[Cada fin de año, en CANINO escogemos lo que más nos ha gustado de los doce meses que se van. Sabemos que es un recurso un poco perezoso, pero lo cierto es que supone una oportunidad ideal para reencontrarse con discos, películas, series, libros, videojuegos o comics que pueden haber pasado desapercibidos o que merecen un recuerdo. Nuestro sistema no es completista ni remotamente definitivo: pedimos a nuestros colaboradores y a unos cuantos amigos que escojan entre sus favoritos, y ya está. Ni listas exhaustivas, ni tops. Simplemente, recordamos algunos de nuestros artefactos pop favoritos de 2017. Hoy le toca a las series.]
Nuestros mejores del año (hasta hoy)
El Exorcista – 2ª temp.
El terror televisivo de este año ha vuelto a estar a un nivel que rivaliza al del cine estrenado en salas. Al impactante regreso de la tercera temporada de Twin Peaks (1991-) y la segunda de Channel Zero (2016-) hay que sumarle la sorprendente segunda temporada de una serie tan, en principio, esquivable como es El Exorcista. Tras una primera temporada que mejoraba las expectativas, ofreciendo una ficción de posesiones superior a la mayoría de ofertas de su subgénero, en su continuación se quita el almidón de la sotana que le daba el peso del clásico de Friedkin y se convierte en una serie de aventuras pulp llena de terror de alta gradación. La serie pasa de sus raíces porque sabe que no puede estar a la altura, con lo que se adentra en el terreno del cómic-book antológico, proponiendo cada temporada como un nuevo caso para la pareja de curas protagonistas, una especie de versión estilizada, pasada por el filtro James Wan, de la imprescindible Apparitions (2008), que no dejaba de ser una nueva iteración de la figura de Kolchak. Nunca demasiado profunda, nunca demasiado ligera, no pretende ser un HBO pero tampoco se estanca en sus propias rutinas gracias a su guion lleno de giros, cliffhangers y concesiones a lo onírico. Un auténtico festival. Jorge Loser
Vergüenza – 1ª temp.
Dar asco es muy español. Pasar ganas de dar un hostión a mano abierta también, a pesar del show de Jerry Springer. Los suegros, los amigos, el trabajo, los hobbies, las relaciones… El rey de la comedia ascopenosa y el que fuera la gran esperanza de nuestra comedia en los noventa, Juan Cavestany y Alvaro Fernádez Armero, han conseguido sacar adelante un proyecto con el que llevan años soñando. Javier Gutiérrez y Malena Alterio encabezan un reparto ideal lleno de sorpresas y actores entregados a la causa de la humillación general. Apartarás la mirada unas cuantas veces. Kiko Vega
Mindhunter – 1ª temp.
David Fincher es uno de los directores actuales que mejor ha sabido radiografiar la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Mindhunter habla precisamente de los orígenes de esta sociedad, del cambio de paradigma que estableció las bases del siglo XXI. Aunque la serie se centra en las primeras investigaciones del FBI en torno a la psicología de los asesinos en serie, detrás de eso tiene mucho más que decir. Uno de los temas más presentes son los roles de género. En una historia policiaca ambientada en los años setenta era muy fácil obviar totalmente a las mujeres o usarlas simplemente como decorado, víctimas o consortes. En Mindhunter, hay un discurso de género muy potente a dos niveles, el de los crímenes sexuales y el de una sociedad/época en la que las mujeres empiezan a tener realmente voz, con todo lo que ello implica. El estudio psicológico de asesinos reales como Edmund Kemper sería fascinante por sí solo, pero, afortunadamente, Mindhunter no se queda en el plano de lo morboso. Blanca Rego
Big Little Lies – 1ª temp.
Una serie tramposa en su final, que concentra en un solo personaje todos los problemas estructurales a los que hacen frente sus protagonistas, mujeres hipercodificadas que, no obstante, encuentran en la sororidad una manera de agrietar ciertos marcos. En cualquier caso, la interpretación de Nicole Kidman en el papel de Celeste Wright se basta para recomendar esta miniserie dirigida por David E. Kelley (La ley de Los Ángeles, Ally McBeal). Elisa McCausland
Five Come Back – 1ª temp
Siempre resulta difícil en tiempos millennials recomendar una serie de televisión dominada por el blanco y negro. Pero es imposible no enamorarse de este criptofilme, brillantemente adaptado de un libro de Mark Harris, donde directores célebres analizan la trayectoria de sus homónimos como documentalistas en la II Guerra Mundial. Aunque algunas narraciones son un poco forzadas, difícil de ver parecidos entre el cine de Guillermo del Toro y Frank Capra, otras son fínísimas; especialmente Lawrence Kasdan sobre la labor del cineasta cómico George Stevens y sobre todo Francis Ford Coppola al respecto de John Huston (la eterna genealogía de cine wagneriano americano: Orson Welles, John Huston y el citado Coppola).
