‘Miracle Mile’: 30 años del post-apocalipsis de culto que murió en 70 minutos

Nos hacemos mayores. El tiempo vuela. Dejamos de fumar, tenemos hijos, escribimos libros. Los videoclubs desaparecen y surgen nuevas plataformas cargadas de contenido. Afortunadamente, muchas de ellas nos ofrecen la posibilidad de recuperar aquellas pelis que te perdiste. Miracle Mile, segunda y última película dirigida por Steve De Jarnatt, es una de ellas. Celebramos el 30 aniversario de una obra maestra que fracasó el mismo año que triunfó el inicio de una saga protagonizada por un bebé con la voz de Moncho Borrajo.

En septiembre de 1988, Canadá fue testigo de un fin del mundo irrepetible. Un apocalipsis al que fue muy difícil llegar y que costó diez años de trabajo, esfuerzo y dinero a Steve De Jarnatt, un genio que, curiosamente, había fracasado estrepitosamente con Cherry 2000 (1987), una película que costó 10 millones de dólares y recaudó 14.000. Lo hizo en los festivales de Montreal y Toronto. Un año más tarde se llevaría el premio a los mejores efectos especiales en el Festival de Sitges.




La película que hoy nos ocupa, todo un clásico imposible de realizar hoy, sería su segunda y última obra, Miracle Mile, que nosotros hemos conocido como 70 minutos para morir.

Chico conoce chica. Chicos conocen la fin del mundo

Tras unos créditos iniciales con la voz en off de nuestro protagonista trombonista que dejan claro que esto es, ante todo, un noir, pasamos a una detallada descripción del origen del universo. Sí: a pesar del colorido vestuario de nuestros protagonistas, esto es un thriller oscuro sobre la vida y la muerte de corte clásico y aires desesperadamente pesimistas. Sí además nos enfrentamos a una pareja romántica tan moñas como la que forman Anthony Edwards y Mare Winningham, ten por seguro que esto va a doler. Dolió hace treinta años y sigue siendo un calvario vista hoy. El tiempo no ha pasado por ella.

«En realidad es terrible que pase esto. Es terrible no porque la gente descubra mi película treinta años después, es terrible porque vivimos unos tiempos muy similares a los de entonces. Ahora estás desayunando en tu casa, pero dentro de una hora, qué demonios, podríamos estar convertidos en ceniza.» Al aparato el mismísmo Steve De Jarnatt, que nos abre las puertas virtuales de su despacho en Seattle, donde trabaja en su oficina con dos siluetas de cartón tamaño natural de Dougie y Bad Cooper, dos de los personajes más top de la temporada pasada.

El director llega a su obra maestra tras un par de trabajos que dejaban claro de qué pie cojeaba un director cautivado por el cine negro más clásico. Pero mejor nos lo cuenta él: «Estudié en el AFI Conservatory. Tuve compañeros de lujo allí, gente como John McTiernan, Edward Zwick o Ron Underwood (Cowboys de ciudad). Durante el tiempo que estuve allí rodé un cortometraje en blanco y negro, en 35mm con Eddie Constantine (Alphaville), Timothy Carey (Atraco Perfecto, Senderos de Gloria), y Carel Struycken (Twin Peaks), que estaba en mi clase.» El cortometraje se titula Tarzana, y viene incluido en la edición francesa del Blu-Ray de Miracle Mile.

Rodado durante dos años, Tarzana fue, como dice el propio De Jarnatt, el paso de camarero a director de cine. El cortometraje luce como su fuera de los mismos años cuarenta, y en él se se ve con claridad el gusto del director por el thriller más clásico y el humor absurdo, señas de identidad inconfundibles a lo largo de su carrera: «Rodando ese cortometraje aprendí mucho, y me abrió las puertas del piloto de la andadura de Alfred Hitchcock presenta en los años ochenta. Aquella fue mi primera vez en un set profesional, y allí estaban John Huston, Kim Novak. Fue una gran experiencia».

El toque de realismo y ciencia ficción de su obra maestra también asomaba en Eat the sun, un cortometraje mockumentary posterior co-creado junto a James Cox.

La gestación del fin del mundo

«Escribí la película en 1979. Me llevó tres semanas escribirla y diez años más llevarla al cine. Después de ver mi cortometraje, el productor Tony Bill (El Golpe, Taxi Driver) se interesó por el proyecto. En 1983, la revista American Film seleccionó el guión como uno de los diez mejores guiones no realizados. El guión original se centraba en un par de personajes mucho mayores, básicamente los que terminan siendo los abuelos de Julie (Mare Winningham), como dos amantes separados durante mucho tiempo reuniéndose en la noche en que el mundo termina. Era una historia de reconciliación en el fin del mundo tras quince años sin verse. Originalmente era una historia de amor y redención.

Tras quedarse Warner con la opción del guión, decidí recomprarlo por 25,000 dólares, porque el estudio iba a traer a otros escritores y reescribir el guión original. Después de comprarlo y reescribirlo, Warner me ofreció medio millón de dólares, pero lo rechacé porque sabía que me obligarían a cambiar el final. Todo el mundo quería cambiar el final. Todo el tiempo.

