‘Mythic Quest’ – Una década acompañando a Megan Ganz por la sitcom estadounidense

La oferta de series originales de Apple TV+ ha ido aumentando en los pasados meses, y una de las grandes propuestas para 2020 ha sido una sitcom de oficinas ambientada en una desarrolladora de videojuegos. Regresan con ella Rob McElhenney, Charlie Day y Megan Ganz, el equipo de Colgados en Filadelfia.

Rob McElhenney es ese señor que consiguió estrenar una serie creada y protagonizada por él mismo con apenas 26 años. Esa serie era Colgados en Filadelfia (2005-) y, 15 años y 14 temporadas después, está a un solo paso de convertirse en la sitcom de imagen real más longeva de la historia de la televisión estadounidense mientras que sigue manteniendo una legión de fans bastante fiel y cosechando críticas positivas episodio tras episodio. Charlie Day es otro de los actores principales, guionista y productor ejecutivo de la misma y co-creador de The cool kids. Megan Ganz lleva solamente tres temporadas en la serie de ambos, pero ya es una de sus guionistas estrella y ha conseguido el puesto de productora ejecutiva. No es de extrañar, ya que el camino que le ha llevado hasta ellos le ha hecho pasar por las salas de guion de algunas de las series de comedia más celebradas de la última década: Community (2009-2015), Modern Family (2009-2020) y El último hombre en la Tierra (2015-2018).

Los tres juntos han creado la nueva serie de Apple TV+, Mythic Quest: Raven’s banquet, una sitcom de oficinas bastante tradicional en su superficie que, lejos de ser un éxito absoluto, ha conseguido llamar la atención con su primera temporada de nueve capítulos. Lo suficiente como para que tengamos que tenerla en cuenta como una posible nueva serie de culto. Solamente el tiempo podrá darnos o no la razón sobre esto, así que quizás es mejor que nos centremos en otra historia antes de llegar a esa. Esta es la historia de Megan Ganz y de cómo parece haber convertido todas sus experiencias pasadas en una sala de guion en la narrativa de una empresa de videojuegos, de cómo es sentirse dentro de una industria dominada hombres y encontrándose a la merced de un genio creativo que se cree por encima del Bien y el Mal.

Los años de Community: »I can’t count the reasons I should stay / one by one they all just fade away»

El primer capítulo escrito por Megan Ganz en Community es ‘Cooperative Calligraphy (2×08), un claustrofóbico episodio botella a mediados de la segunda temporada de la serie, en 2010.

Varios años antes de conseguir su puesto en el estrellato creando Rick y Morty (2013-) junto con Justin Roiland, Dan Harmon ya había conseguido un lugar en la cultura pop como un gran y singular creador. La primera temporada de Community había conseguido defenderse mínimamente en cuestión de audiencias, era cierto, pero se había hecho en muy poco tiempo con una base fan muy poderosa que se había visto incrementada con algunos de los últimos episodios, aquellos que abrazaban por completo la locura conceptual y se dedicaban a escapar del formato de sitcom por completo. En Contemporary American Poultry (1×21) Abed se hacía con el control del pollo frito de la cafetería al más puro estilo de las pelis de mafiosos de Scorsese y Coppola, voz en off incluida, mientras que en Modern Warfare (1×23), una competición amistosa de paintball entre estudiantes de la universidad de Greendale se acababa convirtiendo en una parodia delirante de toda película de acción.

Así las cosas, el listón estaba muy alto para el comienzo de una segunda temporada. Siendo conscientes de que se iban a alejar de los arcos narrativos de romances típicos de sitcom que habían ido preparando el año anterior en favor de más capítulos autoconclusivos, de grandes aspiraciones y conceptualmente atrevidos, tocaba meter sangre fresca entre los guionistas. Precisamente aquí es donde entra Ganz en la historia de Community. Una historia compleja de analizar, ya que en ella podemos encontrar por una parte las mayores y primeras pruebas de genialidad de la guionista, que por entonces vivía un infierno personal.

En Basic Lupine Urology (3×17), todo el grupo se ve inmerso en una investigación en sus aulas al más puro estilo de Ley y orden. ¿El motivo del título? El creador de esa serie se llama Dick Wolf.

Sus dos episodios en la segunda temporada, Cooperative Calligraphy (2×08) e Intermediate Documentary Filmmaking (2×16), son dos de los que se decidían a reinventar el propio formato de lo que era la serie, y dos de los capítulos más celebrados de la misma. Esto acabó convirtiendo a Megan Ganz en una de las guionistas favoritas del equipo, a la vez que una turbia obsesión iba surgiendo en Harmon, que veía en ella una especie de musa con la que hacer gala de todos sus problemas de codependencia y sobre la que crear un ideal platónico de lo más tóxico y preocupante.

