En el panorama actual del cómic norteamericano, especialmente en el sector más puramente mainstream del mismo, es complicado encontrar un nombre más reconocido a día de hoy que el de Tom King. A lo largo de los últimos cuatro años, su paso por DC y Marvel le ha llevado a cosechar un éxito de crítica tras otro. Es hora de echar la vista atrás e intentar entender qué lleva exactamente a un antiguo oficial de operaciones de contraterrorismo de la CIA convertirse en la nueva cara bonita de los tebeos de superhéroes.
Siempre se nos dice que hay que separar obra de autor. Es una de las reglas básicas para hacer una crítica objetiva, signifique eso lo que signifique a estas alturas. Se que relacionar ambos conceptos puede dificultarnos el disfrute de la ficción. No queremos pensar en matices morales demasiado complejos mientras lo estamos pasando bien. ¿Pero acaso es lógico ignorar el pasado de un guionista como Tom King si toda su obra presente bebe una y otra vez del mismo? Cuando analizamos obras como Grayson (2015), El sheriff de Babilonia (2016) o el actual evento crossover superheroico Héroes en crisis (2019-), ¿tiene sentido acaso negar que son lo que son precisamente porque se alimentan del trastorno de estrés postraumático de su autor y de sus recuerdos trabajando para su país y por encima del bien y el mal en Irak, Pakistán y Afganistán?
La historia pública de nuestro protagonista empieza siendo todo un ejemplo, un relato más del patriotismo estadounidense. Es también una historia fácilmente identificable por muchos de sus compatriotas que, al igual que él, se levantaron a las armas tras lo que entendemos como el comienzo oficial del siglo XXI en Occidente. Concretamente, cuando recibe la llamada del deber al ver caer las Torres Norte y Sur del complejo de edificios World Trade Center la mañana del septiembre de 2001. Será entonces cuando lo dejará todo, convencido de estar viviendo un momento histórico al que necesita reaccionar con rapidez y seguridad, y será reclutado por la CIA para realizar actividades de inteligencia y contraterrorismo.

J. Michael Straczynski y dibujo de John Romita Jr., el superhéroe arácnido vive
en persona los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre.
King hasta ese momento había estudiado filosofía e historia en la Universidad de Columbia, pero sobre todo era un auténtico pirado de los superhéroes. Por aquel entonces había trabajado ya en la industria del cómic, tanto de becario para Vértigo como para Marvel Comics y de asistente para el legendario guionista Chris Claremont en su etapa en ese momento en La imposible Patrulla-X. Sin embargo, este primer escarceo con el mundo de la historieta acabaría pronto, y es que en el año 2000 Marvel Cómics entraría en bancarrota. Hay que recordar que venimos de la época en la que los derechos cinematográficos de todos sus personajes se habían dispersado y el nombre de Kevin Feige todavía no nos decía nada, aunque ya podíamos verlo asomar como productor asociado en los créditos de la película de Bryan Singer, X-Men (2000). Es decir, el 11-S pilló a King sin ningún enlace en el momento con la realización de su sueño y se convirtió en un canto de sirena para comenzar a enfocar su vida en otra dirección.
Volver a empezar: A once crowded sky, Grayson, Omega Men y El sheriff de Babilonia
No son pocos los años que nuestro amigo pasará trabajando para la Agencia Central de Inteligencia, y llegará a ser ni más ni menos que oficial de operaciones de contraterrorismo dentro de la misma. Evidentemente, poco más se sabe de lo que realmente sucedió a lo largo de esa etapa, pero sí conocemos el momento en el que se bajará oficialmente del barco: con el nacimiento de su primer hijo. Acto seguido, King vuelve a escribir y, por supuesto, vuelve a escribir sobre superhéroes. Solo que esta vez sus superhéroes, igual que su país, han cambiado.
En 2012 se publica A once crowded sky, una novela con ilustraciones de Tom Fowler situada en un mundo en el que ya no quedan más hombres con capas sobrevolando los cielos y es tarea de los mortales hacerse cargo de sus propios problemas y responsabilidades sin ayuda externa. Aunque no recibirá una atención desmedida más allá de en algunos círculos editoriales menores, este nuevo primer paso servirá al menos para colocar la figura de Tom King de vuelta al candelero. Y eso le bastará para, eventualmente, recibir una llamada de una vieja conocida. Dos años después, ya estará trabajando para DC Comics.

