El personaje más importante de Manuel Vázquez no fue Anacleto, las hermanas Gilda o la abuelita Paz. Fue su propia leyenda. Vázquez dedicó toda su vida, tanto fuera como dentro de las viñetas, a construir su propio personaje, a definir al perfecto estafador que seguía sólo sus propias normas.
En su tebeo más inclasificable, el maestro Vázquez le sacó partido a una ludopatía galopante para crear una una de las mejores obras de la historieta de aquí.
Primero con dibujos para el mercado francés, y después desde el seno de su odiada Bruguera, el ‘Tío Vázquez’ se dio al destape como al que más. Y, por supuesto, lo hizo mucho mejor que la mayoría de sus coetáneos, con picardía y recortables: te ofrecemos una muestra de su producción sicalíptica.