La premisa para nuestra playlist de esta semana ha sido sencillísima: invitar a nuestros colaboradores a enviarnos las canciones que les hacen bailar. El resultado ha sido una lista mastodóntica de sonidos que incitan al espasmo.
En contra de lo que pudiera parecer, elaborar la playlist semanal de CANINO no es ninguna bicoca. Presionados cada siete días para buscar un tema que dé sentido a nuestras colecciones de temazos, los responsables de esta santa web solemos partirnos la cabeza hasta el último minuto buscando una idea salvadora que encarrile la cuestión, llevando al límite a unos colaboradores hartos de recibir nuestras propuestas con un margen de minutos. Así pues, para la lista de esta semana decidimos no buscarle los proverbiales tres pies al gato, encontrando una hilazón facilita para abrir la semana musicalmente. «Vamos a proponerles que nos envíen canciones para bailar», pensamos. Pobres de nosotros…
Estaba claro que no sabíamos lo que estábamos haciendo: nanosegundos después de enviar el mail de rigor, toda nuestra familia canina nos inundó con respuestas, a cual más dispar. Porque, claro, cada uno y cada una baila como le apetece… y la cuadrilla de dementes que se reúne bajo nuestra cabecera, más todavía. ¿Es acaso más apta Donna Summer que MIA a la hora de mover el esqueleto? ¿Nos incitan más a la danza las síncopas electrónicas de New Order, Hot Chip y The Chemical Brothers que el contoneo old school de The Ikettes y Tina Charles? ¿Reaccionamos mejor a la frialdad de Calvin Harris o Daft Punk, o la guarrería de Peaches y Electric Six es lo que mejor funciona a la hora de poner nuestras pelvis en movimiento? Eso por no hablar, claro, sobre latitudes y geografías, porque si nos ponemos a comparar la sandunga afroamericana de Beyoncé (la única artista que aparece por duplicado en esta retahíla, nótese), el groove de Latinoamérica traído por La Yegros o Bomba Estéreo y los bamboleos del viejo continente traídos por France Gall y Delorean (cada uno en su estilo, y en su época), apañados vamos…
Por supuesto, aquí también hay guitarras: desde Phoenix a The Beatles, pasando por los a priori poco bailarines The Smiths y (¡cielos!) U2, contamos con ejemplares dispuestos a probar que el rock nació, ante todo, como una música bailable. Y, en general, el resultado es una lista cuya reproducción desaconsejamos en reuniones de consejos de administración, despachos de entidades bancarias, cenas con la familia política y otras situaciones cuyo tono sea aconsejable mantener lo más cercano posible al de un velatorio. Al menos podemos contar con que, el próximo domingo, estas canciones se desvanecerán como el tono muscular tras una noche dándolo todo en la pista…