Luis Bustos: «Resumir la historia de la música pop en setenta páginas es una locura»

POP de Luis Bustos, editado por ¡Caramba!, es un cómic que funciona como una pequeña enciclopedia de la música popular que recoge todo tipo de géneros, artistas y temas pop con mucho humor. Hablamos con su autor sobre música, cómics y por qué la mitomanía musical nos atrapa más que cualquier otra.

BLANCA REGO (BR): Pop no tiene mucho que ver con las últimas novelas gráficas que has publicado con Astiberri (García y Puertadeluz). Sin embargo, sí tiene que ver con otros trabajos tuyos, como la sección que tenías en Orgullo y Satisfacción y, sobre todo, el trabajo que hiciste durante un tiempo para Rockdelux. ¿Cómo surge la idea de hacer un cómic sobre música?

LUIS BUSTOS (LB): Es una idea que tenía en la cabeza desde hace tiempo. Surgió, en cierta forma, hace más de una década con mis colaboraciones para Rockdelux. Tanto allí como en este libro para Astiberri está presente el análisis del mundo de la música pop a través de una serie de temas, siempre con humor. Gracias a mi trabajo en Orgullo y Satisfacción, por fin vi más o menos claro cómo podía diseñar y estructurar ese tipo de contenido en una obra, digamos, conceptual; un álbum completo que tratara lo más ampliamente posible la música pop, tanto desde un punto de vista periodístico como sentimental.

Es cierto que no tiene mucho que ver con mis anteriores trabajos, salvo esas dos excepciones. Últimanente me he manejado más, sobre todo para Astiberri, en el formato de la novela gráfica dramática, pero me apetecía mucho hacer un libro de estas características.

BR: POP no es un cómic sobre música pop en el sentido más estricto del término, sino sobre música popular en general, desde el pop de masas al punk pasando por estilos tan variados como el folclore o el metal. Me imagino que muchas de las viñetas partirán de anécdotas y gustos personales, pero también hay mucha documentación detrás.

LB: Evidentemente, mucha de la información que aparece en el libro ha surgido gracias a una labor de documentación y de poner en orden datos, tendencias, géneros, artistas… No quería tratar el género de la música pop, sino el pop como algo global, como algo más cercano a la cultura popular. Eso me obligó a investigar sobre artistas y géneros con los que no estaba familiarizado. Gracias a eso, descubrí conexiones muy gustosas. De repente, descubres que ciertos artistas han mamado de géneros que no tienen nada que ver con la obra que estaban produciendo, que ciertos géneros llevan a otros con los que en principio no tienen una conexión directa.

Resumir la historia de la música pop en poco más de setenta páginas es una locura. Por un lado, es un libro muy denso, por otro he tenido que simplificar muchísimo y dejar de lado ciertos gustos personales que no encajaban dentro del discurso. Hay momentos en los que hay algún guiño a mi propia experiencia, pero en general he intentando hacer una especie de crónica, o algo que tuviera una coherencia. No solo una coherencia con lo que yo he vivido, sino con lo que ha vivido cualquier lector al que le guste la música popular.

BR: Pop es un cómic cuadrado con dos caras, imitando el formato de los discos de vinilo, y los capítulos funcionan como pistas de un álbum. En este sentido, me recuerda a Still Life, un cómic que publicaste hace tres años en el que la forma era el contenido. En ambos casos hay un trabajo de diseño que va mucho más allá de la ilustración en sí. ¿Esto surge de un interés por lo conceptual o tiene más que ver con tus años de trabajo como diseñador?

LB: Todo tiene que ver. He trabajado como diseñador y quiero aplicar esos conocimientos de mi faceta profesional como grafista a los libros que hago, así que me involucro en el diseño. Además, la idea fundamental de este libro era hacer algo conceptual, como un álbum conceptual de música pop. El formato definía el fondo. No es casual que sea cuadrado, que tenga dos caras, que juegue con el propio diseño de las páginas y el diseño del trazo… o más bien la elección de ciertos trazos. Por ejemplo, en el capítulo de la música electrónica manipulo mi estilo para convertirlo en una especie de 8 bits, sacrificando ese trazo preciosista que muchos dibujantes consideran sagrado. Todo esto obedece a una idea global de un libro-juego donde el lector disfruta no solo del fondo, sino también de la forma.

