‘Padre, ¿por qué me has afelpado?’ – 30 años de Teleñecos sin Jim Henson

Hace ahora treinta años, a mediados del mayo de 1990, nos dejaba Jim Henson. Se iba el creador de los míticos Teleñecos (ahora conocidos también en nuestro país como los Muppets), el diseñador y marionetista de los míticos personajes de Barrio Sésamo y también  el alma detrás de clásicos ochenteros como Fraggle Rock, Cristal Oscuro o Dentro del laberinto. Hacemos un repaso para entender qué se ha hecho con estos huérfanos desde entonces y qué ha sido de su legado en estas tres décadas sin él. 

A Jim Henson la muerte le pilló, las cosas como son, atareado. Durante el último año de su vida se había centrado principalmente en abrir negociaciones con The Walt Disney Company para venderles a sus hijos de felpa –sí, por aquella época Disney ya iba devorando todo lo que pillaba-. Las idas y venidas de este intento de acuerdo se fueron alargando y alargando, ya que Henson se negaba totalmente a regalarles en el mismo pack sus personajes de Barrio Sésamo, así que lo que pasó es que se murió antes de alcanzar ningún pacto. Las negociaciones no habían llegado a buen puerto finalmente, y con la muerte de aquella persona que les había dado vida, el futuro de los Teleñecos no podía ser más oscuro. 

Sin embargo, los noventa acabaron siendo una época bastante interesante para ellos, una especie de Edad de Plata para los personajes. ¿La clave de este triunfo? Venía de familia: Brian Henson, uno de sus cinco hijos de los de carne y hueso, se había tirado de cabeza a la piscina. 

Los Teleñecos en la década de los noventa: una segunda vida de manos del hijo 

Brian Henson no se había mantenido en absoluto ajeno a la obra de su padre, y por el contrario, se había formado un nombre propio como marionetista dentro de muchas películas de la década de los ochenta que necesitaron de sus labores: había sido la calabaza Jack de Oz, un mundo fantástico (1985), la planta protagonista Audrey II en La tienda de los horrores (Frank Oz, 1986) y Hoggle en Dentro del laberinto (Jim Henson, 1986). Así que, cuando era necesario encontrar a alguien digno para suceder aquello que su progenitor había empezado, la elección estaba bastante clara. 

Si hay una interpretación por la que debemos recordar a Michael Caine para siempre, es por ser el mejor Ebenezer Scrooge cinematográfico de la historia. Y rodeado de Teleñecos, además. 

Las películas de Teleñecos de Brian Henson se marcan, desde un primer momento, diferentes en algo fundamental respecto a las supervisadas por su padre. Mientras que las tres anteriores –La película de los Teleñecos (1979), El gran golpe de los Teleñecos (1981) y Los Teleñecos conquistan Manhattan (1984)– formaban una especie de trilogía en la que los personajes hacían, por así decirlo, »de sí mismos», la propuesta ahora era usarlos como actores para una representación de tintes aficionados de clásicos de la literatura y el audiovisual. 

La idea era jugosa: al partir de unos personajes arquetípicos y archiconocidos y el hecho de poder contar con una estructura prefijada y una historia ya conocida permitía a los muñecajos centrarse en exclusiva en el ritmo de gags endiablados y los números musicales memorables sin preocuparse por nada más. De forma parecida, Los Simpson seguirían el mismo camino casi una década después con episodios como las recreaciones de historias bíblicas –Historias bíblicas de los Simpson (10×18)- o los cuentos tradicionales de la cultura popular estadounidense –Cuentos populares (12×21)-. 

En 1992 se estrena Los Teleñecos en Cuento de Navidad, proyecto que inicialmente iba a emitirse como un especial navideño de televisión pero que a mitad de producción se confirmó como digno de llegar a los cines. El resultado fue la película más sólida y redonda de los personajes desde la original a finales de los setenta, todo un clásico que sabía entender lo que funcionaba en ambos universos para hacerlos colisionar efectivamente, y todavía a día de hoy es una de las mejores y más fieles adaptaciones que jamás se ha hecho de la obra de Charles Dickens. La clave del éxito pasaba por muchas manos, pero quizá una de las más memorables sea la aparición de Michael Caine como Ebenezer Scrooge. 

Habiéndose llevado hacía unos años su primer Oscar, el actor británico solamente puso una condición: interpretaría al personaje con toda la seriedad y tensión que él creía que merecía, y aunque estuviese rodeado de muñecos de felpa nunca hablaría con ellos de forma ridícula o humorística, sino tal y como lo haría con actores de verdad. La apuesta funciona sin medias tintas, y podríamos llegar a decir que Caine consiguió salir victorioso de una tarea titánica: ser el protagonista humano de una película de los Teleñecos y que no los eches de menos. 

