Los mejores comics de 2018

Un año más, os traemos el resumen de lo mejor de 2018. Películas, series, videojuegos, comics, e incluso nuestra puntilla con lo peorcito de estos doce meses que acaban. Hoy seguimos con las lecturas que empezamos ayer, pero en un formato bien distinto: los cómics. Estas han sido las historietas que más hemos disfrutado.

No está de más dejar claro que ninguno de nuestros tops del año pretende ser definitivo ni completista. Simplemente, nuestros colaboradores escogen sus artefactos culturales favoritos y escriben sobre ellos. Las ausencias serán más que las presencias pero, en cualquier caso, estos son algunos de los imprescindibles de 2018.

The Wild Storm, de Warren Ellis y Jon Davis-Hunt

No me negarás que, a estas alturas, ya deberíamos estar acostumbrados: el relanzamiento de un universo superheroico desde una perspectiva más realista. O simplemente, desde otra perspectiva, da igual. El caso es que Marvel lo hizo con Ultimate, DC con todos esos reinicios después de grandes eventos… Y si hablamos de DC, tenemos que hablar de Wildstorm. Desde que adquiriera el estudio de Jim Lee hace veinte años, no ha sabido muy bien qué hacer con él. La auténtica debacle se produce cuando, en una pésima decisión editorial, deciden integrar a los personajes de Wildstorm en DC, cuando muchos de sus personajes son revisiones de los grandes nombres de la casa.




The Wild Storm es el cambio de rumbo necesario. Quita su conexión con el Universo DC mientras reescribe esa historia febril, alucinada y deslavazada de conspiraciones gubernamentales que había detrás de Wildstorm, dándole un sentido a todo (TODO) lo leído en los noventa y convirtiéndolo en un thriller (¡a veces, de despachos!) de muchos kilates. Warren Ellis, su escritor, vuelve a estar cómodo con una serie de larga duración, y con algunos de sus personajes favoritos de un universo que ayudó a forjar entre los años noventa y el principio del milenio.

No menos impresionante es Jon Davis-Hunt, capaz de mantener la coherencia estética y un estilo realista por tremendo que sea lo que narre Ellis. Cualquiera diría que es un demérito (uno de los atractivos de Image era el shock de una página con muchos elementos dispares y estridentes), aunque casa con la propuesta del guionista. Pero lo mejor está por llegar, cuando The Wild Storm termine en 2019: para este lector es precioso que algunos de los climaxes a los que se dirige la serie… sean la formación de Gen13 y Authority, quienes cumplirán entonces 25 y 20 años respectivamente de sus debuts como colecciones. Adrián Álvarez

Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris

La historia de la pequeña Karen Reyes es tan inabarcable que sería imposible explicarla en unos párrafos. Ambientada en el Chicago de los años sesenta, la niña de diez años se lanzará a investigar el misterio que rodea el asesinato de su vecina de arriba, una superviviente del holocausto. Karen lleva al mismo tiempo que investiga un diario gráfico que muestra su pasión por el terror y la iconografía pulp; Emil Ferris interconecta el diario con una galería de personajes a cuál más original, desde el casero mafioso hasta un ventrílocuo de raras costumbres pasando por un batería de jazz. Se establece un juego de dicotomías donde se mezclan lo monstruoso con lo normal, lo personal con lo político, la violencia con la paz. Y todo ello aderezado con una composición de página y unos dibujos que sorprenden en cada paso, maravillan en todo momento. Parece mentira que con un envoltorio tan vistoso (y voluminoso) consiga crear una historia que transita de lo épico a lo minimalista y reflexione sobre temas de todo tipo en un alarde metaficcional. Historias dentro de historias, un festín suculento como pocos. Mariano Hortal

