Por supuesto que este año ha habido lecturas, y de todo tipo. Literatura de género, ensayos reveladores, debutantes y consagrados. Estos son algunos de los libros que más nos han gustado de todos los que hemos leído en 2019.
Serotonina, de Michel Houellebecq


Resulta difícil defender esta novela de Houellebecq, un tanto a medio gas, y trufada del peor 4chanismo imaginable: la historia de la chica oriental no se la creen ni en el subforo /b/, el personaje del pedófilo alemán parece sacado de lo peor de Forocoches y toda la paranoia cipotuda del protagonista se ha quedado más vieja que la colección de barbour de Bertín Osborne. Todo lleva a que el libro, muy poco cuidado en estilo además, resulte pesado y ya visto… hasta que aparece ese personaje fantástico, el aristócrata arruinado por la agricultura (¡Bradomín!), que se prefigura como una notable y brillante alegoría del viejo mundo europeo. Pocos personajes en novela recientes han personificado la crisis social del continente, entre la subvención indiscriminada y un libre mercado imposible, que el noble normando Aymeric; personaje codiciado que ningún novelista de izquierdas reciente ha logrado idear con tanto esmero y ausencia de retórica como Houellebecq. Julio Tovar
Máquinas como yo, de Ian McEwan
Quizás Máquinas como yo sea un libro reflexivo, e incluso lento. Pero es un libro que habla de algo que el cine ha explotado con soltura: el hecho de que una Inteligencia Artificial o robot adopte la forma humana (tanto en el plano físico como mental) y sea una parte más de nuestra familia. El triángulo amoroso entre Adán, Charlie y Miranda es cómico, triste, nostálgico pero, a la vez, halagüeño. La llegada de estos nuevos seres puede que esté a la vuelta de la esquina, y las situaciones gestionadas en el libro son de las más tópicas, sin dejar de ser complejas gracias a un vocabulario y un estilo muy marcado del autor. McEwan resuelve con soltura un libro que será difícil de leer para más de uno. Y de pensar en aquel haiku que Adán explica casi al finalizar el tomo y que da título a la obra: “Máquinas como yo y gente como vosotros” Sofía Francisco
Los testamentos, de Margaret Atwood


Volver a una historia que luego de casi tres décadas se convirtió en un fenómeno pop no debió resultar sencillo para Atwood, habituada a la confrontación y sobre todo, la percepción de lo colectivo como un enemigo espectral al borde de todas las historias que cuenta. Pero en Los testamentos no sólo vuelve al universo de Gilead para ampliar, profundizar y mejorar el material original, sino que incluye, en una especie de metalenguaje asombroso, todo el debate y la discusión política que rodea a la serie. El resultado es un libro inquietante, colosal en su filosofía sobre las catástrofes sociales que se esconden en lo cotidiano y ese toque de humor sardónico que convierten la obra de Atwood en imprescindible. Aglaia Berlutti
Inventar el hueso, de Olalla Castro


No hay una forma sencilla de elegir un solo (gran) libro de poesía española de toda la hornada de 2019. Incluso si ponemos el foco en la poesía joven. Digamos menor de treinta años: Fuegos, de Ismael Ramos; Los días hábiles, de Carlos Catena Cózar, Galgos, de María Martínez Bautista… Pero lo que ha conseguido Olalla Castro con Inventar el hueso es todo a lo que cualquier poeta debería aspirar en su plenitud artística. Esa inquietud vital necesaria para aprender aún a conocerse. Y conocer también al otro, ese tú que tiene tanto miedo como el yo. Todo con una poesía que deslumbra por no usar bambollas ni pátinas de oro, sino un cuenco de madera con unos versos tan sencillos como omnipotentes. “Todo lo que se escurre,/ húmedo como la boca/ del pez en el anzuelo,/ es el poema./ Esto que, justo cuando está/ a punto de morir,/ colea con más rabia”. Álvaro Macías
Una Odisea: Un padre, un hijo, una epopeya, de Daniel Mendelsohn


