En CANINO no esperábamos que Spider-Man: Homecoming fuera a dar tanto de sí, pero hemos descubierto que su calidad y su respeto a las fuentes la convierten en una adaptación total, puede que la más fiel dentro del Universo Cinematográfico Marvel y del personaje en sí mismo. ¿Por qué funciona tan bien esta versión del cabeza de red? Te lo explicamos en esta intrincada tela de araña.
Atención: este artículo incluye importantes destripes de la película.
1. El problema de adaptar o… «¿esto no lo habíamos hablado ya?»
¿Por qué se habla de adaptación cuando es mera inspiración? Es posible que esta pregunta ronde a más de un aficionado a los cómics. Después de todo, como ha demostrado Zack Snyder en más de una ocasión, tomar un tebeo como si fuera una guía te lleva a tener un bonito storyboard, pero no necesariamente una buena película.

‘Batman v. Superman’
No te preocupes, que no nos volveremos a meter en aquel berenjenal a propósito de Superman: este apartado sirve como recordatorio de que, en una adaptación, los responsables, desde los guionistas a los directores, pasando por los actores y los productores, aspiran a hacer suyo el material de partida, a veces a propósito y otras de forma inconsciente.
Como resultado, se entrega un producto inspirado y a veces ni eso: lo que suele haber es un trasvase fiel en lo estético, como el uniforme o partes de atrezzo, pero lo que es el espíritu ya tal, porque requiere conocer el material de partida y quién va a leerse doscientos cómics antes de ponerse a trabajar.
Y claro, esa etiqueta de «adaptación» trae por el camino de la amargura a cierto sector de los aficionados, siempre ansiosos de una fotocopia de las viñetas: de ahí los enfados por whitewashing, cambios de etnia o sexo, fusión de personajes o apropiarse del nombre de sagas sin más, al modo de Vengadores: La era de Ultrón (2015).

‘Vengadores: La era de Ultrón’
Pero el fan no debería llorar porque a la película le falta tal escena del cómic o porque cierto secundario no aparece o no se le respeta: debería hacerlo por otras menudencias como el arco de personaje o la coherencia narrativa. Menos mal que a esta gente no se le suele hacer caso, porque su actitud sólo contribuye a productos cínicos y desganados como The Amazing Spider-man 2: El poder de Electro (2014). Pero no adelantemos acontecimientos.
2. Dos Spider-Man, dos directores, una cierta mirada
Solucionado el tema de la denominación de las películas basadas en cómics, es necesario que pongamos la lupa sobre las anteriores versiones del personaje, en tanto que de ellas se destilará durante trece años lo que vale en pantalla y lo que no. Hasta ahora, cuando hablábamos de adaptaciones cinematográficas de Spider-Man, teníamos una trilogía notable y un díptico que, en el mejor de los casos, es como un perro con seis patas: no se sabe muy bien cómo tocarlo y algunos no lo harían ni con un palo.
2.1. Tollinas, lagrimones y un simbionte fuera de lugar
El Spider-man (2002) de Sam Raimi y sus secuelas, hasta ahora el patrón-oro por el que adaptar al arácnido y piedra de toque junto a Blade (1998) y X-Men (2001) del renacimiento del cine de superhéroes, no es la rara avis de un director crecido en la serie B y los presupuestos ajustados, sino una versión carísima del cine de su autor.

La mejor escena de Sam Raimi no viene de ningún cómic
Su trilogía coge tics del director de Posesión infernal (1981) hasta el punto de que podrías hacer una lista e ir tachando según se cumplen todos: ¿Protagonista atolondrado y cierto sadismo hacia él? ¿Amor de folletín? ¿Cámara desatada? ¿Diseño de sonido imaginativo? No es algo para un juego de chupitos si quieres evitar un coma etílico.
Y así Raimi, en su amor por la etapa más clásica del personaje, la de Stan Lee, Steve Ditko y más tarde John Romita Sr., toca el cielo cuando sus afinidades se solapan con la de los autores arácnidos. De ahí la notable Spider-Man y la superlativa Spider-Man 2 (2004), pero descarrila cuando sale de su zona de confort y se ve obligado a adaptar personajes y tramas que le cogen demasiado viejo. Así salió Spider-Man 3 (2007) y todo lo concerniente a Venom. Pero a él se debe una gramática visual propia del personaje, con una cámara que se balancea a su lado y que marcará a los que ya han trabajado con Spidey.

