‘Please Like Me’ – Retrato emocional de una generación

Hablamos de la serie que todo el mundo no para de recomendar en tu timeline: Please Like Me, entre salidas del armario sorpresa y enfermedades mentales en la edad madura, es una de las mezclas de comedia y drama más corrosivas del momento, y los últimos capítulos acaban de llegar a nuestras pantallas. Te explicamos por qué esta vez sí tienes que hacerle caso a Internet.

Josh is a comedian, writer and very generous lover.

He thinks personal websites are probably a bit stupid.

Con estas dos líneas con la que presenta su página web, Josh Thomas define con sorprendente exactitud tanto su propia personalidad como la de Josh, su alter ego en Please like me, cuya última temporada acaba de llegar a Netflix. Algo que resulta lógico, dado que la línea entre persona y personaje se difumina hasta incluso desaparecer en la serie creada, escrita y protagonizada por él mismo. Por poner un par de ejemplos: John, su perro en la ficción es, efectivamente, su propio perro, con el que comparte felizmente el nombre de su productora, John and Josh International. Lo mismo ocurre con Tom, el mejor amigo de Josh, interpretado por el mejor amigo de Josh Thomas en la vida real, Thomas Ward (al que eligió para el papel después de haber entrevistado a decenas de actores, a pesar de que el personaje estaba basado en el propio Ward. Así se las gasta Josh Thomas). La salida del armario a los veinte (estaba ya preproduciendo la serie) y la convivencia con la enfermedad mental de su madre también son reales.

De tratar de buscar una diferencia nos encontraríamos probablemente en primer lugar con el enorme éxito profesional que Josh Thomas lleva cosechando desde los diecisiete, cuando se convirtió en la persona más joven en hacerse con un galardón en el Melbourne International Comedy Festival (el tercero más grande del mundo) en una de las categorías más prestigiosas, la de RAW Comedy. Aunque es muy posible que el propio Josh Thomas afirmase que tener un trabajo tranquilo y agradable como el de Josh, en un puesto de café y chucherías delante de un edificio de oficinas puede considerarse asimismo un gran éxito. Porque a diferencia de otras muchas ficciones centradas en el siempre tumultuoso tránsito de los veinte a los treinta, a Please Like Me no le interesa contarte los problemas laborales o las clásicas dudas tipo «qué estoy haciendo con mi vida«, «hacia dónde se encamina mi futuro» o «cuál es mi lugar en el mundo«. La serie de Josh Thomas, como él mismo afirma, no está interesada en jugar a eso.

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Son muchas las series a las que durante los últimos años se les ha adjudicado el más que manido término de «retrato generacional», Girls (2012–) o Broad City (2014–) entre ellas. Please Like Me, más que a ser el retrato de una generación, que lo es, aspira a algo mucho más profundo y complicado: la disección paulatina y silenciosa, pero implacable, de los problemas emocionales y conflictos que surgen en el paso de la postadolescencia a la edad adulta. La serie consigue alcanzar un equilibrio extremadamente difícil: no esconde ni edulcora nada, planteando asuntos como el aborto, el suicidio o la homofobia con enorme crudeza pero sin llegar nunca a resultar sensacionalista o lacrimógena. Su aproximación a la enfermedad mental, en ocasiones como elemento presente aunque casi siempre sobrellevable en la vida diaria y en ocasiones como un tsunami que arrasa con todo a su paso, resulta absolutamente magistral.

Y es que los temas que en otras series abordan prácticamente a martillazos se tratan en la serie de Josh Thomas de manera tan sobria como devastadora. En ese sentido, Please Like Me recuerda a la famosa tortura de la gota china; erosionando poco a poco, casi sin que te des cuenta, las diversas capas emocionales de Josh, un universitario de veinte años que descubre en un plazo de veinticuatro horas que su novia quiere dejarle porque sospecha que es gay; que, efectivamente, sorpresa, es gay; y que su madre mentalmente enferma ha intentado suicidarse. Todo eso en el episodio piloto.

