[Top 2019] Los mejores discos y canciones del año

Nada como estas fechas entrañables de familiares ebrios entonando los grandes hits del año para echar un rápido vistazo a la música buena de 2019. La que nos encandiló, nos hizo evadirnos, nos puso frenéticos o nos levantó a bailar durante el último año. Estos son nuestros discos y canciones favoritos de 2019.

Lo mejor de 2019

No Holiday – The Muffs

El 2019 nos partíó el corazón con la inesperada noticia de la muerte de Kim Shattuck, una de las mejores cantantes y compositoras punk rock y power pop de la historia del rock. Sus melodías siempre tenían vueltas y rozaban los sentimientos básicos gracias a la potencia de su voz, que podía bailar entre la energía de agudos, lo intimista y sus inconfundibles, característicos gritos rasgados que rompían un poco por dentro. La noticia vino acompañada por otra sorpresa más. Kim nos había reservado un último truco final, un último signo de su fuerza y su carácter. A base de restos de demos, grabaciones caseras y pistas de su voz dirigió a la banda para completar todas las partes restantes, ya entrada en las fatales fases finales de su ELA. Guiándose con monitores, pads, y otras tecnologías pudo comunicar a su equipo de siempre cómo completar las canciones. Un milagro que se refleja en uno de sus mejores discos, superior a los últimos dos trabajos, en los que el tono no deja de ser vitaminado, pese a que los temas melancólicos y medios tiempos predominan. En algunos puede notarse las pistas con guitarra acústica de Kim y toda la banda siguiéndole en un sonido casi telúrico, como si realmente ella estuviera en otro lugar, cantándonos por última vez antes de salir del todo, como un fantasma que se niega a abandonar hasta dejar resuelta su tarea. En el caso de la cantante, que la recordemos con una sonrisa y agradecidos por habernos dedicado sus últimos días para regalarnos No Holiday. Jorge Loser

God Is – Kanye West

La voz de Kanye West en God Is es la de un hombre roto incluso por su propio personaje. Es normal no empatizar con el mensaje del cantante de Chicago -y menos seguir siendo su fan después de tantas y tantas polémicas-. No obstante, el disco es lo más atrevido que he podido escuchar en todo este 2019 y esta God Is supone el corte donde Kanye se rasga más la voz, haciendo un monólogo precioso sobre lo que significa para él Dios y haberlo conocido en una etapa mucho más luminosa de su vida. Dadle un intento, aunque sea difícil. Sofía Francisco

Fear Inoculum – Tool

Extraño, denso, con una extraña combinación de percusión con aires tribales y su acostumbrada batería como protagonista, es quizás lo mejor de la banda desde Lateralus (2001). Un regreso que pareció en exceso postergado pero que al final, brilla por su capacidad para la experimentación y como siempre, sorprender en cada una de sus canciones. Aglaia Berlutti

Hochono House – Haruomi Hosono

Una reimaginación del icónico Hosono House (1973), el primer disco en solitario de una de las personalidades más influyentes de la música japonesa. Después de una década en la que se había centrado en géneros más afines al country, y dejando de lado la electrónica que le hizo una estrella, este septuagenario ha querido volver a otra senda que llevaba abandonada bastante tiempo y que realmente aúna todo lo que ha hecho en su carrera: la folktronika con toques lounge. Iván Campos

Addressing The Fallen Angel – Carl Michael von Hausswolff

¿Lucifer es el responsable? ¿El responsable de qué? El mundo se está viniendo abajo en todos los sentidos: política, moral, medioambiente… Es hora de abordar a los verdaderos responsables. Así explica Von Hausswolff qué hay detrás de este disco que mezcla ruido con grabaciones de origen incierto. Un amasijo de sonidos que, como casi todos los discos de su autor, te transporta a un lugar inquietante del que no sabes si huir o dejar que te provoque una epifanía. Blanca Rego

