Con media docena de largometrajes y alguna colaboración memorable (Las mujeres lobo de las SS de Grindhouse), Rob Zombie, el artista, es desde hace tiempo uno de los valores seguros del género fantástico del nuevo milenio. No contento con airear sus virtudes cinematográficas o musicales, el líder de White Zombie está dispuesto a conquistar todos nuestros vicios.
Con cincuenta años en las espaldas y el físico y la actitud de un chaval, Robert Barthle Cummings, AKA Rob Zombie, se ha convertido en una figura indispensable en la renovación del género fantástico. Desde La casa de los mil cadáveres (House of 1000 corpses, 2003), Zombie no ha parado de crear, ya sea con su banda o a través de las imágenes de sus películas. Por hacer, hizo hasta una simpática comedia de terror animado, inédita (como no) por aquí y que respondía al jugoso título de The Haunted World of El Superbeasto (2009)
Tras el jarro de agua fría que supuso no contar con su nuevo proyecto, 31, en la última edición del Festival de Sitges, el bueno de Rob aprovecha que Halloween está a la vuelta de la esquina y presenta una colección de ataúdes para su nueva línea… de caramelos.
Por si eso fuera poco, el genio tras Lords of Salem (2012) o Los renegados del diablo (The Devil’s Rejects, 2005) también tiene suficiente universo propio como para marcarse una mesa de pinball (AKA petaco de toda la vida de dios) con su Capitán Spaulding, sus diez canciones de rock, su arte de Alex Horley y, suponemos, su ranura para monedas de cinco duros. Eso sí, la tirada está limitada a 300 unidades.
No nos extraña que tenga la mujer que tiene. #musa