Seguimos leyendo La Odisea porque seguimos encontrando en ella algo que nos representa. No importa cuánto tiempo haya pasado, porque sus conflictos siguen interpelándonos. De eso trata, en cierto modo, Una Odisea: Un padre, un hijo, una epopeya: de cómo lo que nos narra La Odisea es perfectamente extrapolable a la vida de todos nosotros. Algo que Daniel Mendelsohn hace con maestría al narrarnos cómo la aparición de su padre en el seminario que daba sobre la obra clásica le hizo acercarse a él en los últimos años de su vida gracias al hecho de recorrer juntos el mismo camino que recorrió Ulises varios milenios atrás. Un viaje que, al final, es el viaje de la vida. Y por ello, porque seguimos viviendo, nos sigue representando. Álvaro Arbonés
Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez


Conocí a la escritora argentina gracias a sus fascinantes cuentos. Las cosas que perdimos en el fuego es una antología de historias de “terror” que están tan enmarcadas en nuestra realidad que provocan un miedo atroz. Sabiendo lo bien que se desenvuelve la autora en las distancias cortas, no podía evitar estar intranquilo ante su designación como ganadora del premio Herralde de novela con un monstruo de más de seiscientas páginas. Afortunadamente, Mariana Enríquez ha creado una obra excepcional, y sí, es una obra de género (de terror y más) con órdenes secretas, invocaciones, magia, diablos, perversión y médiums. Lo mejor de todo es que la alegoría que propone está tan anclada a la realidad como cualquier otra historia “realista”, pero claro, sin el estilazo y el buen hacer de Enríquez. Mariano Hortal
Lectura fácil, de Cristina Morales
Me resulta complicado expresar con palabras la importancia de este libro. Quizá, perezosamente, podría empezar recurriendo a las razones que el jurado del Premio Nacional de Narrativa lanzó para justificar su galardón el pasado octubre: “por tratarse de una propuesta radicalmente original, sin genealogía en la literatura española y que destaca por la recreación de la oralidad, unos personajes extraordinarios y su lectura del contexto político”. Quizá con eso, y con la postilla indispensable de que esta novela es terriblemente graciosa, bastaría.
Pero también sería hacer de menos todo lo que propone Lectura fácil, que es tan desbordante y tan dependiente de una personalidad asimismo extraordinaria –ahí podemos verla en una de sus primeras apariciones televisivas desafiando a Javier Cercas, en una curiosa confluencia histórica ya que este no solo ganó su mismo premio en 2009, sino que este 2019 se ha beneficiado del Premio Planeta–, que me extendería demasiado para lo que requiere un top de este tipo. Baste decir que la novela es lo más punk que vais a leer en toda vuestra puta vida, por un lado. Que también, posiblemente, sea de las más deprimentes, por cómo la inteligencia privilegiada de Morales pone en solfa iconos socioculturales como el feminismo, los desahucios o el pelo de Soto Ivars al tiempo que los combina dentro de la misma patraña deshumanizante. Y que además, pero esto sin duda, sea de las novelas más sensibles y, de algún modo, justas, que caerán en vuestras manos.
Lectura fácil es el alegato por la empatía más venenoso, más feroz y por momentos hasta más emotivo que he podido leer este año, y alabar el talento de Morales debería ser prioritario para todo aquel interesado en el futuro de nuestra literatura. Aunque solo fuera por favorecer que esta tía siga dando entrevistas y escandalizando al personal. Alberto Corona
Thornhill, de Pam Smy