Las voces de otros realizadores, así, acompañan las excelentes biografías y piezas que filmaron los directores americanos para los aliados. En ellas destacan todas las batallas filmadas por John Ford, los excelentes montajes propagandísticos de Frank Capra y, sin duda, están coronadas por las recreaciones documentales de ese eterno mentiroso irlandés que fue John Huston (The Battle of San Pietro y especialmente la pieza sobre veteranos de guerra Let There Be Light, obra maestra muy citada y poco vista).
Desde el inicio de la guerra hasta la intervención americana (1941), los testimonios de esos directores y la seductora voz en off de Meryl Streep conducen al espectador en una pieza de varios episodios irresistible. Una de las joyas perdidas de Netflix, acompañada además por los documentales que filmaron en versión completa la mayoría de ellos, y que suponen quizá la mejor y mayor ventana a la experiencia estadounidense en la guerra. Julio Tovar
GLOW – 1ª temp
El Gorgeous Ladies of Wrestling original fue un programa de televisión de lucha libre femenina creado en 1986. ¿Qué tienen aquel programa y esta serie que les hace interesantes? Quizás que las luchadoras de wrestling son un ejemplo de superación personal, mujeres que han pasado de ser personas dependientes o sin futuro a tener en sus manos el control de sus vidas. O quizás la ropa ajustada de colores (y las escenas de desnudos, en el caso de la serie). ¿En qué quedamos, empoderamiento o cosificación? ¿O las dos? Podría parecer que GLOW quiere provocar al público con situaciones y chistes extremos y salvajes para hacerle pensar en este tipo de temas, pero los últimos minutos de la temporada también demuestran modestia en sus pretensiones. Hasta las creadoras de GLOW saben que la verdadera subversión no se emite por televisión. Pablo Vicente
Little Witch Academia – 1ª temp.
Little Witch Academia es lo más parecido que tendremos nunca a un Harry Potter a la japonesa. Si es que en Harry Potter fuera posible un capítulo dirigido por Hiroyuki Imaishi que parece recién metido en una hipoteca a plazo fijo, un evidente sesgo de izquierdas, algunos de los mejores chistes visuales de los últimos años —incluido uno que implica un pez desmemoriado que deja en ridículo todos los esfuerzos al respecto de Pixar— y un plantel de todo personajes femeninos donde los enredos pesan de verdad tanto como las aventuras o el hecho de salvar al mundo. Porque Yō Yoshinari es excepcional. Y Trigger el mejor estudio de animación en activo hoy día. Por todo eso, ¿cómo no íbamos a poner entre lo mejor del año a Little Witch Academia? Álvaro Arbonés
The Handmaid’s Tale – 1ª temp.
Con la cantidad de series que “tienes que ver”, cada vez más a medida que la producción audiovisual se hace imposible de seguir, pocas he recomendado más este año que esta adaptación de la novela de Margaret Atwood. Una novela que en los noventa ya fue llevada en cine, pero que la serie mejora en todos sus aspectos.
Un desenfoque perenne y agobiante acompaña a la protagonista en una odisea, en el presente por escapar y en el pasado por sobrevivir, que la Historia se emperra en recordarnos que podría hacerse demasiado real. Porque la República de Gilead nunca se formará en este mundo, pero cualquier coincidencia sería devastadora y los rebuznos de Internet nos demuestran que una buena parte no se opondría nunca. Adrián Álvarez
Julie Entre Bambalinas – 1ª temp.
Encantadora serie infantil sobre las faenas, las prácticas, las artes y, en definitiva, el oficio del teatro musical. Julie Andrews, tan cálida y amorosa como puedes imaginarte, interpreta el papel de directora de una pequeña compañía que enseña y orienta a cinco niños (adorables marionetas nacidas en la Jim Henson Creature Shop) hacia el objetivo final de poner en pie su primera representación de Broadway. En cada capítulo un invitado de relumbrón se pasa a saludar: Ellie Kemper, David Hyde Pierce, Idina Menzel o Titus Burgess derrochan carisma y ayudan a situar Julie’s Greenroom como una de las ficciones más luminosas y optimistas todo 2017, con trece episodios como trece niditos mulliditos y acogedores de los que no apetece salir nunca. Todo un ejemplo, además, en lo que respecta en integración y representatividad. Te gustará si: valoras que tus seriales televisivos contengan, exactamente, un 0% de cinismo. No te gustará si: por algún motivo tienes un hueco en el pecho en lugar de corazón. Pablo Algaba
The Punisher – 1ª temp.
