‘Juego de Tronos’ y las series más caras de la televisión: ¿le vale la pena el préstamo del Banco de Hierro a HBO?

Tras el salto al vacío que supuso para la producción estrella de HBO continuar la historia de Poniente una vez agotado el material publicado por George R.R. Martin, Juego de Tronos encara su recta final con un aumento de presupuesto por capítulo. No obstante, las cifras que maneja la serie, a pesar de lo que pueda parecer, no constituyen ningún récord.

Juego de Tronos posee sin duda una magia única: da igual lo mucho que la critiques por su abuso del deus ex machina o por su tratamiento hiperbólico del tiempo y el espacio, —un problema que se ha agudizado o al menos ha quedado más patente a lo largo de esta última temporada—: cada domingo o lunes estás como un clavo esperando ver qué ha reservado HBO para ti esta semana (cuando está en emisión). Esperando lo mejor. Y también lo peor.




Y es que cada episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos dejó al espectador con el corazón en un puño, un montón de teorías locas y la clara sensación de que la serie cuenta con un chorrazo sin fin de dinero. En su séptima temporada, la serie ha mantenido el presupuesto que ya tuvo en la sexta (100 millones de dólares), reduciendo a 7 el número de capítulos. Por si te da pereza hacer los cálculos, hablamos de más de 14 millones de dólares por capítulo, muy lejos de las cifras de sus inicios, cuando la serie contaba con un presupuesto de entre 50 y 60 millones.

A pesar de lo que pueda parecer, Juego de Tronos no es tan cara comparada con otras producciones. Su episodio piloto costó entre 5 y 10 millones de dólares, una cantidad mucho más modesta que el piloto de Lost (2004-2010), que osciló entre 10 y 14 millones de dólares, prácticamente un cuarto del presupuesto de toda la primera temporada, alcanzando el resto de los capítulos cifras mucho más modestas (un millón y medio por capítulo aproximadamente).

Aún más panoja costó el primer episodio de Broadwalk Empire (2010-2014). Scorsese no iba a dirigir cualquier cosa, por lo que se llegó a rumorear que el montante iba a alcanzar los 50 millones de dólares. Puede que fuera solo para crear hype, porque lo cierto es que el piloto de la serie protagonizada por Steve Buscemi solo gastó 18 millones. Como curiosidad, construir el paseo de madera que da nombre a la serie costó 5 millones, el mismo presupuesto con el que contaron cada uno de los episodios restantes de la temporada. Aún más invirtió Netflix en Marco Polo (2014-2016), cancelada después de dos temporadas y que supuso para la plataforma un descalabro de doscientos millones de dólares (el presupuesto de la primera temporada fue de 90 millones, 9 por capítulo.

Menos rana le salió a HBO Westworld (2016-), una de sus grandes apuestas para suceder a Juego de Tronos. HBO tuvo tanta fe que se dejó en su piloto la friolera de 25 millones de dólares, a los que hay que sumar los entre 8 y 10 millones que se gastó la serie producida por J.J. Abrams en cada uno de los capítulos restantes. Más o menos la misma cantidad a la que ascendió la producción de otro clásico de HBO, la estupenda Roma (2005-2007), coproducida con la BBC y que contó con un presupuesto de entre 100 y 110 millones de dólares.

Pero lo de tirar la casa por la ventana en producciones televisivas no es nada nuevo. Urgencias (1994-2009), uno de los mejores productos realizados para la pequeña pantalla, llegó también a ser uno de los más caros. Para cuando alcanzó su quinta temporada, la serie había batido ya todos los récords de audiencia en EE.UU., por lo que se le asignó un presupuesto nunca visto hasta el momento: 13 millones de dólares por episodio, contando la temporada con un total de 22. Este auténtico dineral (286 millones por temporada, agárrate el sombrero) se iba en gran medida en el sueldo de George Clooney, que para aquel año de Nuestro Señor 1999 ya era una auténtica estrella a la que había que arrojarle los billetes con una retroexcavadora. Al final de la temporada, su personaje, el doctor Ross, se mudaría convenientemente a Seattle, quién sabe si para descubrir el cementerio indio enterrado bajo el hospital Seattle Grace.

Otra serie notoria a la hora de firmar las nóminas de sus actores fue Friends (1994-2004). En su última temporada, los seis protagonistas cobraron un millón de dólares por episodio (de un total de 18), por lo que hablamos de 108 millones de dólares solamente en los sueldos de Ross, Monica, Chandler, Phoebe, Joey y Rachel. Da para muchísimas estatuas de galgos.

Las cifras se vuelven absolutamente mareantes si uno se pone a comparar presupuesto con series de una liga económica más modesta. Por ejemplo, con un episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos podría hacerse una temporada entera de The Shield, Hannibal, Buffy en su etapa en la WB o It’s Always Sunny in Philadelphia (cuyo corto que sirve a modo de piloto costó 100 dólares).

Lo cierto es que el invierno y los zombis ya están aquí, por lo que la resolución de estos siete años de movidas en Poniente y allende los mares se espera que sea espectacular. Dados los ingresos que consiguen solo en merchandising (no hay cifras concretas, pero para hacernos una idea, la caja edición especial Blu-ray de la sexta temporada supuso unos ingresos de casi 15 millones de dólares para HBO) no parece probable que Benioff y Weiss recorten el presupuesto para la siguiente temporada. Además, HBO reducirá a seis el número de episodios, por lo que la serie de los dragones y los lobos contará como mínimo con casi 17 millones de dólares por capítulo. Calderilla comparado con lo que seguramente ganará la cadena con la traca final.

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Un comentario

  1. QWERTY_BCN dice:

    «Por ejemplo, con un episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos podría hacerse una temporada entera de (…) Hannibal (…)». Pos no sé. Según como Hannibal es mucho mas fascinante a nivel visual que cualquier episodio de Juego de Tronos (que no tengo ni idea de como se las arregla Bryan Fuller, pero los dineros que invierte en efectos especiales cunden la tira. Tengo la sensación que tiene algo que ver con la saturación de los colores, pero ni idea).

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