[Entrevista] Raquel Brune: «Hay que combatir esa idea de que hay que odiar a otra mujer porque tiene mejor pelo que tú»

Brujas y Nigromantes: Hermandad es la primera novela de la booktuber madrileña Raquel Brune. El título, comienzo de lo que será una saga fantástica, cuenta la historia de unas brujas modernas que no se esconden en redes sociales y que hará todo lo posible por proteger la sociedad mágica tal y como la conocen.

El término young adult (YA) se queda pequeño para describir lo que ya es un fenómeno literario. No es solo que la edad de los lectores se aleje del adolescente tardío que imaginamos con la descripción sino que el género ya no se limita a recopilar esas “historias sencillas con personajes cercanos” con las que las editoriales pretendían acercarse a los más jóvenes. El young adult ha mutado. Los personajes no se conforman con recorrer los pasillos del instituto o la universidad porque, gracias a la influencia de sagas como Harry Potter o Los Juegos del Hambre, salvan mundos fantásticos y habitan en las más diferentes distopías. Y eso se nota.

Aprovechando que los títulos de ciencia ficción que llegan al lector mainstream suelen centrarse cada vez más en la parte más científica de la ecuación -ejemplos de esto serían el éxito de la trilogía de Liu Cixin que inicia El problema de los tres cuerpos (2006) o el fenómeno que supuso El Marciano (2011)- y que la fantasía más popular se inspira directamente en los convencionalismos más clásicos del género (Canción de hielo y fuego y Crónica del asesino de reyes), los autores de YA han encontrado un hueco para conquistar la ficción especulativa y, mezclándola con la aparente sencillez de sus propuestas, generar éxitos de ventas. Los nuevos héroes adolescentes no solo son jóvenes, sino que se enfrentan a la madurez (y al sexo, y a las drogas) en entornos politizados, con problemas sociales muy cercanos a los nuestros. El YA triunfa entre la generación Z y los millennials porque no tiene complejos en mostrar y analizar realidades que géneros más respetados obvian de forma sistemática.

Un ejemplo de esto son las redes sociales y la presencia online. Mientras Facebook y Whatsapp se han convertido en una rutina que influye incluso en la política internacional, muchos escritores de ficción parecen obsesionados por levantar tramas que en la vida real podrían solucionarse a golpe de tweet. De nuevo el YA viene al rescate. En el género no solo encontramos mensajes, actualizaciones de estado y dobles checks, sino unos protagonistas nativos digitales creados por personas que saben de lo que hablan. En Brujas y Nigromantes: Hermandad, la magia se aprende por Youtube y la protagonista no solo lidia con problemas personales sino con cómo se perciben estos a través de Instagram. La propuesta de Raquel Brune tiene brujas influencers, versadas en feminismo, que recorren de fiesta Malasaña intentando detener la inminente batalla entre dos bandos mágicos. Hablamos con ella sobre su inspiración para la serie, las posibilidades del YA y su experiencia personal como booktuber.

MARTA TRIVI (MT): La gente que sigue tu canal te conoce bastante de tus gustos literarios. Sin embargo no eres una persona que comparta demasiado de su día a día. ¿Quién es Raquel Brune?

RAQUEL BRUNE (RB): ¡Qué difícil definirse a uno mismo! Creo que soy una persona bastante normal. Me gustan mucho los libros, las series, los películas, la música, tengo gustos bastante corrientes. Me gusta mucho Madrid, especialmente el centro, Malasaña y sus librerías y tiendas que son muy especiales y diferentes a las de mi barrio. No sé, soy muy normal. No me gusta hacer deporte pero sí salir a pasear. Tomarme un café tranquila, salir al parque…

MT: Brujas y Nigromantes es tu segundo libro y tu primera novela ¿Cómo la describes?

RB: Es la primera parte de una saga de fantasía urbana en donde se combina el fantástico con el mundo real que conocemos. En este caso mi fantasía urbana se ambienta en Madrid. He intentado contar la historia de unas chicas normales y corrientes que tienen la particularidad de ser brujas y viven en una sociedad mágica en donde hay una serie de circunstancias específicas que les afectan en su día a día en Madrid.

MT: Una de las cosas que más me ha llamado la atención es que has cogido dos imágenes tradicionalmente femeninas, la de las brujas una representación con contexto histórico negativo aplicado a mujeres que se salían de la norma por hacer medicina o no casarse, por ejemplo y lo has mezclado con la imagen de la influencer, que también tiene esa connotación de mujer superficial que solo se preocupa de su aspecto, para crear a una heroína que se presente de manera positiva. ¿Es algo que has hecho conscientemente? ¿Cómo ha sido el proceso de crear a Sabele?