Mister Milagro, de Tom King y Mitch Gerards

Lo mejor que le ha podido pasar al cómic de superhéroes americano en los últimos años ha sido la llegada del guionista Tom King (con permiso de Donny Cates). Cualquier lector habitual de DC Comics puede comprobarlo con su fastuosa etapa al frente del título principal del Hombre Murciélago o el nuevo evento de la editorial titulado Heroes in Crisis. En todos ellos, King demuestra su conocimiento de los mitos a los que se acerca, imprimiéndoles unas debilidades que los hacen aún más reales. Pero todo ello lo ha llevado al paroxismo en Mister Milagro, una serie limitada de doce ejemplares planteados con la misma estructura milimétrica de nueve paneles al estilo de Watchmen, junto al dibujante Mitch Gerards, su compañero artístico en su aterrizaje en la industria del cómic: El sheriff de Babilonia. Mister Milagro es una obra que mira a los ojos a clásicos del tebeo americano de los años ochentacomo el mencionado Watchmen o el Animal Man de Grant Morrison, con la alargada visión del que puede mirar con perspectiva el motivo del éxito de dichos trabajos. Un crítico homenaje lleno de amor por el género, que ahonda en la mitología del Cuarto Mundo de Jack Kirby y a su vez, plantea un tema tan peliagudo como el suicidio -un concepto que puede rastrearse a lo largo y ancho de toda su producción- y que saca todo el partido a las posibilidades del medio gráfico y donde los mundos épicos de fantasía y la fanfarria superheróica se plasma cotidiamente, y la gris cotidianeidad se transforma en un entorno de extrañeza. Un tebeo inteligente, lírico y bello que deja un extraño poso de tristeza una vez terminas la última página. Felipe Rodríguez Torres

The Black Holes, de Borja González

Adolescentes, punk y un anhelo atemporal, así podría resumirse uno de los cómics más bellos de 2018, firmado por la voz inconfundible de Borja González. En The Black Holes nos trasladamos a un espacio indefinido en dos épocas distintas para descubrir las inquietudes de varias adolescentes: las de tres amigas en 2016 que quieren montar una banda a pesar de sus nulos conocimientos musicales y la de una joven de un siglo atrás que se siente fuera de lugar. A través de una atmósfera de ensueño, las sugerentes imágenes en una paleta de verdes y rojos se suceden para cautivarnos con una historia que no es lineal ni clara, pero que nos habla de la nostalgia mientras nos sumerge en un viaje sensorial absolutamente hipnótico y que perdura en la memoria tras su lectura. Elena Crimental

Mi experiencia lesbiana con la soledad, de Kabi Nagata

Quien se acerque a este cómic atraído por el gancho del sexo lésbico se va a encontrar con algo completamente diferente. En lugar de erotismo idealizado, aquí Kabi Nagata habla de cómo fue su primera experiencia sexual a los 28 años poniendo el acento en los sentimientos y su inseguridad. Durante diez años, Kabi había acumulado la frustración de diferentes trabajos y de la necesidad de recibir la aprobación de sus padres, hasta que un día pensó que el sexo podría ayudarle a salir de la depresión. Incluso yendo más lejos, antes de contratar a una escort ya tenía en mente que así tendría material para dibujar un manga.

Así fue: aquella experiencia se convirtió en un cómic que publicó en una comunidad digital antes de que llamase la atención de las editoriales de todo el mundo. Un cómic de autoanálisis y autoayuda, una confesión nerviosa y emocional en la que el sexo tiene importancia, pero no está idealizado. Como comenta Kabi en las últimas páginas, sus conocimientos sobre la sexualidad se reducían a lo que había visto en obras de ficción, y por eso eran incompletos. Tal vez Mi experiencia lesbiana con la soledad pueda ser un material educativo que enseñe la parte afectiva del sexo. Pablo Vicente

Superhijos, por Peter J. Tomasi, Jorge Jiménez y otros

Uno no entra en el universo de los tebeos de superhéroes buscando experiencias maduras, adultas y profundas. Claro que las hay y es posible encontrarlas, disfrutarlas e incluso considerarlas las mejores opciones posibles del medio, pero cuando uno abre por primera vez un tebeo de grapa de Superman no lo hace buscando intrincadas reflexiones morales. Lo hace buscando acción, aventuras, emociones, colorido y personas capaces de correr más que una locomotora. La experiencia con los Superhijos es algo infantil, incluso pueril, pero es sana, es sincera, es limpia y es brillante. Los guiones de Tomasi están, como sus protagonistas, en la fina línea entre lo infantil y lo juvenil, entre la euforia de Jon y el cinismo preadolescente de Damian. La química entre ambos personajes, sin ser nada original, funciona tan bien que le podemos perdonar que, cada vez que un nuevo guionista se enfrenta al reto de escribir al hijo de Batman, se vea obligado a comenzar la historia con él siendo un cretino y trazándole un arco de redención.

