[Offscreen 2016 Bruselas] Cine loco, locos del cine y cervezas

El pasado jueves 2 de marzo arrancaba la novena edición de uno de los festivales más desconocidos, underground y cool que uno puede echarse a los ojos. Por tercer año consecutivo, disfrutamos de una nueva y gloriosa edición del Offscreen de Bruselas, por donde corren todo tipo de fluidos. Sobre todo cerveza.

Offscreen lleva nueve años recuperando, estrenando, inaugurando, clausurando y homenajeando a lo más enterrado del celuloide. Jess Franco, Ozploitation, violencia callejera, matinés, Asia, William Castle, Cannon… todo tiene cabida en la locura que se apodera de Bruselas durante tres semanas en los alrededores del increíble Cinema Nova (algo así como un garaje industrial con pantalla y sonido espectaculares), en Cinematek y en el Cinema Rits, auténticos lugares de culto cinematográfico de por sí que amplifican aún más su poder cautivador durante estas semanas.

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Si en 2014 el festival contó con la presencia de Robin Hardy para ver el montaje perdido de The Wicker Man (1973) y el año pasado Tobe Hooper se paseó por las salas durante todo el festival, este es el año de Frank Henenlotter. El director de ¿Dónde te escondes hermano? (1982), Brain Damage (1988) o Frankenhooker (1990) es el gran homenajeado de este año. Además, Lucile Hadzihalilovic o Ben Wheatley se dejarán ver, la primera con todos sus trabajos y el segundo para cerrar la edición con la ansiada High-Rise (2015) que algunos afortunados vieron en Sitges y que también se verá estos días en Madrid dentro del marco de la muestra Syfy.

Una de las cosas más agradables e inexplicablemente coherentes y respetuosas del festival es la constante presencia de copas de cristal llenas de cervezas locales en cada butaca. En Offscreen no hay nadie que no lleve una en la mano. Ni siquiera entre los organizadores o la veterana vendedora de entradas de la puerta. Y nadie da la nota. ¿Os imagináis cervezas para todos en cada uno de los pases de las pelis de nuestros cines? Aquí se agradece el respeto desde la embriaguez. Y da gusto.

La edición arrancaba con la última película de Lucile Hadzihalilovic, Évolution (2015), pero servidor prefiere esperar al pase de mañana, sin inauguraciones y con público “real”, así que estos días hemos disfrutado, de momento, de tres películas de las que únicamente una era “nueva”.

11 Minutes (2015), del veterano Jerzy Skolimowski: el director polaco de setenta y ocho años, guionista de El cuchillo en el agua de Roman Polanski (1962), director de El Grito (1978) o torturador de Scarlett Johansson en Los Vengadores (2012) demuestra estar en plena forma con una vertiginosa (des)ventura en torno a un montón de personajes que cruzarán sus destinos durante once minutos muy raros en la capital de Polonia hasta llegar a un desenlace que dejaría en evidencia a un par de directores muy afines a este tipo de nexos comunes por parecer mucho más viejos que Skolimowski. Se agradece que hasta los últimos segundos de película uno no termine de entender muy bien qué demonios está pasando.

Si el año pasado Cannon Films fue el eje central de la edición, este año será la sección “Driving Miss Crazy”, protagonizada por mujeres, digamos, con problemas de estabilidad emocional, la que abarque gran parte del festival. Y la primera en llegar es una de las más inestables de todas.

La Posesión (1981), el clásico del recientemente desaparecido Andrzej Zulawski, abre la veda de mujeres con problemas. Ni siquiera la belleza de Isabelle Adjani consigue camuflar el tremendo asco (en el buen sentido de la palabra, que lo tiene), pavor y disloque de un drama de terror que sería una peli de terror de no ser por el hecho de que es exactamente eso. Muchos directores de culto de (pen)última generación, y algunos veteranos, deben mucho a esta obra maestra de la sinrazón que, cuanto más se ve, más gusta y perfora nuestro alma. La relación de pareja más compleja desde Jack y Wendy.

Trouble Every Day (2001), de Claire Denis, fue la última parada de anoche. Otra pareja con problemas serios de convivencia, un toque de ciencia, otro de vampirismo y unas gotas de sangre caníbal para compartir un viaje, una luna de miel entre Vincent Gallo y Tricia Vessey que, en realidad, es una lucha entre vampiros que tiene como objetivo a una de las criaturas más hermosas de la naturaleza: Béatrice Dalle. Con escasos diálogos y bastantes sensaciones fuertes, la sesión de anoche en Cinematek no llegó a los extremos WTF de la peli de Zulawski, pero se dejó notar el horror en el ambiente. A pesar de la música de Tindersticks. Puede que sea yo, pero me ha parecido ver mucho Jess Franco ahí dentro.

La próxima semana, más Offscreen en CANINO.

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