Resulta muy complicado actualizar a la realidad del siglo XXI un personaje como El Castigador, como así se llamaba en los tebeos de grapa años ha: un anti-héroe hijo de los setenta y su cultura del vigilantismo, desde Harry El Sucio hasta Travis Bickle, marcado por la muerte de su familia a manos de la mafia y su ansia de venganza posterior. Historias de testosterona, pólvora y hombres crueles donde las mujeres son indefectiblemente una excusa argumental. Por eso seguramente, la brava Lexi Alexander logró la proeza de traer a Frank Castle al presente con aquel prodigio muscular e incomprendido que fue Punisher War Zone (2008). Ahora Netflix nos ofrece una relectura telúrica y sombría que te da un buen hostiazo en la cara dejándote con ganas de más. La clave de su éxito es retratar una América que lleva en guerra permanente ya tres lustros. Una máquina de fabricar viudas y veteranos con síndrome de estrés postraumático, que se traen los fantasmas a casa y se sienten marionetas del sistema. Esta perspectiva de clase, para nada estereotipada e insólita en una serie de este tipo, junto con una cinética tan dosificada como contundente y una proliferación de imágenes de vigilancia y espionaje constante, hacen que The Punisher sea una sorpresa agradabilísima, que no veréis en muchas listas de lo mejor del año, pero que habla mucho más de la América actual que un puñado de artículos del New Yorker. Santi Pages
Trial & Error – 1ª temp.
Es curioso cómo funciona la memoria. Porque, claro, como esta serie se estrenó en marzo, en un canal generalista como la NBC y sin bombo alguno -casi como si ya hubieran decidido llevarla a una cancelación que al final no llegó- cuando otros han intentando esa mezcla de documental de crímenes y humor ha podido dar la sensación de que era algo original. Bien es cierto que hay mucho en esta serie que podría haberse mejorado, sobre todo en su emisión. Esto en un formato que hubiera permitido verlos todos de seguido hubiera tenido incluso más éxito. Enmedio una serie de chistes más o menos eficaces pero basados sobre todos en un humor amable y retorcido. Y con un reparto plenamente compromentido en lograr que esta obra a ratos brugueriana logre funcionar. Jónatan Rubio
Alias Grace – 1ª temp.
Del misterio de la identidad del asesino al misterio de la identidad. ¿Es Grace Marks inocente o culpable? ¿Miente? ¿Dice la verdad? ¿Está acaso poseída por un espíritu? ¿Un caso de personalidad múltiple? ¿De amnesia selectiva? Estas son algunas de las preguntas que no hallarán respuesta definitiva a lo largo de los seis episodios de esta miniserie de Netflix que adapta la novela homónima de Margaret Atwood (¡menudo año 2017 para Atwood!) inspirada a su vez por un caso real de asesinato que tuvo lugar en Canadá a mediados del siglo XIX.
La intención de un comité de ciudadanos bienintencionados (liderado nada menos que por David Cronenberg) de revisar la condena de esta joven humilde y aparentemente inofensiva da pie a una serie de entrevistas con una suerte de profiler avant la letre a través de las que Grace nos dará a conocer su historia omitiendo todo aquello que considere necesario omitir y, en general, contemplando una serie de versiones alternativas de los hechos cruciales. Lo que se dice una narradora poco fiable. Escrita por Sarah Poley y dirigida por Mary Harron, Alias Grace es una producción hipnótica y detallista que se encuentra a años luz de la mediocridad de esos productos televisivos que estiran unas pocas ideas durante temporadas y temporadas. Misterio criminal, feminismo, lucha de clases y hasta pinceladas de cuento gótico componen la fórmula maestra, todo ello apretado en apenas cinco horas de televisión que se cuentan entre las más inolvidables de este año que termina. Félix García
The Deuce – 1ª temp.
Han pasado 15 años desde que The Wire (2002), la obra maestra de David Simon, asentara lo que hoy conocemos como La nueva ficción televisiva, y han cambiado mucho las cosas desde entonces. Vean en un extremo la revolución de Twin Peaks: The Return y en el otro la fórmula de la nostalgia de Stranger Things. En esta situación es imposible no preguntarse por el presente y el futuro de esa televisión que no pretendía ser cine pero tampoco complacer al espectador (en palabras de Simon entonces, “que se joda el espectador medio”), esas series que se conformaban con ser una televisión acojonante. Eso mismo que vuelve a ser The Deuce, tal vez el mejor serial televisivo del año.
