El pasado 12 de febrero fallecía el creador de Tumbita, simpático esqueleto que cautivó a varias generaciones de lectores de tebeos. Tunet Vila fue todo un personaje: actor secundario, decorador de fotonovelas y películas, traficante de objetos inauditos (tanques, coches fúnebres), traductor sin idiomas. No era tan pícaro como Vázquez, pero poco le faltó.
Durante más de dos décadas, para los lectores españoles la editorial Vértice fue sinónimo de superhéroes Marvel, el sello al que aquí debemos la enorme popularidad del poblado universo de ficción que hoy triunfa en el cine. En 1969 los empezó a publicar en un tamaño algo más ancho que el de una novela de bolsillo, una edición atroz que alteraba por completo la original. El cambio hacia el formato revista llegó en 1972, cuando Vértice buscó sumarse al éxito de tebeos de terror como Vampus o Dossier Negro. Uno de los rotulistas de la editorial, encargados de la tipografía de bocadillos y recuadros, era Tunet Vila, dibujante de chistes e historietas desde los años 50. Tumbita fue uno de los muchos personajes que creó en esa época, protagonista de una serie de tiras de humor amable, pese a su apariencia macabra, que quedaron inéditas hasta que su creador propuso recuperarlas como complemento en Fantom o Espectros, las nuevas cabeceras de terror de la editorial. De allí saltaron a los tebeos de superhéroes, multiplicando su presencia, casi siempre en contraportada o interior de las cubiertas.
Tras 20 años metido en un cajón, Tumbita se hizo tan popular como los héroes Marvel a los que complementaba, hasta que, en 1982, Vértice echó el cierre. Lo que entonces desconocían los lectores es que tras el nombre de Tunet Vila se escondía todo un personaje, miembro destacado del club de pícaros del tebeo español que preside, como no, el gran Vázquez. En 1993, Los archivos de El Boletín dedicó un monográfico a Tumbita que incluía un texto introductorio firmado por el propio Tunet Vila. Allí explicaba que acababa de vender los derechos del personaje a CNI Press, y que a partir de ahora Tumbita sería dibujado por Roger Raymond, sobrino del creador de Flash Gordon, con guiones de Abel Julian. Rebautizado como Mortimer, esa nueva vida es un misterio y casi una leyenda. En Internet no hay ni rastro, algo que a estas alturas resulta sorprendente.
El oficio de los tebeos
Antonio Vila López, nacido en Barcelona en 1932, se convirtió en Tunet Vila cuando comenzó a dibujar chistes e historietas. Tebeosfera ya señala su presencia en el número 88 del TBO en 1950 y la aparición de El Capitán Sacarina al año siguiente. Al parecer, gozó de cierto éxito con Pito, el soldado pequeñito, que se publicaba en el suplemento A todo color del periódico La Prensa (cuya calidad mencionaba Jordi Canyissà en nuestra entrevista canina). Le siguieron un montón de personajes y colaboraciones, casi siempre infantiles y de éxito escaso, entre los que destacan la serie de chistes Humor sideral y la aventura con dibujo realista Enigma en el espacio, ambas publicadas en la recordada revista Futuro de la editorial Clíper (1957), Superchupete o la corta vida de Vampilelo contra el Hombre Lobo en las páginas de Espectros de Vértice. ¿recuperados también del pasado o creados para la ocasión? Vaya usted a saber.
La carrera de Tunet Vila como dibujante de tebeos no es un rastro fácil, aparece y desaparece de Bruguera, Pumby o Mata Ratos, pero sobre todo está ligada a las agencias Hispamer y las Selecciones Ilustradas de Josep Toutain. Será este último vínculo el que acabó desvelando los aspectos más jugosos de su personalidad, pero no adelantemos acontecimientos.
