Steve Ditko, más allá de Spider-Man: un repaso a su carrera en 10 momentos clave

Hace unos días falleció, con noventa años, Steve Ditko, dibujante de cómic fundamental en la industria del comic-book estadounidense, cuyo nombre ha quedado vinculado para siempre a su creación más famosa: Spider-Man. Como homenaje a su peculiar carrera, repasamos a continuación algunos de los hitos que la componen.

Dotado de un estilo extraño, al margen de tendencias, que podía modular para ajustarse al terror, la ciencia-ficción, los superhéroes o incluso el humor, Steve Ditko construyó un lenguaje propio que evolucionó de forma pareja a sus convicciones profesionales e ideológicas. Estos son los diez momentos clave de su obra

Stretching Things: el comienzo de todo

Ditko comenzó su carrera cuando la Golden Age tocaba a su fin: a comienzos de los años cincuenta, cuando los superhéroes habían pasado de moda y el terror y la ciencia-ficción eran los nuevos reyes de la fiesta. El Comics Code, un organismo de autocensura que la industria tuvo que autoimponerse para sobrevivir en medio del conservadurismo de la época, estaba a punto de llegar. Pero antes de eso, el joven Ditko tuvo tiempo de crear varias historias sin sus limitaciones. La primera historia acreditada que conocemos es Stretching Things (Alargando las cosas), publicada en enero o febrero de 1954 en el número 5 de Fantastic Fears de la editorial Ajax/Farrell. Se trata de una historia en la que Ditko -¿en colaboración con un guionista?- presenta a un hombre con una enfermedad en los huesos que se somete a un tratamiento experimental para curarse, que, como no puede ser de otra forma, sale mal y va convirtiendo su cuerpo es una masa de goma descontrolada, como una versión chunga de Plastic Man. La narración en segunda persona y el final truculento encajan sin sorpresas en el molde de la época, pero, gráficamente, sorprende encontrar ya muchos de los rasgos del dibujante bastante desarrollados. Las caras deformadas del desdichado protagonista siguen dando miedo hoy.




Historia completa aquí. También encontrarse en castellano en Strange Suspense. Los archivos de Steve Ditko vol. 1 (2010)

The Night People: terror en la Charlton

Ese mismo 1954, Ditko comienza a trabajar de forma estable en Charlton, una editorial que intentaba explotar el filón del horror más escabroso. Ditko realizó un buen número de historias cortas, pero de todas las que conozco mi favorita es The Night People (Los seres de la noche), publicada en mayo del 54 en una revista con el maravilloso nombre de This Magazine is Haunted. En esta pieza hay demasiadas cosas que dan pánico juntas como para no temblar: maniquíes que cobran vida de noche y beben la sangre de sus víctimas, y una muerte horrible para el patético protagonista, que es desmembrado y quemado mientras aún es consciente de todo. La sarcástica y cruel moraleja, tan propia de estas revistas, remata una historia de horror perfecta en tan solo cuatro páginas grotescas.

Historia completa aquí. También encontrarse en castellano en Strange Suspense. Los archivos de Steve Ditko vol. 1.

The King of Planetoid-X: una fantasía espacial

A partir de 1954, la Charlton asumió la normativa del Comics Code y eso significó que historias como The Night People eran inconcebibles. Steve Ditko, tras superar una tuberculosis que lo alejó de Nueva York durante un año, prosiguió su colaboración con la editorial y se adaptó a las nuevas corrientes. En concreto, produjo varias historias de ciencia-ficción más que interesantes, aunque se trate de un género edulcorado y más cercano a la fantasía que a otra cosa. Una de mis favoritas de esta etapa es The King of Planetoid-X (El rey del Planetoide-X) de 1958, una fábula espacial que presenta a unos embajadores de una galaxia destruida por la guerra que van en busca del rey despótico del Planetoide-X, para pedirle que los gobierne como gobierna su mundo. Quieren cambiar su libertad por la seguridad y felicidad -un debate que se puede trasladar fácilmente a la actualidad-. El rey tiene un sueño en el que ve el futuro que esperaría a a la galaxia si aceptara su propuesta y, finalmente, se descubre por qué el plan no es viable: todos los habitantes del planetoide son autómatas sin vida real. El mensaje final de esta historia con posible guion de Joe Gill es ingenuo pero tranquilizador: los seres de carne y hueso nunca podrán ser felices sin libertad.

