Mayo de 1816. Un pequeño grupo de viajeros asciende por una pequeña colina al lado norte del lago Leman hasta alcanzar el Hotel d´Anglaterre, complejo de tres bloques de cemento situado frente a los Alpes suizos. Desde el cielo encapotado caen copos de una nieve gris, como ha venido sucedido desde que marcharon de Londres hace diez días.
Este tiempo extraño tiene una explicación: en las Indias Orientales el monte Tambora ha entrado en erupción, emitiendo una interminable nube de gas tóxico y matando al instante a más de veinticuatro mil personas. El año sin verano, como será conocido. Pero eso ninguno de los miembros de la expedición lo sabe. Tampoco que su reunión cambiará (y cómo) la literatura universal.
El grupo consta de tres miembros: Percy Shelley, poeta activista político y seguidor de William Godwin, librepensador a favor del amor libre; Mary Wollstonecraft Godwin (con su hijo de cuatro meses, William, enfermo), hija de William Godwin y amante de Percy, y Claire Clairmont, hermanastra menor de Mary, fanática de las traducciones italianas y la poesía de moda.
Para Mary Godwin, el viaje es en cierto modo una huida hacia adelante. Tras conocer a Percy en uno de sus viajes a Escocia, su aventura con el joven poeta no le ha traído más que alegrías: un primer hijo con Percy muerto a los pocos meses de nacer, una fuerte pelea con su padre de la que nunca se recuperará (William Godwin, pese a defender los valores librepensadores y feministas, condena la relación con el “poeta ingrato”) y un hijastro producido de manera colateral por Percy y su actual mujer, Harriet Shelley, adicta al opio y que aún reside en Londres. Mientras se dirigen a Suiza, Mary empieza a tener visiones de su madre, que murió al darle a luz. La imagen de fetos relucientes en la sangre le perseguirá siempre como una maldición. El hijo que deja a cargo de una institutriz en Hotel d´Angleterre, el pequeño William, tampoco sobrevivirá al año sin verano. Pero esto Mary aún no lo sabe.


Mary Wollstonecraft Godwin
Mientras su amante tiene pesadillas que el opio no consigue calmar, Percy se pasa los días en el carruaje haciendo cálculos para mantener al pequeño grupo con vida. Después de que William Godwin condenara la relación con su hija, Percy decide no devolver una serie de préstamos a su mentor político, préstamos que consiguen pagarle un par de camas en el británico Hotel d’Angleterre. Por otro lado, cuando cae la noche Shelley termina su (carísima) cena inglesa y escribe cartas a su actual mujer, Harriet, quien no para de pedirle que vuelva a Londres y se haga cargo de su hija. Con una caligrafía claramente influida por las drogas, Harriet le exige a Shelley que vuelva a la capital del Imperio de inmediato. Las amenazas de su mujer caerán en saco roto, hasta que ella consiga reunir el valor suficiente y se ahorque. Pero esto Shelley aún no lo sabe.
Mientras Percy piensa en lo que van a hacer, Claire ha encontrado (casi sin quererlo) una solución para su querida hermanastra y su desafortunado romance. Completa admiradora de los grandes poetas de su tiempo, Claire ha iniciado en secreto una correspondencia con el poeta Lord Byron, donde habla de dos temas: sus poemas escritos a la luz de la vela y la posibilidad de que el novio de su hermana y él lleguen a conocerse.


Lord Byron
El 1816 está siendo el gran año del poeta: ha publicado varios de sus famosos poemas, incluido Oscuridad, donde relata el fin del mundo provocado por un manto de nubes negras que emitirán ceniza hasta que el mundo esté cubierto de oscuridad. Lord Byron se muestra interesado no tanto por la joven (mucho menos por su poesía, que valora de manera condescendiente con comentarios como “competente”, “chica, no sé”) como por el joven activista político, el famoso traductor de italiano Percy Shelley, cuya rima había considerado hasta ese momento débil, infantil, pero que, intrigado por las palabras de la tal Claire, quizás podría resultar estimulante.