Pero se lo pasamos porque ese arco en este caso consiste en aprender a querer y a valorar a Jon, y es imposible no querer a Jon y desear que todos le quieran. Porque Tomasi nos ofrece al Batman peor entendido (serio, tétrico, amargo, violento, antipático) y nos lo enfrenta al mejor Superman posible, encarnado por el hijo del kryptoniano, para demostrarnos por qué Batman y Superman son, y siempre deberán ser, amigos. Y así, reflejados en esos pequeños, la aventura nos da claves para entender una de las parejas más icónicas e importantes de la cultura pop. A todo esto se suma la labor diseñando y dando forma sobre el papel de Jorge Jiménez (sin desmerecer a otros artistas que pasan por sus páginas), que hace que Jonathan Kent y Damian Wayne parezcan más entrañables, importantes y familiares que nunca. Y si uno abre un tebeo de superhéroes solo por la acción, las emociones, el amor, la amistad y la aventura, ahora mismo hay pocas opciones mejores. Pablo Fluiters

La balada del viento y los árboles, de Keiko Takemiya

En el manga existe vida más allá de los clásicos underground y del prestigio ganado por ser diferentes. Por no ser «muy manga». De hecho, resulta difícil creer que una maestra indiscutible del género como Keiko Takemiya pensara en prestigio alguno mientras dibujaba La balada del viento y los árboles. Una delicia que dio origen al BL, un género de amor romántico entre hombres, donde un joven barón medio gitano tiene que sufrir las consecuencias de sus orígenes en un internado francés del siglo XIX, y donde tendrá por compañero de habitación a otro joven tan bello como diabólico. Y es una delicia por su dibujo, absolutamente espectacular, su composición de página, experimentando siempre que tiene oportunidad, y su guión, que toca temas aún actuales como los roles de género y la discriminación. Es decir, la clase de manga que es muy manga y por eso no saldrá jamás en ninguna lista prestigiosa de los mejores cómics del año, pero que se merece estar ahí como ningún otro. Álvaro Arbonés

Valiente de Svetlana Chmakova

Dentro del gran momento que están viviendo los cómics para jóvenes pocos logran aunar una historia costumbrista y, a la vez, contar algo que casi podríamos llamar universal tan bien como las historias de Chmakova, otra gran autora en la línea de Raina Telgemeier. En el segundo de sus cómics publicados este año -como digo, ha sido un gran año- se trata del problema del acoso escolar desde un punto de vista menos habitual. Al final es el tipo de cosas que se agradecen y que demuestran la importancia y variedad que ofrecen este tipo de obras, tanto las que son desde el lado más realista como estos o los de Maeva Young, o los fantásticos de Astronave, Brufalo o Harper Collins. Estos momentos hay que aprovecharlos. Jónatan Sark

Rey Carbón, de Max

La capacidad de un veterano de los cómics como Francesc Capdevila (Max) para mantenerse en la vanguardia más fresca del medio nunca deja de asombrarme. Con su obra más reciente, Rey Carbón, lo ha vuelto a hacer. Se trata de una historia muda de trazos sintéticos, que sugiere temas elevados desde el puro dibujo, y siempre con un sentido del humor que Max ha convertido en su personal manera de abordar ciertas cosas que rara vez se tratan en los tebeos.

