Nintendo ha presentado hoy su nueva consola, Switch. Y la presentación, lejos de cifras o demostración de músculo gráfico, ha sido toda una experiencia. Divertida, rápida y con un punto cómico, Nintendo ha demostrado saber qué es lo que quiere su público. Porque su público quiere diversión. Su público quiere videojuegos.
Nintendo es diferente. Donde Sony y Microsoft siempre tienden hacia la potencia, hacia la escala armamentística, Nintendo siempre intenta un acercamiento que difiera de la norma. Pero eso ya lo sabíamos. Lo cual no quita para, que una vez más, la compañía nipona nos sorprenda. Y que, además, lo haga sin disponer de la mitad de sus sorpresas.
Porque al final casi todas las filtraciones eran ciertas. Hemos podido ver un nuevo Mario, un nuevo Splatoon, un nuevo Super Mario Kart. Skyrim llegará a la consola. También tendrá el apoyo de cincuenta third parties produciendo ochenta juegos distintos. Pero incluso habiéndonos saboteado todas esas sorpresas, ha habido sitio de sobra para la maravilla.
Para empezar, Nintendo sabe hacer una presentación. A diferencia de lo que ocurrió con la PlayStation Pro de Sony, que resultó decepcionante hasta por cómo la presentaron, los de Kioto han sabido cómo despertar interés. Al estar claramente emparentada con Wii, toda la primera parte de la conferencia se ha centrado en aquello que no habíamos visto, en las funcionalidades de su detector de movimientos. 1 2 Switch, emparentado de forma obvia con el clásico recopilatorio de minijuegos de Wii, parece la evolución lógica de un estilo de juego que consiguió romper la barrera entre jugadores y no jugadores. Una más dinámica y compartida, algo que brindó a Nintendo pingües beneficios. Porque el dinero también ha sido un tema importante. Con un coste final de 299 dolares, que se convertirán por arte de magia en 329 euros en España, la consola se mantiene en un rango de precio competitivo.
¿Pero cómo centrarse en el dinero cuando se trata de una compañía como Nintendo? Lo que nos han vendido hoy es un sueño. No videojuegos. No una consola. Sólo sueños. La posibilidad de jugar a un Super Mario en mundo abierto. Un Zelda con mucho mayor énfasis en lo narrativo. Un juego de lucha, Arms que combina la detección de movimientos y los controles clásicos de un modo único. En suma, donde la competencia se conforma con hacer más de lo mismo, sólo que ahora más potente, Nintendo nos ha hecho una promesa: van a seguir innovando.
La clave de la presentación ha sido la diversión, el compartir con los otros, encontrar un modo diferente de hacer las cosas. Aquí no ha habido ningún momento para hablar de cifras. A Nintendo no le importan las cifras: cuáles son las especificaciones de la consola o cuanto dinero han ingresado en el último año es irrelevante para el público general. Incluso para buena parte del especializado. En una presentación, cuando trata las cosas cara al público, Nintendo sabe que sólo hay una cosa realmente importante: transmitir pasión.
Y eso ha sobrado: tenemos juegos, momentos épicos -no ha habido ni un presentador japonés sin su gimmick– y promesas de diversión. También un precio y una fecha, 3 de Marzo. ¿Quién necesita más? Tratándose de Nintendo, nos han dado exactamente lo que esperábamos. Y lo único que esperábamos es la ilusión infantil de saber que los videojuegos siguen siendo videojuegos.