[Todos a una] Gente asquerosamente rica

Las circunstancias de la coyuntura internacional nos obligan a prestar atención a la gente que tiene mucho dinero. Porque si bien los tíos Gilitos de la vida siempre habían comandado nuestras existencias en la sombra, con sus sociedades secretas por el control del Orden Económico Mundial, estaremos todos en que llevamos una temporadita que es que ni siquiera disimulan. Por ello, este post colectivo está dedicado a nuestros indiscutibles Amos y Señores, aunque sean de ficción. Gente asquerosamente rica que hace lo que le da la gana porque no hay consecuencias. Que para eso sirve ser rico.

Yates, campos de golf, drogas de gente guapa, trajes caros, cuentas corrientes que se transmiten de generación en generación, presidencia de países bananeros o no tan bananeros… Os traemos unos cuantos ejemplos de gente que vive inmersa en el lujo y la satisfaction, de la que nunca tienen suficiente. Harán todo lo que esté en su mano para seguir ondeando la bandera del poder y del gasto indiscriminado, así que cuidado con ellos. Bueno, con estos no, que son ficticios.

James Halliday, Anorak (Ready Player One, 2011)

todos-a-una-ricos-james

Second Life fue un fracaso porque James Halliday no lo diseñó. Este millonario nacido en 1972 llegó a acumular doscientos cuarenta mil millones de dólares gracias al desarrollo de Oasis, una realidad virtual de más de mil mundos simulados basados en su pasión por los años ochenta. En ella los jugadores disfrutan del anonimato para acceder a todo tipo de entretenimiento e información, películas, videojuegos y libros, guarderías, escuelas públicas, lo que sea. En este mundo digital Halliday utiliza el avatar de Anorak, un hechicero alto con una túnica negra y una A en cada manga.

Ready player one empieza con su muerte en 2039. Después de haber pasado 15 años en aislamiento, en su testamento anuncia que el heredero de su fortuna y su empresa, Gregarious Simulation Systems, será el que encuentre el Huevo de Pascua oculto en Oasis. La única forma de encontrar las tres llaves que abren el gran premio es conocer su vida y sus aficiones al detalle, descritas en su diario personal online, el Almanaque de Anorak, en el que habla sin tapujos de sus filias culturales y su pasión por el onanismo.

Halliday se veía a sí mismo como un generoso filántropo que había encontrado por fin el sentido de la vida en disfrutar del mundo real. ¿Seguro? En un mundo postapocalíptico que sufre de hambre y guerras decidió no donar ese dinero sino organizar un concurso para forzar a toda una generación desesperada a consumir las aficiones de su infancia. Un ego a la altura de su fortuna. Pablo Vicente

Jeffrey Lebowski (El gran Lebowski, 1998)

El Nota se mira en un espejo que finge ser una portada de la revista Time. Nunca se había visto tan apuesto como en ese momento, y no disimula su sorpresa. Quizás, en una realidad paralela, él pueda llegar a ser el hombre del año pero no en la que vive. Su triste realidad es que lo han confundido con un hombre asquerosamente rico llamado Jeffrey Lebowski y, amén de haber recibido una paliza, han meado su alfombra por culpa del susodicho. Y eso es una afrenta que no puede tolerar.

Lo bueno del verdadero señor Lebowski es que sabe hacer entrar a la gente corriente en razón, suelen saber hacerlo las personas adineradas. Cada vez que alguien miccione sobre una alfombra, él puede compensar al propietario. Tiene dinero porque se lo ha ganado, algo que suelen pensar los selfmade men ricos como Lebowski o Donald Trump. Así que lo que tiene que hacer el hombre de a pie es currar como un condenado para convertirse en alguien como ellos. Aunque Lebowski también vive atormentado por sus propios fantasmas. Los ricos también lloran, dicen.

David Huddleston, que dio vida a este mítico personaje, falleció el pasado 2 de agosto. Brindo por él. “Los pequeños triunfadores urbanos de Lebowski” siguen haciendo de este mundo un lugar mejor. Los parias nunca vencerán y eso es algo que bien sabe Trump y los 60,9 millones de votantes que se lo creyeron. Francesc Miró

John Hammond (Parque Jurásico, 1993)

Man-Child (hombre niño) es un término muy popular en internet para definir a los hombres que, siendo adultos, presentan la madurez emocional de un niño pequeño. Si hay una imagen con que se puede ilustrar el concepto, es, sin duda, la foto de John Hammond.