Byron también se muestra interesado por la tal Mary Godwin (debido a su padre, también por el retrato que Claire le envía de ella) y decide concederle una audiencia a la tal Claire para que así le muestre sus progresos con la poesía y su interés y esfuerzos. De aquella audiencia Claire conseguirá dos cosas. La primera será la posibilidad de encontrarse con el gran poeta en Suiza, en algún lugar cerca del lago. La segunda será el hijo que empezará a gestarse en su vientre desde la noche de audiencia. Pero esto último Claire aún no lo sabe.
La Villa


Villa Diodati
Byron llega al lago poco después del grupo de Shelley, acompañado de su asistente personal, John Polidori. Byron conoció al joven médico (de tan sólo diecinueve años) hace apenas un año, pero sus increíbles esfuerzos (¡John también quiere ser poeta!) han conquistado a Byron, que le deja acompañarle, en parte por lástima, en parte porque le resulta simpático.
Sin embargo, (sorpresa, sorpresa) lo que empezó como una relación de admiración se ha ido agrietando con el paso de los meses. Sin que Byron lo sepa, el bueno de John Polidori ha dejado de tener fantasías locas y devoción absoluta por el poeta y ha empezado a aceptar de buen agrado una cantidad de dinero mensual por parte del agente literario de Byron, John Murray, que le ha pedido que anote dónde va el joven poeta y le mantenga informado de sus movimientos.


Lord Byron
Byron llega al lago. Se sabe que llega al Hotel d’Angleterre pero al parecer, cierto incidente con algunos huéspedes ingleses, nunca aclarado en ningún diario, le obliga a replantearse el alojamiento. Maravillado por el clima, Lord Byron decide investigar los alrededores del lago y encuentra un palacio abandonado, con el singular nombre de Villa Diodati. Emocionado por la historia (errónea) contada por un campesino de que el célebre John Milton vivió allí una temporada, Lord Byron regresa al hotel y le comunica a Claire que le gustaría conocer a Shelley.
Percy, encantado de no tener que pagar más los excesivos precios del hotel, acepta. Sin embargo, la primera noche que Byron llega a la Villa Diodati, con Polidori, y prepara su equipaje, comprende que la Villa Diodati quizás no sea lo suficientemente grande para los cinco. Lord Byron decide volver al lago y comunicar este pequeño obstáculo a Claire. Afortunadamente, Shelley encuentra una pequeña finca al lado de la Villa Deodati, a escasos minutos a pie. Lord Byron comenta a Claire la posibilidad de que Mary y Claire se queden en la Villa Diodati y que el joven poeta Shelley permanezca en la pequeña finca, buscando inspiración en la soledad. Sin embargo, el mal clima hará que pasen la mayor parte del tiempo en la Villa. Ninguno se arrepentirá.
El grupo, reunido
Se conocen aullando. Lord Byron ha desarrollado una increíble pasión por las historias de los marinos del este de Europa, que le han hablado de lobos gigantescos con forma humana que arquean la cabeza hacia atrás y profieren aullidos con la luna llena. De esta manera tan normal. La primera cena la realizan separados Shelley y Byron, cosa que escandaliza por igual a Mary y a Polidori. Tras aquella reunión donde ponen en común sus puntos de vista sobre la literatura, después de probar opio y beber vino en cráneos humanos trepanados, nada separará a los dos poetas.
Mientras tanto, en el Hotel D’Angleterre se ha corrido la voz de que una “pareja de libertinos e incestuosos” liderada por Lord Byron se ha instalado en un palacio abandonado. Los hoteleros instalan telescopios para alquilar a los curiosos que quieran espiar al cuarteto desde la distancia, quizás para distinguir sus paseos en barca.