En el año 2011 la editorial había relanzado todo su universo en el cómic con la propuesta conocida como The New 52, que daba un nuevo origen o una nueva óptica a prácticamente todos los personajes principales de la casa. El tiempo había pasado desde entonces y para cuando llegó 2014, Dick Grayson (el Robin original, posteriormente independizado y conocido como Nightwing) tenía unos 22 años en esta nueva continuidad y dejaba su pasado como justiciero enmascarado para trabajar como agente secreto en una organización conocida como Spyral. Aunque en realidad estaba infiltrado allí bajo las órdenes del propio Bruce Wayne, lo que nos interesa aquí es que el paso de Dick Grayson a Agente 37 se convierte en la excusa perfecta para darle a Tom King su primera serie regular como guionista -junto con Tim Seeley y otros autores- tras haber tenido en los meses anteriores contactos con el personaje en las páginas de Nightwing. A fin de cuentas… ¿quién podía contar mejor la historia de un nuevo joven agente secreto que un antiguo joven agente secreto?
Grayson nace con la idea de crear un título alejado de los superhéroes y convertirse en una aventura de espionaje en el que se potenciase especialmente el papel de absoluto sex symbol masculino del universo DC que el personaje de Dick Grayson había ido ganándose con los años. Con el trazo del español Mikel Janín (que se convertirá en adelante en regular en sus colaboraciones con King) reforzando todas las partes de la anatomía de nuestro protagonista y un toque de humor pícaro que encaja perfectamente en el tono aventurero de la propuesta, Grayson consiguió satisfacer como redefinición del personaje clásico y como una de las sorpresas del año por méritos propios.
TOM KING es uno de los guionistas de comics de superhéroes del momento. Su soberbia MR. MILAGRO y su etapa al frente de BATMAN le han consagrado tras una primera etapa de su vida como oficial de la CIA. Revisamos su carrera.
Con esta primera experiencia, no es raro que DC quiera seguir contando con el autor y le proporcione poco después una maxi serie limitada, esta vez sí escrita a solas. Los protagonistas de Omega Men son una creación de Marv Wolfman y Joe Staton que se remonta a las aventuras de Green Lantern en 1981, y que se convierten en en el centro de su propia historia cuando King los entiende en 2015 como un grupo de insurgentes violentos dentro del sistema planetario Vega, que quiere acabar de una vez una eterna guerra contra la Ciudadela haciendo uso del terrorismo si es necesario. En este contexto, Kyle Rayner, el White Lantern de la Tierra, se convierte en rehén de este variopinto grupo y comienza a comprender realmente cuáles son sus motivaciones y esperanzas. No hace falta echarle mucha imaginación para deducir qué ambiente geopolítico a nivel mundial y autobiográfico a nivel personal está recreando aquí King, pero quizás lo más interesante que podemos ver ya en Omega Men es el comienzo de una especie de pequeño universo propio de guiños y referencias interconectadas. Y no estamos hablando solamente a nivel argumental con temas recurrentes como la tortura, la guerra sin fin, la mente del soldado, la búsqueda continua de redención… Con la ayuda de Barnaby Bagenda al dibujo, también la narrativa visual del autor se comienza a asentar. Así, tenemos aquí el origen de varios elementos puramente estéticos que podremos ver repetidos más adelante en su obra, siendo el más destacable la retícula de nueve viñetas popularizada especialmente por el Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons. Tom King será muchas cosas, pero desde luego no es especialmente sutil con sus intenciones y referentes.

de todos los que pueblan la bibliografía de Tom King.