Dinámica y rotulación
Cuando Tunet Vila aterrizó en Vértice, con frecuencia se le acreditó en los tebeos como responsable de “Dinámica y rotulación”. Lo segundo estaba claro: dibujar las letras de bocadillos y recuadros de texto, pero… ¿Qué era eso de la dinámica? Pues una labor en las antípodas del noble y artesano oficio de la rotulación. Los cómics Marvel originales eran como hoy los conocemos, cuadernos de grapa con una aventura que podía abarcar unas 20 páginas de media. Ese formato planteaba un problema para Vértice, ya que era el propio de las publicaciones infantiles, aquí sometidas a una normativa de censura muy estricta. Si el formato era otro, como por ejemplo una novela de bolsillo algo más amplia, la cosa era más laxa.
Así que aquí los primeros tebeos Marvel se acabaron publicando en un tamaño notablemente inferior, con otras dimensiones y muchas más páginas: si dos números norteamericanos sumaban unas 40, aquí se transformaban en 128. ¿Cómo se conseguía eso? Pues con la “dinámica”, claro. Tunet Vila era uno de los encargados de recortar las viñetas originales y remontarlas con una nueva distribución. Que una página Marvel tenía 10 viñetas, pues aquí se convertía en 5 páginas de 2 viñetas cada una. Este corta, estira y pega tenía un problema añadido que debía ser resuelto: las viñetas originales no eran tan grandes como las españolas y, por tanto, había que rellenarlas para evitar las masas en blanco, y ahí estaba Tunet Vila con su lápiz, entre otros.
Que había que poner más Spiderman, pues se le dibujaba un cacho más; que el encuadre del Capitán América era de medio cuerpo, pues ahora ¾; que había que dibujarle un brazo a Hulk, pues venga; que si pongo un árbol para tapar el blanco, pues dale; que si ahora un matojo, pues venga. Por si eso no fuera suficiente, si surgían las prisas y había hueco, siempre se podía ganar tiempo con las traducciones… aunque no se supiera inglés. Y aún así, pese a tanta tropelía dinámica, los tebeos Marvel triunfaron y se hicieron populares porque seguían siendo algo absolutamente nuevo y diferente a cualquier otra cosa que se editara entonces en España.
Un profesional llamado Tony Tano
En la industria del tebeo español de los años 60 y 70 las agencias fueron una pieza importante. Se trataba de empresas que facturaban historietas por encargo realizadas por dibujantes españoles, una mano de obra buena y barata que invadió medio mundo con sus viñetas. A lo largo de su vida, Tunet Vila trabajó con varias de esas agencias, entre ellas la más famosa de todas: las Selecciones Ilustradas que dirigía el antes dibujante Josep Toutain. En su momento de esplendor, en el estudio había 50 mesas de dibujo ocupadas, en su mayoría, por artistas jóvenes haciendo lo que más les gustaba durante jornadas maratonianas. Carlos Giménez fue uno de ellos, pionero del cómic de autor autobiográfico con su serie Paracuellos, en 1982 decidió llevar al cómic la peculiar fauna humana de Selecciones ilustradas y sus muchas anécdotas. El resultado fue Los profesionales, una lectura imprescindible por divertida, pero también por su condición de testimonio de una época de nuestra cultura popular.
Pese al uso de nombres ficticios, no cuesta mucho distinguir quién es quién en Los Profesionales. Así, por ejemplo, Toutain se convertía en Filstrup, Carlos Giménez en Pablo García, Vázquez en Menéndez… y Tunet Vila en Tony Tano. Es ahí donde se desvela la singular personalidad del creador de Tumbita. Ya de entrada, descubrimos que odia a Filstrup/Toutain, amigo íntimo de juventud antes que jefe en la agencia. O que para ahorrar tiempo dibujando acudía con frecuencia a fotocopiar historietas ya terminadas para recortar personajes y luego pegarlos en nuevas viñetas, una técnica de la que luego será experto con su “dinámica y rotulación” para Vértice, como hemos visto.
Pero uno de los detalles que distinguen a Tony Tano en Los Profesionales es que Carlos Giménez a menudo lo dibuja disfrazado, ya sea de pistolero del Oeste o con uniformes de la 2ª Guerra Mundial. No es una extravagancia sino un guiño a su presencia habitual en las fotonovelas que Selecciones Ilustradas también producía. De hecho, Tunet Vila se encargaba al mismo tiempo de la escenografía, y de ahí surgen algunas de sus mejores anécdotas. Por ejemplo, que transformó diversas partes de su casa en decorados: la sala de estar era un submarino y una de los cuartos una jungla. El tebeo de Carlos Giménez también relata el macabro uso fotográfico del cadáver de su abuela, recién fallecida y de cuerpo presente en una habitación habilitada como velatorio, para dar empaque a una fotonovela de terror.