El tiempo no acompaña, aunque eso no impide que realicen más de una competición en barca. La amistad entre los dos poetas crece a pasos agigantados. Un ejemplo: en una carrera en barca, Shelley le gana a Polidori. Polidori acusa a Shelley de haber hecho trampa y reta a Shelley a un duelo de pistolas. Shelley se queda mirando a Polidori, sin dar crédito, pero antes de que pueda responder Byron acepta el reto y amenaza con pegarle un tiro en la pierna al “pobre de Polidori”. Mary, Claire y Shelley aprueban la sugerencia, aunque el duelo nunca llega a producirse.
El médico no vuelve a mencionar el hecho, aunque desde entonces intentará torpedear la relación de Shelley, no ya con Lord Byron, sino con su amante Mary. En un momento en que Shelley tropieza y se hace daño en el tobillo, Polidori le comenta a Mary cómo puede estar enamorado de un caballero tan débil. Mary no le responde, aunque anotará en su diario lo extrañamente perturbador de esa conducta. También viajan a los Alpes suizos, montados en mulas. Contemplan cascadas y espectaculares glaciares, tan grandes como los que debe de haber en el Polo Norte. La imaginación de Mary Godwin se disparará entonces, aunque ella misma aún no lo sabe.
Beben y comen, aunque también hablan. De hecho, sobre todo hablan. Lord Byron se encuentra entusiasmado por los experimentos de Erasmus Darwin, de quien dice es capaz de revivir anfibios muertos. Inspirado por sustancias más estimulantes que el café Shelley empieza a hablar del fluido vital, que da energía a todos los cuerpos. Lord Byron insinúa que ese poder está en la sangre, que es la sangre la que da la vida. Shelley, inspirado por los rayos que iluminan el cielo oscuro, cree que es algo más, algo conectado a la Tierra que el hombre aún no ha llegado a comprender. En algún que otro momento la conversación Polidori tiene que parar la verborrea de los poetas y dar algo de rigor científico a algunas ideas sobre el galvanismo. Dichas teorías nunca son escuchadas del todo. Polidori observa a Byron, subido en su trono como un rey, disfrutando de su corte, bebiendo desde sus cráneos trepanados, que usa como apoyabrazos. Durante todas estas conversaciones Claire suele permanecer en la mesa, totalmente inconsciente a causa del alcohol.
Por otro lado Mary se dedica a escuchar, atenta, sin apenas intervenir.
También leen. Lord Byron les ha prometido la visita de un monje que les traerá una traducción del Doktor Faustus de Goethe para sus oídos. Mientras, se entretienen con la literatura germana traducida al francés, de la cual Byron posee un volumen de cuentos de terror, Phantasmagoriana. Mientras los rayos iluminan los ventanales rotos de la Villa Diodati, Lord Byron recita los primeros versos del Christabel de Coleridge.
“Es la mitad de la noche marcada por el reloj del castillo…” La historia de Christabel, una mujer bellísima que vuelve de la tumba para visitar a su amada, empieza a causar un extraño efecto en Shelley. Las rimas de esa mujer de labios rojos y aspecto pálido, entrando en la cama de otra mujer, supuestamente para conseguir “el fluido vital”, causa una gran conmoción en el joven poeta: de repente se imagina que los pezones de las mujeres que la acompañan tienen ojos, ojos que le miran a él.
Asustado, Shelley empieza a gritar, presa del pánico. Lord Byron interrumpe la lectura y Mary acude a socorrerle. Polidori se ríe de la situación y vuelve a la carga contra Shelley, riéndose de él y acusándole de blando. Sin embargo, una vez Shelley les cuenta lo que ha visto Lord Byron decide que si ha sido capaz de tener tal visión sin duda podría crear una historia similar a las que está contando. Propone entonces que cada uno de ellos escriba una historia de terror, para narrársela entre ellos.
Todos aceptan.
