El Sargento Pimienta de los Beatles sale del asilo con sus trombas y trompetas, pasando además los coloridos atuendos por el tinte. Suena mejor que nunca, claro, pero... ¿era realmente tan bueno? Y más todavía, ¿merece la pena esta reedición por su 50 aniversario? Con todo, "a splendid time is guaranteed for all..."
El ingeniero de sonido de los Beatles Geoff Emerick recuerda a un John Lennon dominante, obstinado, en las sesiones del álbum blanco en 1968. Una de las frases que cita de él en su libro El Sonido de los Beatles es: “Sgt. Pepper es la mayor mierda que hemos grabado nunca”. A ese comentario tan vehemente, inspirado sin duda en la forma verité de grabar de Yoko Ono y su grupo neoyorkino que inspiró el disco blanco, respondió Paul McCartney con un gesto de desaprobación.
Esta anécdota, tantas veces referida sin autor, da la pista de quién fue el cerebro, el instigador, del disco de 1967. Con apenas dos canciones de Lennon para cada cara del vinilo y sobrando el opus indio de George Harrison, Pepper es ante todo un disco limpio, experimental, en solitario, del bajista del grupo. Inspirado, e incluso plagiado (McCartney llegó a usar el término) del Pet Sounds de los Beach Boys (1966), los Beatles actuaron como una capa de sonido más de las decenas de texturas de armónicas, violines, cítaras, loops y trombones. El gran crítico de los Beatles Ian MacDonald consideró, incluso, que las canciones de Revolver (1966) eran superiores a las de Sgt. Pepper.
Se trata de un disco artificioso, tal como afirmó muy sagazmente Pete Townshend de los Who (“no físico” lo llamó…), en el cual McCartney ejercía la batuta como concertista pasado por ácido. Eso provocó elementos positivos, como una producción muy cuidada junto a la de George Martin, pero también el choque con el resto del grupo. Así, Harrison hubo de soportar que casi todas las partes de guitarra en este disco fueran regrabadas por McCartney y Ringo Starr llegó a aprender a jugar al ajedrez debido al trabajo de remezcla que no parecía tener fin. Lennon, adormecido en el sueño lisérgico, permitió a su compañero liderar este disco y el siguiente EP (Magical Mystery Tour -1967-).
Quizá el gran mérito del Sargento Pimienta fue adecuarse como ninguno al espíritu del tiempo, al zeitgeist del año 67. Una canción como She’s Leaving Home era perfecta banda sonora para todos los jóvenes rebeldes que huían de sus familias, se convertían en drop-out, para probar nuevas fórmulas comunales o vivir en furgonetas coloridas, inmortalizadas en Ponche de ácido lisérgico de Tom Wolfe en 1968. Incluso Lucy in the Sky with Diamonds forma, consolida, el single colorido e infantil que arrasaría el hit parade inglés de 1967 a 1969 con grupos como Pink Floyd, Marmalade o Manfred Mann.
La reedición, en su 50 aniversario, nos presenta el disco original remezclado teniendo como base su versión monoaural. El productor de esta nueva mezcla, Giles Martin, eligió ésta ya que había sido el mix final en el cual habían participado los Fab Four. Esa mezcla muestra curiosos cambios respecto a la versión estéreo como un tono en canciones más estridente (Lucy in the Sky, Good Morning Good Morning…) pero también una guitarra solista mucho más presente en Sgt. Pepper’s…, tocada por Paul McCartney en su divertida reinterpretación de Jimmy Hendrix.
El resto de discos de la edición deluxe que hemos podido analizar ofrecen tomas previas, la versión original (contando el sencillo Strawberry Fields Forever y Penny Lane) y un DVD y Blu-Ray con videoclips diversos y el documental de la televisión británica realizado en 1987 en ocasión del 20 aniversario. Este ofrece un tono más sagaz, menos blanqueado, que otras piezas sobre los Beatles.
Las tomas recogidas son interesantes, brillando especialmente Sgt. Pepper’s… sin efectos sonoros ni doblajes (unos Beatles cercanos a Cream en la primera toma de la canción) y la excelente versión instrumental de Penny Lane. Esta última suena a evidente pieza sonora en un filme de Wes Anderson. Rarezas, sin duda, aunque con cierto encanto y que nos hacen añorar tomas alternativas también para discos como Abbey Road o Revolver.
Una reedición, en definitiva, pertinente, y que ha soplado el polvo encima de un disco fundamental, aunque ahora suene extemporáneo; sin duda es el que más ha envejecido en todo el catálogo Beatle. A pesar de ello, es imposible no disfrutar con su mundo de serrín y bandas de viento, de “reloj rústico”, como definía brillantemente MacDonald. Muy pronto la ola volvería al mar, parafraseando el texto celebérrimo de Hunter S. Thompson, y empezarían los 70. Es decir, el desencanto: “And so, dear friends, you’ll just have to carry on…”