El emperador Fozzie y sus locuras 

La fórmula parecía funcionar, y se le había conseguido dar una segunda vida a las criaturas más allá de su creador original. Directa a vídeo salió, eso sí, la siguiente película, o más bien sucesión de historias cortas. En 1994, se estrenaba Cuentos clásicos con Los Teleñecos en VHS. Enfocada en todo momento más como un especial televisivo de la serie original que otra cosa, aquí nos encontrábamos con seis historias consecutivas de factura teatral y todas ellas adaptaciones de cuentos o leyendas populares: Rumpelstiltskin, El rey Midas, El traje nuevo del emperador, Pedro y el lobo, Los tres cerditos y El zapatero y los duendes. Con el espíritu intacto del equipo original, este especial es una auténtica joyita que tristemente nunca ha sido publicada en DVD, un drama que sumar a los muchos que sufrido la franquicia en el mercado doméstico y en tantos otros en los últimos años. 

Pero a lo que vamos. Dos años después, los personajes volverían a la gran pantalla con otros de los grandes clásicos de la literatura que se habían adaptado –y se adaptarían– un millar de veces, incluso por la propia Disney. Los Teleñecos en la isla del tesoro (1996), también dirigida por Brian Henson, merece todos nuestros respetos. Mucho menos fiel al libro original que la anterior aventura de los personajes o que otras adaptaciones del mismo libro, no se puede negar que aquí el nivel de gags e interpretaciones seguían en plena forma. 

El dúo de Gonzo y Rizzo funcionó tan bien en Cuento de Navidad que se convertirá casi en una de las señas de identidad de los Teleñecos durante la década de los noventa y una de las relaciones que con más nostalgia recordamos los tardíos millennials que crecimos con ellas. 

Para intentar repetir la hazaña de Michael Caine, aquí se contó en una jugada similar –de la que salen victoriosos- con Tim Curry para ser el Long John Silver de la función. Aunque en conjunto no se llega a los picos de la entrega navideña que la había precedido, el resultado es una película de los Teleñecos más que digna y perfectamente notable, que se conserva genial. Además de tener el que es probablemente uno de los mejores inicios desde la creación del cinematógrafo. 

El éxito de estos anteriores productos, dio pie a la posibilidad de hacer que los personajes volviesen a tener presencia regular en la televisión con un programa de variedades al más puro estilo del que ya tuvieron a finales de la década de los setenta, con el que saltaron a la fama. Muppets Tonight era, en definitiva, una actualización del formato que simplemente desechaba la idea de un show de sketches grabado en un teatro por un plató de televisión por el cual se pasarían en cada programa algunas de las caras más famosas del panorama cultural de la época para ser víctimas de las tropelías de las criaturas. 

Durante las dos temporadas que se emitieron entre 1996 y 1998 en la cadena ABC, pasaron por allí nombres como Michelle Pfeiffer, Billy Crystal, John Goodman, Sandra Bullock, Whoopi Goldberg, Prince o Pierce Brosnam. Toda una colección de memorabilia noventera que queda como el intento más exitoso de devolver a la franquicia a sus orígenes en estos treinta años. 

A final de la década, y con dos películas estrenadas en cines a sus espaldas de relativo éxito y buena crítica, parecía que el mundo estaba preparado para una nueva película protagonizada por los Teleñecos haciendo de… bueno, los Teleñecos. Una continuación directa de las aventuras y desventuras de este disparatado grupo de actores, que iba a centrarse en aquel que se había convertido a lo largo de esos últimos años en la estrella absoluta: Gonzo. 

Los Teleñecos, otras víctimas del efecto 2000. 

Los Teleñecos en el espacio (1999), aunque bienintencionada y llena de momentos memorables –esa imperfecta arca de Noé soñada por Gonzo en la que es rechazado por no haber otro como él-, acabó resultando insatisfactoria. A los múltiples problemas de producción –Frank Oz no pudo estar durante gran parte del rodaje, Brian Henson decidió no dirigir en esta ocasión y hubo que hacer dos intentos hasta llegar al sustituto definitivo….– se le sumó que ni la crítica ni la audiencia parecieron adorar el producto. 

