[Top 2019] Bochorno del año

No podemos dejar que el año pasado caiga en el olvido sin un poco de vergüencita ajena. Revisamos rápidamente y con los escalofríos justos lo que fue el año pasado. Diríamos que para no repetir los errores, pero ya sabemos cómo funciona esto...

Lo mejor de 2019

El declive de las salas de cine

Diez años como crítico de cine dan cierta perspectiva sobre cómo apreciamos el cine y cuál es la manera en la que se ve este. Los últimos años, donde hasta las distribuidoras empiezan a facilitar códigos de visionado (el triunfo final de Vimeo), han visto un declive notorio en el cine proyectado.

La realidad, desde hace unos años, es que existe una decadencia innegable del cine en salas, protegido ya en festivales como una especie a extinguir, y su sustitución por pequeñas pantallas con los diversos sistema de distribución por streaming (Netflix, Amazon Prime, Filmin, etc). Incluso tan pequeñas como móviles, donde la gente es capaz de disfrutar, ¡vayase usted a saber cómo!, de joyas visuales como Drive o El hilo invisible, pensadas inequívocamente para ser proyectadas. Un triunfo tardío, un tanto condicionado por el autismo social generalizado y en cierto sentido bastante neoliberal del kinetoscopio de Thomas Alva Edison sobre el proyector de los Hermanos Lumière. Queda para el autor de este texto vindicar a sus lectores más jóvenes ese mundo feliz donde cientos de espectadores reían al unísono viendo un filme de los hermanos Zucker; algo que jamás igualará una proyección de Netflix. Julio Tovar

La octava temporada de ‘Juego de Tronos’

Llamada a convertirse en el cierre magistral de un fenómeno irrepetible, terminó por convertirse en una serie de equívocos argumentales que al final, resultó en una decepción irreparable. Desde los giros narrativos inexplicables, los garrafales errores de lógica o las decisiones de producción inexplicables, hasta las actuaciones vergonzosas de un elenco que pudo haber sorprendido en la última oportunidad de encarnar a sus personajes. La temporada final de la gran serie de fantasía épica de la década dejó claro que todos los mitos tienen pies de barro. Aglaia Berlutti

El puto Joker

Primero entra el director de Resacón en Las Vegas en Warner y dice que quiere hacer una película de verdad. Apenas relacionada con los cómics y mucho menos con los superhéroes, heredera del Nuevo Hollywood y dos peliculones de Scorsese. Luego pone a Joaquin Phoenix a perder peso para que haga la mejor actuación de su carrera. Luego presenta la película en Venecia y gana el máximo premio porque era la película más de verdad que se presentaba a concurso. Luego el director de Resacón en Las Vegas dice que ya no puede hacer más Resacón en Las Vegas por no sé qué de los ofendiditos. Luego la película produce cierta inquietud entre la crítica pero sobre todo entre las autoridades por si a algún incel con avatar payasil en Twitter le da por liarla. Luego se estrena.

Luego hace una millonada en taquilla y le gusta a todo el mundo, pero sobre todo a la gente que ama las películas de verdad y, un poco también, las relacionadas con los cómics y los superhéroes. Luego Warner cree que igual está guay eso de hacer pelis de verdad y le dice al director de Resacón en Las Vegas que haga más pelis de esas. Que a la gente parece que le gustan. La gente habla en los bares. La gente le explica a otra gente por qué esta película de verdad es la bomba. De verdad. La gente se enzarza en largas conversaciones identificando a ese Joaquin Phoenix en la mejor actuación de su carrera como víctima del sistema, símbolo, antihéroe o héroe a secas. Total, qué más da. Las películas de verdad no tienen que dar todas las respuestas. Las películas de verdad tienen que defender que la sociedad está mal, que el sistema está mal, y dejar que la gente haga el trabajo de discernir cuáles son esos problemas a los que hace referencia esa película de verdad. En los bares, a ser posible. Y gritando muy fuerte. Muy cinéfilo.

El Joker de Todd Phillips, por cierto, es una película fascinante en su confusión interna, mediocre en su ejecución, y tiene una factura técnica y una banda sonora espectaculares. Sí, también es una obra importante. Tenemos que aprender mucho de ella. Alberto Corona

El queerbaiting 

En un año en el que nos encontramos con estrenos como Retrato de una mujer en llamas, la presencia de trabajos protagonizados por personajes queer sigue siendo simbólica dentro de la heteronormatividad que se respira en el mundo del cine. Entre los grandes estrenos apenas apenas hay representación LGTB+. Lo mismo sucede en el ámbito de las series. Pero si hay algo peor que estas ridículas cifras, es el queerbaiting.

Ese constante juego con las expectativas, el querer ponerse medallitas y el ofrecernos por el camino escenas ridículas está alcanzado unas cuotas bochornosas. Lo ejemplifican la frase del propio director Joe Russo en Vengadores: Endgame o el beso de fondo en Star Wars: El ascenso de Skywalker. No significan nada. Solo son escenas puestas para quedar bien antes de cortarlas de cara a estrenar en el mercado chino. Son muestras vacías, compromisos huecos. Una completa vergüenza. 

