Robert Crumb ha muerto (en Twitter)

La noche del martes Robert Crumb estuvo muerto, pero fue por poco tiempo. La secuencia de hechos ha ido desdibujando las causas de la falsa noticia que recorrió las redes: ¿Mala comprensión lectora? ¿Fallo de Twitter por reducir un tuit cuando se cita? ¿Un titular mediático para ganar visitas? ¿Un nuevo capítulo de la guerra entre el New York Observer y el dibujante? ¿La culpa de todo la tiene Donald Trump?

Madrugas. Te preparas un café, abres el ordenador y lo primero que lees es: “Se ha muerto Crumb”. Putadón. Pero buscas el trending topic y no está. Ya te la han colado. Otra vez. El New York Observer publica un artículo titulado ‘Robert Crumb is dead—To Me’ y hay quien no lee ni las frases enteras, porque no es lo mismo ‘Robert Crumb ha muerto’ que ‘Robert Crumb ha muerto para mí’. A estas horas, esa es la explicación de lo que ha pasado: mala comprensión lectora.

Espera un momento… Cuando has visto el tweet a primera hora… ¿el titular de la noticia era ese? No. Has visto otro. ‘Robert Crumb is dead’, sin el ‘—To Me’ que, en cambio, luce hermoso cuando entras en el artículo, y en el tweet del Observer también lo pone entero. ¿Qué coño ha pasado? Buscas un poco y resulta que hay imágenes de retweets anteriores en las que no aparece el ‘para mí’, más otra versión de lo sucedido: el problema es de Twitter, porque cuando se menciona un tuit reduce el tamaño, con tan mala suerte que se ha comido el ‘To Me’. Ante la confusión generada, han quitado el espaciado del guión y todo arreglado.

crumb ha muerto 2

¿En serio? Bueno, por si acaso he titulado de manera parecida y a ver qué pasa.

Sigamos viajando hacia atrás: antes de la incomprensión lectora y del maldito guión que no se retuitea, había gente quejándose por el sensacionalista titular del Observer, la típica maniobra para ganar lectores con una frase engañosa. La prensa digital, ya se sabe, se ciega ante la idea de subir las visitas y la hay capaz de todo. Luego, tras liarla parda, se cambia y se da tácita la excusa del guión.

Así que Robert Crumb ha muerto solo para Jacques Hyzagi, un periodista muy cabreado porque tras entrevistarlo fue presionado por el entorno del dibujante para que modificara algunas de las cosas allí se decían. Esa es la idea del texto si se lee con voluntad objetiva y, bueno, puede pasar, a mí me ha pasado. Que nos encante Crumb no quita que pueda ser un gilipollas, contigo o con todos. Esa podría ser la idea de fondo, sí. A Crumb no le gustó lo que se publicó en octubre en un reportaje tituladoRobert Crumb Hates You’ y por eso se comportó como un cabrón.

crumb te odia

Robert Crumb nos odia. ¿A todos? Pues sí que es gilipollas. ¿Cosa de la edad? Quizá por eso el periodista escribe algo así como que uno de los problemas de Crumb es que es tan viejo que si no se aguanta los pedos, y por eso huele mal, tampoco se aguanta lo que dice, y lo va soltando. ¡Nivelón! Un momento. Que los pedos del viejo underground no nos distraigan. Robert Crumb te odia. Robert Crumb se ha muerto. Menudos titulares se gastan en el Observer. ¿Y Robert Crumb qué pensará de todo esto?

Crumb envió en noviembre una carta a un amigo para que la difundiera en Internet: se puede leer aquí, en un post titulado Robert Crumb no te odia, Robert Crumb odia al New York Observer en la que comenta que no dijo la frase del titular y que cree que en el periódico querían dibujarlo como un mal tipo, y que estas cosas pasan en los medios, especialmente si tienen como propietario a Jared Kushner, amigo de Rupert Murdoch y yerno de… Donald Trump.

crumb

¡Donald Trump está detrás de todo! Un poco conspiranoico nuestro querido Crumb, ya lo dice el periodista en el artículo en el que lo mata, que el dibujante cree que el SIDA es una enfermedad inventada en un laboratorio. El problema es que antes de llegar a eso Jacques Hyzagi nos ha explicado que Crumb no hacía más que lanzar mensajes antisemitas, que su esposa Aline es una mujer vil, que vive en una zona de Francia donde el Frente Nacional saca mayoría de votos y allí donde nació Louis Ferdinand Celine, cuyo libro Viaje al final de la noche (1932) es un gran libro para muchos franceses que son… escoria.

Vamos, haciendo amigos por el mundo, como… Donald Trump.

Hay que ver lo que nos perdemos culpando de todo a nuestra incomprensión lectora.

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