Esta labor escenográfica paralela a los tebeos se nutría también de un peculiar talento para conseguir los objetos más inverosímiles fruto de una compra-venta constante. Y no estamos hablando cosas pequeñas, sino de alguien que tan pronto llegaba al trabajo conduciendo un coche fúnebre como te intentaba vender un tanque blindado de segunda mano, o que era detenido en la frontera con un saco lleno de cráneos humanos. El destino de mercancías tan singulares no era otro que formar parte de la escenografía de fotonovelas, y también de películas, como veremos a continuación.
Todas estas anécdotas proceden de Los profesionales, donde Tony Tano es el alter ego ficcionado de Tunet Vila. Se plantea, entonces, una duda con sentido: ¿Es verdad lo que se cuenta? De entrada, hay que tener presente que toda creación autobiográfica altera la realidad para hacerla más narrativa, dinámica, divertida e intensa. Por otro lado, Carlos Giménez se incorporó tardíamente a Selecciones Ilustradas, quizá ni siquiera llegó coincidir allí con Tunet Vila, y muchos de los episodios parten de las batallitas que contaban los veteranos, es decir, historias orales que el tiempo iba puliendo hasta suplantar lo sucedido en verdad. A partir de ahí, siempre se ha dicho que Los profesionales se inspira en hechos y personas reales. Lo del tanque, por ejemplo, lo explica con más detalle el propio Tunet Vila en una entrevista realizada por Juan Royo, donde también habla de su inaudito vínculo laboral con Sadam Hussein, o que llegó a traficar con armas inutilizadas del ejército español. Vamos, un tipo con recursos.
Tunet Vila y el Séptimo Arte
Es difícil saber si Tunet Vila saltó de las fotonovelas al cine o si fue al revés, lo que está claro es que su relación con ambos mundos fue paralela y similar, es decir, tanto de actor secundario como en tareas de escenografía y decorados. El problema es que su rastro siempre es difícil de seguir.
La ficha de la Imdb lista su presencia como actor secundario en 24 títulos, pero faltan otros como Los profesionales del oro (1968), el musical La vida es magnífica (1965) o Kiss Kiss Bang Bang (1966). En general, se pueden agrupar en tres grandes grupos. Por un lado estarían las que pertenecen a la edad de oro de la coproducción europea de bajo presupuesto, especialmente espagueti westerns. En El retorno de Ringo (1965), por ejemplo, aparecía haciendo de chamán apache, nada menos. Luego vendrían las películas de IFISA, es decir, la factoría de Ignacio F. Iquino, en lo que fue una longeva relación que va de su rol de agente secreto al inicio de la paródica 07 con el 2 delante (1966), protagonizada por Cassen, a la clasificada “S” ¿Podrías con 5 chicas a la vez? (1979) pasando por la explotación quinqui Los violadores del amanecer (1978).
El tercer gran grupo está relacionado con el cineasta Carlos Benpar, en una colaboración de nuevo continuada que va de El jovencito Drácula (1976), donde acompañaba a Susana Estrada y Víctor Israel —¡tremendo combo!— en el rol de Popov, ayudante atontado y austrohúngaro de Van Helsing, al documental Cineastas contra magnates (2005), aquí como fraile en una recreación histórica del siglo XVI.
A esa extravagante galería de personajes secundarios se suma su singular faceta de ambiente y decoración. Ejerció de ayudante en La batalla de las Ardenas (1965), que era una producción con empaque internacional. De ahí salió el tanque, que al parecer le abrió por un tiempo las puertas del cine bélico de baratillo, aunque siempre sin acreditar, así que si ven su nombre aparecer en alguna se resolverá parte del misterio. También como ayudante de ambientación aparece en La maldición de la bestia (1975), entrega de la saga licántropa de Paul Naschy en la que Waldemar Daninsky busca cura en el Nepal (en realidad el Montseny) pero se topa con el Yeti.