‘Spider-Man 3’
2.2. La telaraña de Webb o el exceso de racionalidad
Respecto a los Amazing Spider-Man de Marc Webb, se trata de dos películas que sólo coinciden en la intención de su director por ahondar en el drama amoroso de Peter, que es donde está más a gusto, y que salen de un paladar más moderno en lo visual: con Webb se incorporan planos en primera persona en los balanceos en red y en general se le aprecia más cómodo que Raimi con el CGI.
Este Spider-Man, por desgracia, es un títere en mitad de un huracán corporativo y por eso ambas Amazing parecen obra de directores distintos: lo que en la primera, de 2012, es contención y hasta vergüenza por el material de partida (esa incapacidad patológica del tío Ben por soltar su discursito…), en la segunda, de 2014 y fruto de estudios de mercado y notas de productores, es todo exceso.

‘Amazing Spider-Man’
Tampoco ayuda el plan general del guionista James Vanderbilt, alumno de esa escuela de pensamiento por el que un héroe no se forja por su personalidad y sus decisiones, sino por un entorno que conspira para que lo sea. Y hay una diferencia muy grande ahí.
Por norma, aceptamos que sólo Peter Parker podría ser Spider-Man porque le pica una araña, sí, pero también porque sólo él intenta conseguir dinero gracias a sus poderes, lo que le provoca una tragedia familiar que le hace ver su obligación hacia los demás. Es un metahumano por accidente y un héroe por elección.

A ritmo de dubstep
El Spider-man de ambas Amazing, por contra, sólo puede ser Peter porque las arañas que le pican están codificadas con su ADN, los lanzarredes y el fluido fueron construidos por sus padres y, en general, hay una enorme intriga a su alrededor de la que forma parte sin saberlo. Es un metahumano por accidente, pero estaba destinado a serlo y es un héroe casi por decreto. Sólo el traje parece algo propio.
2.3. Diagnóstico: Osbornitis con fijación psicótica y muerte súbita
Con lo diferentes que son estas cinco películas, te sorprenderá saber que todas tienen ingredientes que las hermanan como un risotto a un arroz tres delicias. Hablo, por supuesto, del exceso de drama, con el alucinante recuento de muertes de dos tío Ben, cuatro villanos, otro enemigo evaporado (Venom), Rosalie Octavius, una Gwen Stacy y un George Stacy. En el caso de algunos personajes, verles en pantalla es como saltar a una de las entregas de Destino final, con esa sensación de impaciente espera hasta su deceso.

Norman Osborn
Por encima de esto planea la sombra de Norman Osborn. En los cómics, el Doctor Octopus, némesis tradicional del personaje, palma en la Saga del clon de los noventa, y el final de esta saga en 1996 corona al Duende Verde como el enemigo definitivo de Spider-man, una mezcolanza de Lex Luthor y el Joker.
Las cinco películas sufren de Osbornitis, porque es Norman Osborn y su imperio lo que impulsa, cuando no provoca directamente la trama. En las de Sam Raimi, la muerte de Norman en la primera genera una subtrama con su hijo Harry (James Franco) que culmina en la tercera; en las de Marc Webb, es responsable de Spider-Man y sus enemigos por igual.
Pero esto os va a fascinar aún más: el mayor problema y punto común de casi todas las películas está en el propio cómic. O más bien en la necesidad imperiosa que tienen en fijarse en los grandes éxitos del cómic, como una de esas bandas de homenaje a Nirvana que sólo saben tocar medio bien Smells like a teen spirit cuando podrían hacer una excelente Aero Zeppelin.
El requisito, diríase obligatorio, de volver a contar en pantalla lo que estuvo en una página da más resultados mediocres que buenos. La demostración empírica es Spider-man 2, cuyo punto fuerte es que intenta menos reflejar los tebeos y más construir una historia propia. Es además la que tiene menos Osborn… ¡y la que no termina con ningún funeral!
3. Uno como parte del todo
En 2008, ya te sabrás esto, Iron Man da el pistoletazo de salida al Universo Cinematográfico Marvel (UCM). Aún no saben lo bien que va a funcionar, así que sus responsables se limitan a cruzar los dedos en una esquina, mientras rezan por una buena taquilla y que puedan terminar la primera fase.