El siguiente trabajo que realizará será bajo el sello editorial Vértigo: El sheriff de Babilonia. A estas alturas es evidente que es consciente de sus virtudes y defectos, y capaz de usarlos en su beneficio. Utilizando por primera vez desde que empezó a colaborar con DC personajes completamente originales, cuenta la historia de Chris Henry, un antiguo oficial de policía de San Diego que de la noche a la mañana se encuentra en pleno Irak, en guerra, teniendo que resolver un asesinato. Situada narrativamente a principios de siglo, será esta la primera colaboración de King con el dibujante Mitch Gerads, que se convertirá más adelante en su más poderoso aliado. La crudeza de las situaciones representadas solamente se ve alcanzada por la tridimensionalidad y la miseria que rezuman todos los personajes que pueblan este relato. Por supuesto, el pasado de su guionista a estas alturas es conocido ya por sus fieles y ayuda a darle a la narración un baño de credibilidad que hace todavía más interesante la propuesta. La condición de obra de culto mucho menos comercial que sus trabajos en el mundo de los superhéroes da un empuje extra al producto y hace que El sheriff de Babilonia disfrute de nuevo de una buena recepción y se sume a los éxitos continuados del autor. Pero todavía estamos lejos, en realidad, de que su nombre sea el que es hoy en día. Para ello, todavía tendrá que pasar una vez más por la Casa de las Ideas.
El salto a la fama: La Visión, una tostadora que habla
Con el estreno de Los Vengadores: La era de Ultrón (2015) todavía muy reciente, Marvel estaba interesada en darle serie propia a la Visión, el personaje interpretado por el actor británico Paul Bettany que aparecía por primera vez en el MCU en aquella película. A lo largo de los doce números de esta colección y con el dibujo del también español Gabriel Hernández Walta, King usa al Vengador sintozoide para acompañarle en su búsqueda de la propia humanidad. Un arma que no quiere ser un arma. Alejado de sus compañeros de trabajo y viviendo ahora en los suburbios de Washington D.C., Visión se ha creado su propia familia a su imagen y semejanza. Ha purgado las emociones asociadas con los recuerdos de su disco duro para que su sistema operativo funcione bien. Quiere empezar de cero. Quiere tener una vida normal lejos de todos nosotros. Por supuesto, no funciona. La violencia le persigue. Como siempre sucede en las narraciones de Tom King. En el séptimo número –con el dibujo invitado de Michael Walsh– , Visión se descubre reviviendo sus años junto a su primer gran amor, la Bruja Escarlata. Dándose cuenta de que ha vuelto a comenzar. Que todo ha vuelto a comenzar. En el presente, al lado de su actual mujer sintética, vuelve a repetir el mismo chiste que le contó a Wanda Maximoff años antes: “Dos tostadoras están sentadas sobre una encimera. Una tostadora se vuelve hacia la otra y dice: – ¿A veces te sientes vacía?. Entonces la otra tostadora dice: – ¡Dios mío! ¡Una tostadora que habla!”.

Cuando éramos jóvenes. Y todo era nuevo y diferente”.
La Visión de Tom King y Gabriel Hernández Walta se publica en Estados Unidos de enero a diciembre del año 2016, y se convierte en toda una revelación. Nadie se sorprende cuando, unos pocos meses después, es nominado en los premios Eisner en la categoría de mejor serie limitada. Ganará ese premio. Y ya todo será diferente para Tom King que, ahora sí, está en la cima del mundillo. O quizás lo estuviese desde un poco antes. Y es que durante la producción de las aventuras del Vengador, el guionista firma un acuerdo de exclusividad con DC Cómics. El mensaje que le envían está claro. Una vez haya acabado este trabajo en la competencia, se queda con ellos. Aprovechando lo que en el mismo 2016 se conoció como el Renacimiento del universo DC (otro fenómeno editorial que básicamente devolvía a continuidad la mayor parte de las cosas que se habían desechado a partir de The New 52, en otro de esos movimientos cíclicos tan típicos de los cómics de superhéroes norteamericanos), la editorial le hará una oferta que no podrá rechazar: la serie principal de Batman, que va a tener un nuevo primer número. El tercero en sus casi ochenta años de historia. Y quieren que él se encargue del personaje a partir de ahí.
