De Sujeto a Objeto: La celebración homoerótica de los Marvel Swimsuit

Entre 1990 y 1996 todas las chicas con poderes patinaban en bikini. Sin embargo, a río revuelto los chicos de Marvel empezaron a quitarse la camiseta. Repasamos esa pequeña revolución y aportamos pruebas.

En  junio de 1990 la revista especializada Amazing Heroes, perteneciente a la editorial Fantagraphics, publicó su primer Swimsuit Special: un mamotreto en blanco y negro que celebraba la llegada del verano con ilustraciones de autores más o menos relevantes dentro del panorama del tebeo independiente americano. La idea era parodiar a Sports Illustrated, publicación que llevaba desde 1964 sacando un numero anual repleto de jovencitas blancas protestantes en traje de baño con el nombre poco original de Sports Illustrated Swimsuit Issue. Y la idea funcionó. Y como siempre en el mundo del tebeo, la moda estallaba. Entre 1991 y 1996 toda editorial de tebeos que se preciara sacaba un especial swimsuit en verano, y tampoco nos engañemos, la parodia fue diluyéndose hasta convertirse exactamente en la carnaza que parecía parodiar.

Desde el pin-up inocentón al softcore pajero (dándose la paradoja de que, en ocasiones, un traje de baño tapaba más que la vestimenta habitual del personaje), estos especiales parecían reflejar sin pudor algunas de las principales inquietudes que marcarían al sector en la década que comenzaba: sexismo, anatomía en tensión y la palabra «extreme» adherida allá donde se pudiese. Y es que los 90 fueron malos años para el tebeo superheroico. Tras una década dorada de éxito, personajes complejos, creatividad y calidad excelsa, una serie de malas decisiones editoriales y económicas obligaron a toda la industria a dar un paso atrás en prácticamente todos los ámbitos existentes.

La era de los 'mutis' con pistolas tenía estas cosas.

La era de los ‘mutis’ con pistolas tenía estas cosas.

En 1991, cuando publicó su primer Marvel Swimsuit Special, Marvel acababa de perder a sus artistas famosos, los cuales habían huido para formar su propia editorial: Image. La Casa de las Ideas andaba también en mitad de una guerra con los distribuidores que colapsaría el mercado en 1993 y la llevaría a la bancarrota en 1996. Pero aquello eran los 90 y el Muro había caído y todos estaban felices por no haber muerto en una guerra nuclear, los cines se llenaban de intrigas en embajadas y a nadie le gustaba ya el terror fantástico, les gustaban las chicas en la playa. Los dos primeros especiales de los cuatro que Marvel sacaría entre 1991 y 1995, pese a ser más comedidos, incurrían en la misma formula que sus competidoras: ellas eran mayoría y posaban turgentes; y si aparecían ellos era en una escena cómica, nada de reclamo sensitivo. Pero algo cambió en los Marvel Swimsuit Special #03 y #04 de 1994 y 1995: se los encargaron a Christian Cooper que además de guionista y editor era activista por los derechos LGTB. Cooper ya venía, entre otras cosas, de haber co-editado algunos números de la época de Alpha Flight donde Estrella del Norte se convertía oficialmente en el primer superhéroe que salía del armario y en 1998 crearía a Yoshi Mishima, primera encarnación homosexual del universo Star Trek (también había guionizado alguna de las series derivadas del éxito poochie del Motorista Fantasma, pero quién se atreve a leer eso ahora).

entre parrafo 2 y 3

Esta lectora quería verle todo el Mjölnir a Thor. Cómo culparla.

El tercer y cuarto números de Marvel Swimsuit se convirtieron en rarezas de su mercado editorial. Esto ocurrió en un momento de tal agonía económica que, estoy convencido -las anécdotas de la Marvel de la época así lo insinúan-, ningún directivo reaccionario se fijó en la subversión que sacaban esos dos veranos como reclamo sexualizado. Y solo bastó con que Cooper tuviera una idea bastante simple: «ellos también tienen que estar buenos» (vaya, dentro de lo que permitía el dibujo extremo de la época, siguen siendo los 90). Esta aparente simpleza en el rol de hombres que posan sexuales e intensos probablemente sea una de las barreras que más cuesta romper en la representación de género de los códigos superheroicos mainstream, peor aun en un mercado tradicionalmente entendido como masculino y heterosexual que necesita sentirse identificado en sus lecturas.

La idea de que esos personajes puedan ser iconos múltiples (simbolizando variantes culturales ante las cuales el fan tradicionalista se acurruca en una esquina murmurado: “Steve Rogers no es así, no es así, él no me haría eso”) resulta tan atractiva como inherente a esas mil caras que siempre han caracterizado al héroe que abandona el yo para convertirse en la imagen especular de todo el colectivo. Y todo por encuadrar sexy el culo del Capitán América. Así, dos tebeos rellenos de ilustraciones de pura explotación se transforman, dadas las circunstancias y el contexto, en dos joyas que no solo recuerdan a la Marvel que no tenía miedo a avanzar socialmente. Vistos en perspectiva quedan como una de las primeras semillas espirituales de este fenómeno del fanfiction, nuevo target multitudinario que se ha acercado a Marvel debido al éxito cinematográfico y al que tanto le gusta experimentar con las sexualidades de sus figuras heroicas. Quién iba a pensar que podíamos encontrar tanta vanguardia en unos especiales de trajes de baño. Os dejamos con una selección de esta vanguardia, repleta de abdominales:

Publicidad

3 comentarios

  1. E. Martín dice:

    Lo gracioso es que (¿quizá para "justificarlo"?) solía haber más ilustraciones pintadas de calidad de personajes masculinos que femeninos.

  2. Juan López dice:

    Una anécdota chorra de una época de mierda convertida en algo interesante. Bravo.

  3. Pingback: [Canino Año Uno] Merecido autobombo: escogemos los mejores artículos del primer año de Canino - Canino

Los comentarios están cerrados.