La novena edición de Offscreen avanza sin miedo en su primera semana. Aún quedan dos más de buen cine oculto, espectadores valientes y disfunciones emocionales. Os contamos lo que hemos visto durante el fin de semana.
Cuatro películas más, de las que únicamente Évolution (2015) la cinta inaugural que recuperamos en su segundo pase, es actual. Algo que no tiene importancia cuando uno vuelve a disfrutar del cine en 35 milímetros y, además, se siente privilegiado por acercarse por primera vez a títulos que no están a nuestro alcance. Pero empecemos por la primera, respetando el orden de los pases.
Évolution, la segunda película de Lucile Hadzihalilovic, inauguró el festival el pasado día dos. El sábado, al fin, llegó el momento de asistir a la proyección de un film que no ha dejado indiferente a nadie. Évolution es una hermosa aberración, un cuento oscuro donde el primer amor, la maternidad y la inocencia van de la mano del horror, la alquimia y, por qué no, la brujería. Entre la distopía de Langosta (2015) y los ambientes malsanos de The Witch (2015), lo que diferencia a la película de la guionista de Enter the Void (2009) son sus influencias. Tras el pase, la directora habló del impacto que sufrió al descubrir la figura de Dario Argento y la del clásico de Ibáñez Serrador, la muy visible aquí ¿Quién puede matar a un niño? (1976), con la que casi comparte algunas de sus localizaciones en esa isla de casitas blancas que es un personaje más. Una hermosa pesadilla sobre la fertilidad y el futuro que se antoja indispensable.
Out of the blue (1980), es un ejemplo perfecto de la libertad cinematográfica y vital de un personaje que nunca se ha visto atado a nada en la vida. Bueno, maticemos: Dennis Hopper vivió atado a un montón de sustancias extracinematográficas, pero nunca al celuloide. Ni delante ni detrás de la cámara. Once años después de Easy Rider. Buscando mi destino (1969) y con el fracaso de The Last Movie (1971) como lastre, Hopper reescribió por completo el guión de Leonard Yakir y Brenda Nielson, eliminando completamente el papel de Raymond Burr, el protagonista del libreto original, como solo él podría hacer: sin avisar a la estrella de Perry Mason, que rodaba todas sus escenas sin saber que no aparecerían en el montaje final mientras el resto del equipo era consciente de todo el asunto. Toda esta jugosa información la proporcionó Kier-La Janisse, autora del indispensable House of the Psycotich Women (2012), un ensayo autobiográfico sobre la neurosis femenina a través del cine de horror y explotación.
Y Out of the blue tiene mucho de eso, no en vano es una de las abanderadas de la sección Driving miss crazy, con una protagonista de 13 años (que en realidad tenía 18 porque si no no habría película, claro) que mantiene una relación enfermiza con su padre, recién salido de la cárcel, y una madre que hace lo que puede para aumentar el nivel de patetismo. Con una banda sonora fabulosa y mucha actitud punk, la peli de Hopper es un ejercicio de honestidad brutal y un drama de otra época. Su protagonista, Linda Manz, luce durante todo el film una peculiar chupa vaquera que regalaría muchos años después a su compañera en Gummo (1997), Chloë Sevigny.
Cuando uno ve Innocence de Lucile Hadzihalilovic (2004), es inevitable pensar en Picnic en Hanging Rock (1979), la obra maestra de Peter Weir. La directora de Évolution ya mostraba aquí sus preferencias: las estrellas, el sexo femenino y el misterio. Ambiciosa y con un exótico aire asiático (que para algo hay dinero de Japón), Innocence es, al igual que Évolution, un cuento oscuro y de gusto exquisito, aunque su metraje esté sobrecargado de minutos. Al contrario que en su última película, aquí vemos algún rostro conocido, como el de Hélène de Fougerolles o, sobre todo, Marion Cotillard, las dos como profesoras en el internado donde se desarrolla la película.
La interpretación del final de la película queda abierta al espectador, aunque lo que uno tiene más o menos claro es que estamos ante un brusco final de la inocencia y el inicio de una nueva etapa en la vida.
No podíamos cerrar la primera semana de un festival como el Offscreen sin el primer WTF oficial: Singapore sling: O anthropos pou agapise ena ptoma, que además de un cóctel, fue también una película griega de 1990 que no se parece a nada que hayas visto antes. Bueno, se parece al cine de John Waters antes de ser un director “comercial”, se parece al Screamplay (1985) de la Troma y también al cine negro de los cuarenta. Film noir y extremo, donde lo más suave que el espectador se echa a los ojos es una lluvia dorada, la película de Nikos Nikolaidis es un festival de lo grotesco y el mal gusto, algo así como si una brecha en el espacio tiempo hubiera creado un cine negro alternativo en otra realidad, donde el tercer acto de Society (Brian Yuzna, 1989) o Pink Flamingos (1972) se apoderan de Perdición (1944) o El halcón maltés (1941). Un sindiós de tres pares de narices no apto para todos los públicos pero en el que, si uno entra en la propuesta, fantásticamente fotografiada en blanco y negro, puede pasar un par de (largas) horas entre la risa y el asco. Altamente sexual y pervertida, se agradece su recuperación en 35 milímetros y una pantalla como dios manda.