

Muchos autores y guionistas de cómic son los que se han encontrado con un reconocimiento de ellos mismos y de sus obras a partir de adaptaciones cinematográficas de las mismas. Casos que todo el mundo recuerda sucedieron, por ejemplo, tras el estreno de Sin City (2005) donde la figura de Frank Miller estuvo finalmente en boca de todos a pesar de sus muchos años de trabajo a cuestas, lo que incluso le sirvió para dar él mismo el salto a la dirección de cine adaptando The Spirit (2008). También ocurre con adaptaciones a la pequeña pantalla, como es el caso de Robert Kirkman gracias a The Walking Dead (2010) o recientemente con Garth Ennis tras el estreno de The Boys (2019), donde el público tras el éxito de las adaptaciones indaga en los originales en los que se basan.

Por tanto, no era de extrañar que, con el paso de los años y película tras película, el mundo de los superhéroes en el cine fuera tomando más peso. Las películas Marvel, han pasado a ser consideradas eventos cinematográficos por la magnitud de lo que se ha conseguido con ellas, sin precedente alguno. De modo que es aquí donde surge la curiosidad de conocer quién es la persona que inspiró todo este evento cinematográfico conocido como la Saga del Infinito: Jim Starlin.

Jim Starlin y la Saga del Infinito

Poco se podía imaginar con el estreno de Iron Man, allá por el año 2008, que en cines se iba a gestar un evento cinematográfico de tal magnitud como la que posteriormente conocimos como Saga del Infinito. Sí que es cierto que veníamos de una suerte de películas de superhéroes Marvel que no terminaban de encajar, como Hulk (2003), Daredevil (2005) o Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer (2007); aunque quizás pudiéramos salvar parte de la trilogía Spider-Man (2002-2007) de Sam Raimi. Con todos estos precedentes no era de extrañar que hubiera algo de reticencia ante el estreno de la primera película de El Hombre de Acero. Pero para sorpresa de todos, algo había cambiado. Se notaba que la manera de tratar a los personajes había mejorado, que se habían tomado más empeño por adaptar las viñetas a la pantalla y fue en la escena post-créditos de esta película tras la mención a la Iniciativa Vengadores, cuando todo se resumió en una palabra: continuidad.

No fue hasta Capitán América: El Primer Vengador (2011), cuando estuvimos ante la primera Gema del Infinito, que no nos dimos cuenta de dónde nos estábamos metiendo. Pero tuvimos que esperar de nuevo a otra escena post-créditos, en esta ocasión de Vengadores (2012), para encontrarnos por primera vez con la figura de Thanos y comprender lo que se avecinaba. Aún con todo, y no era de extrañar, por aquella época no eran demasiados espectadores los que conocían ni la referencia ni el personaje, de modo que la pregunta era clara: ¿Quién es este tío de color morado?”

Fue en los setenta cuando Jim Starlin, tras una serie de rechazos de propuestas por parte de Marvel, principalmente centradas en el personaje de Hulk, dio con dos puntos de inflexión importantes en su carrera. El primero fue la creación del personaje de Thanos y de todo el universo que lo componía, donde se sumaban a la ecuación su padre Mentor, su hermano Eros, su némesis Drax y su lugar natal Titán, luna de Saturno. Estos personajes casi surgieron por accidente, durante una clase de la universidad pública en la que estudiaba Starlin. Aún con todo, los personajes siguieron sin convencer a los editores de Marvel, pero igualmente confiaron en Starlin para que se encargara de guionizar varios números de The Invencible Iron Man. Y así fue como, aprovechando la circunstancia y que el propio autor creía que su carrera de guionista duraría más bien poco, introdujo todos los personajes que pudo en The Invencible Iron Man #55 de 1973, siendo esta la primera aparición de Thanos tal y como lo conocemos. Aun así, y aunque el personaje no terminara de cuajar, a Jim Starlin se le dio la oportunidad de seguir trabajando en un personaje que durante esos años se encontraba de capa caída y que era conocido como Capitán Marvel.

No fue hasta casi dos décadas después que Starlin volvió a encontrarse con sus creaciones, y fue así como surgió una de las sagas más importantes y épicas de Marvel. Durante los años anteriores como guionista, y encargándose principalmente de personajes cósmicos entre los que se encontraba Adam Warlock, creó un universo rico y complejo, toda una space opera cuyo motor principal era la moralidad, la psicología y la filosofía de sus personajes. En un principio no iba a suponer más que un arco dentro de las historias de Estela Plateada, pero tal fue la profundidad que se vio en esta etapa, que se decidió darle entidad y peso de macroevento dentro del universo Marvel. Y así es como, a principios de la década de los noventa, comienza la que hoy conocemos como la Saga del Infinito.

