Música canina: Galimatías melódicos

Jerigonzas, disparates, acertijos, pura improvisación lírica... nuestra lista de Música Canina de esta semana es puro absurdo. Letras voluntariamente crípticas, abiertamente sin sentido o llenas de significados solo para iniciados. La cuestión es que todas estas canciones dejan al oyente rascándose la coronilla con gesto dubitativo. Es cierto que los artistas gozan a menudo con el hermetismo, pero en el caso de nuestra lista de esta semana, vamos directamente al cierre al vacío del más mínimo sentido común.

Empezamos con un caso mítico en esto de no entenderse absolutamente nada: Pavo real de El Puma. Numerá numerá viva la numeración quién ha visto matrimonio sin cobrar amonestación. Pavo real, uh. Sin embargo el oyente, entre wuós y comóns y vecinas más puras que un convento, intuye que hay algo de significado entre líneas en toda esta ensalada de venezolismos, lo que pasa es que el autor pertenece a otra cultura. A una más allá de Ganímedes, concretamente. Algo así sucede también con otro par de hitos del sinsentido en español: Branquias bajo el agua y El rap de los 40 limones, donde dos de las personalidades artísticas más indescriptibles de nuestra música, Poch de Derribos Arias y Juan Antonio Canta, ambos tristemente desaparecidos, demuestran por qué eran tan raros y tan maravillosos. No sabemos si hay algo que entender en todo esto, pero nos va bien.

Igual de crípticos son los casos de autores más que consagrados y de fama infinitamente más masiva, como Bob Dylan y su Visions of Johanna, un tema que posiblemente quiere decir algo, aunque los dylanófilos siguen discutiendo qué exactamente, o Paul McCartney y su Monkberry Moon Delight, uno de esos ejercicios de jerigonzas tan habituales en el artista en solitario o con sus compadres de Liverpool. De ellos, cómo no, es I am the Walrus, una canción escrita por John Lennon con el propósito confeso de poner la cabeza del revés a aquellos dados a sobreinterpretar canciones de los Beatles; la traemos en versión de Oingo Boingo, otros piezas a seguir muy de cerca en todo lo relativo a Lo Raro en la música pop. El panorama internacional se redondea con hitos de lo experimental como Joe Meek o Peter Hammill, o con homenajes necesarios, como los ya muy crípticos Pixies homenajeando la Cabeza Borradora (por no decir otra cosa) de Lynch, mediante una señora en un radiador que te hará musitar «vaya dos patas pa un banco».

Traemos una buena cantidad de música española: desde los titanes del surrealismo poético El niño gusano a los también ocasionalmente muy surrealistas Enemigos -aunque más a pie de calle-; y de los contemporáneos Charly García e Hidrogenesse a los noventeros Penelope Trip y su wachu-wachu confeso, donde los títulos era lo último que aterrizaba en las canciones. Joe Crepúsculo o Triángulo de Amor Bizarro, ambos muy amigos del simbolismo oscuro o de la tomadura de pelo más o menos saludable también se dejan ver por aquí.

Y cerramos este rarísimo paseo por estos insondables galimatías pop (al menos hasta el lunes que viene, donde tendremos nueva lista y esta desaparecerá tan extrañamente como llegó) con dos declaraciones de intenciones: los Talking Heads, muy afines a esto de marear la perdiz con sentido y sensibilidad, componiendo una canción comercial y bailable reconociendo que no dicen absolutamente nada, y Sigur Rós inventándose un idioma nuevo porque suena bien. ¡Artistas!

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