Esta época de renacimiento de los Teleñecos que había conseguido marcar tanto a una nueva generación incluso con la ausencia de Jim Henson, había llegado a su fin, y pasarían al menos trece años hasta que los personajes volvieran a andar por los cines. Pero antes, tenían que pasar por un valle de lágrimas, unos años terribles, escalofriantes, extraños y vulgares. Por supuesto, estamos hablando de los únicos e inigualables… dosmiles. 

Los Teleñecos en la década de los 2000: perdidos en busca de la rapsodia 

Después de esto, Disney –que ya había conseguido hacerse con el control completo de los muñecajos- no parecía demasiado interesada en continuar tirando billetes en dirección a los entrañables personajillos, y la franquicia fue perdiendo cada vez más relevancia en el imaginario colectivo manteniéndose viva a través de una serie de menores y fallidas cintas directas a vídeo que no consiguieron entusiasmar en general ni a nuevos aficionados ni a los amantes de toda la vida. Una de las pocas producciones interesantes que tienen lugar en esta época es, de hecho, una de las que es más difícil acceder. En 2002, la cadena de televisión NBC emite una película para televisión, un especial navideño como en los mejores tiempos, It’s a very merry Muppet Christmas movie, aprovechando algunas caras conocidas y el cast al completo de la sitcom de éxito del momento, Scrubs.

Los Teleñecos están pasando por una crisis financiera bastante complicada, y van a tener que tirar de diferentes famosos para poder llegar a tener alguna posibilidad de hacer un especial navideño, en esta parodia de ¡Qué bello es vivir!. Aunque la premisa no podía ser más acertada para los personajes de los que estamos hablando, la comedia no terminaba de funcionar –la fina línea en el uso del humor adulto con estos personajes es bastante difícil de equilibrar, como veremos en el siguiente apartado– y, aunque es un buen experimento con el corazón en su sitio, este especial no consiguió encontrar un nuevo hueco para los personajes tampoco. 

La nueva aventura de los Teleñecos iba una vez más directa al formato doméstico y los llevaba al supuestamente fantástico mundo de Oz. 

Con esto en mente, un camino natural que parecía sabio tomar era el de volver a las adaptaciones de clásicos. De esa forma, en 2005 los Teleñecos volvían a protagonizar una película por todo lo alto… que no consiguió salir en ningún momento del purgatorio del mercado doméstico. Los Teleñecos y el Mago de Oz contaba con unos diseños y decisiones interesantes –como por ejemplo, un león Fozzie que quería encontrar valentía para poder ensayar sus rutinas de comediante con público-, que podían haber resultado en un producto más que digno. Sin embargo, ellos seguían sin estar en su elemento. 

Por algún motivo, la pérdida de control que podía haberse dado tras la muerte del creador había tardado más de una década en materializarse. Lo cierto es que a día de hoy se considera a esta la peor película de los Teleñecos jamás hecha, y casi lo único por lo que ha conseguido tener cierta relevancia cultural en los últimos años es por el –completamente marciano– cameo de Quentin Tarantino que tiene lugar a mediados de la cinta. Similar fortuna corrió poco después otro especial navideño emitido por la NBC, A Muppets Christmas: Letters to Santa (2008). 

La primera década del siglo estaba llegando a su fin y el mensaje parecía claro: los personajes ya no interesaban a un nuevo público que pudiera dotarlos de vida fresca. Sin embargo, el problema parecía estar también en que ese potencial ya no se encontraba en los mismos medios que hacía años. Los especiales navideños, las cintas directas a vídeo… no habían tenido éxito. Pero todavía quedaba una última esperanza: hacer un sketch viral que volviese a poner a los Teleñecos en boca de todos. 

En 2009, lo consiguieron con un clásico que nunca falla: la parodia o el homenaje a Queen. Por primera vez en casi quince años, los Teleñecos estaban de moda, y el videoclip en el que parodiaban Bohemian rhapsody era un caramelo perfecto. Una canción rodeada de nostálgicos, y que no resultaba antigua ni extraña a nuevas generaciones. Con este punto y final, el futuro de los personajes volvía a parecer prometedor, y ya solamente faltaba encontrar la fórmula para volver a sacar rendimiento a los personajes. Era hora de devolverlos a las pantallas de cine. Y, de alguna forma, si hacía unos años se habían apoyado en la fama de Scrubs, la sitcom estadounidense de moda en ese momento… era Cómo conocí a vuestra madre

La turbia relación de Gonzo con Camila y el resto de las gallinas… un melón que en algún momento estaremos preparados para cortar.