Historia completa aquí. También encontrarse en castellano en Mundos inexplorados. Los archivos de Steve Ditko vol. 2 (2012)

Goodbye to Linda Brown!: los prolegómenos de la Era Marvel

Aunque Ditko ya había colaborado con Stan Lee al comienzo de su carrera, el trabajo estable entre ambos no llegó hasta los años sesenta. Ditko llevaba unos años compaginando las colaboraciones en Charlton con incursiones en Atlas, empresa que cambiaría de nombre poco después al actual Marvel Comics. El dibujante publicó abundante material de ciencia ficción y fantasía sobre guiones de Lee, en cabeceras hoy míticas como Amazing Fantasy -donde muy poco después debutará Spider-Man- o Strange Tales. En esas páginas que compartía con dibujantes de la talla de Jack Kirby o Gene Colan, Ditko seguía mejorando con rocambolescas historias de monstruos gigantes o extraterrestres bizarros. En el número 97 de Strange Tales, con fecha de portada de junio de 1962, ¡la pareja creativa publicó Goodbye to Linda Brown! (¡Adiós a Linda Brown!), una historia breve de final sorpresa y muy poca acción, no muy diferente a otras muchas de aquel momento, pero que merece ser recordada porque, en sus páginas, aparecen los padres adoptivos de la Linda Brown del título, nada menos que “Tío Ben” y “Tía May”… Unos meses antes de su debut oficial como tíos de Peter Parker. Todo estaba listo para comenzar una de las etapas más brillantes de la carrera de Steve Ditko.

La primera aparición de Misterio

No hay duda de que Spider-Man es la más célebre creación de Ditko. Junto con Stan Lee, presentó al personaje en Amazing Fantasy n.º 15, y su inmediato éxito le valió su propia serie: The Amazing Spider-Man. En ella se modeló un superhéroe neurótico con pies de barro, más preocupado por reunir el dinero del alquiler o de las enfermedades de su anciana tía que de salvar el mundo. El tono burlesco, casi paródico que la serie tenía en muchos momentos puede achacarse a la flema de Lee, pero es el espíritu de un Ditko ya interesado en el objetivismo y en la obra de Ayn Rand el que parece animar a ese adolescente obsesionado con la responsabilidad y con hacer lo correcto. En las páginas de la serie, Ditko creó la imagen de los principales villanos asociados al personaje: con la excepción de Veneno, prácticamente todos los principales aparecen en esta primera etapa. El Doctor Octopus, Electro o el Duende Verde tienen diseños delirantes maravillosos, pero mi preferido siempre fue Misterio, por atrevido, desvergonzado y loco. Misterio debuta en 1964, en el número 13 de la serie, y lo hace ataviado con su mono de cuadros verdes, su capa morada, y, por supuesto, su esfera de cristal en la cabeza. Envuelto en niebla y lleno de trucos, es uno de los primeros enemigos de Spider-Man que opone al héroe no su fuerza bruta, sino el ingenio y la capacidad para crear trucos que hacían dudar de las leyes de la física. Rara vez ha protagonizado historias a la altura de su potencial, pero el diseño de Misterio permanece como uno de los más geniales creados por Ditko.

La primera aparición de Eternidad

La otra gran aportación de Steve Ditko al incipiente Universo Marvel fue el Doctor Extraño, un personaje atípico porque en lugar de deber sus poderes a un accidente científico, manejaba magia arcana. Este héroe atípico fue una idea del propio Ditko, que la desarrollaría con Stan Lee en las páginas de Strange Tales. En los breves capítulos de sus aventuras lo veíamos emplear todo tipo de artefactos mágicos y enfrentarse en duelos de poder e ingenio con adversarios que también manejaban la magia. Pero, sobre todo, la serie destacó en el apartado visual por la peculiar manera en la que Ditko representaba los conjuros y las dimensiones mágicas: mediante formas geométricas abstractas que no guardaban respeto a ninguna ley física. Cada vez que alguien lanzaba un conjuro, la forma en la que se mostraba era siempre sorprendente. Pero nada sintetiza mejor esta peculiar manera de enfrentarse a los sobrenatural que el diseño de Eternidad, una entidad cósmica inefable, que el ser humano no puede entender, pero que escoge representarse de un modo más concreto como una especie de humanoide formado por el vacío espacial, con galaxias, estrellas y planetas recorriendo su interior. Este ser debutó en Strange Tales n.º 138, publicado en 1965. El capítulo arranca con una de las fabulosas panorámicas de una dimensión desconocida que Ditko dibujó para la serie, y pronto muestra el primer encuentro del Doctor Extraño con Eternidad, en una espectacular página completa.

La aventura definitiva de Spider-Man

Steve Ditko permaneció en The Amazing Spider-Man poco más de tres años, entre 1963 y 1966. Sus tensiones constantes con Lee -aireadas por Ditko años después en alguno de sus fanzines y bien documentadas por estudiosos de la era Marvel- deterioró la relación entre ambos, sobre todo por la cuestión de la autoría: Ditko consiguió aparecer acreditado como argumentista, a partir de determinado momento. De hecho, se cuenta que en los últimos tiempos de su etapa en la serie ambos autores ni siquiera se hablaban, y la aportación de Lee se limitaba a perfilar los diálogos de cada número a partir de las indicaciones de Ditko. Y, realmente, hay cambios evidentes en el enfoque de comedia juvenil de la serie, así como en la orientación del personaje. Menos humor, alguna que otra soflama política -Peter Parker se cabrea muchísimo cuando observa a un grupo de hippies en la universidad, por ejemplo- y una saga en tres números, ¡Si este es mi destino!, que para muchos lectores es la mejor historia de Spider-Man jamás publicada. The Amazing Spider-Man n.º 33 contiene su momento más recordado: aplastado por varias toneladas de maquinaria, el héroe debe alzarse de nuevo para poder salvar a su tía May. Y lo consigue en una espectacular viñeta a toda página en la que levanta a pulso los escombros, tras un monólogo en el que se intuye ya muy claramente la ideología objetivista de Ditko.