‘Iron Man’
La fórmula parece sencilla: actores con carisma, directores casi mercenarios, entretenimiento por encima de todo y lo innecesario de haber leído los cómics para disfrutar de ellas. Están inspiradas (ahora empiezas a entender el por qué de la primera parte) en los comics, lo que significa que picotean migajas a lo largo de la publicación de un determinado personaje, ya sea para construir la trama o poner algún que otro huevo de pascua, pero sin depender de la fuente.
El procedimiento se completa al modernizar los orígenes y seguir algunas pautas, como la ausencia de identidades secretas o el carácter paramilitar de Los Vengadores, subordinados a SHIELD primero y a la ONU después.
El ingrediente especial es que, como si de un gigantesco crossover se tratara, cada entrega forma parte de una historia mucho mayor, que se espera culminar con esa Guerra del Infinito dividida en dos partes. A veces es necesario ver todas las películas, como cuando se trata del arco de Tony Stark (villano encubierto e inconsciente del UCM, como señala Noel Ceballos). A veces no, como esos Guardianes de la Galaxia (2014) que van de momento por libre.
Y aunque la fórmula episódica tiene indicios de agotamiento (mátame, camión de Thanos), este universo compartido es el mejor abono para otra película de Spider-Man, la tercera versión del personaje en dieciséis años y sin embargo capaz de mantener la frescura, al tiempo que se desmarca del resto del UCM.
4. Spider-Man: Homecoming – La adaptación total
No me siento capaz afirmar a la ligera que Spider-man: Homecoming (2017) sea la mejor película de Spider-Man hasta la fecha, pero sí que es la adaptación más fiel que se ha hecho nunca del arácnido. Destila, en dos horas, cincuenta años de aventuras y consigue la labor alquímica de que sea entretenida y comprensible. Lógico que nos haya gustado.
Al contrario que en el resto del UCM, Spider-Man: Homecoming sí que toma en cuenta toda la mitología del personaje con fervor religioso pero, lejos de detenerse en cómics concretos, decide abarcar varias aventuras, de distintas etapas y hasta universos, haciendo del aficionado al personaje un glotón de huevos de pascua.
4.1. Adaptación de personajes
En el instituto conviven una versión actualizada de Flash Thompson (Tony Revolori); una Betty Brant que no es secretaria del Daily Bugle sino estudiante de audiovisuales; un profesor de la etapa Lee y Ditko, el señor Warren, al que cambian de sexo y etnia y que está interpretada por Selenis Leyva; un codazo a las expectativas con una MJ (Zendaya) muy distinta y quién sabe si sólo un señuelo; guiños al fan irredento, como la aparición de Sally y Jason, personajes del cómic de los noventa Las historias jamás contadas de Spider-man; la conversión en compañero de clase de Ned Leeds (Jacob Batalon en cine; periodista y Duende muerto en los cómics) con la plantilla de Ganke, el mejor amigo de Miles Morales, el otro Spider-man del Universo Ultimate.

El instituto de Peter Parker por fin es más que un decorado
Como se puede ver, en lugar de trasladar todos los entornos del cómic se ha optado por adaptarlos al instituto para que éste funcione como núcleo principal y centrar la historia. Ayuda a la credibilidad de la ambientación que tanto Tom Holland como los secundarios apenas rocen la veintena y que el joven actor componga al Peter Parker más joven, locuaz y entusiasta, para nada semejante al Parker bobalicón de Tobey Maguire o al emo de Andrew Garfield.
Fuera de las clases también se realiza esta concreción alrededor del Buitre (Michael Keaton), el cual comparte taller con El Chapucero (Michael Chernus), Shocker (o Conmocionador, interpretado por Bookem Woodbine) y uno de los Forzadores, Jackson Brice (Logan Marshal Green). Adrian Toomes se cruza en sus negocios, quizás como semillas para la segunda entrega, con Mac Gargan (Michael Mando), el Escorpión de los cómics, y Aaron Davis (Donald Glover), conocido como Merodeador y tío de Miles Morales en el Universo Ultimate.
El choque de protagonista y villano es también el choque de dos mundos que tienen el mismo peso dentro de la historia: uno juvenil y restrictivo, otro adulto y delictivo. De los problemas tradicionales del UCM que aquí se esquivan, se evita que esta colisión se descompense a favor del héroe o parta de entornos demasiado parecidos, con la consecuente falta de profundidad del antagonista.
Por si fueran pocos los cambios, los personajes se han adaptado al entorno multicultural que se le debería presuponer a un instituto neoyorquino. Al contrario que el cómic y los filmes de Raimi y Webb, el entorno de Peter no es un desfile de blancos.
4.2. Adaptación de cómics y universos
Hagamos memoria, que han pasado muchas palabras: ¿cuál dije que es uno de los principales problemas de las otras películas de Spider-Man en particular y, ya que estamos, de las adaptaciones de superhéroes en general? Que parece que es necesario adaptar cómics clásicos para justificar el precio de la entrada.
Pues no te equivoques, porque no existe un número épico de “un Forzador es desintegrado por el Buitre”. Tampoco uno de “Spider-Man salva a sus compañeros de clase de un ascensor”. ¿Y qué cómic mítico de Spider-Man traslada Homecoming a la gran pantalla, entonces?
En Spider-man: Homecoming conviven un homenaje a uno de los episodios míticos de la etapa Lee/Ditko, el número 33 de Amazing Spider-man, con una referencia mucho más extensa a este tebeo de un Spider-Man atrapado en los suburbios neoyorquinos, escrito por el Peter David pletórico de los ochenta:

