Esa sonrisa de medio lado, esas gafas de plumilla secundario… hay algo en Pedro Vallín juguetón; de cuco de los periódicos. Decano de ese mundo esforzado que es la prensa de provincias, sobrevive ahora como crítico cultural de fortuna en la capital. Allí ha sido obligado a la crónica política, algo que afirma cansarle, y quizá por eso prefiere dedicar su primer y muy heterodoxo libro, ¡Me cago en Godard!, al mundo del cine y nada menos que a ciscarse en el director suizo.
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- marzo 13, 2020