No hay publicidad mala: en ‘Alien Covenant’ se cruza realidad y ficción de modo escalofriante

Una habitación blanca, aséptica, impersonal y decorada con colores fríos. Una mezcla de quirófano, la memorable habitación blanca del final de 2001: Una odisea en el espacio (1968) y el diseño artístico del Mechanical Animals (1998) de Marylin Manson. Una melodía de flauta que va ascendiendo sobre un lento de violines y que pertenece a I feel you, de Melanie De Biasio. Tubos que van a parar a una camilla. Sábanas translúcidas como el armazón orgánico que hay debajo. Es el nuevo trailer de Alien: Covenant.

Es una escena completamente desprovista de humanidad, de la calidez y vulnerabilidad de la carne; es todo artificial, todo en esta habitación está formado por líneas puras y rectas, lo contrario a la curvatura inherente a la naturaleza. Nada en esta escena ha sido producido de forma natural. Tanto es así que no sabemos si las formas humanoides que aparecen en ella son seres humanos reales o construcciones artificiales. ¿Llevan máscara o realmente esa es su cara? ¿Tiene cabida el comportamiento falible por naturaleza de un ser humano en un entorno tan controlado y delicado? Las figuras, encapuchadas y vestidas de arriba a abajo en tela negra, recuerdan a los kuroko japoneses, marionetistas que se envuelven en tela del mismo color para no atraer la atención del público y que éste se pueda concentrar en la representación. Del mismo modo, estas figuras no son más que arquetipos, cascarones vacíos que son todo función sin intención. Y su función es traer a la vida a Walter.

Una de las figuras inserta una CPU en el cráneo del androide como paso final de su creación. Una CPU con un logo muy familiar y completamente fuera de lugar en esa escena: el logo de la compañía estadoundense de semiconductores (real) AMD. El trailer sigue y Walter, interpretado por Michael Fassbender, tras despertar y cobrar consciencia de sí mismo, aparece charlando con otras tres personas. Las posturas son completamente antinaturales y forzadas, tan artificiales como el entorno en el que se encuentran.

Nadie se sienta así ni siquiera en una reunión formal, son posturas que rozan el escorzo. Las expresiones faciales, los movimientos de cabeza, las miradas, todo en esa gente es impostado. Como si alguien o algo no del todo humano intentara imitar nuestro lenguaje corporal y fracasara. La otredad de esa entrevista es el valle inquietante en todo su esplendor. Pero lo que más sorprende y añade otra capa de terror a esa antinaturalidad son las frases que, en forma de disclaimer, aparecen al pie de las imágenes. Como si del anuncio de un producto farmacéutico se tratara, un mensaje de advertencia usa un lenguaje claramente eugenésico y casi rayando en el nazismo. Por supuesto, no se admiten devoluciones. Walter no es una persona, es una cosa. Un producto. Es propiedad de su dueño y no posee libre albedrío. La única diferencia entre Walter y una Roomba es que Walter puede responder preguntas.

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Todo en ese trailer está diseñado para alienar al espectador, para ponerle mal cuerpo, para jugar con el complejo de Frankenstein hasta que se le salten las piezas y de la incertidumbre pasemos a la repulsión y al odio. Como declaración final de principios aparece el logo de la Weyland-Yutani, la compañía responsable de las muertes de la tripulacíón de la Nostromo, los más de cien habitantes de Hadley’s Hope, el pelotón de marines de la Sulaco y los presos de Fiorina 161. La compañía que pagó a Carter Burke para sentenciar a muerte a docenas de familias de colonos y poder conseguir su arma biológica. El mal encarnado, un crisol ardiente de todo lo que es malvado, perverso, inhumano y hostil en el entorno corporativo.

Y tras él, el logo de AMD. De nuevo.

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Alguien en AMD ha tomado una decisión que no sé si es arriesgada, ignorante, temeraria o todo a la vez. AMD ha decidido poner su marca al servicio de una película sin pararse a pensar (o sin que les importe, porque no existe la mala publicidad) que esa misma marca se asocie a la única entidad malvada de las tres primeras películas de la saga aparte del xenomorfo que le da nombre. A la corporación que es la madre y el padre del tópico de ciencia ficción de la megacorporación deshumanizada. Es como si hubiesen puesto su nombre al lado del de Cyberdyne Systems en las de Terminator. La charla TED de Prometheus (2012), aquel anuncio encubierto de la película en el que Guy Pearce encarna a un Peter Weyland remedo de Elon Musk, ya daba a entender que Ridley Scott estaba usando los aspectos más oscuros de la cultura de startup de Silicon Valley para construir un relato de horror a su alrededor. Este anuncio de presentación de Walter no hace más que seguir esa línea y por tanto no entiendo por qué AMD se ha prestado a poner su imagen corporativa al servicio de un trailer que va en contra de todo lo que una empresa querría cuidar en su imagen pública.

Es apropiado que este anuncio aparezca en 2017, el año de Sean Spicer y el presidente Trump, el año en que el gobierno de EEUU se convirtió en una parodia de sí mismo y arrastró al mundo en su delirio. El año en que murió la ironía. El año en que la sátira se volvió indistinguible de la realidad.

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