Curtis Hanson llegó con la impresionante LA Confidential en 1997, más que al éxito comercial (ya llevaba unos cuantos años asentado como uno de los guionistas y directores con más gancho en taquilla del momento), al prestigio crítico: ganó dos Oscars (uno para Kim Bassinger y otro para el propio Hanson como coautor del guion adaptado de la novela de James Ellroy) y fue elogiada de forma unánime en todo el mundo. Pero antes de eso ya era dueño de una carrera nada desdeñable: los logros de LA Confidential ponen bien a la vista las virtudes como guionista y director de Hanson, que ha fallecido hoy a los 71 años. Recordamos algunos de sus mejores momentos.
Hoy está lejos de ser considerada un clásico, pero en 1992 el éxito de La mano que mece la cuna (a la que aquí le añadimos la post-apocalíptica coletilla de … es la mano que domina el mundo) cambió el panorama del cine comercial de suspense. La idea de la irrupción en un núcleo familiar de un elemento desestabilizador no era nueva: desde Hitchcock se venía usando, aunque fue El padrastro -1987- la que le dio su configuración moderna, y películas como la estupenda De repente un extraño (1990) o la tronada La tutora (1992) asentaron el tópico. Pero la película de Hanson con guion de Amanda Silver, cuando el tema comenzaba a saturar, encontró un formato accesible y para todos los públicos: convirtió a Rebecca De Mornay en una fugaz estrella (Nunca hables con extraños -1995-: qué hacemos con eso) e hizo que se multiplicaran las películas de extraños-que-aprovechan-la-confianza-de-una-familia-para-destruirla-desde-dentro-por-oscuros-motivos, especialmente en formato telefilm.
Antes de eso, Curtis Hanson ya había demostrado su capacidad para los guiones todoterreno: a las órdenes de Roger Corman debutó con el de Terror en Dunwich (1970) adaptando a H.P. Lovecraft, prueba de fuego para un debutante como pocas, y se pasó a la dirección con la oscura y necrofílica pero muy sustanciosa Sweet Kill (1972). A lo largo de los setenta y ochenta iría asentando su carrera con guiones para otros y para sus propias películas, con cosas tan destacables como la película de atracos frustrados Testigo silencioso (1978), la enloquecida Perro Blanco (1982), última película de Sam Fuller, la turbia comedia de un juvenil Tom Cruise Ir a perderlo… y perderse (1983) o una curiosa y hitchcockniana cosita de suspense llamada Falso testigo (1987).
Su película más interesante de esta época, y que aún pervive como una de sus mejores films, es Malas influencias (1990), un oscurísimo thriller protagonizado por Rob Lowe y James Spader, guionizado por un finísimo David Koepp debutante y que cuenta los vericuetos de una relación enfermiza entre un desprevenido ejecutivo y un magnético sociópata. La película obtuvo cierta publicidad extra por culpa del famoso escándalo de Lowe, pero lo cierto es que no necesita de ese empujón: se adelanta diez años a la adaptación de American Psycho (y un año a la novela) y en ella palpitan ramalazos tanto de cierto cine de terror como de ambientes noir que sin duda Hanson retomaría en LA Confidential.
Tras el éxito de La mano que mece la cuna y un pequeño interludio en fora de reivindicable incursión de Meryl Streep en el cine de psicópatas vs. familias que se unen en circunstancias adversas, Río salvaje (1997), llegó el bombazo de LA Confidential, un éxito extraordinario del que en cierto sentido su carrera no llegaría a recuperarse. La exquisita ambientación noir, el increíble cuarteto protagonista (Kevin Spacey, Russell Crowe, Guy Pearce y Kim Basinger) y el gusto con el que está adaptada, a fuerza de podar tramas paralelas, una novela complicadísima de traducir a imágenes sobre la vida criminal de Los Angeles en los años cincuenta.
Hanson no volvería a firmar un prodigio como ese, pero el resto de su filmografía está llena de momentos brillantes, que delatan a un director que se ha empollado a fondo a los clásicos y que renuncia a las estridencias del cine moderno, un poco la clave que seguía LA Confidential con respecto a los thrillers modernos. Jóvenes prodigiosos (2000), por ejemplo, es un interesante drama sobre el otoño vital de un escritor interpretado por un insólito Michael Douglas, y 8 Millas, pese a lo criticado que fue el debut en pantalla de Eminem, tiene interesantes reflexiones sobre la cultura callejera y la dialéctica del hip-hop. Desde ahí, unos cuantos dramas de poco calado, como En sus zapatos (2005), Lucky You (2007) o la reciente y no muy brillante Persiguiendo Mavericks (2012), tras la que Hanson se retiró de la dirección debido a problemas de corazón vinculados al Alzheimer. Quizás donde brevemente más recupere el pulso de antaño sea en el telefilm Malas noticias (2011), un vibrante telefilm para HBO centrado en el arraqnque de la crisis financiera de 2008 y con un reparto impresionante que incluye a William Hurt, Paul Giamatti, Bill Pullman y James Woods. Un reciente y estupendo colofón para una carrera que habría merecido más atención, y que Hanson siempre condujo como el tono de sus películas: sencillo, sosegado y con abundantes inmersiones en nuestro lado oscuro.