Rumbo a DC Comics: la creación de The Creeper

Tras dar un carpetazo a su relación con Marvel Comics, Steve Ditko cruzó a la acera de enfrente y llamó a la puerta de su competencia más directa: DC Comics. Adelantándose a Jack Kirby, que hará lo propio poco después, Ditko comenzó a trabajar para la compañía de Superman y creará varios personajes nuevos, como Halcón y Paloma. Pero el personaje más original -y loco- que concibió en su breve relación laboral con DC fue The Creeper. El extraño héroe era un presentador de televisión que cayó en desgracia por enemistarse con el productor. Por motivos demasiado enrevesados para contarlos aquí, acaba adquiriendo poderes que incluyen una risa que puede herir y desconcertar a sus rivales. El peculiar aspecto del personaje acaba por redondear a este curioso hijo de Ditko, que debutó en Showcase n.º 73, de 1968. Seguidamente Ditko se encargó de dibujar una breve serie del personaje, guionizada por Denny O’Neil.

Los nuevos héroes de la Charlton

Durante la década siguiente, Ditko se alejó de las dos grandes editoriales y se concentró en su trabajo en la Charlton, compañía con la que nunca había dejado de colaborar. Desde 1960 había ido creando o cocreando superhéroes como el Capitán Átomo, Blue Beetle o The Question. Siendo sinceros, salvo este último -en el que Ditko volcaba ya de una manera abierta su ideología objetivista-, estos personajes no pasaban de ser iteraciones de los arquetipos que originaron el género, sin mayor recorrido. Sin embargo, por avatares del destino, acabaron siendo fundamentales para la industria: DC Comics compró los derechos de todos los personajes de Charlton, y encargaron a un par de autores británicos una serie con ellos. Al final el proyecto acabó empleando personajes simplemente inspirados en los de Ditko: por supuesto, hablamos de Watchmen. Su famosa plantilla de nueve viñetas regulares por página, por cierto, según ha reconocido el propio Dave Gibbons, se tomó de las obras de Ditko.

Mr. A

Antes de The Question, en 1967, Steve Ditko creó un personaje muy similar, pero sin las ataduras del género ni los límites del Comics Code: Mr. A. Su primera aparición fue en el tercer número de un fanzine editado por Wally Wood, witzend. En Mr. A, Ditko vuelca sin ambigüedades toda la ideología de su admirada Rand: un mundo en blanco y negro, sin dilemas morales, en el que el triunfo de la voluntad individual supera la fuerza de la masa social y el estado. Mr. A es un héroe sin poderes, que lucha contra el crimen sin dejarse cegar por sus sentimientos o por la compasión. De hecho, en su primera aventura, deja caer a un ladrón de poca monta desde un rascacielos. Huelga decir que la visión del mundo de Ditko que se plasma en las aventuras de este personaje es más que discutible, sobre todo porque es propenso a la arenga moral. Durante las décadas siguientes, Ditko recurrirá en varias ocasiones a Mr. A para exponer su visión del mundo en algunas publicaciones autoeditadas.

Bola extra: los fanzines de Mr. Ditko

En los años ochenta, Ditko volvió al mainstream y colaboró con Marvel y DC, además de con editoriales menores como Pacific o Eclipse Comics. Sin embargo, los tiempos y los gustos del público estaban cambiando, y el estilo de un dibujante como él, cada vez más caricaturesco y despojado de ornamentos, no cuadraba en el género de los superhéroes y pareció condenado a trabajos de segunda fila, hasta que decidió retirarse definitivamente del mainstream en 1998. Pero desde entonces publicó un buen número de revistas autoeditadas, con la ayuda de su amigo Robin Snyder y una pequeña pero fiel comunidad de fans que apoyaban las publicaciones, en los últimos tiempos, incluso a través de crowdfundings. En estos fanzines -por ejemplo, The Avenging World, al que pertenece la imagen- Ditko y Snyder recuperaban material antiguo, publicaban nuevas aventuras de los personajes que eran propiedad del dibujante, como Mr. A, y aún tenían espacio para pequeños ensayos dibujados en los que Ditko explicaba diferentes aspectos de su ideología. Resulta interesante ver cómo emplea recursos típicos del humor político y la propaganda para explicar sus ideas acerca de la política, la religión o la economía. Cada vez más radical y tajante en sus juicios, casi como si el personaje de Mr. A hubiera devorado a su autor, Ditko siguió produciendo estas revistas hasta su muerte y, más allá de su calidad, suponen la última pieza del puzle que es este autor fascinante y único.

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