[Sitges 2017] 13 de octubre: ‘The Wall’, ‘Happy Death Day’ y ‘Survival Family’

Sitges se aproxima a la clausura con un francotirador iraquí, un tontorrón bucle temporal con psicópata y un postapocalipsis de idílico buen rollo.  

La clausura de Sitges está a la vuelta de la esquina y la cuenta asciende ya a nueve días viendo películas. Es bueno reconocerlo: esto de sano tiene poco, tanto a nivel físico como mental. En lo segundo el “efecto festival” ya se ha disparado y los nubarrones inundan el juicio. Uno es incapaz de saber si algo te gusta solo por su ligereza intrascendente (que no te haga pensar es, en estos momentos, un punto positivo) o si algo te desagrada es por lo contrario, es decir, te hace pensar o requiere unas condiciones que como espectador hace días quedaron atrás.  



The Wall (Doug Liman)

Doug Liman, responsable del primer Bourne o la también estupenda Al filo del mañana, aparca el espectáculo de acción para una producción Amazon que parte de una premisa muy sencilla: dos soldados estadounidenses sufren el asedio de un francotirador en el desierto iraquí. Tres personajes, uno de los cuales no vemos nunca, y que apenas se mueven de sitio. Tan pocas cartas hacen meritorio que se vea con interés y no se agote a sí misma. Ahí es importante que dure solo noventa minutos, pero también las conversaciones por radio con el francotirador, un cabrón que roza lo psicópata.

Happy Death Day (Christopher Landon)

La ligereza intrascendente, comentada en el primer párrafo, se muestra aquí elevada a su máxima expresión. Por fortuna, creo retener aún algo de juicio para poder afirmar que esta película es bastante mala. Otra cuestión es que pasen cosas, tontas la mayoría, y se mire sin desgaste energético. La cosa no es más que una variación de Atrapado en el tiempo (hace un par de días dejamos escapar otra, coreana) en la que una chica revive el día en que muere asesinada a manos de un psicópata con máscara. También es importante el contexto: un campus universitario de Louisiana. Todos blancos, por cierto, excepto una negra gorda para un chiste sobre gordas y dos orientales para gags reiterados sobre orientales tímidos. La película pierde los papeles en varias ocasiones y mejor no pensar en el dislate argumental y sus giros de chichinabo. Es preferible centrarse en otro asunto. Durante un buen rato funciona como relato de empoderamiento femenino, lo cual siempre es un punto a favor, pero todo eso se quiebra cuando la protagonista descubre que ser buena chica es el camino de su salvación. Resumiendo, aquí lo del empoderamiento femenino consiste en dejar de ser una zorra que hace lo que le da la gana para convertirse en una buena chica que se rige por criterios morales (antítesis de libertad). El asunto se desmorona por completo cuando te das cuenta que casi todas las relaciones entre personajes femeninos son disputas de celos y rivalidad por beneficiarse señores. Creo, y espero no equivocarme, que eso tiene más de sueño húmedo masculino que de reivindicación femenina.

Survival Family (Shinobu Yaguchi)

En cuestión de género postapocalíptico es evidente que esta película japonesa es un absoluto sacrilegio, pero mejor ir por partes. Una familia (papá, mamá, hijo, hija) urbanita dominada por la incomunicación y la tecnología descubre un buen día que todo lo relacionado con la electricidad (pilas y baterías incluidas) ha dejado de funcionar. Obviamente, es un caos. A partir de aquí la película es un relato muy simpático en el que los cuatro protagonistas deben sobrevivir en un mundo para el que son completamente inútiles. Como eso lo hace con mucha gracia y se le coge cariño a los personajes, el asunto funciona y resulta agradable de seguir. Luego, cuando se embarcan en el largo periplo de la ciudad al campo ya no molesta que el buenrrollismo lo envuelva todo y el reencuentro con la sencilla vida rupeste se pinte como la cosa más chupi. Eso sí, es un posapocalípsis en el que todos son buenas personas, vamos, que además de un sacrilegio al género es una utópica sandez.

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