La década de los 2010s: grandes triunfos, algunos fracasos… 

Jason Segel, una de las estrellas de Cómo conocí a vuestra madre, era todo un amante de los personajes que estaba dispuesto a usar su recién conseguida fama para devolverlos a la gran pantalla… y también de camino, chupar toda la cámara que fuese posible. La nueva película se enfocaba de una forma claramente nostálgica, apoyada en el recuerdo de las primeras aventuras televisivas de los personajes para hacer una especie de homenaje a toda una generación que se había criado con ellos a la vez que se tendía un puente a una posible legión de nuevos admiradores. Y, si bien es cierto que Los Muppets (2011) se siente como un producto hueco en algunos momentos precisamente por esas ambiciones tan continuistas, no se puede negar que consiguió su cometido con creces. 

Los personajes volvían a tener relevancia en salas, y lo tenían además siendo completamente fieles a sus verdaderas personas, sin tener que interpretar ningún rol de literatura clásica. Y es que, aunque las opiniones se han ido enfriando con el tiempo, tanto el público como la crítica celebraron casi unánimente este regreso por todo lo alto. El corazón que sin duda tiene en su sitio y bastantes ideas bien desarrolladas, que llevan a los personajes a nuevos lugares por descubrir y le permiten mantenerse en pie a pesar de su falta de originalidad y ambición.

La secuela no se hizo esperar, y esta vez había mucha más libertad para poder cobrar vida más allá de la nostalgia por el tiempo pasado. El tour de los Muppets (2014) cambiaba el protagonismo humano de Jason Segel y Amy Adams por unos Ricky Gervais, Ty Burrell y Tina Fey sabiamente mucho más controlados en minutos de pantalla, dejando el foco de atención en una alocada aventura que permitía la sucesión de sketches y malentendidos en los que pueden brillar los bichos de felpa. El resultado es, probablemente, una de las películas más hilarantes y divertidas de los Teleñecos, en la que la trama se convierte en una excusa más para un disparatado número de gags por minuto, que oscilan como era marca de la casa entre lo metaficcional e intelectual hasta lo más burdo y vodevilesco. Tristemente, la película no tuvo la taquilla y recepción crítica tan positiva de la anterior, y sin poder considerarse en ningún momento un fracaso, volvió a estancar a los personajes fuera de los cines. 

Pero que se cierre una puerta no significa que no quede alguna ventana por la que escalar, o eso parecía. Entre 2015 y 2016, se emitió en la cadena ABC una nueva serie protagonizada por los Teleñecos y llamada simplemente Los Muppets, la tercera tras El show de los Teleñecos (1976-1981) y Los Teleñecos esta noche (1995-1996). Alejándose del formato de programa dentro del programa pero no demasiado, en esta ocasión se apostaba por un formato de sitcom tradicional en el que nos sumergíamos por completo en la preproducción de un capítulo del show, usando recursos de cámara en mano o de mockumentary que ya habíamos visto en series de éxito en el momento como The Office, Modern Family o Parks and Recreations. La idea era buenísima y una evolución natural y razonable de la franquicia, pero sin embargo el resultado dejaba bastante que desear a nivel de ritmo y capacidad para construir historias y gags interesantes y funcionales. La falta de un tono claro que parecía oscilar constantemente entre el público más adulto, pero no queriendo dejar atrás al público infantil que podían haber conseguido con las últimas películas. Algo no funcionaba, desde luego, y como muestra está el hecho de que el proyecto no pasase de una primera temporada inicial.

Tras este patinazo, el único intento en casi cinco años para mantener la franquicia en el candelero había sido en 2018 con Muppets Babies, una serie animada –como la original ochentera de la que supone reboot– que se ha ido emitiendo en el canal Disney Junior con cierto éxito, manteniéndose todavía con una segunda temporada. Aunque sin marioneta alguna, aquí se parece seguir mostrando un interés por los personajes, buscando un público incluso más infantil. 

Con la llegada de Disney+ y la necesidad de crear nuevo contenido, sin embargo, sí se ha dado la oportunidad de una nueva serie de estreno. Con una primera temporada de seis capítulos, Muppets Now ya ha terminado su emisión en Estados Unidos y solo queda esperar que la plataforma se digne a estrenarla en nuestro país. La falta de repercusión del proyecto parece decirnos, desde luego, que los personajes no están en su mejor momento, aunque si algo nos ha enseñado este viaje a lo largo de tres décadas, es que han pasado por situaciones mucho más duras y que acabarán volviendo a reinar sea como sea. O algo así. Larga vida a los Teleñecos.

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