La BBC acaba de emitir SS-GB, una miniserie que muestra una Inglaterra alternativa invadida en 1940 por los nazis. Aprovechamos el análisis de este lujoso thriller británico para hablar del auge del género de la historia altenativa y de su relación con el momento político y cultural que estamos viviendo.
Después del éxito comercial y de crítica de El hombre en el castillo (2015-), la serie producida por Amazon que adapta el clásico ucrónico de Philip K Dick, BBC estrenó el pasado mes de febrero la miniserie SS-GB, basada en la novela homónima de Len Deighton y adaptada a la pequeña pantalla ni más ni menos que por Neil Purvis y Robert Wade, los guionistas de Skyfall (2012). Ambas series pertenecen a ese grupo de ucronías que presentan un universo paralelo en el que el Tercer Reich ha emergido victorioso de la Segunda Guerra Mundial. Y es que la ucronía está de moda. Este género literario, que suele asociarse por defecto y por error a la ciencia-ficción (ahí están Tito Livio y su Historia de Roma o La conjura contra América -2004- de Philip Roth), se articula en torno a un llamado «punto Jonbar,» un cambio en algún evento del pasado que genera una divergencia con respecto a la historia que conocemos. Por ejemplo, que habría pasado si la Armada Invencible hubiera conquistado Inglaterra (Pavana, Keith Roberts -1968-), si la República hubiera vencido en la Guerra Civil española (En el día de hoy, Jesús Torbado -1976-) o la Confederación en la Guerra de Secesión americana (Bring the jubilee, Warden Moore -1953-). El interés por estas ficciones ha llegado incluso al ámbito académico. Historiadores como Niall Ferguson o Richard Evans en su reciente libro Altered pasts (2013) debaten si la ucronía es una herramienta válida de investigación histórica.
Es evidente que la atracción que el público anglosajón ha sentido a lo largo de las décadas por estas ficciones se debe en parte a que ni los Estados Unidos ni Reino Unido fueron invadidos por los nazis (solo llegaron a ocupar las islas del Canal de la Mancha). Es sencillo imaginar el placer que causa a las audiencias de estos países el horror de contemplar la Casa Blanca o el Palacio de Buckingham cubiertos de esvásticas. Para eso sirve la fantasía. Pero tampoco es casual que el auge de este tipo de ucronías se esté produciendo en un momento sociopolítico como el actual. Por eso nos detendremos a hablar de SS-GB ahora que acaba de concluir su emisión.
Nazis británicos: un poco de contexto
Las ficciones británicas sobre hipotéticas invasiones germanas tienen más de un siglo de antigüedad. El género llamado «invasion-scare» gozó de un considerable éxito en la época victoriana de mano de escritores como William Le Queux o Seki. Novelas como The invasion of 1910 (1906) o When William came (1913) imaginaban una futura guerra contra Alemania (que terminaría haciéndose realidad en 1914) que concluía con una Inglaterra subyugada por las tropas del Káiser Guillermo. El rearme alemán tras la frágil paz de Entreguerras produciría otra obra clarividente, Swastika night (1937) de Katherine Burdekin, que además de ser probablemente la primera distopía feminista de la historia, especulaba con un Eje triunfante y un Reich futuro en el que Hitler es adorado como un dios mítico.
Una vez acabada la conflagración, los británicos no perdieron el interés por estas especulaciones, ahora retrospectivas. Un joven Michael Caine protagonizó The other man, una ambiciosa obra emitida por la ITV en 1964 dentro de su reputado programa Play of the week (1955-74) y que presentaba de nuevo una Inglaterra ocupada por los nazis en 1940. The other man introdujo una constante que se repetiría en muchas otras ucronías de este tipo: un personaje central que bascula entre el colaboracionismo y la cobardía por un lado, y el deseo de liberar su patria del yugo teutón por otro.
También en 1964 se rodó It happened here, film cuyo título hacía deliberada referencia a Eso no puede pasar aquí (1935), la fábula antifascista de Sinclair Lewis. Debido a sus modestos medios, la película optó por una estética documental que la ha hecho perdurar: el realismo de sus imágenes, como la de un regimiento nazi desfilando junto al Big Ben, provocó una polémica que impidió su estreno durante dos años. It happened here resultaba incómoda porque además señalaba un aspecto controvertido: las tendencias nacionalsocialistas de una parte del establishment británico: no hay que olvidar a los 50.000 camisas negras de Oswald Mosley y su British Union of Fascists o a Eduardo de Windsor, el rey que abdicó para poder casarse con la plebeya divorciada Wallis Simpson, pero que también era un ardiente simpatizante nazi. Esta y otras ucronías jugaron con la idea de que una Inglaterra ocupada por el Tercer Reich, con Eduardo en el trono y Mosley en el gobierno habría apoyado de forma entusiasta sus políticas raciales y opresoras. Esta polémica aun acompaña a ucronías recientes como Dominion (2012) de C J Sansom que no escamotean la casi certeza de que las elites británicas habrían sabido aliarse con los nazis si estos hubieran ocupado Gran Bretaña.