Hammond no es sólo asquerosamente rico, también asquerosamente infantil. Su fundación para la investigación genética tiene un capital de más de ochocientos setenta millones de dólares y… ¿para qué la usa? ¿Para encontrar una cura para el ELA? ¿Luchar contra la enfermedad de Huntington? ¡Por favor! A Hammond no le importan los enfermos (son aburridos) y prefiere invertir su dinero en algo que todos podamos disfrutar, en lo que la humanidad verdaderamente necesita: dinosaurios.

Y no lo hace de cualquier manera, ¿eh?, no trae a la vida criaturas jurásicas sólo para investigación o la mierda esa que hacen los científicos. Hammond, visionario, crea un parque temático en el que montados sobre todoterrenos, cual safari africano, podremos acercarnos y disfrutar de los adorables bichos de más de cincuenta toneladas que ha traído a la vida a partir de muestras de sangre recogidas de mosquitos atrapados en ámbar. Después, siempre podemos pasarnos por la choza-tienda a comprarnos una camiseta. Parece un sólido plan de negocios… según mi prima de siete años. Marta Trivi

Tiburón Méndez (Revenge, 1990)

Tiburón Tibby Méndez -interpretado por un Anthony Quinn pletórico- es un tío campechano. Está asquerosamente forrado gracias a sus asuntos de mafioso, sí, pero no le importa mezclarse con la plebe y no se le caen los anillos por invitar a un gringo cualquiera -bueno, cualquiera no: es Kevin Costner–  a pasar un fin de semana a su casoplón de Puerto Vallarta. Eso le honra y es suficiente para que le perdonemos sus deslices criminales. Es un mexicano bien “macho”, que habla de Tequila, de mujeres, y que come caviar a puñados: las cosas buenas de la vida. Tiene arranques de genio: le pega a un perro, mata a un empleado de vez en cuando, pero es alguien en quien se puede confiar, que es lo que importa. Su gran amigo Michael J. Cochran -que además, ojo, es piloto de las fuerzas aéreas- no le teme, por supuesto. No le obedece y hasta le reprende cuando se lo merece, ante las miradas de pánico de sus empleados -pobres desgraciados, jaja-. Hay que tener amigos hasta en el infierno, joder -que se lo digan a Arturo Pérez-Reverte y sus fiestas de cumpleaños con violadores, narcos, asesinos y torturadores. Bien macho, wey-. Y el espectador comprende todo gracias a los filtros de atardecer de Tony Scott. Comprende que esos dos hombres que se regalan armas de fuego y van de cacería juntos tienen una amistad masculina y verdadera. Estamos muy lejos de la pussy generation de la que habla Clint Eastwood o de los ridículos bromances del cine actual.

Pero Tiburón Méndez tiene una mujer, Madeleine Stowe: toda una “hembra” a la que le saca cincuenta años y con la que no tiene hijos para que no pierda sus curvas. Y, ay amigo, ahí se terminó todo: love is all y todo eso. Adiós amistad: los lobos se convierten en gallos de pelea. Tibby deja medio muerto a su gran amigo y desfigura a su mujer y la encadena al burdel más inmundo de todo México. Costner tendrá que pasar por todo un proceso de resurrección a lo Leonardo DiCaprio para conseguir plantarse frente a su antiguo colega… y perdonarle la vida después de disculparse por robarle a su mujer -porque las mujeres se roban, ya se sabe. Como quien roba un coche-. Cuando rescata a la chica -que se encuentra agonizando en un convento, suponemos que para expiar sus pecados- ya es demasiado tarde. Por supuesto, esto no quita que la peli sea entretenidísima y venga bien envuelta en grandes conceptos narcotizantes como camaradería, honor, tradición. Lo único que hace falta para disfrutarla a todo tren es no pensar. Fácil. Javier Trigales

Daniel Clamp (Gremlins 2, 1990)

Este ricachón de buen corazón no deja de ser, en parte, adorable. Sus buenas intenciones no responden a su imagen de trajeado sin escrúpulos que domina todo un imperio en Nueva York. Conscientemente, su empresa ha creado un imperio destructivo, que no se lo piensa dos veces antes de convertir barrios tradicionales en complejos para procrear su marca. La marca Clamp. Esta secuela a la clásica Gremlins (1984) nunca ha terminado de ser comprendida del todo. Pese a reivindicaciones ilustres y necesarias, para muchos sigue siendo demasiado paródica. El tono ya no era el de una película de terror para jóvenes sino el de un dibujo animado de la Warner.