Los relatos
Byron se levanta con resaca a la mañana siguiente. Tras ingerir un par de trozos de bizcocho (la única comida que se ha permitido comer, para así permanecer joven e inmortal) escribe el borrador de dos amigos que realizan un viaje a Grecia, en busca de los orígenes de la civilización clásica. Al final uno de los amigos está a punto de morir y le hace jurar al otro que volverá de la tumba por él. A Polidori no le gusta la manera de retratar la amistad entre los dos hombres, esa idea de que siempre hay un hombre que domina al otro en una relación de amistad, el gran y exitoso que se alimenta de la buena voluntad (casi sumisión) del eterno segundón. Aunque, por supuesto, no dice nada. Es más, avala como siempre hace a Byron. Polidori ha sido incapaz de producir ningún cuento, y eso le desespera.
Shelley inicia un relato de un fantasma creado a base de cenizas, un pequeño cuento de sombras que acechan en el dormitorio de un niño. Shelley concibe el cuento para su hijo William, pero la prematura muerte de éste hará imposible que se lo pueda leer. Claire decide abandonar la tarea tras intentarlo. Se pasa las veladas bebiendo y consumiendo opio.
Polidori da con su historia dos noches después. Se ha decidido a adaptar la primera parte de “El entierro”, el cuento sin terminar de Byron que el poeta leyó un par de noches atrás. Se trata de la historia de un joven inglés que conoce a un tal Lord Ruthven, hombre conocido por sus grandes fiestas y misteriosas costumbres. Sin embargo, Lord Ruthven es un hombre que parece no poder morir, que se mantiene siempre joven, tan joven como la Christabel de Coleridge, con esa extraña áurea y esa fascinante capacidad de seducción. Y no importa cuánto le quieran. Lord Ruthven es pura maldad, porque es un vampiro.
A Lord Byron el relato le hace gracia, especialmente por las descripciones de Lord Ruthven, cuyo parecido con el poeta prefiere obviar. Sin embargo, Byron condena el cuento como algo simple, derivativo e inferior. Polidori no encaja bien las críticas, pero no dice nada. Mientras tanto, Mary no tiene ni idea de qué escribir.


‘Vesuvius in Eruption’ de J. M. W. Turner (1817)
Se siente intimidada por los dos poetas que por la mañana continúan discutiendo sobre poesía. Empieza a tener pesadillas. Son el mismo tipo de sueños terribles que ha tenido siempre: sueños de su madre muerta, sueños de su primer hijo muerto en sus brazos al poco de nacer. Sueña también con los pasajes áridos de Escocia, tan similares y distintos a los de Suiza, con esos Alpes que esconden glaciares, tan fríos como el tiempo de ese verano. Las palabras de Coleridge y la descripción de la alucinación de Shelley le persiguen y no la dejan dormir. Sin embargo, en todos los dormitorios hay ventanas por las que se vislumbran poderosos relámpagos, poderes galvánicos poseedores de la energía vital, la energía capaz de crear y destruir.
La luz resplandece por encima de los árboles. Entonces, una noche Mary abre los ojos y lo ve. Hay una figura en la ventana de su alcoba, espiándola desde el exterior. Sus ojos son amarillos. Mary comprende que la sombra, hombre o fantasma, está muerto. Lo sabe con total y absoluta nitidez, como si en mente todo el ruido de la tormenta se hubiera apartado dejándole con la más absoluta verdad. La criatura que le mira estaba muerta, y ahora vive. Algo ha estimulado el cambio. O quizás alguien. A la mañana siguiente le cuenta el sueño a Percy. Interesado, le anima a que continúe la historia. El relato de Mary causa un tremendo efecto en Byron, a la que anima que lo extienda más allá de un simple cuento. Shelley le promete a Mary que supervisará el manuscrito y le dará su opinión.
Después de Villa Diodati
Las últimas noches en Villa Diodati transcurren sumidas un extraño silencio. Lord Byron decide quedarse en la casa, revisando trabajos posteriores que terminará. Le habla a Shelley de sus futuros viajes a Italia. Shelley odia el mar, aunque le promete que irá a visitarle allí donde esté. El mismo Shelley será víctima de un naufragio en los próximos años. Aunque eso él no lo sabe.