BR: El libro comienza con el tema más jugoso del pop: Canciones de amor y sexo. ¿Existe alguna canción que no hable de amor y/o sexo directa o indirectamente?

LB: El noventa por ciento de las canciones pop van sobre eso, sobre amor, sexo, frustración y deseo adolescente o juvenil. Sobre amor y sobre desamor, claro. Probablemente haya más historias de desamor que de amor. Hasta que… iba a decir hasta que llegó el AOR, pero el AOR es lo mismo, pero amor de señores de cuarenta años. Creo que la etiqueta adulta no casa especialmente bien con el pop.

Los temas son siempre los mismos. El amor, la muerte, la pérdida y todo ese tipo de grandes temas. No solo en la música pop, la cultura siempre ha sido así. Los temas son mínimos y se van haciendo variaciones sobre el amor, la figura de Dios, la muerte y ese tipo de cosas. La música popular no deja de ser un reflejo de todo eso, así que era lógico empezar con ese tema. Es el más tópico, pero es el que fundamenta el relato.

Música explotada por la industria del cómic Pop de Luis Bustos.

BR: Otro gran tema es el de la rebeldía en la música popular. En este capítulo hablas de cantautores, punk, hip hop, raves y hasta conciertos benéficos que dan vergüenza ajena. ¿Es de verdad posible la rebeldía en la música pop?

LB: Cuando titulé el capítulo «Rebeldía en la música popular» no solo hablaba de rebeldía, sino del concepto de política aplicada a ese tipo de artefactos, canciones y píldoras musicales. Ahí cabe de todo, tanto la rebeldía juvenil como la política más rancia y conservadora. En el libro hay ejemplos de todo tipo, desde Sex Pistols y The Clash hasta grupos de AOR donde el valor conservador era fundamental, veías cómo se filtraban esas ideas políticas en sus obras.

Luego ya está todo el choteo de la industria que intenta aprovecharse de esa rebeldía juvenil para explotarla y crear mecanismos de control económicos, políticos y sociales. Cualquier tendencia nueva tiende al fracaso porque llega un momento en el que si se hace lo suficientemente grande se desvirtúa, es explotada por, digamos, «los mayores» —las grandes corporaciones, la gente que está en posiciones de poder— para sacar un rédito económico. Eso termina neutralizando la rebeldía, claro.

LUIS BUSTOS ha creado con POP un libro mitad objeto de coleccionista, mitad ensayo pletórico de datos, mitad chascarrillo en forma de cómic sobre las ridiculeces del pop. Hablamos con él de guitarreo y viñetas.

Tuitea esto

BR: Las drogas son la única constante del pop equiparable al sexo. En el capítulo dedicado a los estados alterados das un repaso a artistas, géneros y hasta discos concretos que no existirían sin drogas. La música parece tener una relación más directa con las drogas que otras artes.

LB: Droga y artistas han ido de la mano durante siglos. No quiero sonar pedante, pero los chamanes, que no dejaban de ser los cuentacuentos de la tribu, tomaban hongos mágicos y otro tipo de sustancias para entrar en un estado que les permitiera hacer de puente entre el relato que tenían que transmitir y su tribu. Los artistas son básicamente eso, gente que viaja a ciertas zonas de la mente y del espíritu, a ciertos territorios emocionales, y a veces eso conlleva un peaje. Ese peaje está a veces construido a partir de ese tipo de sustancias.

La música tiene un mayor nexo con eso porque es más abstracta que otras disciplinas creativas. La conexión con los sentimientos y emociones es más inmediata. Luego también está todo el cancaneo del artista, y la música popular lo alimenta, aunque esto ya viene de los románticos. El artista tiene que ser alguien que esté caminando siempre por el lado salvaje de la vida, y ser una persona complicada. Es un valor que aprecian los que consumen ese tipo de música, porque crea una mitomanía en torno al artista y la obra.

Viñeta en la que Steve Jobs se ríe de la gente que cree que el iPod va a ser un fracaso. Del cómic POP de Luis Bustos.