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Parejas, amantes, amigos, familia completan un cuadro que va tomando forma a lo largo de treinta y dos episodios en los que, a pesar de la enorme complejidad de todos sus personajes, Josh es el indiscutible eje central. Así pues, todas las tramas, aunque tratadas con enorme riqueza y profundidad, sirven como línea paralela o tangencial a la de Josh, que a su vez rara vez presenta un conflicto ajeno a las personas que le rodean. Porque bajo su cara de (tal y como él mismo comenta socarronamente en un capítulo) «bebé de cincuenta años» y sus toneladas de carisma, Josh esconde una necesidad patológica de servir de apoyo y sostén a los que le rodean en detrimento en varias ocasiones de su propia salud emocional.

Calificada generalmente como comedia (cada episodio es absurdamente divertido), la serie de Josh Thomas es también un drama de cocción lenta, capaz de tratar los hechos más terribles con enorme sensibilidad. Sin embargo, y pesar de lo dolorosa que puede resultar, Please Like Me es sin duda una celebración del amor y de la vida. En ningún momento sus personajes, de una enorme humanidad, dan la impresión de querer transmitir una idea negativa sobre la gente, puede que a diferencia de otras series del corte. Todos son capaces de actos de mezquindad e incluso de crueldad, pero detrás de ellos nunca se esconde un deseo genuino de hacer daño a los demás. Todos, al fin y al cabo, lo hacen lo mejor que pueden. Hay algo muy universal en la manera en la que actúan y sienten, haciendo al espectador empatizar constantemente con ellos a pesar de tratarse de una serie con un sabor muy particular (la sensación de extrañamiento con esos jóvenes modernos australianos que viven en la ciudad pero tienen gallinas y que van a subastas de casas a veces es enorme).

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El devenir de la producción ha sido algo tumultuoso. Aunque destinada originalmente a emitirse en ABC (la televisión pública australiana), Please Like Me quedó finalmente relegada al canal digital ABC2 (hay quien opina que debido al carácter explícitamente gay de la serie). No obstante, la compra de los derechos de emisión por parte de la cadena estadounidense Pivot aupó la producción de las siguientes temporadas. El problema vino cuando la propia Pivot anunciaba su cierre en octubre de 2016, quedando el futuro de la serie en el aire a pesar de su creciente número de seguidores y del enorme éxito de crítica que iba cosechando a lo largo de todo el mundo. Aunque los derechos han sido adquiridos por Hulu en Estados Unidos y Netflix en otro puñado de países (entre ellos España, y de ahí la reciente explosión de la serie) Josh Thomas, ante la incertidumbre sobre su continuidad, decidió pegar un puñetazo en la mesa y firmar una cuarta temporada que eleva toda la esencia de la serie al 11: hacerte reír hasta llorar y sacarte las tripas. Y no siempre en ese orden.

Para disgusto de muchos de sus fans, el propio Josh Thomas anunció recientemente en su cuenta de Twitter que la cuarta temporada será finalmente la última, por lo que si buscas una serie que te ofrezca algún tipo de colofón o epifanía, quizá esta no sea la tuya. Please Like Me está hilvanada de forma maravillosa, a veces por detalles tan sutiles como sus múltiples paralelismos internos (por poner un ejemplo: los diferentes travellings que durante las cuatro temporadas siguen a Josh por casa de su madre cada vez que va a visitarla), pero no pretende llevar a ningún tipo de conclusión vital. Más bien parece que Josh Thomas haya querido abrir una ventana a la vida de una persona para observarle durante un tiempo antes de volver a cerrarla, de manera que, al igual que suele ocurrir en la vida real, algunas cosas nunca llegan a resolverse del todo.

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Sin embargo, la no continuidad de esta ficción australiana no parece que vaya a evitar que siga ganando adeptos. Además de un guión de acero, que se mueve perfectamente entre el humor desternillante y el drama más desgarrador sin tropezar ni una sola vez en el cambio de pasos, quizá el motivo por el que las efusivas recomendaciones de la serie se están extendiendo como el fuego, sea la absoluta honestidad y el pulso firme con los que Josh Thomas plasma, escena a escena, golpe a golpe, el desamparo emocional propio de la veintena que, aceptémoslo, nunca va a abandonarte. Y ahí es donde Please like me te hace besar la lona. Y que te alegres de que lo haga.

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