En cada temporada de The Wire David Simon radiografiaba “el juego” que hace funcionar las cosas en las calles de Baltimore. Una estructura económica, institucional y social que atrapaba a todos los personajes y jodía cualquier intento de cambiar las cosas, pues, como el capitalismo, el juego solo quiere perpetuarse a sí mismo. The Deuce parte del mismo enfoque, pero decíamos que han cambiado mucho las cosas desde entonces y, sobre todo, la televisión. Como corresponde a una serie de época (los setenta) creada después de Mad Men, y más si trata sobre la revolución sexual y los orígenes de la industria del porno, The Deuce es mucho más manierista y orientada a reflexionar sobre sus imágenes que cualquier cosa que haya hecho Simon. Mientras The Wire exploraba el juego como algo ya instaurado e inmodificable, The Deuce examina cómo cambia cuando se abre una ventana de oportunidad. Si nos pusiéramos estupendos diríamos que ambas estudian el mismo objeto (el juego, el capitalismo); una sincrónica y la otra diacrónicamente. Y de paso citaríamos a Foucault y su Vigilar y castigar para hablar de cómo, con la progresiva tolerancia y legalización de la industria del “vicio”, la chusma de las calles de Times Square (chulos, putas, perdedores, obreros…) se hizo productiva: se les encerró en locales, clasificó e introdujo en el juego de la economía. De eso trata The Deuce: de cómo con la liberación sexual ya no habrá más malas calles, sino industria. Para bien y para mal, y siempre a ras del suelo y atento a las vidas de sus personajes.
Lo de Twin Peaks es un milagro, y quién sabe si podrá repetirse algo parecido, pero ojalá la televisión de calidad como The Deuce viva durante muchos años más. Porque lo único que está claro es que la revolución sexual y tantas otras cosas no son, ni fueron, tan fáciles como celebrábamos, y necesitamos una televisión acojonante como la de Simon para desentrañarlo. Alberto Hernando
Twin Peaks: The Return (2017)
La inclusión de la última creación de David Lynch encabezando las listas de lo mejor del año en revistas como Sight & Sound o Cahiers du Cinéma, ha dado lugar a un viejo debate muy aburrido e inútil sobre si el lenguaje que utiliza Lynch es cine y por tanto estamos ante un artefacto cinematográfico de 18 horas, o si por el contrario es el medio el que decide el lenguaje del producto -en este caso, un producto que se puede ver en el canal de TV de pago Showtime-. ¿Y saben qué? QUÉ MÁS DA. Me parece mucho más importante el logro en sí de un señor que peina canas para arriba como nadie y que nos ha brindado varias de las horas de audiovisual más rompedoras y sugerentes de los últimos siglos.
Twin Peaks: The Return es un UFO antispoilers. ¿Cómo resumir cada capítulo y sus cien tramas abiertas o rematadas en un huis clos demente? ¿Cómo hablar de una escena banal que se prolonga hasta el infinito -sí, la del hombre que barre, por ejemplo- e interpela así a los personajes, a los espectadores, a la propia televisión y a lo que significa o no hacer y ver cine? ¿Qué más da la narrativa si lo que tiene sentido es irrelevante y nos movemos a golpes de fogonazos incandescentes, de morceaux de bravoure en los que el tiempo cae roto al suelo y el espacio nunca es solo un lugar? Aquí lo que verdaderamente importa son las cajas de cristal donde aparecen figuras borrosas, el chico de guante verde que encuentra su destino a hostias como si se tratara del Superboy de las Crisis Infinitas, el circo de tres pistas de un Kyle MacLachlan que cambia el género de la serie de un personaje a otro, la corrosión del penúltimo capítulo que transforma y revive a las anteriores temporadas y a la precuela Twin Peaks: Fuego Camina conmigo, el humor entre Jerry Lewis y Samuel Beckett, las estratosféricas actuaciones musicales en el Bang Bang Bar o el último y devastador baile de la gran Audrey Horne. La lista podría ser infinita. ¿O hay que recordar que hemos vivido un capítulo entero dentro del corazón de una explosión nuclear? Ahora lo que toca es agradecer que hemos sido testigos de algo más grande que el cine, la televisión y la vida. Y que podemos contarlo. Javier Trigales
The Good Place – 2ª temp.
El malabarismo que lleva a cabo The Good Place en la segunda temporada no es extraño (ahí están el genio de Michael Schur -creador de Parks & Recreation y Brooklyn Nine-Nine, más la propia primera temporada de la serie), pero no por ello menos digno de aplauso. A partir de unos mimbres esenciales -la existencia de un cielo y un infierno por donde se mueven unos personajes que parece que sí, pero luego resulta que no-, plantea un cambio radical con cada episodio, pero sin perturbar las reglas de las sitcom. Es decir, usando las convenciones asumidas por todos (los cliffhangers, los episodios centrados en unos u otros personajes, los episodios-flashback), pero sin caer en la parodia, hace que esos tópicos y reglas de oro no escritas se difuminen y den paso a la sorpresa constante. Ya la primera temporada, solo con su concepto y su increíble season finale, había puesto el listón alto, pero esta segunda tanda de episodios (aún en la mitad de su desarrollo) consigue machacar espectativas casi en cada episodio. La mejor prueba de que para ser inteligente, densa y profunda, lo mejor que puede hacer una serie es no parecer inteligente, densa y profunda. La sorpresa, la sorpresa. John Tones