BR: El capítulo dedicado a los formatos rompe un poco con los anteriores, centrándose en un tema más tecnológico. ¿Por qué decidiste dedicar un capítulo a algo que de entrada podría parecer muy técnico y no apto para chistes?

LB: Es coherente si parto de la base de que el propio libro juega con el formato. El libro no tiene un formato estándar, está adaptado a lo que quiero contar. Ese capítulo sobre formatos viene a contar que los formatos son parte importante de la obra, pero también de la industria. Ahora lo vemos cada vez más: con la música en streaming, hay una tendencia a la baja en los formatos físicos y la gente consume las obras de una manera muy peculiar. Volvemos otra vez al single, que era algo muy típico en los años cincuenta y sesenta, a diferencia del álbum. ¿Para qué vas a escuchar un disco entero si puedes escuchar esa sola canción que te interesa en Spotify y evitar el resto?. Es curioso cómo los formatos cambian las tendencias y el acercamiento de la gente a las obras.

BR: El capítulo «We don’t play guitars», dedicado a la música electrónica, es uno de mis preferidos. Curiosamente, en casi todas las entrevistas que te han hecho lo obvian. ¿Crees que es un tipo de música dado especialmente a prejuicios y desconocimiento?

LB: La música electrónica es absolutamente gigantesca y tiene muchos subgéneros. Hay cierta música electrónica que siempre ha estado bien vista, porque entraba dentro del terreno de lo vanguardista, a diferencia de la música de baile, que era vista como algo puramente hedonista, por eso hasta hace relativamente poco no había teóricos ni libros sobre ella. Se asumía que tú te ibas de fiesta y te ibas a bailar, pero que no podías consumirla en tu casa porque eso no tenía sentido.

Durante los noventa, se crearon etiquetas para la música electrónica que escuchabas en casa, el intelligent techno, IDM… Eso no dejaba de ser una excusa para hacer algo que hacías ya de fiesta, pero de una manera sosegada y sin tener que salir a la calle. En las entrevistas muy poca gente me ha preguntado sobre esto y creo que es precisamente porque no hay mucha teoría sobre la música electrónica todavía, en comparación con el rock y otros géneros. Aparte, es que los teóricos de la música electrónica han tenido que vivir la escena. Es gente que se ha drogado, que ha estado en raves y que lo ha racionalizado, que ha sido autoconsciente de lo que ha experimentado. Yo creo que irán saliendo más y las preguntas sobre esté género serán más cotidianas, no tan raras.

Digital versus analógico ene l cómic Pop de Luis Bustos.

BR: ¿Crees que los prejuicios contra la música electrónica tienen que ver con la idea de que los ordenadores hacen las cosas solos? No lo pregunto solo por la música, sé que tú trabajas en digital desde hace tiempo.

LB: Tiene que ver, sí. Hasta hace poco, lo que podías hacer con un ordenador era muy limitado, y además la mayoría de la gente intentaba imitar un estilo naturalista. Es obvio que eso no llegaba a los estándares a los que el público estaba acostumbrado. Ahora ya no, ahora esa barrera es más difusa. En unos años ya nadie va a distinguir si algo está hecho de manera digital o analógica.

Yo ahora trabajo siempre en digital, y hay mucha gente que me sigue preguntando si eso está hecho en papel o no. Cuando digo que no, que no hay originales, se sorprenden y me dicen que parece hecho en papel. Igual que hay gente que todavía no asume que la música electrónica es música, hay gente que todavía piensa que hacer una obra completamente digital, con un ordenador, es desmerecer el talento de otros artistas que trabajan con otros medios. Es absurdo.

Creo que es una tendencia que irá desapareciendo. Tengo muchos compañeros de profesión que han dado el salto y están encantados. Producen mejor, más rápido… Cuando digo mejor me refiero a que incluso dibujan mejor, porque las herramientas digitales te permiten hacer las cosas con mayor cuidado, pudiendo corregir. La tecnología te permite hacer cosas en las que antes estabas vendido, por pereza o falta de habilidad incluso. Eso no te hace peor artista, simplemente aprendes a usar otras herramientas.

