Todos hemos visto a Karloff maquillado como criatura en las películas que lo empezaron todo. Hoy, repasamos algunas de las visiones más raras, desconocidas, infravaloradas y atrevidas que existen de la obra maestra de Mary Shelley. Desde las más fieles a las que utilizan el mito de la forma más extravagante.
También conocemos las versiones de Hammer films y Kenneth Branagh. Hemos visto nuevas versiones, apariciones y homenajes de Tim Burton. A algunos incluso nos educó Herman Munster. Pero existen infinidad de versiones alternativas que adaptan, a su manera, el mito. Aquél que empezó una noche en una mansión extraña, de un año sin verano. Veamos quince ejemplos de Frankensteins desconocidos.
15. Frankenstein (1910)
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Uno de los incunables de la historia del cine fantástico, procedente de los estudios de Thomas Edison, este corto de apenas 15 minutos permaneció oculto durante un siglo, hasta que fue localizada entre el repertorio de un excéntrico coleccionista. Quizá los últimos años se haya hecho más popular, pero las bibliografías de género la ignoraron durante mucho tiempo, hasta la llegada de internet. El corto es puro cine mudo en su concepción más ruda y teatral, pero alberga momentos de puro terror, comparables a la pieza más tétrica del expresionismo alemán. La trama de la novela se reduce a los tres momentos más emblemáticos, el nacimiento del monstruo, la búsqueda de su creador y la muerte. Cada uno se interpreta de forma muy libre. En la creación, por ejemplo, el doctor hace una mezcla casi mágica en una olla y el engendro va tomando forma desde la nada en una secuencia ingenua pero extrañamente inquietante. La aparición es gloriosa, un ser deforme de diseño grotesco, terrorífico y memorable
14. El hijo de Frankenstein (1939)
No es ni mucho menos una película rara o extraña del mito, pero su posición de secuela, tras los pasos de la popular La novia de Frankenstein (1935), oscurece su posición en el mapa de visiones del mito de la Universal. La tercera y última de las interpretaciones de Boris Karloff no desmerece en absoluto a las anteriores, y el olvido relativo de esta secuela se debe a su posición dentro del sándwich: por una parte, la popularidad de las visiones de James Whale, y por otra los monster mash posteriores, mucho más recordados pese a sus síntomas de decadencia. Por eso, este aniversario no es mal momento para recuperar uno de los mejores títulos de Universal relacionados con el mito. No sólo posee un diseño de producción convenientemente gótico, con reminiscencias expresionistas a la altura de las visiones previas, sino que su estructura de película de monstruos más tradicional crea una trama férrea que, en cierto modo, funciona mejor como cinta de terror que sus precedentes, al desproveerse del excesivo humor de aquellas. Además, añade un tremendo Bela Lugosi como Igor para redondear.
13. Tales of Frankenstein (1958)
Si reivindicar y repasar la excelente saga de Frankenstein de Hammer es un ejercicio de por sí necesario, la ocasión requiere recuperar este pequeño mediometraje producido por la casa del terror británica. En realidad, un piloto para una serie de televisión que nunca llegó a tener continuidad. Una coproducción con Columbia, dirigida nada más y nada menos que por Curt Siodmak, que funciona como eslabón perdido entre la visión de Universal y las de Terence Fisher. El relato del doctor retomando su experimento, tratando de corregir el problemilla de la violencia colocando en la criatura el cerebro de un hombre bueno no ofrece nada nuevo, pero es toda una curiosidad con suficiente atmósfera y bonita fotografía en blanco y negro como para dejarlo escapar. El maquillaje de la criatura es referencial al de Karloff, pero la oscura caracterización del doctor o la ambientación en el siglo XIX son apuntes típicos de la serie protagonizada por Peter Cushing.
12. Orlak, el infierno de Frankenstein (1960)
La edad de oro del gótico mexicano dejó una buena cantidad de revisiones paralelas de mitos clásicos. Si El vampiro (1957) tomaba la figura del chupasangre seductor, aristocrático y con capa antes que Hammer, la figura de Frankenstein se adaptaba más a las muy comunes revisiones de la figura del mad doctor de la cinematografía charra. En esta ocasión, el nombre no tiene tanto que ver con la obra profunda y trágica como con algunos entretenidos folletines en los que un criminal utilizaba cuerpos reanimados como instrumento, en la onda de Doctor Satán (1966). No es de lo mejor de la filmografía de Rafael Baledón y sus elementos góticos son escasos, dejando a la vista una obvia falta de presupuesto que se compensa con una trama policíaca llena de ritmo y un final en alto, con un monstruo de maquillaje muy grotesco para la época.
11. Frankenstein conquista el mundo (1965)
Sabes que un mito de terror ha llegado a la inmortalidad cuando el cine japonés lo fagocita y ofrece su versión. En esta ocasión, la criatura pasaría por el tratamiento Toho. Allí, en los sesenta, todo era posible a partir de la radiación, y el corazón de la criatura de Frankenstein, robado por los nazis en la segunda guerra mundial, acaba en Hiroshima, justo cuando los americanos tiran la bomba. El resultado es que el corazón acaba mutando en un niño salvaje, una especie de Herman Monster troglodita, que crece sin parar. Como es de esperar, el gigante destroza todo lo que se encuentra en su camino y se convierte en héroe inesperado al derrotar a Baragon, el reptil gigante que llegaría a ser bastante popular en otras películas de la factoría. No hay que dar más detalles para concluir que esta locura es más delirante e increible a cada minuto y resulta en uno de los kaiju eiga más divertidos, coloridos y extraños de Ishiro Honda.