Por fin este año se publicó en nuestro país Thornill, escrita e ilustrada por Pam Smy, una novela gótica de formato híbrido. Híbrido porque Thornhill se articula en dos tramas que van convergiendo inevitablemente. Una es la historia de Mary, una de las niñas del orfanato que da nombre a la novela, aquejada de una mudez selectiva que desde un lejano 1982 va relatando en forma de diario sus desencuentros y zozobras con el resto de las internas, y en especial con una de ellas, empeñada en atormentarla de todas las formas posibles, especialmente por las noches. O eso parece. La otra trama la protagoniza una niña llamada Ella que en 2017 se ha mudado a una casa frente al ahora derelicto y ruinoso orfanato. Su historia se cuenta mediante paneles silentes en los que vemos cómo la recién llegada va cayendo bajo el influjo de Thornhill y las presencias que aún lo habitan. Pam Smy dialoga intertextualmente con clásicos como El jardín secreto de Frances Hodgson Burnett y Jean Eyre de Charlotte Brontë, y su formato nos recuerda inevitablemente al de La invención de Hugo Cabret (2007) de Brian Selznick. Y si, también hay que admitir que se trata de una historia de fantasmas muy del gusto de ETA Hoffmann contada en el siglo 21 bajo el envoltorio del terror juvenil. Pero la prosa medida, casi de orfebrería, de Smy, los detalles de sus ilustraciones, su terca monocromía, nos conducen de forma cada vez más vertiginosa a una conclusión violenta y ambigua que nos convencen de que acabamos de leer una obra tan imponente y sombría como el edificio que le da nombre. Santi Pagés
Cómo ser una máquina, de Mark O’Connell


Si entiendes el transhumanismo, entiendes que la tecnología puede cambiar, no sólo tu forma de vida, sino también tu propio cuerpo. Ya sea para preservarlo eternamente o para pagar un café en el Starbucks. Mark O’Connell no entendía muy bien eso del transhumanismo, así que se lanzó a la carretera a entrevistar a algunas de las figuras prominentes, como Max More, Ray Kurzweil o (sigh) Elon Musk, y a descubrir desde instalaciones criogénicas a grinders, practicantes del biohacking, pasando por un ataúd gigante que recorre Estados Unidos en nombre de un Partido Transhumanista. Cada descubrimiento supone una revisión de los valores que tiene Mark, pues se imagina en la piel de cada avance o teoría y se posiciona, casi siempre en contra. Lo mejor es que en ningún modo juega con el alarmismo, incluso cuando se siente profundamente conmovido por lo que ve o escucha.
Hay conclusiones muy obvias: siempre habrá gente, Mark uno de ellos, que nunca dejará que la tecnología altere demasiado su vida (y menos su cuerpo), mientras que otros están dispuestos a entregar su salud por ella; otras conclusiones son algo más sutiles, como que cualquier tipo de revolución en la esperanza de vida sólo afectará de verdad a quienes tengan dinero para ello, por mucho que algunos ideólogos quieran una mejora global. Lo importante es que Mark se asoma a varios de nuestros posibles futuros y te deja espacio para pensar lo que te parece. Ya has dejado que el móvil cambie hasta tus patrones de consumo, ¿estarías dispuesto a que la tecnología alterara aún más tu vida? Adrián Álvarez
Mi hermana, asesina en serie, de Oyinkan Braithwaite


Mi libro favorito en inglés del año pasado está disponible en español éste. Como para no alegrarse. Esta obra no es de asesinos en serie ni de misterio, aunque sí de tensión y suspense y de relaciones familiares, sobre todo relaciones entre hermanas. Sus breves capítulos y sus formas aparentemente sencillas van contándonos una historia de fondo: la historia de las personas, del país y casi de la condición humana. Puede que no sea lo que esperabas, pero eso no significa que no se merezca todas las críticas positivas que la han traído hasta aquí. Jónatan Sark
Beastie Boys – El libro, de Michael Diamond y Adam Horovitz


Este libro es mucho más que una profusa biografía de uno de los iconos absolutos del hip hop de vieja escuela, rebosante de fotos y caramelos para los fans. También supone el carpetazo definitivo a la saga Beastie Boys después de que la inesperada muerte de Adam Yauch en 2012 dejara en petrificado silencio a los otros dos tercios de la banda, Michael Diamond y Adam Horovitz. Este libraco hace justicia porque no solo es un homenaje y una reivindicación, sino que también sirve como último temazo de los Beastie Boys, uno que conserva las características de las mejores canciones de la banda: un envoltorio de pura chorrada (de recetas de cocina a fotos haciendo el mico) que esconde un discurso de imbatible sofisticación (en el caso de este volumen, las claves para entender a un grupo que se las ingenió para ser a la vez parodia, revolución y clásico sin perder la capacidad para reivindicar por el camino el derecho universal a la fiesta -lo que nos hace personas, vamos-). John Tones