Con diez nominaciones, incluyendo Mejor Director y Mejor Película, el filme de George Miller es una de las favoritas de los Oscar 2016 tras El renacido. Pero ¿cuántas de esas candidaturas pueden convertirse realmente en premios? Y, lo más importante, ¿importa eso de verdad?
De entre todas las disciplinas que tienen su lugar en el mundo del cine, hay una que destaca por lo esotérica y lo compleja: la oscarlogía, o ciencia de adivinar qué películas van a ganar en los Oscar. Cada año, sus practicantes se dedican a analizar los filmes que aspiran a los Premios de la Academia, indagando en sus circunstancias cual arúspices de la antigua Roma en los higadillos de un pollo, para así dictaminar cuáles de ellos se llevarán los correspondientes hombrecitos dorados. A veces sus predicciones dan en el clavo y, a veces, fallan estrepitosamente, pero este arte adivinatorio presenta, en general, poco lugar para las sorpresas. Ahora bien: si hablamos de sorpresas, este año nos ha deparado una, y bien gorda. Porque cuando se estrenó Mad Max: Furia en la carretera, ¿quién era el guapo capaz de adivinar que la cinta de George Miller iba a llevarse nada menos que diez nominaciones?
Así ha sido, pese a todo: mientras muchos esperábamos que Mad Max recibiera la habitual avalancha de nominaciones técnicas (que las ha habido) y, como mucho, una mención a Charlize Theron como Actriz Principal (que, maldita sea, no está ahí), ¿cuántos nos hacíamos a la idea de ver al venerable Miller aspirando a Mejor Director? ¿Hasta qué punto imaginábamos que la última aventura de Max Rockatansky (hasta la fecha, y en palabras de su autor, posiblemente también para siempre) competiría con otros trabajos de carácter mucho más oscarizable por el trofeo a la Mejor Película? Pero claro, una cosa son las candidaturas, y otra su materialización en forma de estatuillas. Pasado el subidón, es el momento de preguntarse cuántos de estos diez Oscar tienen auténticas posibilidades de ir a parar a la Ciudadela de Immortan Joe.
Para empezar, es curioso que la Academia de Hollywood haya tenido en cuenta a Mad Max para tantos de sus premios… olvidándose, pese a todo, del mayor activo del filme. Hablamos, claro, de Charlize Theron: si bien las alabanzas críticas hacia el resto de las actrices nominadas han sido numerosísimas (empezando por la Cate Blanchett de Carol y terminando por Charlotte Rampling, que ya triunfó en la Berlinale con 45 años), manda narices que Charlize Theron no aspire a una estatuilla por su trabajo, cuando el personaje de Imperator Furiosa se ha convertido en el mayor emblema de esta película ya desde antes de su estreno. Quienes soñábamos con ver a la sudafricana de oro repitiendo la proeza de Sigourney Weaver, quien se convirtió en la primera actriz nominada por una película de acción gracias a Aliens. El regreso (1986), tendremos que quedarnos con las ganas.
Asimismo, y aunque Tom Hardy figure en las listas como secundario merced a El renacido (filme líder en nominaciones, con 12 posibles estatuillas a su nombre), también resulta un poco frustrante que la Academia no haya reconocido una rara virtud en un actor famoso: la de hacerse a un lado y permitir que su colega le robara el protagonismo mientras le sacaba jugo a un rol consistente en gruñidos, bufidos y miradas de soslayo. Y, ya que estamos con las candidaturas dramáticas de reparto, ¿somos los únicos que echamos de menos a Nicholas Hoult? No lo decimos sólo por lo bien que asume su caracterización, ni porque una de sus líneas (ese «What a lovely day!» que ya se ha convertido en frase hecha) sea la más característica de la película. Es que Nux, su personaje, tiene la evolución más interesante de todo el filme, llevada con mucha gallardía y (paradójicamente, tratándose de un filme así) con mucha sensibilidad por el actor inglés. En general, el hecho de que ningún actor del filme haya sido nominado clama al cielo, sobre todo si contamos con que el Screen Actors Guild ha nominado a Mad Max para su premio colectivo al Mejor Reparto.
Con respecto a las demás posibles omisiones, no nos vamos a poder tiquismiquis: tal vez la falta de un Mejor Guión pueda escamar, pero resultaría prodigioso que los venerables académicos (media de edad: 63 años) se hubieran fijado en un libreto compuesto, dicen, casi exclusivamente de storyboards. Pero lo que sí queda claro es que, pese al Premio FIPRESCI en San Sebastián, al reconocimiento de la National Board of Review y a los trofeos otorgados por otras asociaciones de críticos, la Academia ve a Mad Max como un espectáculo técnico, y no como esa película capaz de esconder múltiples capas de significado bajo su aparente sencillez troglodita. Y, salvo excepciones, los espectáculos técnicos no suelen arrasar en los Oscar.
