Pudo haber sido un exitoso diseñador gráfico, pero eligió dedicarse a la interpretación con 26 años. Gracias a ello, nos hizo disfrutar de algunos de los personajes más imponentes de la historia del cine, desde el terrorista de La jungla de cristal hasta el profesor Snape de Harry Potter.
Está claro: estos meses están siendo implacables con los personajes de carisma único y voz inconfundible. Tras habernos despedido de Lemmy Kilmister (Motörhead) y de David Bowie, ahora nos toca decirle adiós a Alan Rickman. El actor inglés, nacido en Londres en 1946, ha muerto víctima del cáncer a los 69 años en su ciudad natal.
Tal vez lo más pasmoso de la carrera de Rickman es que estuvo a punto de no comenzar jamás: hijo mediano de una familia de clase obrera, el futuro profesor Snape de la saga Harry Potter destacó como diseñador gráfico durante los 60 y los 70, llegando a fundar su propio estudio. Pero en 1972, con 26 años cumplidos, Alan Rickman decidió que su futuro estaba en los escenarios: pese a su edad, consiguió ser admitido en la prestigiosa Royal School of Dramatic Arts, aceptando trabajos de subsistencia en el mundillo teatral para salir adelante. Tras licenciarse con honores, comenzó a darse a conocer ante el público del Reino Unido, primero en el teatro y después interviniendo en producciones de la BBC. En 1988, La jungla de cristal supuso su consagración cinematográfica: Hans Gruber, aquel terrorista enfrentado a un Bruce Willis resacoso y con camiseta imperio, le presentó ante el mundo como el intérprete idóneo para cierto tipo de villanos de voz profunda, ademanes señoriales y más de un punto autoparódico.
El talento de Rickman podía darle lustre a producciones sin demasiado mérito (su sheriff de Robin Hood: príncipe de los ladrones -1991- queda como la presencia más memorable de la película), así como aportar un extra de encanto a trabajos oscarizables como Sentido y sensibilidad (Ang Lee, 1994). Mucho más versátil de lo que algunos pensaban, el actor también poseía abundantes dotes para la comedia: ahí quedan sus papeles en Héroes fuera de órbita (1999) y en Guía del autoestopista galáctico (2005, como actor de voz) para demostrarlo.
Pero no se puede hablar de Alan Rickman sin mencionar el papel crucial de su carrera, aquel que le mantuvo ocupado durante una década y que le granjeó el afecto de millones de espectadores: en Harry Potter y la piedra filosofal (Chris Columbus, 2001), el actor interpretó por primera vez a Severus Snape, el docente más malencarado del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Un rol lleno de matices contra el que muchos otros actores se hubieran estrellado, pero cuya dolorosa humanidad él consiguió plasmar a la perfección. En 2011, tras el estreno de Harry Potter y las reliquias de la Muerte – Parte II, Rickman se despidió del serial con una carta abierta que queda como un ejemplo de humildad y afecto a su oficio y a sus compañeros de reparto. «Es como si una vida entera hubiese transcurrido en minutos», comentaba el actor en su mensaje, señalando que había sido la propia J. K. Rowling quien le había convencido de que aceptase el papel soplándole algo que, entonces, era un enorme spoiler sobre su personaje.
Rickman compartió su vida en compañía de la político y economista Rima Horton, a quien conoció con 19 años y con quien contrajo matrimonio en 2012, en una cerermonia privada.
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