La falta de referentes es lo que lleva a los fans a especular con el romance de Finn y Poe en la saga galáctica o con la posibilidad de tener superhéroes abiertamente gays. Pero las grandes empresas parecen empeñadas en negar la realidad de muchas personas. J.K. Rowling se desenmascara como TERF y la homosexualidad no se muestra en los grandes blockbusters. Una dolorosa realidad que lleva a una comunidad entera a sentir que no existe. Por suerte, no todas sus voces son silenciadas, y nos queda la confianza en que surjan más creadoras como Céline Sciamma o Noelle Stevenson, que sepan darle el espacio que merecen a un colectivo que lleva demasiado tiempo siendo invisible. Elena Crimental

El “brujero”, Extremoduro y otras formas de sentirse superior

No es un fenómeno de ahora, se ha dado siempre, muchas personas tienen la necesidad de reafirmar sus gustos despreciando los del resto; el problema es que, actualmente, las redes sociales amplifican estas actitudes. Está sucediendo, por citar alguno de los últimos casos, con la serie de Geralt de Rivia que sólo puedes disfrutar y ser un truefan si te has leído sus libros o sólo sabes de música si escuchas a un grupo como Extremoduro, la música verdadera; las redes sociales deberían servirnos para compartir nuestros gustos y encontrar a más personas que los tienen, lo que no puede ser es que queramos imponer lo nuestro y creer que somos mejores porque es nuestro ocio. Estamos llegando a unos niveles un poco insoportables, el zasca sigue apareciendo como única expresión y se olvida de la importancia del diálogo y la tolerancia. Ojalá el próximo año no aumenten estas actitudes. Mariano Hortal

Las reacciones al Premio Nacional de Narrativa para Cristina Morales

La autora de Lectura fácil puede caer simpática o no. Algunos la considerarán la luz que alumbra un panorama estancado y pantanoso con las llamas de su justa ira, mientras que otros verán en ella a una bocazas llevada en palmitas por los altos cargos de Anagrama y por esas instituciones que la han colmado de becas. Dicho esto, uno se partió la caja viendo a según qué nombres de nuestros estamentos políticos y literarios experimentando espasmos de furia dignos de un Cú Chulainn resacoso tras anunciarse su bien dotado trofeo (y no digamos tras las declaraciones posteriores de la susodicha). Columnistas con o sin los hígados para mentarla por su nombre, politicastros en busca del trending topic y medios en diversos peldaños de la escala Marhuenda del facherío coincidieron en pedir su cabeza. Lo cual permite decir que, si bien el talento de Morales como escritora queda al juicio de cada cual, su capacidad para tocarles los huevos a los reaccionarios es indiscutible. Bendita sea. Yago García

Lecturas superficiales, daños profundos

Cada vez más tengo la impresión de que hay gente que no sabe leer o ver una película o escuchar un disco. Esto no tiene nada que ver con el hecho de que no entiendas el final de una película críptica o que saques una lectura adicional (o hot take, o lo que sea) de una obra poliédrica. Baja el cuchillo ahí. 

Esto tiene que ver con que hay obras que tienen muy clarito su posicionamiento pero, por desgracia, su arrollador apartado estético o su molonidad conceptual sepultan dicho posicionamiento. Lo que tenemos como consecuencia es a hombres de masculinidad tóxica queriendo montar clubes de lucha (reales o imaginarios, casi siempre con el feminismo como enemigo), a superfantoches que no ven que Rorschach es un desecho o que V nunca, nunca, nunca, apoyaría tus prejuicios (de raza, de cultura, de sexo) por mucho que estés contra una parte del sistema. 

A veces es gracioso, como ver a cierto partido de ultraderecha identificándose reiteradamente con los enemigos de los nazis espaciales. Siempre es patético. En pocas ocasiones es trágico, como cuando se lanzan campañas de acoso.

Y por desgracia, se juntan los que leen por encima y los que no quieren leer (literal y figuradamente) porque, en teoría y según ellos, su [producto cultural que por supuesto no entienden] nunca fue [inserte aquí el movimiento social odiado, preferentemente feminismo]. 

Al final, nadie sabe nada, pero todos opinan de todo y, lo que es peor, te insultan por ello. 

Para que luego digan que no hace falta más cultura. 

En CANINO, estos trogloditas de analfabetismo funcional siempre nos tendrán de frente. Ya ganan demasiado (la cuenta de Twitter de Star Wars España ha borrado el tuit y la imagen que coronan mi intervención), como para dejarles ganar la guerra. Adrián Álvarez

Posiciónate en Twitter por encima de tus posibilidades

Blanco o negro. El gris ha desaparecido. De hecho, la gama de grises completa se ha esfumado. Lo que parecía que era flor de un día, por aquello de no hacer más el ridículo, se ha acrecentado de manera alarmante.