RB: Bueno, esta novela me la planteé en 2017, antes del boom del feminismo, pero los ingredientes que han llevado a ese boom estaban ya latentes. La iconografía de la bruja está teniendo un papel relevante seguramente por el tema de la apropiación. Si te dicen «bruja» como algo negativo y al final resulta que una bruja es una mujer que hace cosas que están prohibidas o mal vistas para su género para reivindicar la libertad, pues al final es fácil apropiarnos de esa imagen negativa y convertirla en una reivindicación. En las propias manifestaciones feministas se hace en muchos carteles.

Con el tema de los influencers igual. Como es algo nuevo mucha gente desconfía del papel que realizan y muchas veces metemos a todos en el mismo saco. En el caso de las protagonistas de mi libro, Sabele, por ejemplo, se muestra dispuesta a usar su influencia e imagen en redes de manera positiva, para ayudar a la gente a través de la magia. Para mí las redes sociales tienen su lado positivo y su lado negativo y en este caso quería centrarme un poco más en el primero. Lo que no quita que la protagonista sufra en algunos momentos el lado negativo, en especial en relación a la inseguridad.

MT: Sí, el enfoque positivo es muy evidente. Eres una mujer que escribe sobre otras mujeres intentando controlar cómo se las ve, usando el hecho de ser visibles para cosas que consideran buenas. Creo que es uno de los puntos fuertes del libro. El otro, en mi opinión es la diversidad. Las dos compañeras de piso de Sabele, Rosita y Ame, son brujas con marca étnica, una representa la magia en la cultura caribeña y otra la magia en la japonesa… ¿cómo ha sido el proceso de documentación de las brujas en otras culturas?

RB: Todas las culturas tiene un tipo de mitología o superstición que gira alrededor de la figura de la mujer y la magia. A la hora de plantear una novela de fantasía en el mundo real y actual hay que tener en cuenta la globalización, la mezcla de culturas, y de la misma forma que se han mezclado las gastronomías es de suponer que se habrían mezclado estas figuras y su manera de enfrentarse a la magia. En mi mundo, cuando una persona emigra se lleva su propia cultura mágica, por así decirlo. Yo he cogido dos culturas mágicas que me interesaban a nivel personal, la japonesa -con sus dioses, supersticiones y rituales- y la caribeña con su mezcla con la santería, y he intentado actualizarla de forma que me sonara razonable.

MT: En las presentaciones de Sabele y Luke, los protagonistas femeninos y masculinos, creo que se han cambiado las tornas. Vas un poco en contra de las expectativas de lo que es una heroína de YA y su interés amoroso. Sabele es la perfecta y Luke la persona normal con la que identificarse, todo lo contrario que el canon que encontramos, por ejemplo, en Bella y Edward de Crepúsculo, en donde ella es la más «real» con la intención de que más mujeres se reflejen en su carácter, y él más brillante con la intención de enamorar a las lectoras. ¿Por qué este cambio?

RB: En mi generación hemos crecido con personajes femeninos neutros con los que querían que nos identificáramos. Eso querían. Pero Bella es una chica guapa, y sí que tiene defectos y vive un poco acomplejados por ellos, pero no son nada que no encuentres en cualquier persona. Al final yo quería hacer todo lo contrario a tener una protagonista que es perfecta —entre comillas, ¿eh?— y lo sabe. No tiene complejos al respecto, creo que es algo nuevo. Y lo mismo con el interés amoroso. Muchas veces el estereotipo que nos plantean es el del chico perfecto: alto, guapo, fuerte, que te tiene que salvar y, claro, yo me planteaba que hablamos mucho de los modelos de feminidad pero poco de la representación masculina, por lo que decidí hacer un protagonista masculino que aunque no fuera perfecto a todos los niveles, fuera interesante. Lo pensé así: ¿cuántos chicos de 16 y 17 años van al gimnasio todos los días para tener esos cuerpos? A nivel de personalidad igual, me apetecía que fuera imperfecto, como todo el mundo. Así que es fácil sentirse identificado con Luke porque no lo hace todo bien.


MT: Pues siguiendo con esto de identificarse con Luke. El YA es un género que atrae mayoritariamente a lectoras y uno de los motivos por el que dicen los expertos que pasa esto es porque las protagonistas aumenta el grado de identificación de este grupo demográfico en concreto. ¿Te preocupa que al haber cambiado el personaje con el que el lector tiene más facilidades para identificarse vaya a causar algún tipo de rechazo en las lectoras del género?

RB: De momento no. Yo creo que la gente tiene cariño a Sabele. La he creado con varios referentes en mente de personas que podrían generar rechazo o envidias pero no lo hacen. Me gusta que la protagonista sea guapa y «perfecta» para combatir esa idea que nos han metido de que hay que odiar a otra mujer porque tiene, no sé, mejor pelo que tú. Hay personas que se adaptan perfectamente a los cánones de belleza pero no generan rechazo porque dan también la imagen de intentar hacer las cosas bien y de esfuerzo. Y eso es lo que intentado reflejar con la protagonista. Por el contacto que he tenido con las lectoras, Sabele no les genera rechazo sino cariño.