10. Mystery and Imagination: Frankenstein (1968)
Uno de los ocho episodios que han sobrevivido de una magnífica serie de televisión británica, que adaptaba clásicos de la literatura fantástica y de terror en forma de pequeños largometrajes de presupuesto escaso, pero siempre con bastante respeto a los textos originales. Normalmente se acredita a la versión de Dan Curtis de 1973 como la primera producción que trataba de ajustarse al máximo al texto de Mary Shelley, pero esta es la versión que primero se acercó con respeto a la novela, incluyendo el asesinato de Elizabeth por el monstruo y la relación especular de criatura y creador. Tanto, que el actor que interpreta a ambos es Ian Holm (curiosamente, intérprete del padre de Victor Frankenstein en la versión de Kenneth Branagh).
09. La figlia di frankenstein (1971)
Las aportaciones italianas del mito tardaron en llegar, cogiendo por los pelos la ola de gótico de la década anterior y llegando antes que Hammer a la proliferación de los elementos de explotación, ya integrados aquí sin ningún pudor. Las posibilidades del horror corporal del material explotan en mutilaciones, operaciones con órganos a la vista y un maquillaje repugnante del monstruo. Si la violencia estaba presente desde adaptaciones anteriores del mito, los elementos sexuales van aquí aún más allá, llegado a plantear escenas con necrofilia. El protagonismo de Rosalba Neri como hija y continuadora del legado de Frankenstein ofrece un giro temático, ya que esta mejora la creación de su padre con un apuesto joven que utiliza como juguete sexual. Un aspecto en el que reincidirán versiones posteriores como la versión de Andy Warhol, Carne para Frankenstein (1973), en realidad también italiana, y el famoso musical Rocky Horror Picture Show (1975) que celebran el mito con guiños a la cultura homosexual, implícito muy sutilmente en la obra original.
08. Frankenstein: su verdadera historia (1973)
Una épica reimaginación del material original de tres horas de duración, que sigue una línea argumental parecida, con añadidos y variaciones que la convierten en uno de los proyectos más perdurables e interesantes de las inabarcables variaciones del mito. Frankenstein es un joven estudiante con un maestro de intenciones oscuras. Incorpora muchas ideas desarrolladas por la Hammer, pero propone un estudio de sus implicaciones. La obsesión del estudiante con su obra le lleva a llevar una vida alejado de su familia, dejando caer cierto poso de atracción por la criatura. El giro de los acontecimientos tiene lugar con la creación de la novia en una secuencia espectacular interpretada diabólicamente por Jane Seymur y que crea un conflicto diferente al de la novela, para acabar en una brutal secuencia en el que la criatura aparece en medio de la celebración de un baile. Aunque algo irregular de ritmo, se puede considerar la primera versión alejada de la serie B, más interesada en el aspecto dramático y con un cuidado diseño de producción de época.
07. Victor Frankenstein (1976)
Opuesta a la anterior, esta es una de las versiones más serias y religiosamente fieles al manuscrito. Una coproducción de Irlanda y Suecia, de bajo presupuesto, pero excelente en su concepción seca de los pasajes más memorables de la historia. La ausencia de música crea una atmósfera reflexiva y clásica, que deja que la narración respire sin darle énfasis a ningún pasaje concreto, lo que puede hacer algo monótona la experiencia, pero a su vez, crea una fisicidad inédita hasta ese momento. La apariencia del monstruo es más humana, no tanto monstruosa como cadavérica: mediante un sencillo maquillaje se consigue un aspecto siniestro pero que resulta creíble cuando la narración se detiene para reflexionar sobre su carácter de paria, más que de una terrible criatura descontrolada.
06. La leyenda de Frankenstein (1981)
La versión Toei del mito. No es ni mucho menos tan esquizofrénica como su visión de Drácula a partir de los cómics de Marvel, pero también aparece como una asociación de ambos gigantes del entretenimiento a causa del éxito de la primera. Sin embargo, la serie de tebeos americana no tiene nada que ver con ésta, una visión relativamente fiel de la historia. En varios países se vendió haciendo creer que es una película infantil. Obviamente no sólo no es así, sino que los niveles de violencia son, en ocasiones, salvajes, al mostrar los efectos de los asesinatos del monstruo: ojos saliendo de sus órbitas, miembros mutilados a sierra y gore descarnado en contraposición a los momentos de ternura del monstruo con una niña, la típica imagen de la versión de Universal que los japoneses explotan convirtiéndola en hija de Victor Frankenstein. El creador persigue a la criatura hasta llegar a un final trágico en el que ambos se suicidan. Como rezaba la sinopsis de la carátula española: “Hará vibrar tanto a pequeños como a mayores”.