BR: La cara B se abre con las rarezas, como era habitual en muchos singles. Aquí está una de las viñetas que a mí me hace más gracia, la conversación entre Merzbow y John Zorn. Son dos músicos no demasiado conocidos y quizá muchos lectores no entiendan el chiste. Aunque un cómic sobre música puede atraer a personas que normalmente no leen cómics, ¿no es arriesgado mezclar a artistas tan populares como Rihanna con otros tan minoritarios como Oval?

LB: Escucho música bastante variada, pero también es cierto que o te arriesgas y tiras para delante o te queda una obra limitada, centrada solo en una serie de aspectos. Para hilar todo ese discurso narrativo, era lógico que tuviesen que salir Rihanna o Whitney Houston y Oval o Einstürzende Neubauten. Todo forma parte de lo mismo, cada uno con su registro y género, pero tenían que salir todos.

Me preocupaba un poco explicar, hasta cierto punto, quiénes son. A veces queda un poco oscuro, pero eso tampoco es especialmente malo porque si te está gustando el libro y descubres alguna referencia que no te suena de nada puedes investigar. Ahora mismo abres el móvil, buscas en la Wikipedia «Oval» y te sale toda su obra y enlaces para escuchar su música. Aunque te resulte una referencia oscura, si tienes cierta curiosidad, irás a buscarla. Eso me parece muy divertido.

BR: Creo que uno de los capítulos que más te costó es el del globalismo pop. Supongo que tú, como todos, vives rodeado de música anglosajona. A veces nos olvidamos de que existe mucho mundo más allá de eso.

LB: Con el capítulo del globalismo descubrí dos cosas. Una es que no sé una mierda de lo que se produce en el mundo. Es imposible, el mundo es muy grande y hay muchas tendencias y escenas en diferentes zonas. Por otro lado, te das cuenta de que todo está interconectado. Existen escenas de pop, de electrónica, de metal en Indonesia, África, Latinoamérica… Cuando empiezas a investigar, ves que muchas veces los referentes son los mismos.

De repente, un artista de Nigeria está muy influido por el metal de Sepultura de Brasil. Es algo inmenso, pero al mismo tiempo no te ahogas porque ves muchas conexiones. Fue un capítulo muy complicado de sintetizar. Intenté dejar ver que en el mundo se están produciendo cosas muy diferentes y que la gente está produciendo su tipo de pop particular, con raíces anglosajonas, pero mezclándolo con sus propias raíces.

BR: Otro gran tema es el de la música en directo, que durante estos últimos años ha generado situaciones de lo más estrambóticas, desde DJs pinchando con pendrives hasta apocalipsis dignos de Mad Max. ¿El fin del mundo lo provocará un festival de música?

LB: No sé si lo provocará un festival de música, pero, durante los últimos años, los festivales de música han sido una gran burbuja. No sé en qué se han convertido. No sé si es una oportunidad para ver bandas que de una en una no tendrías ni tiempo ni dinero para ver en directo o si es una especie de feria de artistas pop. Es un poco como un buffet libre en el que vas a consumir a saco anteponiendo la cantidad a la calidad. A mí siempre me han dado un poco de pereza los festivales, prefiero conciertos pequeñitos, y últimamente ya es que los descarto, no van conmigo.

BR: El último capítulo se centra en los timos del rock & roll. La música popular está repleta de inventos, escándalos y rumores extraños. Hay mucha música y artistas que son un chiste por sí mismos, ¿no?

LB: El último capítulo es el más divertido porque imita un tabloide británico con todos los dimes y diretes, las leyendas urbanas y rumores de ese tipo de publicaciones amarillas. Es algo que está íntimamente relacionado con la figura del artista pop, con todo lo que lo rodea, toda esa cosa de que se convierten en mitos modernos. La gente, sobre todo los jóvenes, que necesitan referencias, quieren verse reflejados y aplicar eso a su vida. Les gusta pensar que su ídolo es perfecto o malote, y se sorprenden cuando tiene comportamientos inapropiados que no habían pensado que pudiese tener. Es divertido, porque en el fondo es un circo. Hay artistas muy inteligentes que lo aprovechan, y otros se ven arrastrados por todo ese aluvión de rumores absurdos y de información tergiversada. Es una especie de tragicomedia.