La mayor pesadilla de Spider-man no es un duendeslizador, sino las casas de dos pisos y los árboles solitarios
Esta ensalada es posible porque esta película toma las líneas generales del personaje y las amolda a la historia que quiere contar, en lugar de doblegar su argumento a rígidos esquemas basados en cómics. Al más puro estilo UCM, si por el camino consigue guiñar el ojo al lector, lo hace, pero no le va la vida en ello.
¿No querías lanzarredes mecánicos? Tienes la versión Stark y la casera de Parker. ¿Que forma parte del ADN del personaje que su identidad secreta y la pública se den de hostias entre sí? Pues hacemos de Peter un marginado que podría dejar de serlo si su labor como superhéroe no interfiriera.

Hace falta un murciélago para espantar a un duende
Es más, al igual que el conflicto entre Spider-man y el Duende Verde deviene en las viñetas en una lucha entre Peter Parker y Norman Osborn, con el vástago de este último como daño colateral, en Spider-man: Homecoming la lucha del héroe titular contra el Buitre también escala hasta hacerse personal… con una hija como daño colateral que encima es el amor platónico de Peter. Osbornitis esquivada por el momento.
Y creo que ha sido posible toda esta magia porque, al contrario de las anteriores versiones recluidas en su propio universo, ésta forma parte de un esquema mayor, del que se sabe otro capítulo. Uno escrito en los márgenes y por tanto con espacio para desarrollar a su protagonista.
4.3. Adaptación del tono
Seamos sinceros: salvo etapas muy específicas y números muy especiales, Spider-Man siempre ha encontrado el humor. Su éxito se basa en la comedia más básica, el costumbrismo y ocasionales pero tremebundas gotas de tragedia.
Lo más seguro es que, si coges un número al azar, te rías de las desgracias de Peter Parker, ya sea por Tía May, el no pagar el alquiler o coger un resfriado por hacer de superhéroe bajo la lluvia.
En el ámbito cinematográfico, por el contrario, incluso en las de Sam Raimi y pese a su desenfado marca de la casa, flotaba una gravedad que después de cinco películas empezaba a cansar. De ahí que Spider-man: Homecoming sea tan refrescante: se siente como una aventura más, capaz de marcar a Peter, sí, pero sin necesidad de tragedias más grandes que la vida. Al tío Ben ni se le menciona y el Buitre no muere, sólo se hace mucha pupa.

Spider-man contra Iron Meh
O dicho en román paladino: es la primera película de Spider-Man en la que no hay funerales. Ya ha habido demasiados, parece decir con gracejo: el propio UCM es más colorido y no los necesita para reafirmar un mensaje que casa como un guante con su director.
4.4. Adaptación… del director
Es muy pronto aún para hablar de Jon Watts como un autor, pero es sencillo deducir cómo consiguió el trabajo. Ponte en situación: Kevin Feige prepara una nueva película de Spider-Man en la que el principal conflicto es cómo un jovencísimo Peter trata de madurar pero no como los adultos esperan de él. Una versión donde los mayores no son de fiar, bien porque esconden secretos, bien porque ellos mismos no tienen fe hacia un chaval de quince años, hasta que Peter se hace valer y aprende a confiar en los adultos que le rodean.
Un día, Feige se mete a ver Coche policial (2015), un thriller modesto donde dos niños que ya no se fían de los adultos viven una odisea contra un policía corrupto que termina con ambos volviendo a confiar en los mayores. El productor piensa que su director es perfecto y acierta: Watts aporta su talento con menores y se permite rodar la mejor escena de Homecoming con una conversación en un coche. O quizá no fue así y Watts, que figura entre la legión de guionistas, sí que pudo reflejar su punto de vista y podemos hablar de autoría. No importa.
Lo que importa es que para conseguir el trabajo, Watts tuvo que currar y hacer ver su amor por el cabeza de red: ya no bastan los directores mercenarios como Alan Taylor. Después de varias reuniones donde mencionó todo lo que estaba mal de las otras películas y todo lo que no se había hecho pero se podía intentar, como fijarse aún más en la etapa de instituto de Peter y añadir un poco de John Hughes, se convierte en el idóneo para el puesto.

