Han pasado 20 años de la aventura editorial más extraña jamás sucedida a Marvel y DC. Enfrentadas por conquistar el corazón del aficionado desde 1939, cualquier lector podía esperar que se cruzaran, pero no que se fundieran. Repasamos en CANINO la historia detrás de la línea Amalgam y sus primeros doce números.
Los años noventa no son muy buenos para los aficionados a los cómics de superhéroes por muchas razones, pero la principal es que la calidad de muchos títulos es abisal: en algunos casos hay más literatura en el menú de un restaurante que en las aventuras mensuales publicadas por las dos grandes.
En la primera mitad de la década las ventas suben y suben a merced de la especulación, que Neil Gaiman compara con la Tulipomanía. Y aunque al principio entra dinero a espuertas, los editores deciden contratarse los unos a los otros y escribir vergonzosos títulos a pesar de contar con presupuesto para fichar a gente de prestigio: a consecuencia de esto, una vez estalla la burbuja, los cómics pasan a tener un valor meramente artístico, los lectores abandonan las colecciones y las editoriales se ven con agujeros en sus cuentas. Por si no fuera bastante, sellos como Image o Valiant arrebatan cuota de mercado a Marvel y DC, en el caso de la primera copando las listas de ventas.

Millones de ejemplares vendidos, miles de lectores y un mercado a punto de implosionar: representación gráfica.
En 1995 esa ola de aniquilación aún se está formando y los responsables de ambas casas la perciben al mirar las cuentas de resultados como si fueran huesos oraculares. Ante esta situación, la industria del cómic de superhéroes reacciona como sólo ella es capaz de hacer: con un cruce de colecciones.
Una fusión siempre soñada
Es en ese año 95 cuando los amigos Mike Carlin, editor de Superman para DC, y Mark Gruenwald, editor en jefe de Marvel, se reúnen en el apartamento de este último con los guionistas Peter David y Ron Marz. La crisis va a ser algo inevitable, así que han decidido reactivar las ventas con un crossover único: no piensan en juntar a un puñado de personajes; hablan ni más ni menos de DC vs. Marvel, un conflicto a nivel cósmico que enfrentará a los principales personajes de cada editorial. Y para añadirle más morbo al asunto, hay un número en el que serán los lectores quienes voten el resultado de cada pelea, por muy estúpido que sea el público.
Ni Peter David ni Ron Marz dudan en tomar las riendas, pero ya en esa primera reunión clandestina se pone sobre la mesa la idea más loca de todas, un sueño infantil. Desde que Superman vs. Spider-man inaugurara en 1978 el moderno crossover entre editoriales e iconos, siempre se había planteado que los personajes tenían que enfrentarse los unos a los otros, pero… ¿y si se mezclaran?

De estos polvos, amalgamados lodos. Pero hay lodos buenos, al igual que metáforas buenas (y ésta no lo es).
En un principio bautizada Rival Comics, la línea Amalgam surge como una mezcla de personajes y conceptos de cada casa: no es una fusión razonada, es como si un niño arrojara juguetes contra la pared a la espera de que los trocitos se juntaran. Su presentación es en el tercer número del cruce de editoriales donde Acceso, el protagonista, tiene que salvar ambos universos y su única opción, con ayuda del Espectro y el Tribunal Viviente, es fusionarlos. Una excusa tan buena como cualquier otra.
Lejos de poblar unas cuantas viñetas en el cuarto y último número, antes de que las cosas vuelvan a la normalidad, los superhéroes de Amalgam sustituyen durante varias semanas a los principales personajes de cada casa, en números únicos publicados al alimón por Marvel y DC.
Llega la hora Amalgam
En la industria del cómic, como cualquier industria artística, la creatividad puede surgir de los planteamientos más cínicos. A pesar de que la línea Amalgam es un truco más sofisticado que las portadas cromadas, no deja de ser un intento desesperado de evitar que el lector se gaste el dinero en otra cosa, como drogas o Spawn. Por eso sorprende, veinte años después, la lectura de estos primeros doce números que publicó en nuestro país Forum, por entonces editora de Marvel en España. Lejos de ser tan desechables y apestosos como el papel higiénico de segunda mano, los cómics que están por debajo de la media Amalgam casi siempre están por encima del grueso de las colecciones más populares de cada casa.
Hay varios motivos para ello, claro. Algunos de los peores guionistas de la época ni huelen el proyecto; la continuidad ya no es un lastre, sino otro juguete maleable; los personajes amalgamados pueden actuar de forma sorprendente al responder con la personalidad de dos, tres o hasta cuatro supertipos distintos; todo huele a nuevo porque, vaya, es nuevo. La obsesión por el detalle y las ganas de marcha se traducen incluso en correos inventados, aludiendo a décadas de continuidad desde ciudades fusionadas, por lo que no hay una sola página que no merezca la pena, exceptuando la publicidad. En un alarde de coherencia, en España también se tradujo todo, confundiendo mi cerebro de diez años hasta el punto de esperar, durante meses, nuevas aventuras que aún tardarían en salir.
A continuación y en nombre de la nostalgia, repasamos esta primera hornada con esta galería:
Un año después, Marvel y DC volvieron a cruzarse en un par de series limitadas más, Acceso Total y Acceso Ilimitado, y a fusionarse en otra tanda de doce números que repasaremos el año que viene, celebrando su veinte aniversario, cuando CANINO ya sea un imperio y consiga comprar los derechos para sus adaptaciones al cine.
El fin
¿Y qué pasó con Amalgam? ¿Por qué un concepto tan fascinante, y que demostró funcionar tan bien, no volvió a repetirse? Aunque, durante los meses que se publicaron los especiales, ambas editoriales consiguieron arrebatar a Image el trono de los cómics más vendidos, suponemos que el jaleo logístico y de derechos fue minando sus ganas de repetir, sobre todo si tenemos en cuenta la política de maximizar los beneficios minimizando el esfuerzo.
Ítem plus: en la actualidad, los personajes de cómic son un gran negocio al ser caldo de cultivo para las superproducciones. Cuando tus personajes tienen más valor en Bolsa que tu compañía, como demuestra el bailoteo de valores cuando se anuncian películas y resultados de taquilla, lo que menos deseas es que se mezclen para confundir aún más a esos supuestos lectores, esos que acuden a las librerías después de cada estreno pero que rara vez se quedan en una colección.
En general, la relación entre Marvel y DC se ha enfriado con los años, quién sabe si por injerencia de nuevos jefes sin vínculos afectivos con la competencia o por mandato del departamento de marketing. No ha habido un cruce entre ambas editoriales desde el 2003, cuando salió JLA/Vengadores, por lo que una nueva visita al universo Amalgam parece menos que posible.
Como recuerdo quedan unos cuantos números que en España habría que reeditar: no todos los días tienes a una fusión del Capitán América y Superman llamando a tu puerta.
La otra diferencia es que en esta ocasión los crossovers entre editoriales iban a mantenerse en continuidad y así fué durante una temporada. En el segundo Batman vs Punisher Castle se preguntaba qué había sido del Batman asesino con armadura (Azrael) que se había encontrado la vez anterior.
No los conocía, pero ahora quiero leerlo!
Que bueno! vaya viaje directo a la infancia! Aún recuerdo ir a la tienda de revistas cada semana para hacerme con los 4 números donde empezaba el cross over. Uno que te falto comentar, más que nada por mi curiosidad, fue el de Lobo the duck, nunca llegue a conseguirlo, pero si que recuerdo la portada y tenia muy buena pinta!