Los llamamos “mitos”, aunque seguramente estemos equivocados. ¿Son los relatos de horror cósmico del solitario de Providence, en realidad, construcciones míticas? Analizamos las principales definiciones de mito propuestas por la antropología y las ciencias humanas y probamos a aplicarlas a la obra de H. P. Lovecraft. ¿El resultado? No lo llames mito: llámalo antimito.
H.P. Lovecraft es uno de los autores de literatura de terror más populares e influyentes de la historia. Pero su obra no sale de la nada: examinamos las influencias y antecedentes de una bibliografía única.
Que todo mejora en rima consonante es algo que no tenemos que demostrar con demasiado ímpetu. ¿Pero qué tal le sienta el tintín a algo eminentemente sobrio y con poca alegría de espíritu como los mitos de Cthulhu lovecraftnianos?
Ni muerto pero soñando, ni huevas en vinagre: vivo, bien y nadando en las inmediaciones de Toyama (Japón). Con sus casi 4 metros de largo, este pariente de Cthulhu es un miembro normalito de su especie pero, aun así, impone mucho.
Cthulhu, como la nostalgia, siempre vuelve para recordarnos que necesitamos un muñeco de treinta centímetros de un calamar alienígena con un anuncio de televisión imitando los comerciales de los 90’s.