Claire continuará viviendo y viajando con Percy y Mary. Alquilarán una casa en Londres y vivirá con ellos, pero abandonará sus sueños de ser escritora o poeta muy pronto. La relación con Polidori y Byron se enfría. En privado el doctor le escribe una carta a John Murray, donde le habla de la posibilidad de publicar El vampiro en la próxima publicación de Lord Byron. John Murray acepta. Animado por el nombre provisional que Mary le ha dado a su relato, Polidori decide llamarlo El vampiro: el moderno Prometeo. Byron condenará el título y el relato y exigirá que sea removido de su colección. Pero de todo ello ninguno sabe nada.
Tras la muerte de Harriet Shelley, Percy se casará con Mary, que pasará a ser Mary Shelley. El relato Frankenstein o el moderno Prometeo estará terminado a finales de año, pero tardará unos años más en aparecer en su forma definitiva. Al publicarse la novela muchos pensarán que el auténtico autor es su marido. Sin embargo, en el prólogo, Mary Shelley se presentará como Mary Godwin, hija del librepensador William Goldwin (que la abandonó y dio la espalda), hija de la escritora y filósofa feminista Mary Wollstonecraft.
Tras la muerte, volverá a tener un hijo, pero la muerte prematura de Percy la llevará a una terrible depresión. Tendrá un hijo más, al que le intentará dar la mejor educación posible. Seguirá teniendo las mismas pesadillas hasta los últimos años de su vida, incentivadas por el tumor maligno que crecerá en la parte trasera de su cerebro. Defenderá todas y cada una de las críticas a su difundo marido. Y cuando encuentren su cadáver paralizado en el escritorio, sólo hallarán un trozo del cabello de Percy y una copia de su poema Adonais, dedicado a la muerte del poeta John Keats.
Despierta a tus oscuras compañeras,
muéstrales tu tristeza y di: conmigo
murió Adonais, y en tanto que el futuro
a olvidar al pasado no se atreva,
perdurarán su fama y su destino
como una luz y un eco
eternamente.
Si deseas saber más:
Correspondencia de cartas entre Percy y Mary Shelley, Lord Byron y Claire
Byron, Mary Shelley y Frankenstein. Estudio contrastivo sobre los autores.
Pues bien, primero los detalles menores: Mary no conoció a Percy en uno de sus viajes a Escocia sino al regreso, es decir, se conocieron en Londres en casa de Godwin. Y su huida no los llevó directamente a Suiza, sino a Francia, pero hubieron de volver a Inglaterra por falta de dinero.
Un poco de lo mismo, Claire y Byron también había intercambiado correspondencia y se habían conocido previamente en Londres, no tuvieron que esperar hasta Ginebra. Después de un fugaz encuentro nocturno, Byron dio a entender que no pretendría volver a verla, pero Claire decidió convencer a Mary y Percy de viajar hacia Suiza, con secretas intenciones de encontrarse con el poeta. Se le da poco crédito por eso, pues, de no ser por ella, el encuentro jamás hubiera ocurrido, o no en las mismas circunstancias.
Lord Byron tenía contemplado alquilar Villa Diodati desde Secheron, y lo haría independientemente de si los Shelley (o cualquier otro) serían sus invitados.
Pasando a otras cosas que creo, ya deben empezar a contarse de otro modo para así dar un poco de dignidad a una figura injustamente menospreciada: Polidori no recibía ni un solo penique "mensual" por parte de John Murray. Éste le ofreció al médico 500 libras a cambio de llevar un diario de viaje con el cual, sí, esperaba ganar dinero a costa de vender la vida privada de Byron. Hasta qué punto Polidori compartía las intenciones del editor, no se sabe. Sin embargo, y dado que fue despedido a finales del verano, se entiende que al final Murray no le pagó nada.