La confirmación del fenómeno: Batman, Mr. Milagro y Héroes en crisis
Si con La Visión hablábamos de círculos viciosos de violencia, quizás pocos personajes haya en la cultura popular moderna más icónicos en su búsqueda infantil y sin fin de venganza que Batman. El personaje ha tenido infinidad de caras y matices a lo largo de los años, pero a fin de cuentas siempre ha sido el mismo. Batman es, en resumidas cuentas y para millones de fans, la quintaesencia de Lo Molón. Tom King toma a Bruce Wayne y lo trata desde su primer número como lo que siempre ha sido: un niño rico y egoísta que sigue viviendo bajo el trauma de haber presenciado la injusta muerte de sus padres. Alguien que está siempre a un paso de convertirse en un psicópata fascista, como ya habíamos visto ese mismo año en la malograda Batman v Superman: El amanecer de la justicia (2016), una película que con todos sus defectos entendía al personaje de una forma inusualmente humana. Un loco que ha conseguido mantenerse a flote gracias a la ayuda de gente a la que le importa, un loco que sale todas las noches buscando pegarse con otros enmascarados igual de disparatados que él, en una carrera eterna que solamente pretende hacerle llegar al suicidio en forma de sacrificio heroico. Un loco que no ha querido curarse porque, como él mismo dice en el número 24 de esta nueva saga para el murciélago: “Yo no soy Batman porque me guste ser Batman. Soy Batman porque yo soy Batman”.

de forma literal. Tom King le coloca en su etapa contra sus propios demonios
e inseguridades, dejándole claro que no va a poder salir de ellas con los puños.
Tom King, sin embargo, no se contenta con esa respuesta. Es verdad que probablemente Batman no tenga sentido si Bruce Wayne es feliz, pero… ¿merece la pena? ¿Necesitamos a Batman realmente, o es Batman el que se argumenta su propia existencia a sí mismo? Bane, el villano principal de este enorme arco argumental que todavía no se ha cerrado y supuestamente abarcará más de cien números y casi cinco años (ahora mismo acaba de pasar los setenta números en Estados Unidos), ha comprendido perfectamente eso y sabe lo que hace a Bruce un hombre vulnerable. Así, el villano más físico del personaje es aquí en un genio psicológico a la altura de la situación. Uno que pone a Bruce contra la pared al quitarle todo lo que le hace mínimamente humano.
Ahora, claro está, todo esto está en duda. Ayer 22 de mayo de 2019 saltaba el rumor, posteriormente confirmado en noticia: Tom King iba a abandonar finalmente en el número 85 -casi veinte antes de su idea original hasta prácticamente nada– a pesar de seguir contratado por DC. ¿Qué significa todo esto? Es pronto todavía para saber cómo va a acabar el experimento, pero King ya decía en una entrevista concedida a The Hollywood Reporter hace apenas una semana que su idea era cambiar al personaje para siempre, y que todavía no se creía que DC le hubiese dejado hacer lo que iba a hacer. Habrá que esperar para ver exactamente a qué se refería. Habrá que esperar para ver si, al final, DC se ha atrevido a hacerlo o se echado para atrás en el último momento, asustados por la importancia de la franquicia del murciélago. De momento, su Batman (y también el de dibujantes regulares de la talla de David Finch y Mikel Janín entre otros) está nominada en la categoría de mejor serie regular en los premios Eisner 2019.
Cuando DC se deja un dinero para conseguir la exclusividad de Tom King tras ver lo que está haciendo en la competencia con La Visión, tienen claro que quieren emular en su casa algo con el mismo nivel de éxito y de prestigio. Es complicado replicar eso con un personaje tan importante como Batman y en una serie regular que necesita estar en tiendas cada dos miércoles. Con una cadencia así, es complicado parir una obra maestra. Batman no lo es. Tom King da comienzo así a una nueva serie limitada de doce números con el dibujo de su adorado Mitch Gerads, y centrándose en un personaje mucho menos conocido para el público medio. Mr. Milagro es, de momento y probablemente, la obra definitiva del autor. Todo lo bueno y todo lo malo de Tom King está aquí. El miedo, la angustia, la esperanza de escapar de una pesadilla, la importancia de crear una familia para mantener la cordura… Scott Free es un dios escapista que tras una fuerte depresión y un intento de suicidio no es capaz de saber distinguir ya qué es real y qué es ficción. Solo tiene clara una cosa: el Mal existe y sabe dónde está. Darkseid es. Vive en una guerra continua que no entiende, y es odiado por todos los que le rodean casi tanto como se odia a sí mismo.

