Aunque suene raro, cantar en una canción es algo muy opcional. Y no nos referimos al hip-hop, sino a soltar una parrafada de toda la vida: del talkin' blues a Madonna, estos son nuestros ejemplos favoritos.
¿Qué fue antes: el sustantivo «canción» o el verbo «cantar»? Por aquí no tenemos ni idea, y además nos importa bien poco. Porque aquellos que desconocemos el concepto de la afinación, que jamás lograremos ser admitidos en las Barden Bellas y que damos una nota más grave que el cerdo tenemos un camino de salvación. Y no nos referimos a la senda del rapeado, porque esta especialidad tampoco requiere sentido del ritmo (y muchas veces, ni de la rima). Hablamos de canciones habladas. O recitadas, si les da lo mismo.
Y no se crean que somos los primeros en llegar a esta conclusión: ahí está Serge Gainsbourg, que convirtió la parrafada aguardentosa en una forma de arte y dejó una legión de discípulos entre las que se cuentan Jarvis Cocker (Pulp)… y Fernando Fernán-Gómez, nada menos. Y también tenemos a Gil Scott Heron, sentando las bases del hip-hop por la vía del recital poético, así como a Johnny Cash amenazando con anotar nombres y a The Velvet Underground dejando claro que lo suyo era muy conceptual y muy literario.
Que la presencia en esta lista de cantantes de voz justita (Madonna, Los Nikis) no les engañe, y menos aún la de aberraciones cósmicas como William Shatner o esos Hermanos Calatrava cuya deconstrucción de Rocío Jurado y Manuel Alejandro debería exhibirse en el MOMA. La presencia de voces gloriosas como Mike Patton (Faith No More), Nick Cave, Isaac Hayes o Stuart Staples (Tindersticks)demuestra que uno, si quiere, puede usar el micro para algo más que para emitir gorgoritos. Así pues, disfruten de estos discursos… hasta la semana que viene, cuando a los ponentes se les seque la garganta y hagan una pausa para beber agua.