Los años 80 y 90 vieron la caída a los infiernos de un género que parecía no dar más de si, enfrentado a la explosión del slasher y el gore en territorio estadounidense, género que se apropió de las señas de identidad del giallo, pero embebido del conservadurismo norteamericano. Pero el nuevo siglo y una nueva hornada de autores lo han devuelto a la palestra, exacerbando sus rasgos de estilo y profundizando en sus elementos de fondo.
El manierismo hiperestilizado de Dario Argento llegó a su cumbre plástica y conceptual en Suspiria. Un cuento gótico pop, donde los excesos del realizador junto a la atmosférica y escalofriante música de Goblin dio lugar a un relato de terror inclasificable e irrepetible, que influyó no solo en el devenir del giallo, sino en todo el cine de terror venidero.
Seguimos adelante con nuestra serie sobre canciones cromáticas. Esta semana le toca al tono del deseo y del peligro: el rojo.