Vuelve ‘Sense8’ – Así serán las nuevas aventuras de los entes superpoderosos de las Wachowski

El 5 de mayo Netflix estrena la segunda temporada de Sense8, serie creada por las hermanas Wachowski y J. Michael Straczynski que está cambiando los parámetros de la ciencia-ficción televisiva. Ya hemos tenido ocasión de ver los primeros capítulos de esta segunda tanda: repasamos su importancia y apuntamos los temas que tratará esta nueva temporada.

La primera temporada de Sense8 (2015- ) demostró que las Wachowski no se habían aventurado a la pantalla pequeña para lamerse las heridas tras los fracasos en taquilla -que no en calidad- de El atlas de las nubes (2012) y El destino de Júpiter (2015). Junto con J. Michael Straczynski, las mentes creadoras de Matrix (1999) utilizaron los prolongados tiempos narrativos del formato en serie para perfeccionar la fórmula que llevan practicando desde las primeras correrías de Neo y al mismo tiempo romper los moldes heteronormativos que aun encorsetan a la ficción de género.

La propuesta era ambiciosa: Los «sense8» or «sensate» son un grupo de ocho jóvenes de toda procedencia y condición, dispersos a lo largo y ancho del mundo, que llevan vidas más o menos normales pero con las que se sienten en el fondo insatisfechos. Poco a poco descubren están conectados de algún modo, que pueden comunicarse telepáticamente, sentir lo que sus compañeros sienten, ver lo que ellos ven. Su nudo común es una mujer de blanco, interpretada por Daryl Hannah, que parece haber sido conducida al suicidio por el acoso de una organización secreta y cuasi gubernamental.

Como puede verse, lo que separa este planteamiento del despertar de Neo o Júpiter en sus anteriores obras, es que ese protagonismo es coral. Esa coralidad se construye con el elenco más diverso racial y sexualmente de la televisión actual, encabezado por el personaje de Nomi Marks, interpretado por la actriz transgénero Jamie Clayton. Merece también una mención el personaje interpretado por Miguel Angel Silvestre que da aquí un vuelco total a su imagen de El Duque, el übermacho protagonista de Sin tetas no hay paraiso (2008-09), con su papel de actor gay especializado en películas mexicanas de acción y romance kitsch. Esta diversidad ya había sido ensayada por las Wachowski en El atlas de las nubes, en la que los actores y actrices encarnaban a varios personajes de ambos sexos. Pero si bien en ese aspecto su adaptación de la novela de David Mitchell bordeaba en ocasiones la autoparodia, en Sense8 triunfa por completo. La serie además representa de forma muy natural que sus personajes adopten formas fluidas de sexualidad y monogamia/poliamor. Muy pocas ficciones actuales se atreven a hacer algo así.

La primera temporada estaba claramente diseñada para el binge watching: de ritmo pausado y trama críptica, los primeros doce episodios se centraban en la construcción de los ocho personajes centrales y en su toma de conciencia de su conexión con sus compañeros de «camada». Esa morosidad en la narración desalentó a muchos espectadores, pero recompensaba a quienes supieran esperar. Las Wachowski y Straczynski consiguen lo increíble: que los ocho personajes resulten interesantes y bien perfilados y que los ocho te caigan bien. En la segunda mitad de la temporada, tras la orgía pansexual que servía para galvanizar la conexión empática del grupo, se iban sucediendo gozosos momentos en los que los ocho combinaban sus habilidades para ir superando obstáculos y amenazas, momentos que combinaban la gramática de los videojuegos y la epifanía superheroica de El protegido (2002).

Sense 8

Una vez definidos los personajes, esta segunda temporada se centra en explorar qué son los Sense8 y la verdadera naturaleza de la organización que les persigue, así como de su presunto cabecilla, el siniestro whispers. En los primeros episodios las escenas de acción se acumulan a medida que el conflicto se agudiza y la trama parece acercarse a la premisa de la Patrulla X: se sugiere que los sensitivos son una especie anterior al homo sapiens; el propósito de ese gobierno en la sombra sería controlarlos y aniquilarlos por el peligro que suponen para el resto de los mortales. Los protagonistas también se encuentran con miembros de otras camadas y descubren nuevas posibilidades de, ejem,  comunión con ellos.

Las Wachowski nunca han ocultado su optimismo y siempre han gustado de manejar grandes conceptos. En Sense8 es evidente que su tesis es que una mayor empatía nos conduciría a construir una conciencia global, única forma de superar los profundos problemas y divisiones de la Humanidad. Pero gracias a su enorme talento y su dominio de los tropos de la cultura popular, el mensaje nunca se superpone al medio. Sense8 es diversión de primera magnitud. Quien escribe sospecha que cierta parte del público no ha perdonado ni perdonará a las Wachowski que abandonaran la ciencia-ficción oscura, cercana al ciberpunk y evidentemente masculina de Matrix por otra que recurre al delirio pop (Speed Racer -2008-) o a la space opera (El destino de Júpiter) y que juega además con la transposición y confusión de géneros. Sería una pena que esos prejuicios nos impidan disfrutar de una de las series más singulares y radicalmente originales de la televisión actual.

Sense8

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2 comentarios

  1. Roberto dice:

    Antes de verla, creía que era de una enfermera telépata japonesa… Y me llevé una grata sorpresa.

    La serie tiene algo que suele salir mal en estos tiempos: es optimista. Se agradece ese tono esperanzado dentro de una historia bien construida y con personajes interesantes. La verdad es que vi todos los capítulos en unos tres días y terminé encariñado con los personajes, como hace tiempo no me pasaba con una serie. Estoy muy interesado en ver cómo sigue.

    Saludos.

  2. Dr Zito dice:

    Gracias, Roberto!

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