Sí que es cierto que las motivaciones del personaje de Thanos en las películas son, aún respetando cierta carga moral típica de Starlin, bastante diferentes del original: se pierde el personaje de Lady Muerte, del cual nuestro Titán Loco está perdidamente enamorado y todo aquello que hace y pretende conseguir es sencillamente para impresionarla. Esta va a ser la primera vez que vemos el importante papel de la muerte en la obra de Starlin, en este caso llegando incluso a personificarla y darle un papel, literalmente mudo, en estas páginas. La relación del autor con esta idea se va a ver reflejada en toda su trayectoria y va a desembocar en verdaderos puntos clave a lo largo de la misma.

Jim Starlin y las calles de Gotham

En la época en la que los números de relleno eran tan importantes y de tanta calidad como las series regulares. Si miramos las firmas nos encontraremos grandes nombres que puede que en su momento no nos dijeran demasiado pero que, a día de hoy, hacen que no extrañe nada la calidad de estas historias. Así es como Jim Starlin comenzaba a firmar en DC, tiempo antes de comenzar con la Saga del Infinito, pero con un sobrenombre ya ganado a pulso: Mr. Muerte. Starlin no hacía que sus héroes se enfrentaran a villanos poderosos y combates extenuantes a puñetazo limpio, sino más bien consigo mismos, a sus temores, ideologías y demonios internos, e incluso a batallas con la propia muerte que no podíam ganar, como el caso de Capitán Marvel.

JIM STARLIN se ganó el sobrebombre de Mr. Muerte por los despiadados guiones en los que a menudo aniquilaba a superhéroes aparentemente invencibles. Es el creador de la Saga del Infinito en los comics, pero también mucho más. Revisamos su obra.

Tuitea esto

Pero de momento nos interesa quedarnos en DC, en las calles de Gotham, y en un Jim Starlin preocupado por limpiar de florituras a los enemigos del Caballero Oscuro. En la mini-serie Las 10 Noches de la Bestia (1987-1988) los llamativos y esperpénticos detalles de villanos como el Joker se pierden para dejar paso a algo más sombrío y mundano: un asesino sin glamour ni puesta en escena, tan sólo un perturbado con un arma blanca y una serie de víctimas. Y Batman, en la comisaría de policía de Gotham, frente al informe policial y un esquema de las víctimas, nada más. Se pierde el combate externo, las poses heroicas y la puesta en escena por un miedo interno del héroe ante un enemigo que resulta más real -y da más miedo- al lector.

La profundidad que Starlin consiguió imprimir a la historia supuso un cambio, no sólo en lo que a la narrativa se refiere, sino también para el personaje de Batman. De nuevo la obra de Jim Starlin iba cargada de una moralidad y ética que jugaban un papel primordial dentro de las historias del Murciélago; la sucesión de crímenes eran el motor principal de la historia, pero la política y el espionaje de la época Reagan quedan reflejadas, aunque fuera tan sólo como mero escenario, en cada una de las viñetas.

El jaque mate al personaje, la partida que el héroe no puede ganar es lo que se nos plantea en estas páginas, porque cuando Batman va a actuar ya hay una víctima mortal. Eso lo que aprendimos en Una muerte en la familia (1988) donde Starlin nos deja uno de esos acontecimientos que marcarían las historias de Bruce Wayne de forma definitiva, un punto de inflexión sin vuelta de hoja: la muerte de un adolescente Jason Todd, el segundo Robin, a manos del Joker. La muerte no afectaba esta vez a ningún personaje secundario para construir la historia, como ocurría con las víctimas de Las 10 noches de la Bestia, sino a un personaje principal.

Jim Starlin y la muerte como protagonista

Los cambios drásticos y permanentes en personajes de cómics no siempre son bien recibidos. Desde todas las veces que en diversos arcos argumentales se ha desvelado la verdadera identidad de Spider-Man y cómo siempre que ha sucedido se ha reiniciado la historia de alguna manera, hasta muertes de personajes que finalmente no lo fueron tanto, como la del Capitán América en El hijo caído: La muerte del Capitán América (2007) durante el evento Civil War (2006-2007), hasta la cantidad de veces que hemos podido presenciar la muerte de Lobezno de una u otra manera. Sin embargo, hubo una defunción inamovible y que a día de hoy sigue siendo respetada: La Muerte del Capitán Marvel (1982), de la cual Jim Starlin es el artífice y en la que podemos encontrar un mensaje muy personal del propio autor.