05. La tía de Frankenstein (1987)
Si bien la anterior pudo crear traumas irreversibles, esta miniserie de los ochenta sí era más indicada, más o menos, para niños. Pertenece a ese raro linaje de co-producciones europeas para televisión que dejó una huella indeleble cierta generación de niños que creyó haber soñado que existía hasta la llegada de internet. Esta marcianada se estrenó en el espacio infantil La linterna mágica, dividida en siete episodios de producción bastante aceptable. Mezclaba muchos monstruos clásicos, humanizándolos de tal manera que más que simpatía creaba una extraña sensación deprimente, muy típica en algunas producciones del este. El hilo argumental giraba en torno al castillo de Henry Frankenstein, nieto de Víctor, que ha creado su propio monstruo, y que convive con Drácula, el hombre lobo, un Igor zombie y una dama fantasma. El monstruo, enamorado, es el hilo conductor y núcleo de esta inusual y casi surrealista visión del mito, que acaba entrando en el terreno de el cuento de hadas, como una versión tétrica y gótica de Pinocho.
04. The last Frankenstein (1991)
Esta versión japonesa diseñada para freír cerebros lleva los límites de la variación del mito al terreno de la distopía, presentado un Japón asediado por una epidemia que causa suicidios inexplicables, cultos a la muerte, y quedadas para quitarse la vida al estilo de la también japonesa Suicide Club (2002). El profesor Aleo, el Frankenstein de turno que colecciona fetos deformes y tiene una hija con telequinesis, ve la obsolescencia de la sociedad como una oportunidad para crear una súper raza a partir de cadáveres reanimados. Todo está contado con un humor bastante idiota y un surrealismo algo enfermo, como en los momentos en los que el profesor intenta que sus impasibles creaciones copulen, poniéndoles porno. Una colección de segmentos inconexos con composiciones sofisticadas e incluso preciosistas, que se mueven entre el tedio y lo inesperado. Un experimento entre sala de arte y ensayo, softcore y función de párvulos totalmente incoherente.
03. Frankenstein (1992)
Si los noventa se recuerdan por la versión de Branagh, esta película para televisión es una especie de borrador barato y sucio de la misma. El tiempo la ha ido enterrando por su carácter televisivo y la falta de una edición decente la han condenado a un olvido inmerecido. La interpretación de Randy Quaid como monstruo es, contra pronóstico, efectiva y destacable, ayudado por un maquillaje bastante desagradable. La novedad principal es que la creación no se hace a partir de pedazos de otros seres humanos, sino que se “incuba” como un clon, dando resultados bastante bizarros cuando el doctor trata de crear una novia para el monstruo. Hay una conexión entre creador y creado, pero aparte de esos detalles, es bastante más fiel al texto que el grueso de adaptaciones y muy macabra y oscura, siendo la secuencia del asesinato de la familia de Frankenstein especialmente tremenda. El clímax en el Ártico es inusualmente más largo que la mayoría de versiones.
02. Frankenstein (2004)
En los 2000, el monstruo parecía bastante olvidado, y salvo la aparición en Van Helsing (2004) los clásicos de Universal dejaron paso a un horror más físico, relegando las apariciones del moderno Prometeo a la televisión y el mercado de vídeo. La más popular fue la versión de Marcus Nispel, también para vídeo, pero de ese mismo año también es esta miniserie del veterano Kevin Connor, que ofrece una fiel versión de la novela, prácticamente la más cercana, al menos, a la línea argumental. Se centra más en la personificación del monstruo como una criatura marginada, un poco emo, y apenas hace hincapié en los dilemas morales y éticos de las decisiones de Frankenstein. La ambientación tiene buenas intenciones y aunque el presupuesto va justito, el trabajo de localización en Eslovaquia da un resultado excelente, que se completa con algunas sorprendentes apariciones en el reparto de William Hurt, Julie Delpy o Donald Sutherland en papeles menores.
01. Frankenstein (2015)
Una inesperada modernización del mito, de la mano del olvidado Bernard Rose, en la era de la clonación, los mapas de genoma y las impresoras 3D. Frankenstein ya no es un estudiante loco, sino un científico, que con ayuda de su esposa quieren crear un ser humano a partir de cero. Rodada con poco presupuesto, con una factura de producto directo a vídeo, en su escaso metraje consigue meternos en la propia piel de la criatura, un esbelto y bello joven cuya agonía y desesperación es tremendamente palpable, como nunca ninguna otra adaptación había logrado. Su proceso de degradación es gradual pero implacable, y por el tercer acto ya es un cuerpo decadente y pútrido en busca de sus creadores. Un clímax grandguiñolesco y pringoso es la guinda de una de las visiones más interesantes de un mito clásico en muchos años. Mucho más valiosa que la publicitada y olvidable Victor Frankenstein (2015).
Echo a faltar "La Prometida" de F. Roddam (1985) con Sting como el doctor, una versión 80s de "la Novia de Frankenstein" bastante desigual, pero curiosa y no menos destacable. Obviamente mis preferidas son las 7 películas de Hammer, con Peter Cushing de doctor en 6 de ellas, excelentes casi todas.