El autor de la Trilogía de Marte y Tiempos de arroz y sal lo tiene claro: en caso de contacto con seres de otros mundos, no nos matarán ellos sino nuestro sistema inmunológico. Como en La guerra de los mundos, pero al revés.
Si te gusta la literatura de ciencia-ficción y no le haces ascos a su variante ‘dura’, seguro que el nombre de Kim Stanley Robinson te da buen rollo. Bien a base de incursiones en otros planetas (la trilogía de Marte rojo, Marte azul y Marte verde), bien con ucronías (la impresionante Tiempos de arroz y sal), el autor de Illinois nos ha hecho gozar de lo lindo con sus tochos. Y ahora se ha sacado de la manga una interesante teoría sobre contactos alienígenas: en un chat abierto con io9 acerca de Aurora, su nueva novela, Robinson ha descrito la hipótesis del libro acerca de un encuentro entre la humanidad y seres de otros mundos. El cual, para variar, se saldaría con una masacre en la que los humanos caerían como moscas… pero no debido a la invasión de rigor, sino a que los aliens nos darían alergia.
«Creo que la coexistencia entre la vida terrícola y una forma de vida alienígena puede ser posible», apunta Robinson para empezar, dejando caer una suposición bastante espantosa («Lo mismo les parecemos comida») antes de meterse en harina: «El sistema inmunitario terrícola es muy poderoso. Los shocks alérgicos matan a mucha gente, y me parece posible que un alien pudiera provocar esa reacción en nuestros sistemas inmunológicos, correcta o incorrectamente». Eso, prosigue el escritor, no sólo plantearía un follón sanitario, sino también uno político («¿En quién confiamos, y en qué? ¿Qué es lo más seguro?») antes de predecir un escenario de histeria colectiva: «En esas situaciones, la gente no es racional (alguna gente, al menos) y puede luchar».
A falta de agenciarnos un ejemplar de Aurora, esta forma de darle la vuelta al final de La guerra de los mundos nos hace bastante gracia. Además, Robinson ha echado por tierra nuestras expectativas de una colonización marciana como la que describió en su trilogía («Allí faltan percloratos y nitrógeno, algo que no se sabía cuando escribí los libros») y recomendado leer a Robert A. Heinlein, Brian Aldiss y, sobre todo, las obras mayores de Gene Wolfe. Fiaos de él y haced sitio en la estantería, que sabe de lo que habla.
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