La primera, en la frente... y en las orejas. Todas estas canciones fueron los primeros cortes de otros tantos discos clásicos. Y, si no fuese por ellas, tal vez esos álbumes fuesen un poco menos legendarios.
Ahora que el formato elepé va camino del basurero, y que el término «disco» equivale cada vez más a «colección de archivos de audio», esto puede sonar raro. Pero, si un grupo siempre lo ha tenido crudo para poner en orden sus temas tras haberlos grabado, la parte más difícil de esa prueba es siempre la misma: decidir qué canción va a ir en primer lugar.
Propinarle al oyente una colleja en el tímpano, asegurándose que se quedará picueto y estupefacto esperando lo que viene después, puede ser la diferencia entre pasar a la historia y dejar un trabajo olvidable. ¿Cómo poner en marcha la máquina? Pues con un riff para la historia, por ejemplo: Television, Led Zeppelin (con aullido incorporado), Joy Division (¿alguien dijo que el riff tenía que ser de guitarra?), Mayhem y Radio Futura lo demuestran, entre otros.
Pero hay más formas de abrir un álbum a lo grande: con una avalancha de teclados y caja de ritmos (de Suicide y Yellow Magic Orchestra a The Sisters of Mercy hay ejemplos de sobra), con voces celestiales (XTC, Wings) o con un ruidaco salido del infierno (Deafheaven, Ilegales) para que quien escucha pegue un respingo en la silla. Pero hay otra variante de esta estrategia, mucho más maliciosa: empezar el álbum con un murmullo arrullador… para después precipitarse al abismo. The Velvet Underground sabían cuatro cosas de esto.
Disfruten de esta lista de comienzos míticos, y úsenla para arrancar una semana que (nos tememos) promete pasar a la historia con letras de chapapote y vergüenza ajena. La semana que viene les ofreceremos otra lista de temazos, si es que no estamos corriendo al refugio antiaéreo.