Tom King se lo pasa en grande a lo largo de esta colección y experimenta con el medio tanto como puede. De alguna manera, cada uno de los doce números que conforman Mr. Milagro son una obra completa que saca el máximo partido a su propio concepto. Haciendo costumbrismo con lo alocado y lo extravagante, quizás el mejor número de todos sea el quinto. En él, Mr. Milagro y Big Barda, el amor de su vida, pasan juntos un día libre. El último día que ambos creen que podrán pasar en la compañía del otro. Por otra parte, el uso del metalenguaje se convierte en fundamental. En todo momento se nos recuerda que vivimos en un cómic, y los personajes se saben atrapados en él, en esa celda formada por nueve viñetas por página. Destaca en este aspecto especialmente el uso continuado, entre el homenaje y el sarcasmo, de las narraciones literales de las primeras aventuras del personaje a manos de Jack Kirby: “¿Es un maestro del ilusionismo o es algo más? ¡Tendrás que decidirlo cuando te enfrentes al héroe más raro y más increíble que haya aparecido jamás en un cómic! ¡Verás lo que hace! ¡Te preguntarás cómo lo hace! Pero, esperando siempre entre bastidores, están sus dos mayores enemigos: los hombres que le retan… ¡y la mismísima muerte!”. Mr. Milagro les consiguió el año pasado a Tom King el Eisner a mejor guionista y a Mitch Gerads el equivalente a mejor dibujante y, una vez terminada, está nominada a mejor serie limitada en la próxima ceremonia.
Los grandes eventos crossover en los cómics son complicados. En muy pocas ocasiones son realmente buenos o tienen valor por sí mismos, por mucho que recientes y notables adaptaciones cinematográficas de los mismos conceptos como Los Vengadores: Infinity War (2018) y Los Vengadores: Endgame (2019) nos hayan podido convencer de lo contrario. En Héroes en crisis, evento en forma de serie limitada de nueve números con dibujo de Clay Mann, Tom King se ha encontrado probablemente con el primer bache a nivel crítico de toda su carrera en este evento que comenzó en 2018 y que por el momento sigue abierto. Protagonizada por Superman, Batman y Wonder Woman pero sobre todo por Harley Quinn y Booster Gold, King crea aquí un whodunit ambientado en Santuario, un (cómo no) centro de tratamiento psicológico para superhéroes traumatizados tras años de lucha contra el crimen y sucesos cósmicos que se ve víctima de un terrible crimen. Sin embargo, de esta premisa extremadamente estimulante, Tom King saca una investigación demasiado enrevesada que por primera vez llega a sumergir la obra en una autocomplacencia innecesaria y en un ritmo que parece ahogarse en cuanto coge algo de carrerilla. Con todo, sigue habiendo verdaderos hallazgos a lo largo de estas páginas y se le consigue dar profundidad no solo a los cinco personajes principales (y a otro clave en la resolución de la intriga) sino a decenas de personajes secundarios y terciarios del universo DC. Lo cual tampoco está mal para ser una obra claramente fallida. Este 29 de mayo se publicará el noveno y último capítulo de esta saga en Estados Unidos.

Tom King, este es tu castigo
Y eso nos lleva al día de hoy. Tom King es, efectivamente, el nombre sobre el que reposa todo el universo DC de los cómics (con el permiso de Brian Michael Bendis, el otro gran fichaje de la editorial para las cabeceras de Superman y Action Comics que sin embargo ha pasado mucho más desapercibido) y uno de los fundamentales a tener en cuenta en el mundo del cómic actual. Es entrevistado en late nights como Late Night with Seth Meyers, un honor que no suele estar reservado para guionistas de tebeos. Básicamente puede hacer lo que quiera cuando quiera en el sitio que quiera. Tom King es una persona que ha dejado atrás su pasado haciendo uso precisamente de él. Un pasado tremendamente problemático del que él mismo no nos deja olvidar en ningún momento. King no oculta quién es. Nos lo deletrea en cada obra suya. No conocemos realmente ni personalmente a King, pero sabemos la imagen que él mismo nos da a través de sus personajes. La imagen de una persona atormentada por lo que ha hecho, que siente patriotismo y asco al mismo tiempo por cada cosa que tiene que ver con su país, una persona que lucha contra la depresión, el PSTD y la búsqueda de redención mediante el suicidio. Pero también es una persona que cree que hay otra forma de cambiar ese mundo que él mismo ha destrozado. Tom King es una figura de entretenimiento complicada y extremadamente política en tiempos complicados y extremadamente políticos. Ignorar ese dato sería ignorar una parte fundamental de la persona.