Tom Holland y Jon Watts, el mejor equipo arácnido
El guión le hace un favor, eso sí, al tener a un Spider-Man novato y no muy acostumbrado a las alturas, pues a esta iteración le falta la verticalidad de sus predecesoras. De dirigir la segunda parte, Watts tendrá que adaptarse a la gramática de Raimi o inventar una nueva, pero al menos ya ha demostrado que puede plegarse a las exigencias creativas de la Casa de las Ideas y sobrevivir en el proceso.
Sea como sea, Spider-man: Homecoming es un regalo para el lector de Spider-man y el espectador ocasional. Es una adaptación de espíritu, no de forma; debe su existencia a las películas de Sam Raimi y Marc Webb, pero no es deudora de nada más; forma parte del UCM y sin embargo es única dentro de un proyecto con catorce películas en nueve años.

También se puede afirmar que nunca habíamos visto una película tan buena con un póster tan horrible
Desde pequeño, mi superhéroe favorito ha sido y es Spider-Man. A pesar de cómics de mierda y adaptaciones fílmicas cuestionables, de videojuegos cutres y de subproductos penosos, me he mantenido todo lo fiel que mi bolsillo y mis tragaderas me han permitido.
Ahora, veintitantos años después de mi primer cómic del personaje, sí que puedo decir que me tiene en una telaraña de la que no quiero salir. Y en la que no me disgusta lo que vendrá a continuación.
Sólo le falta un dato: esto de adaptar el espíritu pero no cómics concretos (o contradecirlos con acierto), hacer guiños sueltos, utilizar nombres de personajes pero no adaptarlos fielmente, basarse tanto en el humor… viene precisamente de la adaptación de Greg Weisman, el de Gargoyles, en los dibujos animados de Spectacular Spider-man. Mira que Marvel le ha tratado mal, con lo bueno que fue para el personaje.
Fíjese que a mí la de las gárgolas me pilló con el pavo y pasé de ella, pero viendo la devoción que despierta, quizás un día me la trague entera. ¡Gracias por el dato!
Pues no ha terminado de convencerme este «Homecoming». No es que sea todo malo, mas bien al contrario, pero quizás hay algo que sobrevuela a la película. Y quizás no se trata tanto del miedo al enfrentarse a una primera película de franquicia como a la aceptación total de «planes superiores». Siendo honestos, «Homecoming» funciona donde «Ant-Man» y especialmente «Doctor Strange» hacían aguas, presentar un universo cohesionado, con sentido. Parker, y todos sus compañeros de fatigas están excelentes. El Buitre, cumple como malvado de turno, pero aún así hay cosas que no terminan de funcionar. Casi todas las escenas de acción ocurren de noche. Como, si de alguna manera la película quisiera rebajar loa ánimos: «No te flipes tanto». Y en realidad, todo «Homecoming» va de eso. No sólo de que Parker no se cree que es quién no es, como que el público entienda que esa película no va a ser lo que él (o parte de él) quiera que sea. No. No es una «secuela» de «Civil War» y cualquier esperanza que apunte hacía ahí será en vano. Y para dejarlo claro Marvel recurre a su icono inicial, Iron Man. Stark es quién abre la puerta a lo «fliparse» pero también es quien cierra esa misma puerta: «No Peter, esto no va a ser un «Civil War 2», porqué Parker, ahora mismo no podemos permitirnos que cualquier otra película haga sombra a «Infinity Wars vol.1″. Todo lo que mole irá ahí, y aquí Spidey, sólo quedan las sobras».
No es que sea todo malo, repito. Quizás, «Homecoming» funciona cojonudamente como los dos primeros episodios de una serie de 6 de Netflix. Quizás ESA sería la serie que querríamos ver muchos. Y quizás la serialización sería mas fácil de llevar. Porqué esperar años a poder ver el siguiente episodio de esta nueva saga, donde el malo parece perfilado y donde todo, a priori, parece bastante previsible, quizás no sea la mejor de las ideas. Porqué quizás, todas esas relacionas ya las hemos visto antes en otras películas del trepamuros o similares. Y porqué quizás en los dosmildiez hacer películas solo de aventuras, sin arco para el protagonista, parece imposible. Pero quién sabe, quizás Spidey2 mole mil y siga sin tomarse en serio. Y quizás Scott Lang haga mejor team-up con Parker y compañía.