A comienzos de los años ochenta, el padre de Jim Starlin fallece tras contraer un cáncer. En el cómic no sólo no encontramos épicos combates ni batallas, reflejo claro de que, tal y como hemos hablado con anterioridad al hacer referencia a Las 10 noches de la Bestia, estamos ante una batalla que no podemos ganar, una batalla que de primeras está perdida. Una odisea personal e interna donde, tanto amigos como incluso enemigos se unen para buscar una posible cura ante el mal que come por dentro a Mar-Vell.

Porque la palabra con C siempre causa reticencia, Starlin lo sabe, lo acaba de vivir muy de cerca, y es por eso que en el cómic es llamada la mayor parte del tiempo de otras formas, como La Muerte Negra. Contraída tras un combate con el villano Nitro, es el único caso en que vemos esas referencias a un combate que transcurre fuera del cuerpo del protagonista, cuando la verdadera lucha es interna: primero con la enfermedad que poco a poco le devora, y segundo con la forma de lidiar con el final que sabe que le espera, asumirlo y comunicarlo a todos los familiares y amigos que le rodean. Finalmente, Mar-Vell muere, pero en su cama, y rodeado no sólo de los familiares y amigos que siempre le han acompañado, sino también de enemigos que detienen sus rencillas ante la necesidad de rendir homenaje ante una persona admirada.

Tras la muerte del Capitán Marvel, en la que fue por cierto la primera novela gráfica de Marvel, el ciclo del personaje se cerró. En este caso la muerte era real, un lugar sin retorno al que viajan hasta los héroes galácticos más poderosos, aquellos que se han enfrentado a seres de energía pura. Y aunque hemos visto que ha habido personajes que han tomado el testigo del Capitán Marvel, siendo la más reciente Carol Danvers, el personaje de Mar-Vell se sigue respetando en una especie de luto que no ha cesado con los años.

El regreso al Infinito

Volvemos a situarnos en 2012, en aquella escena post-créditos donde vemos finalmente a Thanos en Los Vengadores. La figura del Titán Loco es, para muchos, desconocida. No saben qué es lo que se cierne sobre la Tierra ni podrían prever lo que se avecinaba en futuras películas.. Marvel lo sabe y Starlin entra en conversaciones con la editorial para volver a traer a su personaje estrella a las viñetas y las grapas, dando lugar así a Thanos: El final del Infinito (2015). Pero el Infinito ha cambiado, y ya no es el mismo que conocimos en la década de los noventa.

Starlin comienza a tener desavenencias con los editores, partiendo de que quiere utilizar a Adam Warlock pero no se lo ceden. Es poco menos de dos años después cuanto todo estalla, y el encontronazo final con el editor de Marvel, Tom Breevort, pone punto final a las relaciones entre el autor y La Casa de las Ideas. Al perecer, Tom había dado luz verde a otra historia paralela con Thanos como protagonista, con un guion extremadamente similar al presentado por Starlin en el que estaban trabajando para crear una nueva trilogía del personaje. Era el momento de explotar al personaje, pero esto no gustó a Starlin. 

Los tiempos habían cambiado. Los personajes habían cambiado, y una muestra de ello fue la reaparición de Thanos con un ojo y una mano dañadas. También en cierto modo el lector había cambiado: este quería sumergirse en las páginas de los personajes que había conocido en las pantallas, pero probablemente no deseaban encontrarse con una carga moral tan densa como las de Starlin en los noventa. Quizás porque venían de un medio donde la narrativa era otra y buscaban algo similar. El Infinito, por tanto, también tenía que cambiar. 

Ahora mismo, cine y cómics conviven en un tándem que uno se sustentan entre sí. Es por ello quizás que podamos entender como una suerte de toma de testigo la serie Infinito (2017) por parte del autor Jonathan Hickman, quien ya venía previamente de mostrarnos a los Héroes más Poderosos de la Tierra en Vengadores y Nuevos Vengadores (2012), de los que esta nueva saga bebe directamente y cuyos acontecimientos desembocan aquí. Y está claro que Thanos debe hacer su aparición, además de estar presente La Orden Negra, que un año después veríamos en Infinity War acompañando al Titan Loco y funcionando como un equipo perfecto de destrucción. Además, no fueron los únicos conceptos que salieron de las páginas y aterrizaron en las pantallas, ya que a estos los acompañaban los Chitauri, los Kree o Wakanda. Por tanto, Hickman ha unificado algo más la narrativa que se demanda actualmente en este tipo de género, con una carga moral no tan densa y donde prima la potencia argumental de los acontecimientos, ofreciendo un enlace perfecto para el público actual, para el nuevo lector y para conocer los orígenes de toda esta space opera que tantos años y peso tiene a sus espaldas.

¿Te ha gustado este artículo? Puedes colaborar con Canino en nuestro Patreon. Ayúdanos a seguir creciendo.

Publicidad