I am easy to find – The National

De repente, a algún lumbrera se le iluminó la bombilla y lo vio clarísimo: el octavo disco de la banda de Ohio necesitaba acompañar a algo y ese algo tenía que ser sutil, casi volátil, decididamente simbólico. Ahí entra un director como Mike Mills, cuya sensibilidad ya había sido reflejada en películas como Beginners, y dice que necesita esa música y a Alicia Vikander para hacer la más hermosa pieza audiovisual de 2019. Y lo consigue. El mediometraje, en el que se suceden las canciones de un disco casi etéreo, en la línea de Wilco, sigue la vida completa de una mujer concreta, con igual importancia a cómo descubre cada sentimiento o cada color, cómo es capaz de engañar a su marido o cómo le cuesta decir adiós. Toda una vida resumida con planos en blanco y negro en el que la ganadora del Oscar (que nunca ha estado mejor, ni siquiera cuando ganó la estatuilla) expone su cuerpo al servicio de una banda en plenas facultades que va -de la mano de las imágenes, en una conjunción, por inesperada, asombrosamente armoniosa- de lo banal a lo trascendental otorgándole a todo su propia importancia. Porque siempre así fue la vida. Álvaro Macías

Flamagra – Flying Lotus

Todo empieza con un incendio. A fin de cuentas, así es la creatividad en Flying Lotus: no un ordenado proceso coherente con una continuidad fácilmente discernible, sino un incendio incontrolable que cambia de dirección, se aviva y se apaga siguiendo una lógica que sólo le es conocida al propio incendio. Por eso no es extraño que el disco tenga una introducción con una historia narrada por David Lynch a mitad del disco. O que, en poco más de una hora, consiga encajar veintisiete canciones. Porque esto no trata de hacer algo simplista, fácil, radiable en un centro comercial. Incluso si se podría. Porque Flamagra, Flying Lotus en general, es como un incendio: cuando la conflagración comienza, no puedes saber dónde acabará ni cómo. Ni siquiera si lo hará en medio de tu salón contigo bailando ya no sabes ni por qué. Álvaro Arbonés

Carolina Durante – Carolina Durante

La agrupación que conforman Diego Ibáñez, Martín Vallhonrat, Juan Pedrayes y Mario del Valle (y a quienes Kiko Vega pudo hacerles una gozosa entrevista en este mismo medio) corría el riesgo de no aparecer en esta lista, básicamente, por chapas. El Cayetano se ha convertido en un meme y el Perdona con Amaia ha provocado una de las peores cosas que puede ocurrirle a la música: que llegue a nuestros oídos aunque no tengamos el menor interés en el fenómeno. Pero las cosas como son, Carolina Durante, por Carolina Durante, es un absoluto melocotonazo. Y, lo que es aún mejor, un melocotonazo inevitable.

    Los primeros compases de esta banda madrileña tuvieron lugar a través de varias maquetas que proponían una atronadora presentación en sociedad, no ya sólo por la actitud que manejaban sino por el discurso derivado –que tan a menudo se confunden en la escena punk–, y su primer LP ha supuesto una constatación del mismo. Carolina Durante, poderosamente desencantado, poderosamente millennial, parece buscar un himno generacional en cada uno de sus temas, bien refutándolo instantáneamente cuando lo hace de forma explícita –ese “Joder, no sé” que no se fundamenta tanto en la apatía como en la desesperación–, bien limitándose a jugar para que su esencial miseria nos llegue en todo su esplendor lúdico. Vamos, que los miembros de este grupo son unos cachondos suicidas, y por eso se atreven tanto en acentuar ese “gratis” de “dicen que la entrada es gratis cuando llevas flores” (en Cementerio, acaso su mejor canción), como a repetir de forma monocorde “me masturbé con tu foto de la semana pasada”. 

Carolina Durante es ombliguismo de machito hetero de la cabeza a los pies, pero también es, de algún modo, todo lo contrario. Probablemente sea sólo demolición. Alberto Corona

Father of the Bride – Vampire Weekend

Los niños pijos del indie norteamericano han vuelto tras seis años de pausa, con un miembro menos tras la marcha de Rostam Batmanglij pero las mismas ganas de hacerte bailar sus ritmos alegres con letras de tintes deprimentes. Y es que, por mucho que su sonido es distinto, la esencia sigue intacta. 