"En un momento en que Shelley tropieza y se hace daño en el tobillo, Polidori le comenta a Mary cómo puede estar enamorado de un caballero tan débil. Mary no le responde, aunque anotará en su diario lo extrañamente perturbador de esa conducta." A qué entrada del diario de Mary se hace referencia aquí, quisiera saberlo, pues durante el verano de 1816, ella no hizo anotaciones en el suyo, por eso el único testimonio directo que tenemos sobre aquellos días, es el diario de Polidori. Por él también sabemos que fue éste quien se torció el tobillo cuando, instado por Byron, trató de saltar una elevación para llegar hasta Mary y ofrecerle su brazo. Menciona constantemente el estado de su pie durante los siguientes días, y como es probable que se hubiera prendado de ella, no habría dejado pasar la ocasión de mencionar al menos si Shelley hubiera pasado por ese momento torpe en lugar suyo.
Polidori se decidió a desarrollar el argumento abandonado por Byron aunque no sabemos en qué punto decidió hacerlo, si antes o después de su despido. Él asegura que fue su novela "Ernestus Berchtold o el moderno Edipo" la historia que empezó a desarrollar en Coligny para responder al reto de historias de fantasmas. Luego su versión de cómo dejó "El vampiro" en manos de una dama y se olvidó de él hasta que apareció publicado en la New Monthly Magazine sin su permiso o conocimiento, es por lo menos confusa, y para su desgracia, se presta para todas las acusaciones de plagio y complot contra Byron que se le atribuyeron después, aunque los expertos en la vida de Polidori dudan de que haya tenido algo que ver en ello, dudan incluso que tuviera intenciones de publicar el relato realmente.
Sin embargo,es preciso decir que Murray no fue el responsable de su publicación, sino Henry Colburn, un editor con fama de pocos escrúpulos a cuyas manos llegó anónimamente el manuscrito de "El Vampiro", junto con una carta que contenía una detallada relación de las actividades de Byron y el grupo Shelley. Dadas las bajas ventas de la New Monthly, Colburn no dudó en sacar ventaja de la situación y preparó la publicación del relato, para lo cual comisionó a a su colega, Alaric Watts, la redacción de un prólogo que iluminara a los lectores sobre la tradición literaria del vampiro. Watts también redactó una nota aclaratoria respecto a la incierta autoría tanto del texto como de la carta adjunta pero Colburn empleó una sucia estrategia de ventas: omitió esta nota y agregó al texto el subtítulo “A tale by Lord Byron”. (¿Qué tendría que ver El Vampiro con El moderno Prometeo además?)
Con tanta verborrea pretendo, más que corregir, difundir las certezas pasadas por alto cuando se habla de este tema, en especial en lo referente a John Polidori. A mí táchenme de lo que sea, pero basta, por favor, de seguir reproduciendo las mentiras de siempre sobre su persona, ya es hora de darle otro tipo de atención.
Hola Natalie!
Primero, muchísimas gracias por tus comentarios y apuntes sobre el texto. Sí es cierto que hay cierta controversia respecto a la figura de Polidori, y es cierto que quizás habría que iniciar un poco más de investigación sobre esta persona. El hecho de que varias personas escribieran sobre los mismo hechos en diferentes diarios y dieran diferentes puntos de vista puede dar a ciertas contradicciones (¿cuándo se conocieron en persona los Shelley, por ejemplo?) ya que entre los restos del diario que hay y las opiniones de otros autores hay ciertas personas cuya imagen ha quedado un poco tocada (Polidori, por ejemplo, tiene una interpretación de Ken Russell en Gothic basada en mil diarios y correspondencias que lo convierte casi en un monstruo). Ahí sí que te lo doy razón y te doy las gracias por indicarme estas cosas. Respecto a lo que Byron tenía intenciones de ir a Villa Diodati, encontré informes de que la había encontrado por casualidad, aunque es cierto que quería ir al lago Leman a buscar una casa que tuviera una tradición literaria…En fin, que muchísimas gracias por tus aportaciones y por leer esta crónica.
Un abrazo!