Que si toca ver El irlandés en una sala de cine, porque eso es lo mínimo que merece su autor (Scorsese ha reconocido que con una tablet más o menos decente ya estaría bien) o que si no hemos entendido que una película como Star Wars: El ascenso de Skywalker no es en realidad una película: es un producto de consumo dirigido exclusivamente a sus fans. No intentes razonar desde lo cinematográfico con ellos. También se ha notado un poco a la hora de elegir un bando con determinados títulos de género muy, muy determinados. El faro, vista en Sitges este otoño, ya provocó una división de opiniones notable, pero nada comparado con los de los estrenos comerciales de Doctor Sueño, de Mike Flanagan, o Godzilla: Rey de los monstruos, de Michael Dougherty. En algunos casos, sobre todo en los que mayor alcance social podrían tener, son ocasiones fabulosas para adoctrinar a los borregos, en lugar de ejercer una crítica constructiva, para bien o para mal, del resultado final. Una veces se nota más que otras, y el que ya está de vuelta de todo, afortunadamente, mira la guerra de bandas (lo que es en realidad) con las palomitas en la mano. Es divertido intercambiar opiniones, en serio. Kiko Vega

La política de medios o los medios y la política

Con todo lo que lleva llovido ver a los medios caer una y otra vez en lo mismo -cuando no crearlo – favoreciendo bulos, extremismo y todo tipo de empresas y partidos hace que uno se pregunte para qué o hacia dónde. ¿Qué sentido tiene, pongamos, que una activista decida ceder su espacio mediático a gente desfavorecida si luego el titular es “X cede su espacio mediático” en lugar de recoger lo que dijeron los otros? Montan un espectáculo con un niño caído en un pozo que parece mentira la de películas y series que hemos visto sobre el tema y la desvergüenza que tienen. Inventarse -¡y ser pillados!- en todo tipo de informaciones, de entrevistas a crónicas. O la forma en la que se usa como un arma la comprobación de datos. Y de cómo va lo uno a cómo estamos en lo demás. Jónatan Sark

La masculinidad herida contra el female-power de Marvel Studios

Que a estas alturas de la película haya que soportar voces que menosprecian cualquier cosa tan sólo porque la presencia femenina que las protagoniza es fuerte, poderosa, autosuficiente y capaz de todo, resulta cuando menos bastante exasperante. Ya lo tuvo que sufrir en su momento Capitana Marvel (2019) incluso mucho antes de su estreno, cuando los argumentos en contra de la película -sólo por el hecho de ser mujer, no nos engañemos- eran tan inteligentes y sesudos como el “es que no sonríe nunca” entre otras perlas; ese era el nivel. Se ve que aquellos que no les importa la arrogancia de un Tony Stark, la soberbia de un joven Thor o la frialdad de un Stephen Strange, no pueden soportar que un personaje femenino, y así de poderoso, posea características similares. Curioso, ya que Capitana Marvel no dista demasiado de otros personajes anteriormente vistos como Viuda Negra en Los Vengadores (2012) o la Gamora en Guardianes de la Galaxia  (2014). Aunque quizá fue que un traje ceñido de cuero o un escote esporádico siempre ayudan a tolerar al personaje.

Afortunadamente, y a pesar de todos aquellos que vieron en el estreno de Capitana Marvel una amenaza equiparable a una castración química, tanto personaje como filme salieron adelante y asentaron bases para el futuro de Vengadores: Endgame (2019). Y tenemos un estupendo ejemplo en ese maravilloso plano coral donde podemos ver a todas las superheroínas que hemos conocido a lo largo de once años, y que dejando por fin a un lado los trajes de cuero y los escotes, nos muestran a estos personajes en todo su poderoso esplendor. Y sí, efectivamente, ese plano molestó y hubo muchos llantos al respecto. Porque Iron Man, Thor, Hulk o el Capi pueden hacer sus poses en mitad de un combate, pero un grupo de féminas superpoderosas, pues oye, chirría y queda con calzador. Aunque todo puede ser, llámame loco, que si boicoteas películas sólo por el sexo de su protagonista o ves forzado un plano así y no eres capaz de soportar que cualquier niña o mujer pueda tener por fin un referente superpoderoso femenino con el que quiera y pueda identificarse, quizás tengas un problemita que te debes mirar. Javi Portillo

Netflix cancela Tuca & Bertie porque se sindicalizan los animadores

Parece que nos olvidamos en muchísimas ocasiones de que cualquier gran compañía, aunque alimente con migas de pan de pensamiento libre y progresista, vive y habita un mundo capitalista. Y Netflix no iba a ser menos. Y si tiene que usar las armas propias del capitalismo para cargarse de un plumazo una de sus series más reconocidas y una nueva ficción que prometía darle las mismas alegrías, pues que baje la guillotina cuanto antes.

Esta última era Tuca & Bertie, una de esas series generacionales desde su concepción, que había recibido los parabienes de la crítica. La creadora, Lisa Hanawalt, veía cómo toda su obra se descalabraba porque los trabajadores de su anterior trabajo, BoJack Horseman -la serie reconocida-, se sindicalizaban en busca de mínimos salariales, cobertura médica y jubilación pagada por el empleador. Y esas cosas a Netflix no le hacen demasiada gracia. Tan poca, que de un plumazo también se decidió que las diatribas existenciales del caballo narcisista también se acabaran. Porque siempre habrá otro que quiera recoger el algodón por lo que ellos dicten. Álvaro Macías

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