Con once años a sus espaldas, los vampiros del fin de semana han cambiado en este tiempo. Madurado, quizá. Aunque eso sería ir a lo fácil. Pero es verdad. Ezra Koening -en estos momentos, líder absoluto de la banda- ha sido padre. Y esta experiencia se plasma en muchas de sus canciones, que tiran por sonidos más optimistas y sencillos de los que encontrábamos en el que seguramente siga siendo su mejor trabajo, Modern Vampires of the City (2014). Por su parte, en Father of the Bride podemos sentirnos en el porche de nuestra granja en Texas con el folk de Big Blue o Hold You Now, dejarnos la voz en estribillos pop como This Life, adentrarnos en terrenos más oscuros con los ritmos de Sympathy o dejarnos llevar por el buenrollismo de Flower Moon. Una mezcla de sonidos y temáticas que en ocasiones parece una escopeta de feria, pero cuya sensación global cobra sentido al ver su feota portada. Así es el mundo interno de Vampire Weekend.

Como siempre, bajo esa apariencia ligera, se esconde mucho más. El disco reflexiona sobre la humanidad, la civilización, la complicada relación con Dios y la belleza del amor. Reflexiona sobre la vida, al fin y al cabo. De cómo pasa. De cómo en ocasiones cuesta. Pero, a pesar de todo, como reza Harmony Hall, aunque a veces no quieras vivir así, tampoco deseas morir. Y eso está bien. Hay días en que lo único que hace falta es ponerse un disco de Vampire Weekend y purgar los demonios bailando. Elena Crimental

Proto – Holly Herndon

El mundo de la música pop sufre desde hace muchísimo una plaga singular: la de aquellos autores que, no contentos con reinar en lo suyo, buscan hacerse un hueco entre la música ‘culta’ aunque sea perdiendo toda la dignidad en el proceso. De ahí que la figura de Holly Herndon fascine tanto. Compositora académica metamorfoseada en popera de vanguardia, Herndon se ha tirado a la piscina de la inteligencia artificial, organizando en su último álbum una coral de máquinas que puede roerte los nervios, llevarte a otra dimensión o ambas cosas a la vez sin perder nunca su cariz juguetón y hasta folkie. Existiendo ella y Kaithlyn Aurelia Smith, Laurie Anderson puede sonreír desde las alturas y ver que los frutos de su labor han sido buenos. Yago García

Oh Long Johnson – Miss Caffeina

Tras años en los escenarios y con más de tres discos a sus espaldas, este nuevo título en la carrera de Miss Caffeina demuestra que la banda ha encontrado el sonido con el que se sienten cómodos. Si ya con el lanzamiento de Detroit (2016) empezábamos a vislumbrar el camino que estaban dispuestos a trazar, es en Oh Long Johnson donde dejan fuera todos los prejuicios y abrazan con orgullo los sintetizadores, el colorismo y el mamarrrachismo de los años ochenta. Canciones bailables y muy positivas como Prende, Cola de Pez o la propia Oh Long Johnson que da título al disco, combinan con otros temas más personales y emotivos como Reina, escrita por el propio cantante de la banda, Alberto Jiménez, sobre sus propias vivencias de pequeño al sufrir bullying y acoso por su orientación sexual.

El resultado es un disco bastante completo y sobre todo sincero, que el público ha devorado con avidez y con el que la banda parece tener claro dónde quiere estar.  Ana Rodríguez

100% Fresh – Adam Sandler

El astro empaca sus guitarras y sale de gira recuperando una magia que parecía irrecuperable para darnos las gracias por seguir ahí. Él a nosotros, eh. Qué cosas.

Con la única ayuda de Dan Bulla a los teclados, y armado hasta los dientes de chistes para todos los gustos, el rey de Brooklyn se abre en canal y repasa su día a día ahora que ha pasado la frontera de los cincuenta. Y el tío sigue siendo el número uno. Humilde, familiar y tratando de llevar una vida decente donde educar a sus hijas, Sandler saca punta a cualquier asunto que se te haya venido a la cabeza últimamente. Incluso sentado en el retrete.