Dan Harmon cumple todos los patrones del genio atormentado, del creativo que vive con miedo a que los demás toquen su obra. Aparte de darnos probablemente la mejor serie de comedia de la televisión reciente, también ha dado todos los ingredientes para considerarle una persona que no nos gustaría tener cerca –y Ganz pareció reírse de eso mismo en su Documentary Filmmaking: Redux (3×08), un capítulo protagonizado por el decano Craig Pelton en el que pierde todos los papeles al más puro estilo Corazones en tinieblas intentando dirigir un inocente vídeo promocional para su universidad-. Por desgracia, Megan Ganz adoraba Community. Megan Ganz fue, durante dos años, víctima de un acoso sexual sistemático de manos de una persona atormentada que afirmaba que solamente ella le comprendía. El acoso que llegó a sufrir Ganz fue declarado públicamente por ella y reconocido acto seguido por el propio Harmon, pero basta con decir que nadie debería sentirse de ese modo trabajando en la serie de sus sueños –ni en ninguna otra-, ni nadie debería sentir que su papel como la guionista favorita del showrunner tiene que ver con motivos que van más allá de lo bien que le parece al showrunner de turno cómo escribe los episodios.

Debido al punto tan bajo que estaba viviendo Harmon y sus continuas trifulcas con Chevy Chase, uno de los siete actores principales de la serie, la cadena decidió darle continuidad a la serie con una cuarta temporada pero no contar con él en adelante. Megan Ganz se quedó, por supuesto, y escribió dos de los episodios del año como había hecho hasta entonces, entre ellos el que debía ser el último de la serie. Era razonable elegirla a ella, a fin de cuentas era sabido que de todos los guionistas era la que más se había acercado a la sensibilidad del creador. La cuarta temporada de Community recibió críticas muy tibias tanto de profesionales como de los fans. Todos estaban de acuerdo en que algo se había perdido, en que la serie estaba huérfana de una auténtica voz que entendiera a sus personajes y su idiosincrasia. 

Poco después de terminar esta etapa, se anunció una quinta temporada. Dan Harmon volvía con todos los honores, Chevy Chase y Donald Glover dejaban la serie –ambos se habían peleado a causa del racismo del primero durante el rodaje de la anterior, y Glover quería dejar su pasado atrás para centrarse en su carrera como rapero, algo que en 2013 pensamos que no llevaría a ninguna parte– y, aunque eso no le importase a nadie, Megan Ganz, que lo había dado todo por un producto en el que creía, también lo hacía con ellos. La quinta y sexta temporada de la serie volvieron a contar con el favor que el programa había perdido, y la cuarta temporada quedó permanentemente como una gran broma a la altura de las precuelas de Star Wars. Según el propio Harmon, no pudo ni terminar de verla: »es como estar viendo cómo violan a toda tu familia delante de tus ojos».  También pidió perdón por eso después.

Megan Ganz posando con parte del reparto durante el rodaje de su último episodio como guionista. Advanced Introduction to Finality (4×13) fue escrito como final de la serie antes del regreso de Dan Harmon, y es el último episodio en el que los siete protagonistas aparecen juntos.

El camino hasta Filadelfia: familias modernas y pilotos cancelados

Tras su marcha de Community, Megan Ganz encuentra trabajo escribiendo en la quinta y la sexta temporada de Modern family, la que entonces era la comedia favorita de los premios Emmy y que precisamente echa en abril de 2020 el telón tras once temporadas. El ambiente en la nueva oficina era muy diferente, rodeada de gente que tenía sus vidas independientes fuera del horario de guionista, y en sus propias palabras mucho más parecido a un trabajo que a un loco proyecto universitario que nunca acaba. Acostumbrándose a escribir para nuevos personajes y con la certeza de que sus guiones iban a ser vistos por muchas más personas a la vez que mucho menos destrozados y analizados por el resto del equipo, Megan Ganz puede comenzar por fin a encontrar una voz propia a la vez que organiza su vida de cero. Puede que le gustase mucho más escribir para Community, pero en Modern family podía por fin vivir.

En The big game (5×09), Cam se prepara para la gran posibilidad de convertirse
en un entrenador histórico para su equipo.

Durante este tiempo, Ganz no se queda quieta en un solo sitio y desarrolla a la vez junto con Adam Reed –el creador de la longeva Archer (2009-)– el piloto de una serie animada adulta para FXX que iba a emitirse junto a la del agente secreto. Su nombre era Cassius and Clay y se iba a centrar en la vida diaria de dos bandidas intentando sobrevivir en un futuro y post-apocalíptico Estados Unidos. Aunque la temática, la sensibilidad y la estética podrían haber encajado muy bien con la película de George Miller que se estrenó ese mismo año de 2015, lo cierto es que por los motivos que fueran la cadena no acabó demasiado impresionada con el piloto y no dieron luz verde al resto de la serie.

La única imagen promocional original de Cassius and Clay, serie creada por Megan Ganz y Adam Reed que iba a contar con las voces de Kaitlin Olson y de Lake Bell para sus dos protagonistas.

En 2016, Megan Ganz consigue un nuevo trabajo como guionista en Colgados en Filadelfia, serie que acabará marcando de forma ineludible lo que serán sus siguientes años como guionista y creadora hasta la actualidad. De nuevo bien posicionada dentro de una comedia de culto en la que se tiene en gran estima el ritmo de los diálogos, Ganz acabará adquiriendo el rango de productora ejecutiva. Esto ya puede darnos una pista acerca de las buenas sensaciones que el veterano equipo de la serie parecía tener al respecto de la nueva incorporación. Comenzando en la temporada 12 con el episodio The gang tends bar (12×08), ha escrito a día de hoy cinco capítulos, uno de ellos tocando un tema tan espinoso -y que le pilla tan de cerca, ya lo hemos hablado- como el del #MeToo.

