«No queremos robots asesinos»: la ONG que estábamos esperando

Existe, y créenos: es necesaria. La Campaña para Detener a los Robots Asesinos es un colectivo de organizaciones que pide la prohibición de las armas inteligentes. Stephen Hawking y Steve Wozniak firman su manifiesto.

Como futuro posible, reconozcamos que es una cucada: maestros como Philip K. Dick han escrito sobre él, y películas como Terminator nos lo han pintado en términos que dejan al Nuclear, sí de Aviador Dro a la altura del betún. Para colmo, un panorama lleno de asesinos cibernéticos, programados para exterminar cualquier asomo de vida sobre la Tierra, es ahora más factible que nunca. Pena que siempre haya aguafiestas dispuestos a detener el avance del progreso, como esa coordinadora de ONG (entre ellas, Amnistía Internacional) que atiende, precisamente, por Campaign to Stop Killer Robots. Es decir, «Campaña para Detener a los Robots Asesinos». Tómatelo a choteo, si quieres, pero la iniciativa cuenta con el apoyo de luminarias como Stephen Hawking Steve Wozniak, y sus representantes comparecieron la semana pasada ante la ONU para explicar una verdad muy inquietante: que, si la actual deriva de la carrera armamentística sigue su curso, con sus drones y demás, podemos encontrarnos cualquier día de estos con una Skynet dispuesta a ajustar cuentas… o con algo mucho peor.

Según Newsweek (vía The Mary Suelos enemigos de los robots aniquiladores se apoyan en razonamientos muy interesantes. Como, por ejemplo, que reemplazar el armamento convencional por sistemas ‘inteligentes’ reducirá el número de víctimas militares en el campo de batalla, pero a costa de volver las guerras menos costosas y, por tanto, más frecuentes. El verdadero temor, indican, es que el mundo vuelva a vivir una escalada armamentística similar a la de las armas nucleares durante la Guerra Fría: a diferencia de las bombas atómicas, que necesitan un gran empuje industrial y materias primas difíciles de obtener, los robots asesinos resultan relativamente baratos y sólo requieren inversiones en I+D+I. Eso, por no hablar de las prometedoras expectativas de los cacharros en el mercado negro del tráfico de armas… o de la posibilidad (apuntada por Hawking, siempre optimista) de que una inteligencia artificial cabreada decida montarnos un Juicio Final a medio o largo plazo.

Así que ya sabes: si el porvenir de tus sueños no incluye engendros mecánicos con endoesqueleto de titanio pisando cráneos humanos y musitando «Sayonara, baby» con acento austríaco, puedes pensar que al menos hay personas que comparten tu opinión. En el caso de que dicho panorama te resulte tentador… pues oye, a lo mejor te lo mereces. Recuerda que quienes están detrás de todo esto no son supervillanos (algo que, dentro de lo que cabe, podría tener su encanto), sino ejecutivos de la industria bélica ávidos de beneficios. Y ya sabemos lo que ocurre cuando a estos señores les da por lucrarse vendiendo máquinas de matar: que el resultado es una chapuza.

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