Como ya hemos mencionado antes, lo cierto es que King tampoco cree que la solución para sus personajes sea caer en la autocomplacencia. Conocer nuestro problema es un paso, pero no es por sí sola la solución. Si así fuera, Bruce Wayne ya estaría a salvo de sí mismo. Porque Bruce sabe perfectamente su problema. Se lo cuenta a Catwoman, el amor de su vida, en uno de los primeros números de la colección: “¿Crees que no lo sé? Un adulto. Disfrazado de animal. Apostado en una gárgola. Esperando a que se cometa un crimen. Y cuando se comete, se limita a darle un puñetazo en la cara. Y si ese adulto le da un puñetazo al crimen con bastante fuerza, eso lo arreglará todo. Tiene gracia. Y lo que hace que sea más gracioso aún, lo que haría que todos gritaran como locos, es que en realidad no es un adulto. Esa es la máscara que hay bajo la máscara. No. Aquí arriba, vigilándonos, intentando salvarnos, está ese niño. Está ese niño rico con papá y mamá abatidos a tiros. Y en vez de llorar su pérdida debidamente, se puso de rodillas y pronunció un juramento”. La idea de la redención de Tom King es bastante tradicional y heteronormativa. No es totalmente ideal y suele pasar por la idea de una mujer salvadora (Catwoman, Big Barda, Bruja Escarlata…), una mujer que da sentido y base a un mundo cruel e injusto. Formar una familia. No es la única manera, o no exactamente. Pero sí es verdad que necesitamos a los demás para escapar de nosotros mismos. Bruce Wayne -el personaje al que más páginas de guion ha podido dedicarle Tom King en su vida- no solamente necesita al amor de su vida. También necesita a Gordon, a Robin, a Alfred, a Dick Grayson… Bane lo sabe. King lo sabe. Y por eso se lo va a quitar todo. Formar una familia. Fue lo que salvó a King de la CIA, y al final todos hablamos de nuestra experiencia. Todos contamos una misma historia una y otra vez. La cuestión es cómo de interesante sea esa historia que nunca dejamos de contar.
Pero para Tom King, la redención no está solo en su familia. La redención está en contar el crimen. En contar la culpa. Una y otra vez. En un bucle sin final. En la última página de Omega Men, Kyle Rayner por fin ha sido liberado y es interrogado por su propio país sobre qué es lo que ha visto al otro lado. Su respuesta es probablemente lo más descarado y desvergonzado que jamás haya plasmado en una página Tom King: “Antes dibujaba cómics. Antes de todo esto. Antes del anillo. Antes de todo. Conoce los cómics, ¿verdad? Viñetas, dibujos, aventuras… Su-supongo que no lo sabrá, pero para separar las viñetas se trazan unas líneas, llamadas gutters. Se hace una especie de cuadrícula con ellas. Es raro, solía quedarme mirando esas cuadrículas y me resultaban… familiares. Tarde un tiempo en darme cuenta. En ver todas esas cruces colgantes. Es una jaula, ¿verdad? Son los barrotes de una jaula. La historia, la aventura, están encerradas tras ellos… separadas de nosotros. Como si fueran algo salvaje. Y nosotros, algo civilizado”. Su interlocutor no tiene ni idea de qué está hablando Kyle. Así que le vuelve a preguntar que qué ha sacado en claro de su experiencia como rehén del grupo terrorista de los Omega Men, que diga de una vez si está con ellos o con nosotros. Y Kyle Rayner mira directamente al espectador y sonríe.