Tesla, Uber, pedos de todo tipo y música. Mucha música. Que nadie olvide que Adam Sandler publicó su primer disco (de chistes en un 95%, pero disco al fin y al cabo) hace 25 años, They’re All Gonna Laugh at You!, y que ha vendido más de dos millones de copias. Sí, Adam Sandler ya estaba antes. También en esto. Al igual que con los chistes, el protagonista de Little Nicky también es absolutamente imprevisible en lo musical. Kiko Vega

Mana – Idle Hands

Esta es la típica elección que pecará de poco original entre los seguidores del género (el metal, en este caso), pero al resto de lectores de la lista les sonará a chino. Lo que la diferencia de otras elecciones de este tipo, sin embargo, es que no se trata de un gusto adquirido que requiera de un oído acostumbrado. Idle Hands están siendo señalados como parte de la nueva generación de bandas destinadas a tomar el relevo de los grandes dinosaurios del rock duro, en cuanto a poder de convocatoria y atractivo para las masas, una alineación que no se renueva desde hace décadas (tos, Metallica, tos, AC/DC). Mana es su primer larga duración, y la confirmación de unas señas de identidad que ya estaban muy definidas es su EP de 2018, Don’t Waste Your Time: guitarras que se desdoblan al estilo del heavy tradicional y cristalizan en el del rock gótico, de donde también toman la gravedad de las voces, y una habilidad compositiva que bebe de lo mejor de ambos mundos. Lo cual explica que citen indistintamente como influencias a Iron Maiden, Sisters of Mercy o —de Portland han tenido que venir para reivindicarlos— Héroes del Silencio. La otra confirmación, la que conceden los grandes recintos, es solo una cuestión de tiempo, porque a quién no le va a gustar un baptisterio gótico del siglo XXI. Andrés Abel

Be More Chill (Original Broadway Cast) – Joe Iconis

Una de las grandes creaciones en los musicales de este año ha seguido tan de cerca la estela de La pequeña tienda de los horrores que ha sufrido incluso el mismo desdén de la crítica en Broadway. Sin embargo este disco, actualización y pulido del que el reparto original grabara hace años, antes de intentar el asalto a la respetabilidad, no solo nos muestra la capacidad de Iconis para crear canciones o el buen hacer de George Salazar, sobre todo nos ofrece una obra a medio camino entre la ciencia-ficción y el terror en el que el angst adolescente y las nuevas tecnologías se combinan para ofrecernos grandes números -especialmente el showstopper Michael in the bathroom– y una de esas obras que, es de esperar, acabe convirtiéndose en objeto de culto. Jónatan Sark

Slaves – The Velvet Ditch EP

Hubo un tiempo en el que los EPs después de un disco que ha pasado relativamente desapercibido, como el Acts of Fear and Love de 2018 -que estaba muy bien, pero reconozcámoslo, el impacto de los dos petardazos consecutivos de Are You Satisfied? y Take Control era imposible de sostener sin hacer una pausa para tomar aire- eran mala señal. Esos EPs era como el preámbulo de una reinvención, una exhibición de pasos en falso o una recapitulación que no iba a ninguna parte. Por suerte o por desgracia vivimos otros tiempos y la necesidad de estar en el candelero en todo momento obliga a ir escupiendo canciones como una ametralladora para no caer en el olvido, pero que me aspen si este Velvet Ditch de cuatro temazos no es una suma de lo mejor que pueden dar Slaves. Para empezar, contiene el mejor tema punk del año, ese It makes me sick de impresionante estribillo («It makes me sick x4 / It turns me on x4«), y en la más tranquila (más follonera ya no se puede) pero mucho más pesada One More Day Won’t Hurt se dejan llevar por el metal más bronco, bramando otra línea inolvidable, «Cocaine is a hell of a drug when it’s / Running through the veins of a small town thug«. Pero luego, además, demuestran una nada cargante vertiente melódica que me ha llegado al corazoncito porque ha apelado al pop británico que me interesa, el de los noventa contaminado por la resacaza del punk, el abrumado por el tsunami de la cultura de club entre los jóvenes más hastiados de la rebaba del thatcherismo. El melancólico «Probably never» con el que concluye el estribillo de la melódica When will I learn to say no? me recuerda a Carter USM y demonios, es lo que me hace falta a mí para enfrentarme a 2020. John Tones

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