BR: POP incluye unas listas de reproducción de Spotify que funcionan como complemento, pero también como punto de contacto con los lectores. Incluso sirven para escuchar a algunos artistas de los que hablas en el libro que quizá no conozcamos. ¿Alguien te ha hecho algún comentario sobre algo que haya descubierto gracias al libro?

LB: Sí, claro. Hay gente que ha escrito agradeciendo las listas de cada capítulo a modo de guía de lo que iban a leer en esas 4 o 5 páginas. Estoy seguro de que habrá gente que ha descubierto cosas, igual que yo. Cuando pensé en hacer esas listas con el código QR que te lleva a Spotify para poder escucharlas, pensé que, como a mí se me pasarían muchas obras por debajo del radar, podía pedir a los lectores y a la gente que me sigue en Twitter que aportaran sus ideas y sus canciones. A partir de ahí se hizo una selección y unas listas bastante heterogéneas y sorprendentes.

En esas listas también hay humor y chistes privados. La lista de conciertos termina con una fanfarria de una banda de viento y metal que es el inicio del Live Aid de Wembley. Básicamente es un chiste, no parece pop y te preguntas por qué está ahí. En lugar de poner a Queen, o cualquier otra canción de esos megaconciertos benéficos, preferí hacer la broma de sacar la intro, en vez de todo lo demás.

BR: Pensar y llevar a cabo todo esto habrá sido muy laborioso. Me pregunto si es más trabajo hacer un libro como este, que incluye cientos de viñetas sobre temas distintos, que una novela gráfica con una narrativa más literaria o lineal.

LB: No especialmente. Como me he movido en los dos campos, el del humor gráfico y el de la novela gráfica dramática, pues yo me arreglo. De hecho, según voy sacando libros es porque me apetece contar las cosas de una manera o de otra. El próximo libro tiene conexiones con el tipo de narración de POP, porque es una crónica, pero también hay momentos en los que para contar una anécdota que transcurre en el libro uso una narrativa dramática.

A mí me gusta tanto un estilo como otro, pero hay otros autores que prefieren decantarse solo por uno. Algunos son muy eficientes narrando un relato dramático de cien o doscientas páginas, y otros son buenísimos usando el concepto de una sola página o varias, haciendo cosas como Para ti, que eres joven de Manel Fontdevila y Albert Monteys, donde hay un tema y cada viñeta es un chiste y es independiente. Son estilos distintos, pero el trabajo es el mismo.

BR: En España es difícil vivir del cómic, como de casi cualquier otra actividad cultural/artística. Cuando los medios y librerías generalistas se hacen eco de un cómic como este, parece que sus autores estén triunfando, cuando en realidad esa visibilidad no suele equivaler a un éxito económico. Los medios no suelen hablar de este tema, así que el público no es consciente. ¿Se debería hablar más de dinero para que todos sepamos lo complicado que es vivir del cómic?

LB: Yo creo que al público en general no le interesa esto. Si tú has decidido ese camino, pues ya está… Pero es injusto porque se crea una imagen del artista de cómics, música, cine, o lo que sea, como un vividor que vive un poco del cuento y no es así. Es un trabajo duro, como cualquier trabajo freelance, y además estás trabajando con emociones. Como decía el personaje del artista de la serie Spaced, cuando le preguntaban sobre si sus herramientas eran acuarelas pinceles, lápices… Él contestaba que no, que eran el odio, el miedo, el dolor… Era una burla sobre ese tipo de artistas, pero es cierto.

Es muy agotador sacar adelante un proyecto, pero, por otro lado, compensa el hecho de ver que has creado una obra, que está en las librerías, que a la gente le gusta, que te comenten que les ha llegado en ciertos aspectos, que les ha emocionado, entristecido, divertido… Si eso va acompañado de una remuneración económica acorde a las horas que has trabajado, pues mucho mejor, pero no suele ser el caso.

BR: Para terminar, ¿qué nuevos proyectos tienes ahora entre manos?

LB: Estoy terminando mi siguiente obra en solitario. Este año tengo la fortuna de que voy a publicar dos obras, POP y a finales de año otra nueva. Estoy muy contento de cómo está quedando y es una propuesta muy seria por parte del editor, que supongo que en breve hará público el anuncio.

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