A esto debemos sumar unos resultados financieros positivos, pero no espectaculares: si bien Mad Max ha duplicado su presupuesto en taquilla (138 millones de euros invertidos, cerca de 345 millones de recaudación acumulada internacional) no se ha convertido en un fenómeno financiero. Y eso le impide aspirar a una de esas avalanchas de Oscar que, según los ejemplos de El Señor de los anillos: El retorno del rey (once Oscar, once, en 2004) o Titanic (con otros once trofeos, cosechados en 1998 para exaltación de James Cameron) transmiten un mensaje inequívoco de parte de la industria. Un mensaje cuya traducción es «gracias por habernos llenado los bolsillos».
En realidad, un escenario como el actual ya fue predicho con cierta exactitud por Business Insider el pasado enero: si bien aceptando que la película había dejado impresiones muy positivas en público y crítica, la web también citaba a académicos que la consideraban «una estupidez» y no pensaban votar por ella. Por otra parte, y ya desde el presente, si la institución quiere lanzar un guiño a los fans del género fantástico, ya tiene a Marte (The Martian) para hacerlo: el último trabajo hasta la fecha de Ridley Scott aspira a Mejor Película (pero no a Mejor Director, lo cual suele limitar muchísimo las posibilidades en la categoría reina), a Mejor Guion Adaptado y a Mejor Actor Principal (Matt Damon) además de a los premios de tipo técnico, como Mejores Efectos Visuales y Mejor Diseño de Producción. Contando con ello, sus posibilidades de arrasar son bastante ajustadas, pero es probable que salga mucho mejor parada de la gala.
Ahora bien: ¿de verdad importa que Mad Max: Furia en la carretera regrese al Páramo con un cargamento de estatuillas en su camión de guerra? Nosotros creemos que no. Ni por asomo, vamos. Para empezar, porque el siempre cuestionable valor de los Oscar como baremos de calidad en Hollywood anda últimamente por los suelos: desde hace ya bastantes años, sus omisiones son clamorosas (¿alguien recuerda lo mal paradas que salieron Drive, Shame o Nightcrawler, por citar tres clásicos modernos, en sus últimas ediciones?) y sus intentos por atraer a un público joven, tirando a lamentables. Así pues, quizá los Premios de la Academia no sean el entorno más adecuado para reconocer los méritos de Mad Max. Por otra parte, recordemos que George Miller (quien, a todo esto, ya tiene un Oscar, obtenido por Happy Feet en 2007) puso en marcha su saga desde postulados de estricta serie B, y dudamos mucho que entonces se planteara siquiera la posibilidad de subir al estrado. Aunque ahora, para qué negarlo, sería un subidón verle empuñando un ‘hombrecito’ y exclamando el inevitable «Witness me!».
Aquí llegamos a la cruz de nuestro argumento: tal vez a la Academia le interesara contar con Mad Max en sus listas de películas nominadas (para llamar la atención de un público que cada vez le hace menos caso, para empezar), pero a Mad Max no le hace falta la Academia. Nacido como un ejemplo de cine de guerrilla y derribo, el serial del Guerrero de la Carretera ha aguantado vivo y bien en el corazón de los fans durante casi cuatro décadas sin que ninguna gran institución del cine se dignase a arrojarle un cochino premio. Y, si para algo ha servido el clamor hacia su última entrega ha sido para demostrar las posibilidades del cine de acción, no ya sólo para crear imágenes de aúpa, sino para estimular las neuronas de sus espectadores hacia la reflexión y la confrontación de ideas, estuvieran o no de acuerdo con el producto final. Con semejante triunfo en bandolera, quizás Max, Furiosa, Nux y sus compañeras de viaje puedan pasar olímpicamente de unas pocas estatuillas. Como héroes que son, seguro que prefieren cederle el suyo a Leonardo DiCaprio, que el pobre ya da lastimilla…
Nux es el puto personaje de la película con permiso de Max y Furiosa y el ejemplo perfecto que poner a todos los que dicen que buen, si, esta bien y es divertida pero no es cine bueno-bueno del de calidad.
Ah, cuando se percibe que Mad Max no se va a llevar un Óscar importante, entonces pasamos a despotricar a los Oscar. Querría esa misma reacción si le dieran el Óscar a mejor película, la verdad.
Y no, Mad Max no tiene ningún tipo de súper transfondo filosófico, ni es la gran película feminista de la época ni nada. Es una película de acción, bellamente realizada, pero que no trasciende a nada, como sí lo hacía El señor de los anillos.