Partiendo de una historia de Plinio el Viejo que explica, de forma mítica, el origen de la pintura, Max lanza los hilos que tejen la red de su historia, que es la historia de cómo el ser humano toma conciencia de su propia capacidad de crear. Este recorrido, que nos lleva hasta la revolución industrial, construye un cuadro con aire de farsa y de misterio, que anima a perderse en sus páginas y elucubrar nuestra propia interpretación en un diálogo con ellas. Pero si Rey Carbón merece destacarse como uno de los mejores cómics de 2019 se debe a que es, sobre todo, una celebración juguetona y gozosa de la capacidad del cómic para expresar aquello que va más allá de lo evidente. Gerardo Vilches

El tesoro del Cisne Negro, de Paco Roca y Guillermo Corral

Basta con echar un vistazo a los tres volúmenes del Hombre en Pijama para comprobar hacia donde se han movido los intereses de de Paco Roca durante los últimos años: el humor gráfico autobiográfico más convencional y la alta carga emotiva dejaron paso a una colección de pequeñas reflexiones de contenido reivindicativo e incluso político. Paralelamente, desde Arrugas, sus obras “mayores” han seguido una evolución similar siendo La casa quizás la única excepción a esa tendencia hacia el contenido social.

El Tesoro del Cisne Negro es una fascinante historia de aventura marítima con una nada disimulada influencia de Hergè que ahonda en ese estilo sobrio y documental. Roca traslada al lenguaje del cómic un guión literario de Guillermo Corral, al que aplica sus ritmos, retículas y estilo de diálogos habituales. A pesar de la sobriedad y economía narrativa, Roca se permite el lujo de introducir un relato maravillosamente ilustrado que permite al lector sumergirse aún más en el argumento. Eso es lo que hacen los más grandes autores de cómic de nuestro país: utilizar el recurso más adecuado en cada momento para contar una historia de la forma más eficiente posible.

Los efectismos mejor mantenerlos encerrados en el desván, junto al ego del artista. Nacho MG

Las escalofriantes aventuras de Sabrina, de Roberto Aguirre-Sacasa y Robert Hack

A estas alturas ya deberíamos tener todos más o menos claro que la serie de Netflix basada en este cómic ha sido una de las sorpresas del año: malvada, extraña y perversa, extrae algunos detalles interesantes de lo aprendido en la cada vez más afinada Riverdale y los zambulle en un mundo de oscuridad y paganismo que no tiene nada que ver con la famosa sitcom de los noventa. Todo eso está potenciado y sofisticado en este cómic que la inspira, que de momento solo lleva ocho números publicados y está en permanente suspensión, es decir, que este primer arco argumental que ha editado Norma en España es el único completo.

Es verdad que no es fácil entrar en la propuesta: los algo antipáticos dibujos de Robert Hack, mejor ilustrador que dibujante de cómics, a veces se sienten un poco agarrotados y limitados para las ambiciones de la historia. Pero acaban entendiéndose con los guiones de Aguirre-Sacasa -responsable de la revitalización que vive Archie Comics y, especialmente, de la línea de terror de la casa- y proporcionan a la serie un aire casi de retablo pagano, con esos colores ocres y esos monstruos casi medievales.

Mucho más bruta y sutil que la serie televisiva, que tiene que hacer determinadas concesiones al medio, aquí Aguirre-Sacasa pone sobre la mesa toda la artillería diabólica que en Netflix solo se sugiere, y presenciamos detalladísimas misas negras, complejos rituales impíos y personajes secundarios más interesantes y mucho mejor desarrollados, ademas de monstruos y presencias sobrenaturales constantes (y un Salem que habla, que no es más que un detalle, pero un detalle importante, al fin y al cabo). Por no decir que aquí a Lilith la resucitan dos brujitas adolescentes encarnadas por las mismísimas Betty y Verónica (bueno, no exactamente «las mismísimas», porque la continuidad de Sabrina y del resto de los comics de Archie no es total, pero a mí ya me vale). El resultado es gozoso y lleno de guiños, negro como el alma de Satán y supurante de detalles que convierten a esta gran sorpresa en una Biblia Negra revisable una y otra vez. John Tones

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