Los cortos de terror funcionan a veces como pequeño centro de experimentación para escalofríos fugaces e impactantes, a menudo mucho más trabajados y sutiles que los largometrajes. Como les sucede a los cuentos de terror en comparación con las novelas, el formato corto le sienta estupendamente a un género que intenta provocar una sensación rápida de asfixia, agobio y horror en el espectador.