Al final resultó que, Warner estaba intentando encajar el guión en la versión cinematográfica de En los límites de la realidad

Las piezas van encajando: si algo tiene la película, además de pesimismo y una inesperada y sorprendente carga de crueldad que roza lo intolerable, es un innegable espíritu de The Twilight Zone. Un breve apunte: si a la peli de Dante, Landis, Miller y Spielberg le cambias la historia del último por la de Jarnatt, sería mejor película.

Hay que destacar que entre medias, De Jarnatt escribe el guión de Extraño brebaje, una comedia protagonizada por Dave Thomas y Rick Moranis basada en sus personajes para Second City Television, el SNL canadiense.

Pánico nuclear

KIKO VEGA (KV): Perteneces a la generación del pánico nuclear, supongo que llevabas Miracle Mile en tu cabeza desde crío

STEVE DE JARNATT (SdJ): He tenido horrendas pesadillas atómicas a lo largo de toda mi vida. Las cosas por desgracia no han cambiado demasiado. De hecho creo que ahora estamos más cerca que nunca. Es algo que está vigente ahora, hace treinta años y hace sesenta.

KV: Miracle Mile es una pesadilla en imágenes, como La escalera de Jacob. Uno ve cosas que no deberían estar ahí: un coyote en un restaurante, dos personas que se odian y de repente se quieren… todo es muy perturbador

SdJ: ¡En realidad aquí es sencillo encontrar un coyote en un restaurante! Pasé mucho tiempo en L.A, pero soy del norte de Seattle, de los bosques. Si miro por la ventana seguro que veo alguno. Y, sí, la pesadilla es real, esa era mi intención. Warner quería que llegado el momento, el héroe se despertara de esa pesadilla, que nada fuera real. Ese era el final ideado para su posible ingreso en En los límites de la realidad. Despertar, que todo fuera un sueño y que todo empezase otra vez.

KV: Imagino que la banda sonora de Tangerine Dream fue cosa tuya

SdJ: Escribí el guión mientras escuchaba la banda sonora de Carga maldita, así que no es una casualidad que Tangerine Dream se encarguen de la banda sonora de mi película. Teníamos un presupuesto muy bajo, y Hemdale, que había hecho grandes películas mucho más baratas de lo que uno imagina (Terminator, Platoon), no podía acercarse a un presupuesto como el de la película de Friedkin, de más de veinte millones. Nosotros teníamos menos de cuatro millones, pero enviamos un montaje de la película con la música de Peter Gabriel para Birdy y algún tema de Sorcerer y cosas de Tangerine Dream. La cosa llegó a Paul Haslinger, miembro de Tangerine Dream y amigo personal y finalmente tuvimos una banda sonora fabulosa. Hicimos un gran trabajo juntos.

KV: La secuencia del fin del mundo no luce como una película de bajo presupuesto

SdJ: Tuvimos un gran director de fotografía, Theo van de Sande, y aún hoy nos preguntamos cómo demonios pudimos hacerlo. Rodamos durante siete semanas, prácticamente todo nocturno, como puedes ver.

KV: Vista ahora, uno no puede evitar recordar que Monstruoso fue una actualización de la película para la generación Youtube

SdJ: Mucha gente me lo dice, no sé si será involuntario o un homenaje o qué, pero no tengo ni idea. No he visto Cloverfield, pero porque no me gustan nada las películas de ese estilo con ese punto de vista y la cámara constantemente en movimiento. Me gustan las realizaciones más tradicionales. En cambio sí me gustó Buscando un amigo para el fin del mundo.

KV: ¿Acabaste harto de la industria y te hiciste a un lado para centrarte en la tele y otras cosas o fue algo más natural?

SdJ: Martin Brest dijo en Warner que tenían que contratarme para dirigir la película de Pee Wee. Pero me pudo la arrogancia y el guión no me pareció muy bueno. Contrataron a un tipo llamado Tim Burton: creo que me debe su carrera. También reescribí un guión para Gremlins 2 que tenía lugar en Las Vegas. Tras pasar por muchas manos lo rehicieron todo y luego lo establecieron en Nueva York. Así es como va en el negocio. Intenté desarrollar series de televisión con Joe Dante y su socio de producción Mike Finnell en los años noventa. Grandes chicos.

Más tarde me contrataron para hacer Tiburón 4. Mi idea era situar la historia en Malibu con surfistas punks. Eso fue antes de Le llaman Bodhi. Todo lo que recuerdo es que repetía la escena de apertura de la película original. Tenía a un chico y una chica borrachos en la playa, y ella sale al agua, mientras él se desmaya en la arena. Comienza a aparecer un enorme tiburón – dum – dum – dum – dum – y justo antes de que llegue, un tiburón megalodón aún más grande parte al primer tiburón en dos.

KV: ¿Ves factible un remake de tu película?

SdJ: Lo cierto es que me gustaría, aunque no me involucraría en el proyecto. Estaría bien que me pagaran algo por volver a contar mi historia y que hagan lo que quieran. Lo que sí me gustaría sería tener a un protagonista mayor que el original, más cercano a mi idea inicial. Una especie de Bryan Cranston o Ethan Hawke, que además es fan de la película y ya tiene una edad. También me imagino a Denzel Washington. Es el momento de hacerlo ahora, por qué no. Incluso los hay que me dicen que por qué no una adaptación al musical. También se me había ocurrido una adaptación televisiva en formato miniserie de cuatro o seis horas, por qué no. Ahora hay muchas formas de llevar la historia a una nueva generación.

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