En Time’s up for the gang (13×04), los protagonistas de Colgados en Filadelfia deciden acudir a un
cursillo sobre acoso sexual para mejorar la terrible reputación de su bar entre mujeres.

Mythic Quest: una nueva oficina llena de gentuza

Es sin duda con esta sensación en mente con la que acaba saliendo a flote la participación de Ganz en el proyecto de Mythic Quest. Originalmente un proyecto de encargo de la propia Apple TV+ a Rob McElhenney y Charlie Day para ocupar su parrilla todavía por estrenar, esta última incorporación debe ser tenida en cuenta para comprender todo lo que supone realmente esta nueva sitcom en cuanto al panorama audiovisual se refiere. Añadiendo a la creación y desarrollo de una comedia sobre el mundo de los videojuegos a una mujer, el discurso que se plantea suena mucho más sincero y sentido. Obviamente no es únicamente eso lo que aporta esta guionista a su serie, sino que podemos ver sus rasgos autorales impregnando toda la pantalla, convirtiendo a Mythic Quest en la directa heredera y a la vez en la respuesta obvia tanto a Community como a la propia Colgados en Filadelfia.

Dentro del multitudinario escenario de una oficina, gente cómicamente egoísta intenta salir bien parada de ridículos malentendidos y enemistades peligrosas. En realidad hay poco de rompedor en el propio concepto inicial de Mythic Quest, más allá de trasladar la tradición de sitcom de oficinas al entorno diferenciador de una desarrolladora de videojuegos. 

En Dinner party (1×03), uno de los dos episodios escritos en solitario por Megan Ganz, el equipo tiene que afrontar que su videojuego es el número uno en ventas gracias a supremacistas blancos.

Dentro de que desde el mismo primer episodio se marca un ritmo y un estilo muy concretos que van a saber mantener a lo largo de toda su primera temporada, se podría decir que es más bien en el desarrollo de sus tesis temáticas y de sus arcos de toda la temporada donde realmente la producción enseña músculo y es capaz, en apenas nueve episodios, de hacerse valer por méritos propios, sin tener que apoyarse en ningún trabajo previo. Para cuando hemos llegado al ecuador de la temporada, en el 1×05, somos capaces de aceptar una disrupción total del formato de la serie y del propio concepto de sitcom, dándonos un episodio enteramente dramático de casi el doble de minutos de duración en la que no aparece absolutamente ningún personaje principal previamente introducido y cuya relación con el resto de ellos es meramente tangencial, aunque metafórica y narrativamente fundamental.

El personaje con el arco argumental más claramente marcado, la protagonista a nivel puramente narrativo de toda esta primera temporada, es sin duda Poppy Li (Charlotte Nicdao). La jefa de desarrollo se encuentra siempre en continua disputa creativa con el director creativo Ian Grimm (Rob McElhenney), una leyenda mesiánica que se ha creído su propia mentira de ser básicamente un dios entre mortales. Aunque ella sea su favorita, lo es solamente en cuanto le sirve para cumplir sus propósitos, en cuanto es una simple herramienta que le ayuda a llegar a sus objetivos concretos. No hay nada de realización personal en el trabajo que realiza Poppy Li, a pesar de que la propia Poppy adora lo que hace y desearía poder sentirlo más como suyo.

En Brendan (1×08), Poppy se plantea más que nunca los motivos por los que sigue junto
a Ian después de tanto tiempo. Es una relación tóxica que no parece poder acabar de ninguna forma.
El final de la temporada promete una nueva vuelta de tuerca a esa dinámica.

No parece complicado unir los puntos después de todo lo que sabemos y encontrar en las figuras de Poppy e Ian una especie de representaciones de los roles ocupados por Ganz y Harmon, pero quizás sea más útil no plantearnos lo concreto de la referencia sino aquello a lo que realmente remiten esos planteamientos. Mythic Quest es, al final, una serie que ha enfocado su primera temporada en lo necesario de contar con un equipo, de valorarlo, y de sabotear toda aquella romantización del creador todopoderoso y absoluto. Aquello que ya ha hecho tanto daño. Y lo consigue sin dejar de ser, junto con todo lo demás, extremadamente divertida.

Queda por ver si el recorrido de una serie que acaba de empezar en una plataforma claramente minoritaria puede llegar en algún momento a competir en su puesto de culto con titanes como Community o Colgados en Filadelfia, pero queda claro que es una versión refinada de ellas mismas. No nos queda nada más que desear una fructífera segunda temporada –ya confirmada– en la que podamos continuar viendo el mundo desde el punto de vista de todos sus personajes principales: de Poppy, de Ian, de David, de Jo, de Brad, de Rachel, de Dana, de C.W. Longbottom… pero sobre todo, desde el punto de vista de Megan Ganz. Que ya iba siendo hora.

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