Imagen de ‘An englishman castle’
En 1978, tan solo unos meses antes de la publicación de SS-GB, la BBC emitió la miniserie An Englishman Castle, protagonizada por el distinguido actor británico Kenneth More, y que nos ofrece una pista definitiva sobre la pertinencia cultural de la reciente adaptación de SS-GB: An Englishman castle se ambientaba en el presente, pero de un mundo paralelo en el que el Reino Unido se ha convertido en un país satélite del Tercer Reich. Los alemanes controlan toda Europa mediante la llamada «Unión de los 15» con capital en Berlín. ¿Le suena? Solo se les opone una débil Resistencia que no alcanza más que a colocar bombas aquí y allá o a practicar sabotajes más o menos inofensivos.
Pero en esa realidad paralela no hay esvásticas ni se ven uniformes de las SS. La opresión es administrada por los propios británicos en nombre de sus amos. La población solo quiere mirar hacia adelante y disfrutar del bienestar que la administración alemana ha traído. La serie por tanto utilizaba la misma estrategia que Dick en El hombre en el castillo: hacer ese mundo paralelo indistinguible del nuestro para demostrar que, en efecto, los malos ganaron. La Inglaterra de An Englishman Castle es parte de esa unión de 15, tiene una televisión pública manipulada por el gobierno y sufre atentados esporádicos del mismo modo en la que la auténtica Inglaterra de los añossetenta acababa de unirse a la UE (en 1973) o sufría los atentados del IRA. Por tanto, la serie mostraba la raíz netamente conservadora y nacionalista que nutre a estas ucronías.
Nazis, Bréxit y Trump
Podemos concluir, por tanto, que las ucronías británicas sobre victorias nazis se caracterizan por al menos uno de estos tropos: 1) un protagonista masculino partido entre el pragmatismo y el deber moral; 2) la denuncia de las simpatías totalitarias de las elites británicas; y 3) la desconfianza hacia la UE, entendida como un proyecto de dominación germana. Una excepción a estos vectores es Resistance (2008) la novela de Owen Sheers centrada en un grupo de mujeres de un pueblo galés que descubren una mañana que sus maridos se han unido a la Resistencia (merece también mencionarse su bella y poco conocida adaptación al cine en 2011).
SS-GB navega de manera ambigua entre las raíces conservadoras del subgénero y el estudio de la sociedad de clases que Deighton convirtió en una de las señas de identidad de sus novelas de espionaje. El protagonista de SS-GB es, como el de IPCRESS (1962) o Funeral en Berlín (1964), un hombre de clase trabajadora, en este caso un detective de la policía metropolitana, que acepta la ocupación nazi de forma pragmática, como un fastidio burocrático más. Se le encarga que investigue un asesinato en apariencia sin importancia, un caso rutinario pero que terminará haciéndole entrar en contacto con una trama de espías al más alto nivel. Se debatirá entonces entre deseo de seguir vivo y la lealtad a su patria; y como muchos de los antihéroes de Deighton, descubrirá finalmente que es una pieza más en el juego de esas instancias aristocráticas, tan maquiavélicas y sin escrúpulos como los gerifaltes nazis.
La adaptación de la BBC es, como acostumbra, de un esplendor visual arrollador. La recreación de la época es fabulosa, aunque se abandone en muchos momentos el porno ucrónico, es decir, a mostrar los monumentos más emblemáticos de Londres destruidos o envueltos en esvásticas. Por lo demás, la trama se aferra a los clichés del thriller, aderezados con los del género negro: un héroe hierático y seductor (Sam Riley), una femme fatale (Kate Bosworth), villanos (nazis) sádicos y mucho humo. Es decir, la serie juega sobre seguro. Purvis y Weade han conservado los elementos más reconocibles del género pero han desdibujado la crítica social que Deighton, siempre a caballo entre Ian Fleming y John Le Carré, ejercía en sus novelas. El resultado es poco innovador pero se ve con agrado.
Más interesante resulta explorar SS-GB en términos de su significado cultural. El Reino Unido está ahora mismo embarcado en una estrepitosa salida de la UE tras un referéndum en el que muchos votantes expresaron su desagrado por una institución que según ellos coartaba su libertad. Un invento alemán, para los más viejos. Esa misma tendencia conservadora se refleja en la serie no solo en la misma idea de una ocupación extranjera sino también en las varias ocasiones en las que los personajes lamentan que los alemanes, pese a sus divisiones internas, consiguieran conquistar Inglaterra tan fácilmente. Esta admisión de debilidad es un eco evidente eco de todos esos británicos que creen que su país está a merced de Bruselas. La decisión del protagonista de SS-GB por tomar partido puede leerse sin dificultad como una llamada a los británicos actuales a afrontar su deber patriótico y sacar al país de esa debilidad transitoria en la que se encuentra por haber sido demasiado abierto y tolerante.

Imagen de ‘It Happened Here’
Hay quien argumenta que en tiempos de Trump, SS-GB y otras ucronías de nazis triunfantes además sirven para distraernos del hecho evidente de que el autoritarismo del siglo XXI no vendrá cubierto de cruces gamadas y vestido con uniformes diseñados por Hugo Boss. Quizá sea cierto. Pero ficciones como SS-GB también nos recuerdan la importancia de estar del lado adecuado de la historia. Como ya dejó claro Sinclair Lewis en Eso no puede pasar aquí, el fascismo ya está aquí, está dentro, en casa, no llegará de fuera ni tomará el poder por la fuerza y por sorpresa, sino que se hará fuerte porque algunos lo usarán para sus propios fines y porque otros decidirán permanecer neutrales, hacer su trabajo, cumplir órdenes. A los demás solo nos queda más que una elección: hacer lo correcto.