Ya como responsable absoluto de ambientación, reluciente art director en las fichas guiris, cuenta con dos piezas de caza mayor. Una es La diosa salvaje (1974), con Eva Miller de tarzana correteando por las muy africanas junglas de Tarragona. La otra, Los hijos de Scaramouche (1975), atroz capa y espada que unía al mítico Sal Borgese con los Hermanos Calatrava. Dato tremendo ideal para concluir nuestro tributo al inigualable Tunet Vila.
Qué estupenda entrada.
Tunet Vila está en mi top 10 de dibujantes nacionales de todos los tiempos.
A mí me parece que hay mucha leyenda sobre él, tipo Vázquez, hay muchas cosas reales y otras que no.
¿Y el falso copyright de Chicago y su seudónimo Max Sidney? Me habría encantado entrevistarlo pero nunca pude dar con él… Yo estaba esperando a entrevistarlo para subir mi entrada sobre él, pero ya será sin hablar con Tunet, con la de cosas que quería saber… Pondré un enlace a esta tuya cuando la suba.
Qué estupenda entrada.
Tunet Vila está en mi top 10 de dibujantes nacionales de todos los tiempos.
A mí me parece que hay mucha leyenda sobre él, tipo Vázquez, hay muchas cosas reales y otras que no.
¿Y el falso copyright de Chicago y su seudónimo Max Sidney? Me habría encantado entrevistarlo pero nunca pude dar con él… Yo estaba esperando a entrevistarlo para subir mi entrada sobre él, pero ya será sin hablar con Tunet, con la de cosas que quería saber… Pondré un enlace a esta tuya cuando la suba.
Hola. Precisamente el otro día visité tu blog buscando cosas de Tuner Vila. La entrada sobre el personaje Loony, que dibujaron Figueras, Ibáñez y Tunet. Me alegra saber que te ha gustado. Sobre todo me he dedicado al tema cinematogràfico, he recopilado más capturas y curiosidades que subiré a mi blog durante esta semana. Y sí, hay mucha leyenda. Es lo que digo que son anécdotas que cada vez que los veteranos de Selecciones Ilustradas vuelven a contar se perfeccionan y mutan. Cuando entrevisté a Beà para Mondobrutto, por ejemplo, la anécdota de las calaveras en la frontera era diferente: un camión con maniquíes decorados como muertos, sobrantes de una peli de terror europea. Así que es difícil separar verdad y leyenda, pero es evidente que era todo un personaje. Lo del falso copyright Max Sidney Chicago en esos tebeos raros de los 50 que parecen de Tuinet Vila podría haberlo puesto, pero lo único que sé lo leí en un foro, y no daba nada por seguro. Aún así, cuadra con lo de vender Tumbita a un sobrino de Alex Raymond, que a estas alturas parece un cuento chino, más si tenemos en cuenta que en el Atlas de Jesús Cuadraro se indica que Tunet Vila firmó alguna cosa con un seudónimo apellidado Raymond también.
Leyendo tu excelente post me viene a la cabeza una viñeta de un episodio de Sargento Furia en Vértice (aprox. 1975) que lamento no haber conservado. En ella, un soldado alemán dispara gritando cosas absurdas (los nazis de Marvel siempre gritaban mucho, fallaban todos los tiros y eran sumamente idiotas). El soldado vociferava, para mi sorpresa y diversión BACALLA AMB PESSOLS!! , más o menos alterado con una grafia pseudo-alemana. Sería una broma del gran Tunet Vila?
Pues no te extrañe. Por cierto, ahora me vas a obligar a repasar los tebeos del Sargento Furia que hay por ahí en busca de esa viñeta del Bacallà amb pessols. Era formato grapa o de la primera época?
Era formato antiguo, de aquellos "atroces" que cuentas en el post. No recuerdo ni título ni portada, lo siento.
Molt bó!
Como complemento a este artículo, más material gráfico de Tunet Vila en mi blog: http://absencito.blogspot.com.es/2016/03/las-mil-caras-de-tunet-vila.html
que delicia! muchas grácias a todos por todo esto!