Algunos, bajo el manto de parodia no se dieron cuenta de algo tan obvio como la propia caricatura del magnate que dominaba Nueva York en esos días. Sí, amigos , nuestro querido Presidente de los Estados Unidos del mundo Donald Trump. Veamos. Marca Clamp para comida, filetes, mermeladas, equipos deportivos, programas de televisión y cualquier cosa imaginable. Check. Edificio Clamp monográfico para la marca en medio de Nueva York. También. Egocentrismo, narcisismo y cualquier oportunidad para vender es la máxima del personaje, un poco embudo de todo lo que tenía que ver con los ideales yuppies de la década. En realidad, Joe Dante también se basó en Ted Turner, otro magnate, fundador de la CNN (algo evidenciado en el logo del canal de Clamp) y aunque el personaje acababa teniendo un papel casi heroico, dentro de esa representación del espíritu de avaricia de una América en la que cualquier cosa podía ponerse a la venta, era puramente TrumpJorge Loser

Jacqueline Voorhees (Unbreakable Kimmy Schmidt, 2015-16)

La última creación de Tina Fey, junto a Robert Carlock, es toda una caja de sorpresas. Si Kimmy, la jovencita que tras escapar de quince años de secuestro subterráneo a manos de manipulador gurú del Apocalipsis decide quedarse a recuperar el tiempo perdido en uno de los peores barrios de la Gran Manzana, oculta su tragedia personal de sonrisas inocentes y locuras naif para poco a poco ir dejando aflorar a base de vitriolo lo traumático de su drama personal, el personaje de la adinerada Jacqueline Voorhes no se queda atrás.

[SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ]

Concebida en inicio como la némesis de Kimmy bajo el cliché de adinerada mujer florero del Upper East Side neoyoquino, irá ganando peso y originalidad al revelarse sus orígenes como nativa americana de la tribu de los Lakota. Este giro de guión, no exento de polémica, tendrá como consecuencia de la liberación del personaje de Jacqueline, o Jackie Lynn antes de de su whitewashing literal, mental y físico, su divorcio y con ello, su ruina económica al ser incapaz de valerse por sí misma y ser rechazada tanto por su familia nativa como sus antiguas amistades de la jet set. Esta nueva situación nos lleva, en la segunda temporada de la serie, a revertir el arquetipo inicial y, bajo el nuevo tropo del rico devenido en pobre que intenta conservar sus gustos y privilegios burgueses, nos deparará escenas de pura gloria cómica, como aquel en el que, incapaz de pagar su seguro dental, intentará reparar un diente roto con una pastilla de Mentos. La consecuencias, obviamente, incluirán refrescos carbonatados y acabarán en desastre volcánico mientra la buena de Kimmy intenta convercer a su ex-jefa para que visite a su sanitario-no-sindicado de confianza «Señor Dentista». Quién no se ha visto en una de esas. Pedro Toro

Tony Stark (Iron Man)

Da asco. Da asco porque representa todo lo que nos gustaría ser y jamás seremos. Multimillonario, guapo, playboy, cerebro y superhéroe. Además es fan de los donuts, de las hamburguesas grasientas y de la comida turca. Y tiene la salud regular. Tony Stark es un chulo y un vacilón al que le gusta fardar cuando puede y es incapaz de guardar un secreto.

Con la crisis de los cuarenta, esa a la que muchos estamos a punto de llegar, echa un vistazo a lo que ha sido su vida, a las hostias más gordas que se ha llevado… y brinda con el cóctel más caro e innovador por intentar cambiar el rumbo: se acabó lo de quedarse dormido en la cama del hijo del vecino completamente pasado de rosca. Todos somos Tony Stark pero en batín. Kiko Vega

¿Te ha gustado este artículo? Puedes colaborar con Canino en nuestro Patreon. Ayúdanos a seguir creciendo.

Publicidad

Un comentario

  1. Dars Veider dice:

    "…algo que suelen pensar los selfmade men ricos como Lebowski o Donald Trump"

    Sí, claro, todo un hombre hecho a sí mismo desde la nada, por supuesto. Siempre y cuando llamemos "nada" al millón de dólares que le dio su padre para empezar. Y eso sin contar con que si la cagaba y lo perdía, siempre podría contar con el colchón familiar para amortiguar la caída.

    Hay que joderse…

Los comentarios están cerrados.