Con dos nominaciones a los Oscar y casi cinco veces su presupuesto como recaudación global, Memento (íd., 2000) sigue siendo un misterio. Década y media después, los recuerdos perdidos y el misterio vuelven. La pregunta es cómo.
Polaroid ya estaba de capa caída en el año 2000 y Memento no sirvió para resucitar a la compañía ni al formato, básicamente porque la película nunca ha sido, a pesar de su popularidad, un fenómeno de masas. La segunda película del director de El Caballero Oscuro (The Dark Knight, 2008) era un thriller intenso y perfectamente hilvanado protagonizado por Guy Pearce, que quiere vengar a su mujer a pesar de padecer un grave problema: no puede retener los recuerdos recientes. De ahí que recurra a fotografías instantáneas… y a tatuar su cuerpo con mensajes para sí mismo.
¿Cómo se hace un remake de Memento cuando ya apenas existen polaroids? ¿Usará Google Keep? ¿Pinterest? Pues es bastante posible que las cosas sean así, salvo que recurran a jugar con el tiempo en que se desarrolla la historia. Memento era cine negro, y de utilizar su argumento otra vez, casi tendría más sentido hacerlo entre los años cuarenta-ochenta.
Posiblemente no será así porque Andrea Iervolino, de Ambi Pictures (que también tienen los derechos de, ojo, Donnie Darko -íd., 2001-) se ha marcado una declaración fabulosa: “Todo el mundo ha visto Memento diez veces y siempre quieren verla una vez más. Esa es la razón principal”. Así están las cosas.