MT: Una de tus principales inspiraciones, no ya para este libro sino para tu carrera, es Harry Potter. En tu propia página web tienes imágenes con merchandising, lo mencionas en tu presentación de autora… Sin embargo, tu aproximación a esa «magia actual» es diferente. Rowling intentaba que Harry Potter se ambientara en un periodo histórico lo más neutro posible. Sabemos que son los noventa pero podrían ser los dosmiles. Tú, por otra parte intentas todo el tiempo anclar tu historia a 2017-2018. Mencionas Tinder y otros sitios y lugares de actualidad muy específicos. ¿Por qué has querido hacerlo tan concreto?

RB: Harry Potter es una inspiración muy clara. Yo también he creado una sociedad mágica con sus reglas claras. Pero tengo otras muchas influencias que beben del mundo real. Lo que me apetecía hacer era reflejar el mundo que conozco y utilizar recursos de fantasía para hacer metáforas en él. Quería describir el mundo con el que me identifico y con el que me relaciono, por lo que tenía que ser lo más concreto posible. No me planteé en ningún momento si esto tenía consecuencias negativas, es lo que quería hacer desde el principio. Que fuera algo que está pasando aquí, en España hoy, no en un pueblecito de Estados Unidos desconocido. Si en el mundo resulta que hay magia tiene que haber magos y brujas en Malasaña.

MT: Creo que lo que me comentas es algo que dice también Chimamanda Ngozi Adichie que, pese a ser una mujer negra y haber crecido en África, de niña solo podía imaginar historias con personajes blancos en Estados Unidos. Al final lo que consumimos nos afecta. Por eso me surge la duda, ¿ha sido difícil introducir la magia en España teniendo en cuenta que tenemos más tradición de novela dramática con tintes históricos o policíaca?

RB: Sí que es verdad que la mayoría de libros que he leído de fantasía vienen de Estados Unidos o, si son más clásicos, Reino Unido. Y se siente ese vacío pero creo que está cambiando. Creo que cada vez hay más autoras de novela juvenil española, muy buenas noticias para la ficción de nuestro país. Como lectora he notado que hay poco dentro del género pero creo que Harry Potter ha hecho mucho por cambiar eso y la gente de esta generación está mas abierta al género que la de mis padres

MT: Dejando a un lado la literatura, me gustaría hablar un poco de la autoconsciencia en Brujas y Nigromantes. Uno de los primeros chistes que encontramos en el libro es Rosita pidiendo hablar de otra cosa que no sean los hombres para poder pasar el test de Bechdel. Mucha parte del humor es así. ¿lo ves como reírte un poco de ti misma y tus personajes o es la forma de escribir de una chica que, a fin de cuentas, se dedica a analizar otros libros?

RB: El humor que tiene el libro es al final el que tengo yo. Me gusta reírme de mí misma con ironía. En este caso me hacía gracia querer escribir un libro de mujeres empoderadas y feministas tener un primer capítulo en el que solo hablan de hombres. Pero en la novela hay temas más allá de los chicos.

RAQUEL BRUNE llena su novela de debut, BRUJAS Y NIGROMANTES – HERMANDAD, de feminismo, brujas y magia. Hablamos con ella de literatura ‘Young Adult’ y de cómo ambientar una historia en el ahora mismo.

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MT: Una de las cosas que me gustaría saber es cómo ha influido el hecho de que seas Youtuber en la faceta influencer de la protagonista.

RB: Eso es lo único en lo que nos parecemos, en esta experiencia de estar expuesta y ser consciente de la imagen que tenemos ahí fuera y modificar tu comportamiento en consecuencia. Al final también quería exponer una serie de dudas que tenía en mi interior y hablar de lo que conocía.

MT: Este es tu segundo libro, el primero fue un poemario que te autopublicaste. ¿Qué diferencias has notado entre la autopublicación y la publicación tradicional? ¿Cómo ha sido el cambio de registro desde escribir un poemario a una novela de fantasía?

RB: Yo siempre he escrito novelas y ficción pero en un momento dado, en unas circunstancias de mi vida en las que me sentía perdida escribí los textos del poemario y llegue a la conclusión de que podían ser de ayuda para muchas otras personas. Son una especie de diarios que yo creía que no servían pero al final si han tenido una salida más literaria. Son cosas que a mi me habría gustado leer en ese momento. El objetivo es diferente al de la novela. Esto es algo que me gustaría que fuera de alta calidad y que se convirtiera en mi profesión, y eso he podido hacerlo gracias a trabajar con una editorial. Con el poemario solo quería expresarme, sacar lo que tenía dentro. Nunca lo vi como algo profesional con lo que hacer carrera.

MT: Pues para acabar, ¿qué te depara el futuro?

RB: Desde pequeña he tenido la vocación de escribir. Desde que descubrí que los libros los escribía alguien antes. Mi sueño es poder seguir escribiendo muchos años y dedicarme el máximo tiempo posible a esto. A ver si hay suerte.

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